29.05.12

 

Dentro del Curso de Formación Bíblico-Ecuménica 2011-2012 que ofrece el Centro Ecuménico “Misioneras de la Unidad” de Madrid, en la parte final siempre hay un par de jornadas dedicadas al fenómeno de las sectas. Ayer, lunes 28 de mayo, ha sido el turno de Vicente Jara, dominico seglar y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

En su clase abordó el tema del líder sectario como figura paterna. En la introducción se refirió a la generalidad del fenómeno de las sectas, con sus rasgos y matices, y dio unas pautas para entender la importancia de la paternidad en el desarrollo de una persona. Señaló que, como siempre han señalado los expertos, “una de las principales causas de la aparición de las sectas son las carencias familiares”.

Anulación de los adeptos

Según Vicente Jara, “los líderes sectarios ofrecen un hogar para huérfanos psicológicos, que son los adeptos”. También se refirió a la infantilización por parte de estos dirigentes, ya que se trata de mantener a la persona en un ámbito más controlable y manipulable. De hecho, “el líder puede llevar hasta la anulación total de los adeptos, y en casos más extremos, hasta la muerte”, dijo, aludiendo a algunos conocidos casos de masacres protagonizadas por sectas.

En su descripción de los líderes sectarios, este experto citó al psicólogo José Miguel Cuevas Barranquero, que en sus estudios los ha descrito como narcisistas, con comportamiento paranoide y antisociales. “Y por eso forman grupos, como prolongación de ellos mismos, y por eso el grupo resultante es también antisocial. El líder tiene un ego tan grande que no cabe dentro de él, e inevitablemente crea un grupo. Por eso la secta es el espero interior del líder. No tiene amigos, sino siervos. Es el padre, pero un padre con puño de hierro”, afirmó.

El líder, añadió, “quiere que lo adoren, es un ídolo, quiere que reconozcan su grandeza, su naturaleza suprema”, como ha escrito también la experta argentina Mara Martinoli. Por ello requiere sumisión por parte de los adeptos, tiene que ser objeto de adoración. Citando a otros autores que han estudiado a estos dirigentes sectarios, apuntó su diagnóstico de “una psicosis esquizoparanoide, con tres elementos principales: megalomanía, delirio místico y delirio de influencia”.

A continuación, Vicente Jara puso algunos ejemplos de cómo se vive en las sectas, por parte de sus fundadores o de sus líderes, esta paternidad: testigos de Jehová, mormones, Iglesia de la Unificación (del reverendo Moon), Iglesia de la Cienciología, Niños de Dios (llamada ahora, precisamente, La Familia), los grupos orientales con su gurú correspondiente, los grupos gnósticos de Samael Aun Weor, las sectas ufológicas…

La primacía de lo femenino en la Nueva Era

Otro fenómeno en el que concretó más este desplazamiento de la paternidad fue el de la Nueva Era, al que el experto de la RIES denominó como “ámbito acuoso que nos está empapando también a los católicos”, como una nueva gnosis. Citó el documento del Vaticano sobre la Nueva Era (Jesucristo, portador del agua de la vida), que se refiere explícitamente al narcisismo espiritual y al pseudomisticismo como características de esta corriente.

Jara explicó con detalle el elemento fuertemente femenino, neopagano y neoancestral que subyace a estas nuevas espiritualidades, que “realzan lo femenino contra lo masculino, ya que el patriarcado y la jerarquía serían ‘terribles estructuras’ propias del judeocristianismo, y precisamente lo que quiere la Nueva Era es volver al matriarcado”. En concreto, la Wicca está basada en la figura de Gerald Gardner, que afirmó que “el sacerdocio perfecto lo tiene la mujer”. Para los defensores de esta postura, la naturaleza de la mujer está por encima de la masculina por ser capaz de dar vida.

Para finalizar, Vicente Jara ofreció una relación de rasgos positivos que han de darse en la paternidad espiritual para que realmente pueda ser humanizadora para la persona: libertad, responsabilidad, veracidad, sentido crítico, autonomía, eliminación de la competencia, cercanía, respeto, perdón, acogida, misericordia y apertura.