7.07.12

Batalla de las Navas de Tolosa: una miseria de vergüenza

A las 12:02 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

España cabalga sobre un rucio maltratado por las caídas en los pedregosos caminos de su historia. El pasado domingo ganó la eurocopa. La exaltación de españolidad era palpable por todas calles y plazas. El lunes seguía la borrachera victoriosa en la capital de la nación.

El martes se olvidaron los españoles de ser españoles. Acude un alcalde del partido popular, el regidor del pueblo de La Carolina, en la provincia de Jaén, a pedir dinero a los miembros del gobierno, que son del mismo partido, para pagar la conmemoración del octavo centenario de la batalla de las Navas de Tolosa, que serán entre los días 13 al 16 de este mes. Y le dan una miseria.

Es verdad que estamos en crisis de vacas flacas, de recortes por doquier, de ajustes finos, situados en el borde del precipicio. Y los feroces tijeretazos que anuncian para la semana que viene, exigidos por la Unión Europea.

Pero, un grado mínimo de responsabilidad institucional se exige, por lo menos.

Se trata de conmemorar ocho siglos de cómo nació España unida contra la morisma, venciendo con toda justicia, y amor a España y a la fe católica en la famosa batalla de las Navas de Tolosa que fue el principio del fin de la Reconquista de la península.

La crisis económica está tapando la cobardía y el orgullo de ser español. La crisis económica está escondiendo la gallardía de reconocer que el cristianismo tuvo una gran responsabilidad en aquella batalla. La misma Iglesia Católica española calla, porque los tiempos que corren no propician rescatar los laureles de Cruzada que tuvo aquella gesta en la historia española y europea. La crisis económica está aislando a una celebración puramente municipalista de la batalla, cuando quienes vencieron fueron los reyes unidos de los varios reinos situados en la vieja Hispania romana.

La izquierda política, durante el denostado zapaterismo, dedicó dinero y esfuerzo a echar agua sobre el ardor guerrero de la bizarría española reconquistadora, levantando un centro de interpretación de la batalla como si los contendientes hubieran protagonizado una fiesta campestre en la garganta del desfiladero de Despeñaperros.

Con este sentimiento de españolidad cobarde, alicaído, arrinconado, amanerado, dulzón, viene muy bien escudarse en la pobreza de las arcas de la hacienda española para no festejar aquella hazaña bélica como realmente fue y se merece a los ocho siglos de suceder. Los municipios implicados en las tierras de aquella gesta serán los que cubran el expediente, y a otra cosa mariposa.

El futuro juzgará severamente esta maniobra de distracción, tras el escudo de la crisis económica, la pobre celebración de la batalla de las Navas de Tolosa.

Mi firma no quiere estar entre los cobardes bobalicones que han definido la batalla como un cruce de miradas. La historia no puede cambiarse, y quien lo hace sabe que las generaciones siguientes les rectificarán y les juzgarán con ferocidad.

Mi firma la pongo sobre una conmemoración real de cómo los cristianos vencieron a los moros, y trajeron la fe cristiana a las tierras andaluzas donde vivo y deseo descansar hasta la llegada del Señor a juzgar a vivos y muertos.

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Tomás de la Torre Lendínez