“Los padres sinodales -explicó el arzobispo Eterovic- deliberarán
sobre la transmisión de la fe cristiana. Se trata de uno de los
grandes desafíos de la Iglesia que será profundizado en el contexto
de la nueva evangelización. La reflexión sinodal será enriquecida
gracias a la relación con el Año de la Fe que comenzará el 11 de
octubre”.
El Instrumentum laboris, señaló el prelado, consta,
además del Prefacio, de una Introducción, cuatro capítulos y una
Conclusión. En la Introducción se recoge el parecer de las
Conferencias Episcopales que concordan en “la necesidad de nuevos
instrumentos y expresiones para hacer comprensible la Palabra de
Dios en los ambientes de vida de la humanidad contemporánea. El
evento sinodal tendría que representar una ocasión de debate y de
participación, tanto del análisis como de las acciones que compartir
para alentar a los pastores y a las iglesias particulares”.
De los cuatro capítulos, en el primero ‘Jesucristo, Evangelio de
Dios para el hombre’ “se reitera el núcleo central de la fe
cristiana, que no pocos cristianos ignoran, proponiendo el Evangelio
de Jesucristo como Buena noticia para el hombre contemporáneo (…) La
nueva evangelización es la expresión de la dinámica interna del
cristianismo, que desea dar a conocer a los hombres de buena
voluntad la ‘profundidad de la riqueza, de la sabiduría y del
conocimiento’ del misterio de Dios revelado en Jesucristo, más que
una ansiosa respuesta ante la crisis de la fe y los nuevos desafíos
que el mundo actual plantea a la Iglesia”.
El segundo; “Tiempo de nueva evangelización”, está dedicado sobre
todo a “señalar los desafíos actuales a la evangelización y la
descripción de la nueva evangelización. Se trata de los nuevos
desafíos a la evangelización en el mundo contemporáneo, descritos
con varios escenarios. La Iglesia está llamada a discernir tales
escenarios -para transformarlos en lugares para el anuncio del
Evangelio y de experiencia eclesial (…) En la obra de nueva
evangelización, se desea una renovación de la pastoral ordinaria de
las Iglesias particulares y, al mismo tiempo, se espera en una nueva
sensibilidad que requiere creatividad y audacia evangélica, hacia
las personas que se han alejado de la Iglesia”. El arzobispo
mencionó que muchas de las respuestas habían señalado también la
“falta de vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada, que
requiere, por otra parte, una fuerte pastoral vocacional”.
Refiriéndose al tercer capítulo “Transmitir la fe” , subrayó que
“la finalidad de la nueva evangelización es la transmisión de la fe.
La Iglesia trasmite la fe que ella misma vive y todos los cristianos
están llamados a contribuir (…) Los obstáculos a la fe pueden ser
internos a la Iglesia (una fe vivida de forma pasiva y privada, el
rechazo de una educación de la fe propia, una separación entre fe y
vida) o fuera de la vida cristiana (la secularización, el nihilismo,
el consumismo, el hedonismo) (…) El Año de la Fe representa un
llamamiento urgente a la conversión para que cada cristiano y cada
comunidad, transformados por la gracia, den abundantes frutos. Entre
estos, el esfuerzo ecuménico, la búsqueda de la verdad, el diálogo
interreligioso, la valentía para denunciar las infidelidades y los
escándalos en la comunidad cristiana”.
El último apartado “Reavivar la acción pastoral” habla de “la
transmisión de la fe (…) reproponiendo los instrumentos madurados
durante su Tradición, en particular, el primer anuncio, la
iniciación cristiana y la educación, intentando adaptarlos a las
condiciones culturales y sociales actuales (…) Habría que entender
mejor, desde el punto de vista teológico, la secuencia de los
sacramentos de iniciación cristiana que culmina en la Eucaristía y
reflexionar sobre los modelos para poner en práctica la
profundización deseada”.
En la Conclusión, se reafirma que “nueva evangelización significa
dar razón de nuestra fe, comunicando el Logos de la esperanza al
mundo que aspira a la salvación”.