Carta del prelado

El arzobispo de Oviedo pregunta en quién creen aquellos que afirman perder la fe por el traslado de un cura

 

El arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, considera extraño que haya quienes digan que se les quita la fe o que abandonan a la Iglesia «por el traslado de un cura». Tampoco entiende que el dolor por la marcha del sacerdote del lugar «cambien en indignación, revuelo, chantaje, intrusión y rechazo». En estos términos, a través de su carta semanal, el prelado se ha referido a la polémica surgida por los últimos traslados de sacerdotes anunciados en Asturias, especialmente el que afecta al coadjutor de la parroquia San Juan el Real de Oviedo, Álvaro Iglesias Fueyo

06/07/12 3:59 AM


(EP) «Resulta extraño», señala, «que quienes por un traslado del cura digan que se les quita la fe (¿en quién creían?), que abandonan la Iglesia (¿a cuál pertenecían?), que exijan escucharles, recibirles, darles explicaciones y si no se accede cargarán con todo tipo de lindezas constituidos en comisión dispuesta a informarme (¿qué saben ellos de lo que por respeto a personas o a comunidades a veces no se puede contar?)». Recuerda además, que «no han faltado credenciales políticas o membretes de altos funcionarios», y advierte que «han hecho un flaco favor a los sacerdotes que son cambiados, y se lo han hecho a ellos mismos».

Según el arzobispo «la renovación de los cauces diocesanos (consejos, delegaciones, secretariados), y sus responsables, responde a un modo de ver la realidad, de evaluarla en la oración y la reflexión, sopesando diversos factores, buscando el bien de las personas y de las comunidades. Igual sucede en el traslado de sacerdotes, la fusión de parroquias o la apertura de nuevas realidades».

Así, asegura que «en ningún caso» ha «procedido a la ligera, ni acompañado interesadamente, ni caminado en solitario». «En algunos casos», añade, «tienes presente cosas delicadas y no comunicables, que explican las opciones aunque sean incomprendidas o impopulares. En otros, los motivos no tienen entretelas, como cubrir un hueco con los hermanos que cuentas».

A juicio del responsable de la Iglesia Asturiana, «es noble y hermoso que haya parroquias que se duelan por el cambio de su párroco, si es señal del buen hacer del sacerdote y del afecto que por él sienten sus feligreses». Pero matiza que «la mayoría de los hijos de la Iglesia, ése que saben dolerse y comprender, no escenifican su protesta contra los protestones aunque bien quisieran, sino que con discreción nos hacen llegar a curas y arzobispo su comunión, su apoyo y su ánimo, y facilitan a los que han de marchar o a los que tendrán que ir llegando ese trasiego normal que no tiene que ser penoso ni penalizado».