5.06.12

 

Sor Patricia ha salido a defender el buen nombre de Sor Margarita. La primera es presidenta del Instituto de las Hermanas de la Misericordia de las Américas. La segunda es religiosa de dicho instituto y ayer fue objeto de una notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe debido a las barbaridades que escribió en su libro “Just Love. A Framework for Christian Sexual Ethics“.

Antes de ir a lo que Sor Patricia ha dicho, conviene que le echemos un vistazo a la notificación del dicasterio vaticano. Aunque la enumeración de las desviaciones doctrinales en materia de moral sexual puede ser más llamativo, lo más importante para mí de la nota es la siguiente afirmación:

La autora no entiende correctamente el papel del Magisterio de la Iglesia, que es expresión de la autoridad de los Obispos para enseñar en comunión con el Sucesor de Pedro, que guía a la Iglesia a una comprensión siempre más profunda de la Palabra de Dios que se encuentra en la Sagrada Escritura.(…) Sor Farley trata argumentos de carácter moral ignorando la enseñanza constante del Magisterio, y cuando ocasionalmente lo menciona, lo trata como a una opinión más.

El 100% de todas las herejías y desviaciones doctrinales parten de ese error. Quien no acepta el papel del Magisterio de la Iglesia, acaba desviándose de sus enseñanzas. Da igual que te llames Arrio, Martín Lutero o Margarita. Si piensas que tu opinión personal vale tanto o más que la del magisterio, estás cruzando la puerta que marca la salida de la Iglesia de Cristo. Es cuestión de tiempo que salgas o te hagan salir.

Es innecesario decir que no todos los pronunciamientos del Magisterio obligan por igual. No existen miles de dogmas de fe que conlleven el anatema consiguiente a quien los niega pertinazmente. Y la Iglesia no puede estar catalogando como dogma de fe toda doctrina que es puesta en duda o negada por quienes no aceptan que su autoridad doctrinal llega a todo lo que pertenece al depósito de la fe. Recordemos, sin ir más lejos, que en relación a la autoridad de los obispos y el Papa, el Concilio Vaticano II dijo:

Los Obispos, cuando enseñan en comunión con el Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte, en materia de fe y costumbres, deben aceptar el juicio de su Obispo, dado en nombre de Cristo, y deben adherirse a él con religioso respeto. Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo.
Lumen Gentium 25

Una vez que sabemos que Sor Margarita piensa y escribe sin tener en cuenta que no puede ser católica y oponerse a las enseñanzas de la Iglesia, lo demás casi sobra. Es decir, ¿de verdad necesitamos que la Congregación para la Doctrina de la Fe nos recuerde que la masturbación, las relaciones homosexuales son pecado y el adulterio -divorciarse y volverse a casar- son pecado y que el matrimonio homosexual es inaceptable? Conste que no digo que la notificación sea innecesaria. Solo digo que basta con ir al Catecismo para darnos cuenta que la religiosa está apartada de la fe de la Iglesia. Eso sí, no es igual que tal cosa la diga un bloguero como yo a que lo haga el dicasterio al que se ha encargado la tarea de velar por la sana doctrina.

Si ya es grave que una monja vaya por libre en materia de moral sexual, más lo es que su superiora salga en defensa de su labor y arremeta contra la Congregación para la Doctrina de la Fe. La carta de Sor Patricia es una declaración de rebeldía abierta contra el Papa, que es quien ha autorizado y ordenado la publicación de la notificación sobre Sor Margarita. No sé, ni me corresponde decidir, cuál es la calificación canónica de ese acto, pero soy de la opinión de que la Iglesia debería de ordenar la retractación pública de la superiora de las Hermanas de la Caridad. Y de no darse dicha retractación, proceder a la sanción canónica correspondiente.

Todos los fieles estamos de acuerdo en que es necesario que la Iglesia muestre la verdad y corrija a quienes se separan de sus enseñanzas. Pero somos muchos los que opinamos que no basta con notificar que una monja escribe en contra de la moral sexual católica. Pensamos que además se ha de exigir su rectificación pública. El arrepentimiento nos alegra a todos. La obstinación en el error, sobre todo si es pública, daña al bien común de los fieles si queda sin disciplinar. La pregunta no es cómo es posible que una monja escriba lo que escribe Sor Margarita. La pregunta es cómo es posible que se le permita seguir siendo monja.

Luis Fernando Pérez Bustamante