13.07.12

Bien por don Julián, mi obispo

A las 12:15 AM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Obispos españoles

 

Hace tres días escribí un post en el que anunciaba la celebración de un “Curso de milagros” en la sede de los Hermanos de la Cruz Blanca en Huesca. Puse enlace a un artículo de Catholic.net en el que se explicaba qué había detrás de ese curso. Resumiendo, es espiritismo puro y duro, disfrazado con el nombre de channeling.

Al mismo tiempo, envié enlace de mi post al obispo de mi diócesis, Mons. Julián Ruiz Martorell, y al vicario general, P. Nicolás López Congosto. Este último me ha dicho este jueves que nuestro pastor ha dado la orden de que no se celebre el curso, la cual ha sido obedecida por el responsable de los Hermanos de la Cruz Blanca.

El Concilio Vaticano II establece cómo han de ser las relaciones entre los obispos y los fieles. El punto 37 de la Constitución Dogmática Lumen Gentium, empieza así:

Los laicos, al igual que todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia de los sagrados Pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la palabra de Dios y les sacramentos. Y manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia . Esto hágase, si las circunstancias lo requieren, a través de instituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado ministerio, personifican a Cristo.

Esa ha sido mi intención en este asunto. No se trata de exigir nada a nuestros pastores en plan “o me hace usted caso o se va a enterar de lo que es bueno“. Sí de pedirles respetuosamente aquello que creemos bueno para nuestras iglesias locales. Como dice el Concilio, no solo es nuestro derecho sino, a veces, incluso nuestro deber. Y creí mi deber pedir que no se celebrara un curso de esas características en un edificio propiedad de la Iglesia.

Podría haberlo hecho discretamente, sin necesidad de darle publicidad al asunto, pero creo bueno que el resto de fieles vea que se puede proceder de esta manera. Es obvio que los obispos no pueden estar al tanto de todo lo que pasa en sus diócesis, así que no tiene nada de particular el que les informemos de aquello que nos enteramos y que vemos que puede causar perjuicio a la Iglesia.

Quiero agradecer públicamente a mi obispo, don Julián, por haber impedido que ese curso tenga lugar donde estaba previsto. Como dije en mi anterior post, “si tú ofreces en un centro católico una cosa llamada `curso de milagros´, la gente pensará que `eso muy malo no tiene que ser´“. Pero sin duda es muy malo que un curso de espiritismo se celebre en un local católico.

Sea todo esto para mayor gloria de Dios nuestro Señor.

Luis Fernando Pérez Bustamante