La campaña de recaudación de fondos de 2012 ha terminado.

Falta todavía un poco para llegar a la meta que permitirá a ZENIT seguir adelante hasta finales de 2012. Puede ver la situación actual de los fondos que hemos recibido gracias a la generosidad de los lectores en:
http://www.zenit.org/spanish/donativos.html.

Aún están llegando cheques, por lo que todavía no podemos comunicar el resultado final de la campaña. Les informaremos en cuanto el balance final esté listo.

Deseamos hacer llegar nuestro profundo agradecimiento a todos los lectores que han enviado su donativo, así como a todos los que nos han mandado mensajes de solidaridad asegurando sus oraciones por el éxito de la campaña.
Todo este apoyo nos da fuerzas y nos anima enormemente para seguir adelante en nuestro trabajo.

Puede encontrar el mapa de donativos 2012 en: http://donations.zenit.org/es/map

Todavía es posible mandar donativos a través de: http://www.zenit.org/spanish/donativos.html

 

¡ Muchas gracias !

 


ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 11 de junio de 2012

Santa Sede

La Nueva Evangelización en el mundo de la aviación civil
XVI Seminario Mundial de Capellanes Católicos

Mundo

España: Caritas atendió a un millón de personas en 2011
Invita a vivir sencillamente y caminar hacia un modelo social más justo y humano

Los obispos de Baja California en defensa de la libertad religiosa
Comunicado ante el no reconocimiento de una reforma constitucional

China: Ha sido elegido el futuro obispo de Shanghai
El padre Thaddeus Ma Daquin

Colombia: Nombrado nuevo obispo de Garzón
Monseñor Fabio Duque Jaramillo

El Salvador: Nombrado nuevo obispo de Sonsonate
El sacerdote Constantino Barrera Morales

Especial - Congreso Eucarístico Internacional

Comenzó el Congreso Eucarístico Internacional en Dublín
La Misa inaugural fue celebrada por el Legado papal, cardenal Marc Ouellet

El Congreso Eucarístico Internacional lleva el mundo a Dublín
Miles de participantes se unen para celebrar y apreciar la Eucaristía

Una 'bendición especial' en tiempos difíciles de la Iglesia irlandesa
Dijo el legado pontificio en la inaguración del Congreso Eucarístico Internacional

'Nos hemos reunido aquí como un símbolo de la Iglesia universal'
Homilía del cardenal Marc Ouellet en la apertura del Congreso Eucarístico Internacional

La adoración eucarística, fuente de evangelización
Secreto de la fuerza y de los grandes proyectos del beato Alberione

Documentación

La misión de la Iglesia en el mundo de la aviación civil
Discurso del papa a los participantes en un seminario internacional

'La fidelidad de Dios es la clave y la fuente de nuestra fidelidad'
Discurso de Benedicto XVI a la Academia Pontificia Eclesiástica


ANUNCIOS


Santa Sede


La Nueva Evangelización en el mundo de la aviación civil
XVI Seminario Mundial de Capellanes Católicos
ROMA, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- Con una audiencia especial de Benedicto XVI comenzó este lunes el XVI Seminario Mundial de los Capellanes Católicos de la Aviación Civil y de los Miembros de las Capellanías Aeroportuarias, que tiene lugar en Roma, Italia, del 11 al 14 de junio, organizado por el Consejo Pontificio de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, sobre el tema "Nueva Evangelización en el Mundo de la Aviación Civil".

En la mañana, los participantes --un centenar de personas, llegadas de 15 países de Europa, América y África- fueron recibidos en audiencia privada, a las 11,40, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano por el santo padre, que les dirigió palabras de orientación para la pastoral específica en los aeropuertos.

Se puede leer el discurso del santo padre a los participantes en: http://www.zenit.org/article-42436?l=spanish.

Mañana martes, el cardenal Antonio Maria Vegliò, presidente del dicasterio organizador, explicará en su ponencia cómo la nueva evangelización puede ser realizada en el ambiente de la aviación civil, dado que el transporte aéreo forma parte del mundo de la movilidad humana y su pastoral entra dentro de la solicitud del dicasterio.

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Mundo


España: Caritas atendió a un millón de personas en 2011
Invita a vivir sencillamente y caminar hacia un modelo social más justo y humano
MADRID, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- “Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir. Los mejores regalos se hacen con las manos”. Este es el mensaje elegido por Caritas con motivo del Día de Caridad, que se celebró el domingo 10 de junio, fiesta del Corpus Christi. La entidad humanitaria de la Iglesia informó que durante 2011 su red atendió a un millón de personas.

Con motivo del Día de la Caridad, Caritas lanzó a toda la sociedad una propuesta “para caminar juntos hacia un nuevo modelo social más humano y más justo, y construir una sociedad nueva en la que la Humanidad actúe como una gran familia que se interpela y se cuestiona sobre la realidad de pobreza e injusticia que predomina en el mundo”.

Para impulsar ese cambio, desde Caritas se apuesta por hacer realidad otros modelos de comercio y de consumo, que no se basen en primar el enriquecimiento por encima del bienestar y la dignidad de las personas.

En esa línea, la invitación a “vivir sencillamente” para garantizar la vida de quienes se debaten en condiciones de máxima precariedad social y económica supone confiar en quienes son nuestros hermanos compartiendo la vida y los bienes, y haciendo posible, para todos y en esta coyuntura, la multiplicación de los panes y los peces. El reto está en conseguir que “la lógica del don se convierta en el motor de nuestras vidas”.

En el Día de Caridad, desde Caritas se pide “a nuestros gobernantes que luchen con todos sus medios para acabar con la pobreza y la exclusión; que no recorten los gastos sociales, sino que los incrementen para paliar los efectos de esta crisis en los más vulnerables”.

Asimismo, se insta a los poderes públicos a “que mejoren sus políticas de empleo; que cumplan su compromiso de contribuir con el 0,7% de nuestra riqueza anual a los países empobrecidos; y que cumplan los Objetivos de Desarrollo del Milenio que se marcaron para el año 2015”.

Caritas invita también a los ciudadanos a tener “la convicción cierta de que sí podemos hacer algo para mejorar la vida de miles de personas en el mundo” y de que “con nuestra manera de vivir, de comportarnos, de actuar ética y comprometidamente, podemos influir para bien en nuestro entorno”. “Cada uno de nosotros –se señala en el díptico editado para el Día de Caridad-- tiene un trozo de mundo en el que sí que puede hacer algo para hacer posible una sociedad mejor”.

Por su parte, los obispos que integran la Comisión Episcopal de Pastoral Social aseguran en su mensaje con motivo del Día de Caridad que en estos “momentos difíciles no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la situación de extrema necesidad que viven muchos hermanos nuestros, pensando que no podemos hacer nada con nuestras limitadas fuerzas”. Para remediarlo, proponen asumir “un claro compromiso en favor de los más necesitados y vencer la tentación de crear necesidades para promover principalmente el desarrollo económico”.

“Es imprescindible mirar a la persona como sujeto de desarrollo, miembro de la comunidad humana, y no como simple consumidor”, afirman los prelados, que ven necesario “lograr que las relaciones de mercado estén sujetas a las exigencias morales de reciprocidad solidaria, como demanda una justa economía social de mercado”. 

“Si de verdad queremos y buscamos el bien de todos, especialmente de los más pobres, habrá que sobrepasar, muchas veces, la justicia legal con la gratuidad propia de la caridad cristiana”. Esta es la propuesta que lanza la Comisión de Pastoral Social para afrontar la crisis, que pasa por no “cerrarnos cada uno en nuestro propio interés, sino buscar juntos lo que es mejor para todos en coherencia con la lógica del bien común y de la comunicación cristiana de bienes”.

Un millón de personas acompañadas en 2011 en la red de Acogida de Caritas

El Día de Caridad es también el momento del año elegido por las 68 Caritas Diocesanas del país para rendir cuentas públicas de sus acciones contra los efectos de la pobreza y evaluar cuál sigue siendo el impacto de la crisis en sus programas y servicios.

Según un avance de datos del nuevo informe del Observatorio de la Realidad Social de Caritas, que se publicará en breve, el número de personas atendidas en todo el país a través de la red estatal de Acogida y Atención primaria se ha disparado en los últimos años, al pasar de 370.251 en 2007 a 1.001.761 personas en 2011.

Una tercera parte de las personas que acudieron a Caritas en demanda de ayuda de emergencia (unas 300.000 personas) lo hicieron “por primera vez”. Además, un tercio de quienes recibieron ayuda en 2009 tuvieron también algún apoyo social de Caritas en 2011; de hecho, el 44% de las personas acogidas llevan, como media, tres o más años demandando ayuda de la institución.

El perfil mayoritario de las personas que han sido acompañadas por Caritas durante 2011 a través de la red de Acogida es el de personas solas, parejas con hijos y familias monoparentales; jóvenes adultos de entre 30 y 44 años; españoles e inmigrantes irregulares (principalmente “sobrevenidos”); personas en riesgo de perder su vivienda; y usuario sin ingresos, o con Rentas Básicas o Mínimas. También aumenta el número de personas en paro que carecen de prestaciones por desempleo.

Las ayudas más demandadas en Caritas en 2011 siguen siendo, por este orden, alimentación, vivienda y empleo, que son los capítulos a los que se destinan, por ese mismo orden, mayor volumen de recursos económicos.

A la luz de su experiencia diaria de trabajo con las personas en situación precaria, Caritas alerta también de que la acumulación de desventajas en más de una cuarta parte de la población española conlleva un riesgo real de dualización y de falta de cohesión social.

Esta tendencia se manifiesta en el incremento de la desigualdad en España, en que el crecimiento de la pobreza se esté concentrando especialmente en los hogares con sustentadores principales jóvenes y con menores, el repliegue de los sistemas de protección social o el desgaste de los mecanismos de protección familiar.

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Los obispos de Baja California en defensa de la libertad religiosa
Comunicado ante el no reconocimiento de una reforma constitucional
TIJUANA, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- Los obispos católicos del estado de Baja California, México, ha hecho público un comunicado en relación a la no aprobación por parte del Congreso del estado de una reforma hecha en el Senado de la nación que reconoce la libertad de conciencia y la liberta religiosa en la Constitución federal.

El pasado día 28 de marzo, la Cámara de Senadores de México avaló la reforma al artículo 24 constitucional donde se reconoce expresamente la libertad de conciencia y la libertad religiosa. De acuerdo al proceso legislativo, el dictamen aprobado fue remitido a los Congresos locales para su ratificación y eventual entrada en vigor una vez que fueran aprobados por la mayoría de éstos.

Junto a esta reforma, también se aprobó una modificación al artículo 40 constitucional, añadiendo el concepto laico al sistema representativo, democrático y federal. Con ambas reformas, quedaban plenamente garantizados en el país los temas fundamentales de la libertad religiosa y el Estado laico.

Habiéndose remitido el texto de la reforma al Congreso de Baja California para su discusión y eventual aprobación, el pasado 8 de mayo, esta soberanía local en forma unánime (23 votos en contra) dispuso no aprobar las reformas al artículo 24 constitucional. Sin embargo, las reformas al artículo 40 sí fueron aprobadas (16 votos a favor, 6 en contra y una abstención).

Ante estos hechos, los obispos católicos de Baja California han hecho público un comunicado dirigido a los católicos y personas de buena voluntad de este estado en el que hacen una serie de afirmaciones.

En primer lugar, se muestran desconcertados “por el dictamen y la decisión de los representantes del pueblo de Baja California en el Congreso local”. “La Iglesia Católica –añaden- ha reafirmado y enseñado el valor humano y cristiano de la sana laicidad, así como el derecho humano a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa. Estos derechos humanos se fundan en la dignidad de la persona humana. El Estado solamente los reconoce, garantiza y protege. Nuestros representantes lo desconocen o, si lo sabían, lo han olvidado”.

Los obispos recuerdan que “la libertad religiosa es un derecho universal reconocido por tratados internacionales y a los cuales México se ha suscrito. Al no aprobarse la reforma al artículo 24, se contradice el espíritu democrático del Estado que tiene como tarea garantizar la libertad de sus ciudadanos, sin restricciones. Baja California siempre se había mostrado coherente con la legislación en esta materia”.

Por ello, lamentan profundamente “que nuestros legisladores no hayan aprobado esta reforma con la cual se garantizaba este derecho fundamental. En esa línea, esta Reforma Constitucional no implicaba ningún privilegio, ni discriminación a favor o en contra de alguna agrupación o asociación religiosa, simplemente es el reconocimiento de un derecho fundamental de todos los mexicanos”.

Los obispos en Baja California manifiestan su apoyo a los distintos organismos de la sociedad civil, que han rechazado esta negativa del Congreso local de aprobar las reformas al artículo 24 en materia de Libertad Religiosa y afirman que “al no reconocer este derecho natural, vemos un retroceso en materia de libertades. La verdadera libertad religiosa, es aquella que permite expresar en todos los ámbitos de la vida social de un país sus convicciones religiosas y éticas. Sin el reconocimiento de la libertad religiosa y de la libertad de conciencia las demás libertades quedan sin su verdadero fundamento y corren el riesgo de la deshumanización”.

Por último concluyen que “construir la sociedad desde los valores éticos no significa que tengamos el mismo credo, pero sí la certeza de que nuestra libertad sea respetada creando un ambiente donde todos, creyentes y no creyentes, podamos convivir en respeto, igualdad, fraternidad y solidaridad. Esta reforma era positiva para los ciudadanos ya que se ampliaba el marco de las libertades en beneficio de la construcción de la paz y la sana convivencia en una sociedad plural en sus ideas y creencias”.

Firman el comunicado el arzobispo de Tijuana, Rafael Romo Muñoz y los obispos de Mexicali José Isidro Guerrero Macías, y de Ensenada Sigifredo Noriega Barceló

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China: Ha sido elegido el futuro obispo de Shanghai
El padre Thaddeus Ma Daquin
ROMA, lunes 11 enero 2012 (ZENIT.org).- El padre Thaddeus Ma Daqin fue elegido el 30 de mayo para ser el futuro obispo de Shanghai. Nombrado obispo coadjutor del obispo “oficial” de la diócesis, la Santa Sede ha dado su aprobación a la elección.

De unos cuarenta años de edad, el padre Ma se convierte así en obispo coadjutor de Shanghai, diócesis de la que es obispo "oficial", Mons. Jin Luxian, de 96 años de edad, informa la agencia Eglises d'Asie.

Único candidato, el padre Ma recibió 160 de 205 sufragios que componían el electorado reunido para esta ocasión, a saber 86 sacerdotes de la diócesis de Shanghai, 55 religiosas y 64 laicos. De los 190 votantes presentes este 30 de mayo, dos votaron en contra del padre Ma y 28 se abstuvieron. El voto, del que los resultados deben todavía ser confirmados por las instancias centrales de la Iglesia en Pekín, se celebró mientras que la Santa Sede ya había dado su acuerdo para que padre Ma fuera el obispo coadjutor de Shanghai

El nombramiento del padreMa como obispo coadjutor, cierra así un período de incertidumbre desde que la dimisión del que fuera hasta ahora el sucesor designado por monseñor Jin había sido hecha pública. En diciembre de 2011, monseñor Jin había anunciado que había aceptado la dimisión de monseñor José Xing Wenzhi, que desde el 2005 era su obispo auxiliar. Y, en la misma ocasión, el anciano obispo había nombrado al padre Ma vicario general de la diócesis, designándolo así a los ojos de todos como su nuevo sucesor.

A día de hoy, hay muchos interrogantes y permanecen en el misterio las razones de la dimisión de monseñor Xing. En 2005, cuando fue escogido para ser el obispo auxiliar de Shanghai de acuerdo con Roma y con la aprobación de Pekín, su nombramiento fue percibido como un signo que animaba a la unidad de la Iglesia de China. En efecto, la Santa Sede había aceptado la candidatura de monseñor Xing con la condición de que monseñor Jin, obispo "oficial" de Shanghai obtuviera la aprobación del obispo "clandestino" de Shanghai, monseñor Fan Zhongliang, también de avanzada edad, para que de ahora en adelante monseñor Xing fuera el único obispo de Shanghai. Monseñor Fan estuvo conforme y se podía pensar que, a la desaparición ineluctable de los dos viejos obispos, monseñor Xing se convertiría en el único rostro de la Iglesia en Shanghai.

Por razones que no han sido hechas públicas, estos hechos no se han desarrollado como estaba previsto. En ausencia de declaraciones del interesado mismo, que se refugió en el silencio, lo que se puede llamar "el misterio Xing" permanece tal cual.

En cuanto al futuro obispo coadjutor de Shanghai, que debería ser ordenado de aquí a finales de junio, monseñor Jin se ocupó de escoger a una personalidad originaria de Shanghai. Formado en el seminario de Sheshan, el gran seminario regional vinculado con Shanghai, ordenado sacerdote en 1994, el padre Ma ejerció diferentes ministerios pastorales en la diócesis. Decano del sector de Pudong, el barrio sacado de la tierra sobre la orilla opuesta al Shanghai histórico, el padre Ma asumió un tiempo las funciones de director de las publicaciones de Quangqi Press, uno de los dos principales editores católicos del país. Presenta también la particularidad de haber comenzado su ministerio en el seno de la comunidad "clandestina" de Shanghai, antes de unirse a las filas de los "oficiales" hace unos diez años. Apreciado por el presbiterio, parece el adecuado para asegurar la unidad de la diócesis más grande de China, cuando sus dos figuras históricas, monseñor Jin por la parte "oficial" y monseñor Fan por la parte "clandestina" desaparezcan.

Falta la cuestión de su ordenación episcopal. Últimamente, se ha constatado que Pekín procuró sembrar la discordia imponiendo las ceremonias de ordenación de los obispos nombrados de acuerdo con Roma con la presencia de obispos ilegítimos o legítimos pero que habían participado en ceremonias de ordenación ilícita. Parece ser que será monseñor Jin quien presidirá la ordenación del futuro monseñor Ma, no hay ninguna información sobre los nombres de los dos obispos co-consagrantes o de los otros obispos que podrían colocarse alrededor del altar de la catedral de Shanghai en la ceremonia.

Traducido del francés por Raquel Anillo

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Colombia: Nombrado nuevo obispo de Garzón
Monseñor Fabio Duque Jaramillo
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- El santo padre Benedicto XVI ha nombrado obispo de Garzón, Colombia, a monseñor Fabio Duque Jaramillo OFM, hasta ahora obispo de Armenia, Colombia.

Monseñor Fabio Duque Jaramillo nació en Armenia, Colombia, en 1950.

Realizó sus estudios eclesiásticos en Bogotá. Obtuvo la licenciatura en Filosofía y Teología en la Universidad San Buenaventura de Bogotá, y el doctorado en Liturgia en el Ateneo Pontificio San Anselmo de Roma.

Hizo la profesión religiosa en Bogotá en 1975 y fue ordenado sacerdote en Armenia en 1975.

Como sacerdote ha desempeñado los siguientes cargos: vicemaestro de novicios, párroco de Chiachagua en César, director del Departamento para la Vida Consagrada y director del Departamento para la Catequesis de la Conferencia Episcopal Colombiana, decano de Teología de la Universidad San Buenaventura de Bogotá, profesor de Liturgia en el Seminario Mayor de Barranquilla.

Llamado al servicio de la Santa Sede en el Consejo Pontificio de la Cultura, del que ha sido oficial de 1994 a 1997 y subsecretario de 1997 a 2003.

El 29 de noviembre de 2003 fue nombrado obispo de Armenia. Recibió la ordenación episcopal el 31 de enero de 2004.

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El Salvador: Nombrado nuevo obispo de Sonsonate
El sacerdote Constantino Barrera Morales
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- El papa ha nombrado obispo de Sonsonate, El Salvador, al reverendo Constantino Barrera Morales, del clero de la diócesis de San Vicente, hasta ahora rector del Seminario Mayor Nacional San Jose de la Montaña, en San Salvador.

El reverendo Constantino Barrera Morales nació en el Cantón Rojita, Ciudad Victoria, departamento de Cabañas, diócesis de San Vicente, El Salvador, en 1963.

Realizó los estudios ecelesiásticos de Filosofía en el Seminario Mayor diocesano Pío XII de San Vicente y los teológicos en el Seminario Mayor Nacional San José de la Montaña, en San Salvador. Obtuvo la licenciatura en Teología Dogmática en la Universidad de Navarra, en Pamplona, España.

Fue ordenado sacerdote el 1990 para la diócesis de San Vicente. Tras su ordenación, desempeñó los siguientes cargos: vicepárroco de la catedral de San Vicente, vicepárroco en la parroquia de Santa Bárbara en Sensuntepeque, párroco de San Rafael Arcángel en Tegustepeque, vicario foráneo, formador en el Seminario Mayor de San Vicente, colaborador en la Parroquia de Santiago Apóstol en Apastepeque.

Desde 2010, es rector del Seminario Mayor Nacional San José de la Montaña en San Salvador.

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Especial - Congreso Eucarístico Internacional


Comenzó el Congreso Eucarístico Internacional en Dublín
La Misa inaugural fue celebrada por el Legado papal, cardenal Marc Ouellet
Por Ann Schneible, enviada especial

DUBLÍN, 11 de junio 2012 (Zenit.org) -. El 50 Congreso Eucarístico Internacional comenzó oficialmente el domingo en Dublín, Irlanda, con una ceremonia de apertura y la celebración de la Santa Misa del Corpus Christi, con la asistencia de 12.500 peregrinos de todo el mundo, reunidos en el escenario de la Royal Dublin Society.

Uno de los puntos centrales de la ceremonia de apertura antes de la misa, fue la inauguración de la "Piedra sanadora", en la que se ha tallado una oración escrita por un sobreviviente de abuso clerical. El arzobispo Diarmuid Martin, de la archidiócesis de Dublín, bendijo la piedra, y fue una joven mujer, representante de las víctimas de abuso clerical, quien leyó en voz alta la oración: "Señor lo sentimos,/` por lo que algunos de nosotros hizo con tus hijos,/ tratados con tanta crueldad,/ especialmente en su hora de necesidad./ Los hemos dejado con un sufrimiento de por vida,/ este no era Tu plan para ellos ni para nosotros. / Por favor ayúdanos a ayudarlos,/ guíanos, oh Señor./ Amén".

La piedra, que fue presentada originalmente en la 'Liturgia del Lamento' celebrada en la pro-Catedral de Dublín en el año 2011, ha sido elegida como un símbolo de este Congreso Eucarístico Internacional.Las ceremonias de apertura precedieron la Santa Misa, la que estuvo presidida por el Legado Pontificio para el Congreso Eucarístico Internacional, cardenal Marc Ouellet, a quien acompañaron el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin; el presidente del Comité pontificio para los Congresos Internacionales, arzobispo Piero Marini; el arzobispo Robert Legall de Toulouse; el cardenal de Toronto, Thomas Collins; el arzobispo Charles Brown, nuncio apostólico en Irlanda, y el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York.

El arzobispo Martin pronunció unas palabras al inicio de la misa, dirigida a los peregrinos reunidos en el escenario principal. "Hoy la Iglesia se alegra en Irlanda", dijo. Se alegra "no en el triunfalismo o en las festividades externas; se regocija en el don de este Congreso Eucarístico, que se ha preparado con atención a todo lo largo y ancho de Irlanda, a través de una reflexión orante sobre el gran Misterio de nuestra Fe: el sacrificio de la muerte y la vida que nos da la Resurrección de Jesús, presente en la Iglesia allí donde sea celebrada y adorada la Eucaristía."

"Por encima de todo", continuó el arzobispo, "la Iglesia en Irlanda se regocija en el don de la Eucaristía en sí, en la presencia entre nosotros de Jesucristo, nuestro Salvador, entregado por nosotros, derramado por nosotros, en un sacrificio de amor."

La homilía de la misa estuvo a cargo de Ouellet, quien tiene la representación oficial del papa Benedicto XVI en el Congreso Eucarístico. "Hemos venido aquí", dijo, "como familia de Dios, llamados por él para escuchar su Palabra santa, para recordar lo que somos a la luz de la historia de la salvación y para responder a Dios por medio de la oración más grande y sublime que jamás se haya conocido en el mundo: la Sagrada Eucaristía."

El cardenal les recordó a todos los allí reunidos en la celebración de la solemnidad del Corpus Christi, procedentes de todo el mundo, que "nuestro encuentro es un acto de fe en la Sagrada Eucaristía, el tesoro de la Iglesia, que es esencial para su vida y para nuestra comunión como hermanos y hermanas en Cristo. La Iglesia vive de la Eucaristía, ella recibe su identidad desde el don del cuerpo de Cristo. En comunión con su Cuerpo, la Iglesia se convierte en lo que recibe: se convierte en un solo cuerpo con Él en el Espíritu de la nueva y eterna alianza. ¡Qué gran y maravilloso misterio! ¡Un misterio de amor! "

"Hagamos que nuestro testimonio", concluyó Ouellet, "de mutuo amor y servicio a nuestros hermanos y hermanas, sea el anuncio humilde de la buena noticia de la Sagrada Eucaristía."

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El Congreso Eucarístico Internacional lleva el mundo a Dublín
Miles de participantes se unen para celebrar y apreciar la Eucaristía
Por Junno Arocho, enviado especial

DUBLÍN, 11 de junio de 2012 (Zenit.org) -. Un día inusual de sol iluminó la atmósfera aquí en Dublín, para los participantes de todo el mundo que se reunieron en el 50 Congreso Eucarístico Internacional. Se puede sentir una alegría palpable en medio de las exposiciones que se realizan y entre los adolescentes que caminan del brazo y cantan.

El mensaje que muchos aquí reafirman es uno: la gracia que proviene de la Iglesia y del sacramento de la Eucaristía puede formar una verdadera comunión, incluso en una reunión tan diversa y grandiosa como esta. Entrando en el estadio principal de la Royal Dublin Society, había un grupo de 52 peregrinos de la diócesis de Vancouver en Canadá, que forma parte los 900 peregrinos que han llegado de Canadá.

La señora Banares, operadora del tour, y que ha estado en dos congresos eucarísticos anteriores, vio una oportunidad para su enriquecimiento espiritual y de acción de gracias. "Este es el mejor momento para mí, para dar gracias a Dios por todas sus bendiciones", dijo."Mi corazón está lleno de alegría porque a pesar de las dificultades que hubo para organizar el grupo, creo que estoy recogiendo la cosecha. Y este es el mejor momento para decir ‘Señor, muchas gracias por todo’".

Junto con el grupo está el padre Amador Abundo como director espiritual, que ve el Congreso Eucarístico como una oportunidad para llamar a aquellos que han estado alejados de la fe. "Estamos en campaña ahora para traer de vuelta a nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los católicos que están de espaldas a la fe. La Eucaristía sin duda nos puede ayudar a traerlos de vuelta a la iglesia. En mi parroquia, tengo la adoración Eucarística perpetua, y siempre estoy haciendo campaña para que la gente venga a rezar ante el Señor en el Santísimo Sacramento. Es la única manera que vamos a ser capaces de hacerlos volver a la fe", dijo.

Sein Soto Rosa, junto a Rosa Santos, hizo todo el camino desde la Diócesis de Fajardo en Puerto Rico. Pertenecen a un grupo en su diócesis llamado "Verano Misionero", que prepara y envía misioneros católicos a diferentes partes de América Latina. El señor Rosa habló con ZENIT sobre lo que él esperaba llevar a la isla caribeña a su regreso. "Estamos esperando recibir más gracias para la isla de Puerto Rico, las necesitamos. Es mi deseo de que, a través del don de la Eucaristía, pueda haber una comunión fraterna entre todos los puertorriqueños".

Al congreso no sólo asisten laicos que buscan enriquecer su vida espiritual, sino religiosos y aquellos otros de vida consagrada. Sor Mary Dolora, junto con otras cuatro religiosas de las Hermanas Religiosas de la Misericordia de Washington DC, vieron esto como una oportunidad para pedir que el amor de la Eucaristía "pueda crecer y que nuestra fe sea más profunda en la Iglesia y en la Sagrada Eucaristía, porque es la fuente y cumbre de toda nuestra vida."

"Mi súplica es para que se profundice toda nuestra fe. Que realmente se conozca y se recuerden los dones que se nos han dado en la vida sacramental de la Iglesia: en el bautismo, en el sacramento de la Eucaristía, en el sacramento de la Penitencia ", dijo.

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Una 'bendición especial' en tiempos difíciles de la Iglesia irlandesa
Dijo el legado pontificio en la inaguración del Congreso Eucarístico Internacional
DUBLÍN, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- El 50 Congreso Eucarístico Internacional se inauguró ayer domingo 10 de junio, con un desfile vibrante y colorido de peregrinos provenientes de más de 120 países y de las cuatro archidiócesis de Irlanda: Tuam. Dublín, Armagh y Cashel-Emly.

El Legado Pontificio, cardenal Marc Ouellet, celebró la misa inaugural acompañado por los concelebrantes Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín y presidente del Congreso; el arzobispo Piero Marini, presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales; el arzobispo de Toulouse, Robert Legall, y el cardenal Thomas Collins, arzobispo de Toronto.

Al pronunciar su homilía, el cardenal Marc Ouellet, dijo: "Qué apropiado es que, en la providencia de Dios, este evento se lleve a cabo aquí en Irlanda. Este es un país conocido por su belleza natural, su hospitalidad y su rica cultura, pero sobre todo por su larga tradición de fidelidad a la fe católica". Agregó que "la fortísima historia de la fe de Irlanda ha enriquecido no sólo a estas costas, sino que, a través de sus hijos e hijas misioneros, ayudó a llevar el Evangelio a muchos otros, a orillas muy distantes".

Añadió también que "Ahora la Iglesia en Irlanda está sufriendo y se enfrenta a muchos desafíos a la fe nuevos y graves. Conscientes de estos retos, nos dirigimos todos juntos a Nuestro Señor, quien renueva, sana y fortalece la fe de su pueblo. Sé por mi propia experiencia en el último Congreso Eucarístico Internacional de Quebec, que un evento como este trae muchas bendiciones a la Iglesia local y a todos los participantes, incluidos a los que lo sostienen a través de la oración, el trabajo voluntario y la solidaridad. Y por eso oramos con confianza al Señor Eucaristía para que la quincuagésima edición de este gran evento de la Iglesia universal, pueda traer una bendición muy especial a Irlanda en este momento de turbulencia."

"Como nos recuerda el documento preparatorio de este Congreso Eucarístico, todo el mundo es capaz de vivir lo que se llama "una comunión espiritual", en el sentido de un acto de adoración, uniéndose al acto de donación de sí que se da al celebrar la Misa, reflexionó el alto purpurado.

Se puede leer el texto completo de la homilía en: http://www.zenit.org/article-42432?l=spanish.

Hablando durante la ceremonia, el presidente del Congreso Internacional, arzobispo Diarmuid Martin, dijo: "Oramos para que los jóvenes irlandeses lleguen a conocer la felicidad y la plenitud, la alegría y la esperanza, la llamada al amor y al compromiso que vienen de un encuentro con Jesucristo".

Y añadió: "La Iglesia en Irlanda está en el camino a la renovación. La Iglesia no es nuestra, para que podamos rediseñarla; sino que es un don que recibimos de parte del Señor con la orientación a lo largo de la historia del Espíritu Santo y siguiendo el ejemplo de María y de los santos".

El Congreso Eucarístico Internacional que continúa hasta el domingo 17 de junio, tendrá como tema central de hoy: “Comunión en un solo bautismo”.

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'Nos hemos reunido aquí como un símbolo de la Iglesia universal'
Homilía del cardenal Marc Ouellet en la apertura del Congreso Eucarístico Internacional
DUBLÍN, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto de la homilía pronunciada por el cardenal Marc Ouellet --prefecto de la Congregación para los Obispos y legado de Benedicto XVI en el 50 Congreso Eucarístico Internacional de Dublín--, en la Solemne Misa de Apertura de este evento.

*****

Saludo con afecto a todos vosotros, aquí presentes: a mis hermanos obispos y sacerdotes, a los consagrados y consagradas, y a los muchos fieles de Irlanda y del mundo que han venido aquí para este Congreso Eucarístico Internacional. Como legado de nuestro amado santo padre, papa Benedicto XVI, quiero agradecer en forma especial al arzobispo Diarmuid Martin y a sus muchos colaboradores, que han trabajado muy duro para organizar este importante evento, como también a las autoridades civiles por su valiosa cooperación. Yo agradezco especialmente a los sacerdotes por su amor y coraje en este difícil tiempo de purificación en la vida de la Iglesia.

Es muy oportuno que, en la Providencia de Dios, este encuentro tenga lugar aquí en Irlanda. Es un país conocido por su belleza natural, su hospitalidad y su rica cultura, pero muy especialmente por su larga tradición de fidelidad a la fe católica. La fuerte historia de fidelidad de Irlanda ha enriquecido no sólo estas tierras sino también, a través de sus hijos e hijas misioneros, ha ayudado a llevar el Evangelio a muchos otros, lejos de aquí.

Ahora la Iglesia en Irlanda está sufriendo y enfrentando muchos nuevos y serios desafíos para la fe. Siendo bien conscientes de estos desafíos, nosotros nos volvemos a Nuestro Señor, que renueva, sana y fortalece la fe de Su pueblo. Sé, por mi propia experiencia del último Congreso Eucarístico Internacional en la ciudad de Quebec, que un evento como éste trae muchas bendiciones a la Iglesia local y a todos los participantes, incluyendo a aquellos que lo sostienen a través de la oración, el trabajo voluntario y la solidaridad. Y por eso rezamos con confianza en el Señor Eucarístico para que esta 50º edición de este gran evento de la Iglesia universal traiga una muy especial bendición para Irlanda en estos tiempos turbulentos y para todos vosotros.

Hemos venido aquí como familia de Dios, llamada por Él a escuchar su Santa Palabra, a recordar lo que somos a la luz de historia de la salvación y a responder a Dios por medio de la mayor y más sublime oración que jamás se haya conocido en el mundo: la Sagrada Eucaristía. Que el Espíritu Santo nos ayude a ser plenamente conscientes de cuán bendecidos y privilegiados somos.

El libro del Éxodo nos recuerda la alianza de Dios con Su pueblo. La alianza estaba basada en la palabra proclamada por Moisés al pueblo y sellada con la sangre derramada sobre el altar y sobre el pueblo: “Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con vosotros” (Ex. 24, 8). El pueblo formalmente prometió su obediencia diciendo: “Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho” (Ex. 24, 7).

La sangre es uno de los símbolos más importantes en la Biblia. La sangre significa vida, y la vida pertenece a Dios. Desde el principio, a los hombres les está prohibido derramar la sangre de otros hombres ya que tal acción los corrompe y los pone fuera de la presencia de Dios y de su amistad.

Conscientes del dominio de Dios sobre la vida, y muy especialmente sobre la vida humana, la gente de la mayor parte de las religiones ha ofrecido oraciones y sacrificios a Dios con el fin de obtener Su favor o compensar acciones de muerte. En el pueblo elegido de Israel, esta búsqueda de redención y purificación alcanza su culmen en Jesucristo, el Mediador de la nueva alianza.

Leemos en la Carta a los Hebreos: “¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!” (Hebreos 9, 14).

La sangre de Cristo tiene este poder de redención y purificación porque es una sangre derramada por perfecto amor por Dios y por la humanidad, una sangre divina que lleva la alianza a la perfección, no sólo para Israel sino para todos los pueblos.

En la última Cena, Jesús, después de consagrar el pan en Su Cuerpo, tomó el cáliz, volvió a dar gracias y se lo dio a sus discípulos diciendo: “Éste es el cáliz de mi sangre, la sangre de la nueva y eterna alianza, que será derramada por vosotros y por muchos” (Mc. 14, 24). “Derramada por muchos”, en lugar de “derramada por todos”, es una traducción más fiel del texto original, pero esto no quiere sugerir que el sacrificio de Jesús por todos los pueblos esté de alguna manera restringido. De hecho, el único sacrifico de Cristo ofrece salvación a todos y cada uno de los hombres. No sabemos, ni nos corresponde saber, si algunos o muchos rechazarán Su gracia al final. Sin embargo, nosotros rezamos para que la voluntad de Dios para la salvación de todos sea cumplida.

Queridos hermanos y hermanas, nosotros nos hemos reunido hoy aquí en esta Solemnidad del Corpus Domini como un símbolo de la Iglesia universal, venidos aquí desde todos los rincones de la tierra para celebrar el memorial de la nueva y eterna alianza en la sangre de Cristo.

Nuestra reunión es un acto de fe en la Sagrada Eucaristía, el tesoro de la Iglesia, que es esencial para su vida y para nuestra comunión como hermanos y hermanas en Cristo. La Iglesia vive de la Eucaristía, ella recibe su propia identidad del don del Cuerpo de Cristo. En comunión con Su Cuerpo, la Iglesia se convierte en lo que ella recibe: se convierte en un solo cuerpo con Él en el Espíritu de la nueva y eterna alianza. ¡Qué gran y maravilloso misterio! ¡Un misterio de amor!

El Señor resucitado ha desaparecido de nuestra vista pero Su amor está más cerca que nunca. Su Cuerpo resucitado ha adquirido nueva libertad y nuevas propiedades que hacen posible la maravilla de la Sagrada Eucaristía. Por el poder de Su divina palabra y Espíritu, Él convierte el pan y el vino realmente en Su Cuerpo y Sangre. Como nos enseña el papa San León Magno: “La divina presencia de nuestro Redentor ha pasado a los sacramentos” (Sermo 2 de Ascensione 1- 4: PL 54, 397-399).

Cuando recibimos la Comunión, el Espíritu del Señor presente en el Cuerpo de Cristo pasa a nuestros corazones y a nuestros cuerpos, haciéndonos un nuevo cuerpo eclesial, el cuerpo místico del Señor. Este cuerpo eclesial es nuestra más profunda identidad. Cada domingo y cada día especial de fiesta nosotros vamos a la iglesia a encontrarnos con el Señor resucitado, a fortalecer nuestro vínculo de amor con Él por la participación en la Sagrada Eucaristía. Si bien a los ojos del mundo puede parecer que nos reunimos por razones sociales o según nuestras tradiciones religiosas y culturales, de hecho somos convocados juntos por el mismo Señor, el Señor de la alianza nueva y eterna, que quiere que seamos un solo cuerpo con Él en una real y fiel alianza de amor.

A estas reuniones nosotros venimos como somos, pobres pecadores, y es posible que no siempre tengamos la adecuada disposición para recibir la Comunión. Pero, como nos recuerda el documento preparatorio para este Congreso Eucarístico, todos son capaces de vivir lo que se llama “comunión espiritual”, en el sentido de un acto de alabanza en el que cada uno se une a la dinámica de entrega personal que se celebra en la Misa (cfr. The Eucharist: Communion with Christ and with oneanother, n. 121).

Incluso cuando no se recibe la Comunión sacramental, nosotros podemos compartir en la gracia que fluye del Cuerpo y Sangre de Cristo a Su cuerpo eclesial. Esta participación consciente y activa significa pertenecer a un solo cuerpo y recibir de él amor, paz, esperanza y coraje para seguir adelante, aceptando nuestra propia cuota de sufrimiento. El Papa Benedicto nos dice: “Aun cuando no es posible acercarse a la Comunión sacramental, la participación en la santa Misa sigue siendo necesaria, válida, significativa y fructuosa” (Sacramentum Caritatis, n. 55).

Por lo tanto, abrámonos a la Palabra de Dios, que nos está llamando a ser más fieles colaboradores de la nueva alianza. Seamos más conscientes del inconmensurable don de la Sagrada Eucaristía. Dios merece mucha más adoración y gratitud por este regalo de amor.

Que nuestro testimonio de amor mutuo y servicio a nuestros hermanos y hermanas sea una humilde proclamación de la buena noticia de la Sagrada Eucaristía.

Traducción del original inglés por La Buhardilla de Jerónimo.

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La adoración eucarística, fuente de evangelización
Secreto de la fuerza y de los grandes proyectos del beato Alberione
ROMA, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- Con motivo del Congreso Eucarístico Internacional, que se celebra en Dublín, ofrecemos un artículo sobre la adoración eucarística del padre José Antonio Pérez SSP, postulador general de la Familia Paulina.

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Por el padre José Antonio Pérez, SSP

Estamos viviendo tiempos paradójicos: por una parte un ritmo frenético nos obliga a correr continuamente, y con frecuencia nos impide “vivir” plenamente lo que vivimos; por otra, sin embargo, muchos sienten la necesidad de espacios necesarios no solo para el equilibrio personal, sino también para que la misma actividad logre ser positiva y eficaz. Este dilema, presente en todas partes, lo sienten quizás con más intensidad las personas comprometidas en el testimonio evangélico y en la acción apostólica de la Iglesia. Muchos llevan una vida rica de iniciativas en favor de los demás, con una entrega incondicional, pero con el riesgo de vaciarse y, por tanto, de acabar en un ineficaz compromiso misionero y de evangelización, que en realidad no comunica; en un darse por entero a sí mismos, pero sin dar a Jesús.

Para evangelizar se requiere la fuerza del Espíritu Santo: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, y seréis mis testigos hasta el confín de la tierra” (cf. Hch. 1,8). Es necesario, pues, dejar espacio al Espíritu, que habla en el silencio, “precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes” (Benedicto XVI, mensaje para la 46 Jornada de las comunicaciones sociales).

La adoración, encuentro con Cristo

Un momento privilegiado para este “silencio” es el de la adoración eucarística, precisamente porque es un momento de encuentro. “En la vida actual, a menudo ruidosa y dispersiva, es más importante que nunca recuperar la capacidad de silencio interior y de recogimiento: la adoración eucarística permite hacerlo no sólo en torno al Yo, sino también en compañía del Tú lleno de amor que es Jesucristo…” (Benedicto XVI, Angelus 10.06.2007).

La Eucaristía es el mayor tesoro de la Iglesia porque es el sacramento del sacrificio de Cristo, del que hacemos memoria, y es también su presencia viva entre nosotros. No solo simboliza y comunica la gracia, como hacen los demás sacramentos, sino que contiene al Autor de la gracia. De por sí la Misa es el acto de adoración más grande de la Iglesia, pero la adoración fuera de la Misa prolonga e intensifica lo que ha tenido lugar en la celebración y hace posible una verdadera y profunda acogida de Cristo.

Así describía este momento el beato Santiago Alberione: “Es un encuentro del alma y de todo nuestro ser con Jesús. Es la criatura que se encuentra con el Creador. Es el discípulo junto al Maestro divino. Es el enfermo con el Médico de las almas. Es el pobre que recurre al Rico. Es el sediento que bebe en la Fuente. Es el débil que se presenta al Omnipotente. Es el tentado que busca Refugio seguro. Es el ciego que busca la Luz. Es el amigo que se dirige al Amigo verdadero. Es la oveja descarriada buscada por el Pastor divino. Es el corazón desorientado que encuentra el Camino. Es el ignorante que encuentra la Sabiduría. Es la esposa que encuentra al Esposo de su alma. Es la nada que encuentra el Todo. Es el afligido que encuentra al Consolador. Es el joven que encuentra orientación para su vida” (UPS II p. 104).

La adoración, momento de escucha

La adoración es para el apóstol “como una audiencia, una clase, donde el discípulo o el ministro se entretiene con el divino Maestro”, afirmaba el beato Santiago Alberione. Es ese tiempo en el que el evangelizador se acerca a la fuente del Espíritu, el tiempo para interiorizar la Palabra de Dios, para renovarse en presencia del Señor, para ver de nuevo, con su luz, a todas las personas y situaciones.

“Aprender a comunicar –leemos en el mensaje para la 46 Jornada de las comunicaciones sociales– quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización”. “En el silencio –dice el Papa– escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos... Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial”.

Para el fundador de la Familia Paulina, la adoración verdadera “es el alma que impregna todas las horas, las ocupaciones, los pensamientos, las relaciones, etc. Es la linfa o corriente vital que influye en todo, que comunica el espíritu incluso en las cosas más comunes. Forma una espiritualidad que se vive y comunica. Forma el espíritu de oración que, si se le cultiva, transforma todos los trabajos en oración...”. Y continuaba afirmando que si con la adoración “se adquiriera una base sobrenatural que lo ilumina todo, una generosidad espiritual de entrega y acción, un sentimiento profundo de que Dios está en nosotros; si, tras haber estado con Jesucristo, lo sintiéramos vivo y actuando en nuestro ser...”; entonces llegaríamos pronto a la “transformación en Cristo”. “La vida se convierte en oración y la oración da la vida” (cf UPS II, p. 110-111).

La adoración, fuente de evangelización

El apóstol Pablo pone en estrecha relación la eucaristía y el anuncio: “Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva” (1Cor 11,26). “Para evangelizar el mundo hacen falta apóstoles expertos en la celebración, en la adoración y contemplación de la eucaristía”, escribía Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada misionera mundial de 2004. En efecto, la adoración debe preceder a nuestra actividad y a nuestros programas, de modo que seamos realmente libres y se nos den los criterios para la acción, como recomienda Benedicto XVI.

“La Iglesia existe para evangelizar” (EN 14). Jesús es el centro, y transmitir su Evangelio y su Amor es el objetivo. Para el beato Santiago Alberione, la identidad del apóstol tiene su origen en la adoración; de hecho, “es la práctica que más orienta e influye en toda la vida y en todo el apostolado... Es el gran medio para vivir enteramente de Jesucristo... Es el secreto para nuestra transformación en Cristo: es Cristo quien vive en mí (Ga 2,20). Es sentir las relaciones de Jesús con el Padre y con la humanidad. Es garantía de perseverancia” (UPS II, p 105).

Movido por esta fe, el beato Santiago Alberione aprendió y practicó una sabia dinámica: la experiencia consciente de la realidad que le rodeaba, considerada e iluminada a la luz de Jesús-eucaristía, se transformaba para él en desafío que lo obligaba a dar respuestas a los problemas que su gran corazón apostólico descubría. Un mensaje siempre actual, y urgente quizás hoy más que nunca.

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Documentación


La misión de la Iglesia en el mundo de la aviación civil
Discurso del papa a los participantes en un seminario internacional
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- A las 11,40 de esta mañana, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, el santo padre benedicto XVI recibió en audiencia a los participantes del XVI Seminario Internacional de los Capellanes Católicos de la Aviación Civil y de los Miembros de las Capellanías Aeroportuarias, promovido por el Consejo Pontificio de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes. Ofrecemos el texto del discurso del papa a los presentes.

*****

Señor Cardenal,
Queridos capellanes y agentes de pastoral de la aviación civil,
Queridos hermanos y hermanas

Me es grato recibiros en la apertura del XV Seminario mundial de capellanes católicos y miembros de las capellanías de la aviación civil, promovido por el Consejo Pontificio de la Pastoral de los emigrantes e itinerantes, sobre el tema «La nueva evangelización en el mundo de la aviación civil». Saludo cordialmente al Presidente del Dicasterio, el Cardenal Antonio María Vegliò, y le agradezco las palabras que me ha dirigido. Y os saludo con afecto a todos vosotros, que participáis en estas jornadas de oración, estudio e intercambio para reafirmar y profundizar en los motivos espirituales que os impulsan a llevar adelante con entusiasmo y renovado celo vuestro peculiar servicio eclesial.

Me ha alegrado saber que, en ese Seminario, con la ayuda de relatores destacados, queréis reflexionar sobre nuevos modos y expresiones de la obra de evangelización en el ámbito en el que desarrolláis vuestro ministerio. Queridos amigos, sed siempre conscientes de estar llamados a hacer presente en los aeropuertos del mundo la misma misión de la Iglesia, que es llevar a Dios al hombre y guiar al hombre al encuentro con Dios. Y los aeropuertos son lugares que reflejan cada vez más la realidad globalizada de nuestro tiempo. En ellos se encuentran personas diferentes por nacionalidad, cultura, religión, nivel social y edad, pero se encuentran también situaciones humanas muy distintas y nada fáciles, que requieren siempre una mayor atención; pienso, por ejemplo, en quienes viven una espera llena de angustia en el intento de transitar sin los documentos necesarios, como los emigrantes o los que solicitan asilo; pienso en los engorros ocasionados por las medidas para contrarrestar los atentados terroristas. Además, también en las comunidades de los aeropuertos se refleja la crisis de fe que afecta a muchos; los contenidos de la doctrina cristiana y los valores que ésta enseña, ya no son considerados como puntos de referencia, incluso en los países que tienen una larga tradición de vida eclesial. Éste es el contexto humano y espiritual en el que estáis llamados a anunciar con renovado vigor la Buena Nueva, con la palabra, con vuestra presencia, con vuestro ejemplo y vuestro testimonio, bien conscientes de que, aun en los encuentros casuales, la gente sabe reconocer un hombre de Dios y que, con frecuencia, hasta una pequeña semilla en una tierra bien dispuesta puede germinar y producir frutos abundantes.

Además, en los aeródromos tenéis la posibilidad de entrar en contacto cada día con muchas personas, hombres y mujeres, que trabajan en un ambiente en el que tanto la continua movilidad como la tecnología constantemente en progreso, amenazan con oscurecer la centralidad que debe tener el ser humano; a menudo se da mayor atención a la eficiencia y a la productividad en detrimento del amor al prójimo y de la solidaridad, que, sin embargo, han de caracterizar siempre las relaciones humanas. También en esto es importante y preciosa vuestra presencia: es un testimonio vivo de un Dios cercano al hombre; y es una llamada a no quedarse nunca indiferentes ante quien se encuentra, sino a tratarlo con disponibilidad y con amor. Os animo a ser un signo luminoso de esta caridad de Cristo, que da serenidad y paz.

Queridos amigos, preocuparos de que cada persona, cualquiera que sea su nacionalidad o condición social, encuentre en vosotros un corazón acogedor, capaz de escuchar y comprender. Que todos puedan experimentar mediante vuestra vida cristiana y sacerdotal el amor que proviene de Dios, para que cada uno sea impulsado a una relación renovada y profunda con Cristo, que nunca deja de hablar a cuantos se abren a él con confianza, especialmente en la oración. De aquí la importancia de las capillas en los aeropuertos, como lugares de silencio y sosiego espiritual.

En vuestro servicio pastoral, tenéis como modelo y protectora a la Santísima Virgen, que veneráis con el título de Nuestra Señora de Loreto, patrona de todos los que viajan en avión, haciendo referencia a la tradición que atribuye a los ángeles el traslado de la casa de María de Nazareth a Loreto. Pero hay otro «vuelo» del que la casa de María es testigo, y mucho más significativo para toda la humanidad: el del arcángel Gabriel, que llevó a María el gozoso anuncio de que sería la Madre del Hijo del Altísimo (cf. Lc 1,26-32). Así, el Eterno ha entrado en el tiempo, Dios se ha hecho hombre y ha venido a habitar entre nosotros (cf. Jn 1,14). Es la manifestación del amor infinito de Dios por su criatura. Dios ha enviado a su Hijo, Jesucristo, cuando éramos aún pecadores, para redimirnos con su muerte y resurrección. No se ha quedado en «lo alto del cielo», sino que se ha sumido en las alegrías y las penas de los hombres de su tiempo y de todos los tiempos, compartiendo su suerte y devolviéndoles la esperanza.

Esta es la misión de la Iglesia: anunciar a Jesucristo, único salvador del mundo, «misión – como decía el Siervo de Dios, el Papa Pablo VI – que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgente» (Exhort. ap., Evangelii Nuntiandi, 14). En efecto, también en nuestros días «notamos la urgencia de promover, con nueva fuerza y modalidades renovadas, la obra de evangelización en un mundo en el que la desaparición de las fronteras y los nuevos procesos de globalización acercan aún más las personas y los pueblos, tanto por el desarrollo de los medios de comunicación como por la frecuencia y la facilidad con que se llevan a cabo los desplazamientos de individuos y de grupo» (Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2012).

Queridos hermanos y hermanas, que el encuentro cotidiano con el Señor Jesús en la celebración eucarística y en la oración personal os dé el entusiasmo y la fuerza de anunciar la novedad evangélica, que transforma los corazones y hace nuevas todas las cosas. Os aseguro mi recuerdo en la oración, para que seáis instrumento eficaz en la ayuda a las personas confiadas a vuestros cuidados pastorales a cruzar la «porta fidei», acompañándolas en el encuentro con Cristo vivo y operante entre nosotros. Con estos deseos, os imparto complacido la Bendición Apostólica, que hago extensiva a los que comparten vuestro ministerio, y a quienes forman parte del vasto mundo de la aviación civil.

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'La fidelidad de Dios es la clave y la fuente de nuestra fidelidad'
Discurso de Benedicto XVI a la Academia Pontificia Eclesiástica
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 junio 2012 (ZENIT.org).- A las 11,10 de esta mañana, en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico Vaticano, el santo padre Benedicto XVI recibió en audiencia a los superiores y alumnos de la Academia Pontificia Eclesiástica, el centro de estudios donde se forman los diplomáticos de la Santa Sede, que preside monseñor Beniamino Stella, y les dirigió el discurso que reproducimos.

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Venerado Hermano en el Episcopado,
queridos Sacerdotes:

Doy las gracias, antes de nada, a monseñor Beniamino Stella por las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos, así como también por el precioso servicio que realiza. Saludo con gran afecto a toda la comunidad de la Academia Pontificia Eclesiástica. Me complace recibiros también este año, en el momento en que se concluyen las clases y, para algunos de vosotros, se acerca el día de partir para el servicio en las Representaciones Pontificias esparcidas por todo el mundo. El papa cuenta con vosotros, para ayudarle en el desarrollo de su ministerio universal. Os invito a no tener temor, preparándoos con diligencia y seriedad a la misión que os espera, confiando en la fidelidad de Aquél que desde siempre os conoce y os ha llamado a la comunión con su Hijo Jesucristo (cf. 1 Co 1,9).

La fidelidad de Dios es la clave y la fuente de nuestra fidelidad. Hoy quisiera llamar vuestra atención precisamente sobre esta virtud, que expresa muy bien el vínculo especial entre el Papa y sus directos colaboradores, tanto en la Curia Romana como en las Representaciones Pontificias: un vínculo que para muchos tiene su raíz en el carácter sacerdotal del que están investidos, y se especifica después en la peculiar misión confiada a cada uno en el servicio al Sucesor de Pedro.

En el contexto bíblico, la fidelidad es sobre todo un atributo divino: Dios se nos da a conocer como Aquél que es fiel para siempre a la alianza que ha establecido con su pueblo, no obstante la infidelidad de éste. En su fidelidad, Dios garantiza el cumplimiento de su plan de amor, y por esto es también digno de fe y veraz. Es esta actitud divina la que crea en el hombre la posibilidad de ser, a su vez, fiel. Aplicada al hombre, la virtud de la fidelidad está profundamente unida al don sobrenatural de la fe, llegando a ser expresión de la solidez que caracteriza a quien ha puesto en Dios el fundamento de toda su vida. En la fe encontramos de hecho la única garantía de nuestra estabilidad (cf. Is 7,9b), y sólo a partir de ella podemos también nosotros ser verdaderamente fieles: en primer lugar con respecto a Dios, después hacia su familia, la Iglesia, que es madre y maestra, y en ella a nuestra vocación, a la historia en la que el Señor nos ha injertado.

Queridos amigos, en esta óptica os animo a vivir el vínculo personal con el Vicario de Cristo como parte de vuestra espiritualidad. Se trata, ciertamente, de un elemento característico de todo católico, y más aún de todo sacerdote. Sin embargo, para los que trabajan en la Santa Sede adquiere un carácter particular, desde el momento que ellos ponen al servicio del Sucesor de Pedro buena parte de sus propias energías, su tiempo y su ministerio cotidiano. Se trata de una grave responsabilidad, pero también de un don especial, que con el tiempo va desarrollando un vínculo afectivo con el papa, de confianza interior, un idem sentire natural, que se expresa justamente con la palabra «fidelidad».

Y desde la fidelidad a Pedro, que os envía, deriva también una especial fidelidad hacia aquellos a los cuales sois enviados: de hecho, se pide a los representantes del Romano Pontífice, y a sus colaboradores, de hacerse intérpretes de su solicitud por todas las Iglesias, así como de la cercanía y afecto con el que sigue el camino de cada pueblo. Debéis, por tanto, alimentar una relación de profunda estima y benevolencia, incluso diría de verdadera amistad, hacia las Iglesias y las comunidades a las cuales seréis enviados. También hacia ellas tenéis un deber de fidelidad, que se concreta en la dedicación asidua al trabajo cotidiano, en la presencia en medio de ellas en los momentos alegres y tristes, a veces incluso dramáticos de su historia, en la adquisición de un conocimiento profundo de su cultura, del camino eclesial, en el saber apreciar todo lo que la gracia divina ha obrado en cada pueblo y nación.

Se trata de una preciosa ayuda para el ministerio petrino, sobre el que el siervo de Dios Pablo VI decía lo siguiente: «El Pastor Eterno, al confiar a su Vicario la potestad de las llaves y constituirlo piedra y fundamento de su Iglesia, le confió también el mandato de "confirmar a los hermanos": esto no se verifica solamente cuando los guía o los mantiene unidos en su nombre, sino también cuando los sostiene y conforta, ciertamente con su palabra, pero de alguna manera también con su presencia» (Carta apos. Sollicitudo omnium ecclesiarum, 24 junio 1969: AAS 61 (1969) 473-474).

De esta forma, animaréis y estimularéis también a las Iglesias particulares a crecer en fidelidad al Romano Pontífice, y a encontrar en el principio de comunión con la Iglesia universal una orientación segura para su propia peregrinación en la historia. Y, no por último, ayudaréis al Sucesor de Pedro a ser fiel a la misión recibida de Cristo, permitiéndole conocer más de cerca la grey que se le ha confiado y hacerse presente en ella por medio de su palabra, su cercanía y su afecto. Pienso en este momento con gratitud en la ayuda que recibo cotidianamente de muchos colaboradores de la Curia Romana y de las Representaciones Pontificias, como también en el apoyo que me llega de la oración de innumerables hermanos y hermanas de todo el mundo.

Queridos amigos, en la medida en que seáis fieles, seréis también dignos de fe. Sabemos por otra parte que la fidelidad que se vive en la Iglesia y en la Santa Sede no es una lealtad «ciega», porque está iluminada por la fe en Aquél que ha dicho: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). Comprometámonos todos en este camino, para que un día escuchemos las palabras de la parábola evangélica dirigidas a nosotros: «Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu señor» (cf. Mt 25,21).

Con estos sentimientos, renuevo a monseñor presidente, a sus colaboradores, a las Hermanas Franciscanas Misioneras del Niño Jesús y a la toda la comunidad de la Academia Pontificia Eclesiástica mi saludo, al mismo tiempo que os bendigo de corazón.

©Librería Editorial Vaticana

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