Muestra su funcionamiento a medios de todo el mundo

El director del Banco Vaticano asegura que en el mismo no existen cuentas bancarias codificadas

 

En el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco del Vaticano, no existen cuentas bancarias codificadas, ni el papa Benedicto XVI tiene una cuenta corriente particular, afirmó ayer su director general, Paolo Cipriani. El Vaticano invitó a un grupo de medios internacionales, entre ellos Efe, para mostrar el funcionamiento del IOR, un hecho inédito, ya que es la primera vez que muestra las interioridades de la entidad, su sede y a su personal, que siempre se mueve de manera discreta.

29/06/12 7:53 AM


(Efe) La visita se ha realizado tras la polémica por la fulminante destitución de su anterior presidente, el italiano Ettore Gotti Tedeschi, de 67 años, tema al que no se hizo referencia durante el encuentro.

En una visita que se prolongó durante más de dos horas y en la que no se permitió el uso de cámaras de televisión, hacer fotografías o grabar las intervenciones, Cipriani, acompañado de la dirección del IOR, explicó que el objetivo de la entidad es apoyar a entidades de la Iglesia Católica en 150 países, a la vez que resaltó la transparencia de todas sus acciones.

«No tenemos cuentas codificadas, que, además, están prohibidas por la ley 127 de 2010 (aprobada por Benedicto XVI y que regula en el Vaticano la lucha contra el blanqueo de dinero). Nuestro sistema informático, implantado en 1996, no contempla la existencia de ese tipo de cuentas anónimas, y desde aquí quiero acabar de una vez con la leyendas sobre las mismas en el IOR», aseguró Cipriani.

Cipriani, que trabaja en la entidad desde 2003, señaló que el IOR dispone de un patrimonio de 6.000 millones de euros y 33.000 titulares de depósitos, en su mayoría italianos, polacos, franceses, españoles y alemanes.

Las cuentas, en su mayoría, están a nombre de instituciones del Vaticano (dicasterios), nunciaturas, diócesis, empleados del Vaticano, cardenales, obispos, sacerdotes, fundaciones canónicas, congregaciones de religiosos y de religiosas, conferencias episcopales, parroquias y embajadas ante la Santa Sede (unas 30, según dijo a Efe un responsable del IOR).

Cipriani señaló que el IOR no mantiene relaciones con bancos o Estados «offshore» (paraísos fiscales) y aseguró que existen controles sobre los ingresos y transferencias y que está garantizado «el recorrido» de las mismas.

El 65 por ciento de las operaciones se realizan en euros, el 30 por ciento en dólares y el resto en otras monedas, precisó.

El director general del IOR negó que Benedicto XVI tenga una cuenta corriente personal en el IOR, saliendo al paso de lo publicado en el libro «Sua Santita», de Gianluigi Nuzzi, que hablaba de esa supuesta cuenta e incluso mostrada el número y aseguraba que se había abierto el 10 de octubre de 2007.

«Benedicto XVI no tiene cuentas corrientes personales. Siendo soberano absoluto, es quien legisla sobre el IOR y puede disponer de los fondos de la entidad», agregó.

En el IOR trabajan 112 personas, y dispone de 12 ventanillas. Su única sede está en el Vaticano. Fue fundado por Pío XII en 1942 y tiene personalidad jurídica propia.

Lo gobierna la «Comisión de Cardenales», que preside el cardenal secretario, actualmente Tarcisio Bertone. A esa comisión responde el Consejo Supervisor, formado por cinco personalidades (actualmente, Ronald Hermann Schmitz, presidente en funciones tras el cese de Gotti Tedeschi; el español Manuel Soto Serrano, el estadounidense Carl Albert Anderson y el italiano Antonio María Marocco).

Cipriani subrayó que el IOR no realiza inversiones especulativas, sólo de protección del capital. «Escucho muchas veces que damos intereses al 12 por ciento, lo que es imposible con el tipo de inversiones que hacemos, siempre de bajo riesgo».

El IOR se vio salpicado a principios de la década de los ochenta por el escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, encontrado ahorcado bajo un puente de Londres en 1982.

La bancarrota originó la quiebra de una treintena de empresas, y aunque el Vaticano siempre rechazó cualquier responsabilidad, sí admitió su «implicación moral» y pagó 241 millones de dólares de la época a los acreedores de la entidad.

El IOR fue reformado en 1989 por Juan Pablo II, y el 30 de diciembre de 2010 Benedicto XVI aprobó una ley para luchar contra el blanqueo de dinero en la instituciones financieras del Vaticano, con el objetivo de entrar en la llamada «lista blanca» de Estados que respetan las normas para la lucha contra el lavado de dinero.

Se espera que en la primera quincena de julio se conozca si el Vaticano ha sido admitido en esa lista.