21.07.12

Serie Pensamientos de vida sobrenatural - 13.- Madre de Dios y Madre nuestra

A las 12:01 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Serie Pensamientos de vida sobrenatural
Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Presentación de la serie

Pensamientos de vida sobrenatural

Tomás de Kempis, dice refiriéndose a Jesús que “’El que me sigue no va a oscuras’, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo y con ellas nos enseña a imitar su vida y sus virtudes si queremos gozar de la luz verdadera, y librarnos de la ceguera del alma”.

No puede ser mejor explicado, en esencia, el comportamiento que debe expresar, con su vida, un discípulo del Hijo de Dios y resulta difícil, por eso mismo, decir más cosas con menos palabras.

Tal forma de demostrar que la Fe puede ser difundida, evangelizando con ella, es la que también siguió S. Josemaría en libros suyos como Camino, Forja o Surco que representan, para un creyente en el Dios Único y Omnipotente, una forma de demostrar que se cree porque se sabe lo que se cree.

El aforismo, por eso, es una fórmula comprimida de definir pensamientos, en este caso religiosos, que cada cual llevamos dentro y que, saliendo al exterior desde el corazón, puede servir para encauzar más de una situación que damos por perdida por las asechanzas del mundo o, simplemente, por nuestra mala cabeza mundana.

Por eso mismo, cuando manifestamos por escrito lo que tenemos como cierto para nuestro interior y, así, para nuestro corazón, no hacemos más que tratar de hacer ver que si del mismo habla la boca es de desear que hable bien del lugar donde, por tradición, se ha considerado que actúa el Espíritu de Dios y donde está su Templo.

Lo que podemos decir en pocas palabras a lo mejor es preferible que no se diga de forma extensa. Se entiende mejor lo que se pretende transmitir si no hay exceso de sílabas que, en muchas ocasiones, deforman una verdad espiritual y, en cierta manera, pervierten en esencial sentido que le queríamos dar.

Es, por otra parte, lo que de nuestra vida sobrenatural, llevaba y traída por el deambular de la existencia y conciencia que nos conducen hacia el definitivo reino de Dios, extraemos lo que nos ofrece unas frases que pretenden hacer real la voluntad de quien siente que su fidelidad a Dios puede ser imitada, puesta en práctica particular, como máxima expresión de una comunión vital y de fe.

Así, los “Pensamientos de vida sobrenatural” son una aproximación a la vivencia de la fe y un intento de plasmar, por la vía del mensaje escueto, lo que un alma puede sentir y expresar para obviar la tribulación por la que esté pasando o, a lo mejor, creyendo que pasa.

Cada cual, por supuesto, puede hacer con ellos lo que tenga por conveniente y, si eso surge, añadir los que crea oportunos porque, es bien cierto, que si Dios lo es personal para cada uno de nosotros, no está mal, de vez en cuando, compartir lo que su Espíritu nos ha sugerido. De todas formas, bien sabemos que no podemos ocultar la luz, aunque sea escasa, bajo el celemín.

13 .- Madre de Dios y Madre nuestra

Aquella joven que dio su sí al Ángel Gabriel se convirtió en instrumento en las manos de Dios para la salvación eterna. María, siempre solícita a cumplir la voluntad del Creador, se sirvió de su bondad para concederle al Todopoderoso lo que quería. Dios no forzó a María a decir una cosa o la otra y permitió que hiciera uso de su libertad para ser su Madre.

Y lo que a continuación traigo es lo que, para este católico, supone reconocerse hijo de María.

1 María, Madre. Son sólo dos palabras pero ¡Qué gran verdad encierran!

2 Amor más grande que el de María, que sabía Quién era su hijo, será difícil que haya: amó a sabiendas de la cruz, antes de tiempo.

3 También María es luz para nuestro camino; luminaria que nunca cesa de iluminar.

4 Imagínate participando de las bodas de Caná y mira a aquella mujer que obliga a su hijo a que el agua se transforme en vino. ¿Qué no será capaz de hacer María por nosotros?

5 Muchas veces la llamamos llena de gracia porque reconocemos, en ella, a quien, en efecto, lo está. Sólo reconocemos, con eso, una gran verdad que no podemos callar ni ocultar.

6 A nosotros nos basta con tener su recuerdo porque no pudimos estar aquellos días en Jerusalén. Pero, sólo con eso sabemos ya que María nunca abandona a un hijo. A ti tampoco.

7 Ella dijo sí a Gabriel. Digamos, nosotros, sí, a María. Al menos estaremos cerca de aquel Fiat que tantas cosas ha cambiado en la historia de la semejanza de Dios.

8 Pongamos en práctica la dulce costumbre de rezar tres avemarías, mejor, al irnos a dormir. De pasar, entonces, a la eternidad, tendremos su protección y compañía porque fueron tales las últimas palabras que pronunciamos.

9 Acudimos a María para pedirle muchas cosas. ¿Hacemos lo mismo para darle gracias?

10 Tan grande era el amor de María por Jesucristo que no puede negarle nada, en nuestro nombre, ahora en el definitivo reino de Dios.

11 Hay tantas advocaciones a María que, al menos, una de ellas ha de ser la nuestra.

12 Natividad de María, Presentación en el Templo, Calvario… son momentos en los que la Virgen se mostró al mundo como lo que era: la madre de Dios.

13 Ver en la Virgen a tu madre ha de ser la mejor manera de no olvidarla nunca.

14 Si María siempre nos tiene en cuenta… ¿Hacemos lo mismo con ella?

15 Tanto se ha escrito sobre María y, en realidad, tanto queda por escribir…

16 Dile a María que quieres estar siempre con ella. Y, por favor, que no sea una simple fórmula de agradecimiento.

17 Estás en disposición de escoger entre tener presente a María o no tenerla. Deberías saber, como hijo suyo, lo que te conviene.

18 Lo natural es querer a María. Otra cosa es ser un hijo desnaturalizado.

19 Madre de Dios y Madre nuestra. Son títulos grandes. Al menos el primero de ellos (está demostrado el amor de Dios); el segundo, depende de nuestra relación con ella.

20 Busca a María. Ella siempre te espera.

Que María, Virgen Santa y Madre de Dios, nos acompañe siempre.

Ruego, también, a quien quiera hacer su aportación a estos veinte puntos, que así lo haga. Seguramente podremos aprender mucho unos de otros.

Eleuterio Fernández Guzmán