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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 29 de julio de 2012

Santa Sede

Benedicto XVI en el Ángelus: Alimentarse no solo de pan sino de verdad y amor
El papa hizo un llamado urgente a la paz en Siria e Irak

Nuevos miembros en la Congregación para los Obispos
Nombrado también el legado papal por los 950 años de la Diócesis albanesa de Sapë

Mundo

Maristas azules en Siria
Testimonio de un hermano marista 'in situ'

Puerta para el Evangelio, camino hacia el Reino
Todo listo para el III Congreso de educadores y escuelas agustinas

Donde Dios llora

La Iglesia de Camboya es una iglesia mártir
Entrevista al prefecto apostólico de Battambang

Foro

Saber descansar
Hacia unas vacaciones positivas

Documentación

Dios quiere saciar el hambre de sentido y de verdad
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus


Santa Sede


Benedicto XVI en el Ángelus: Alimentarse no solo de pan sino de verdad y amor
El papa hizo un llamado urgente a la paz en Siria e Irak
Por José Antonio Varela Vidal

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- Esta mañana, a las 12 horas, Benedicto XVI se asomó al balcón del patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo y recitó el Ángelus junto a los fieles y a los peregrinos presentes.

Al introducir la oración mariana, el papa comentó el pasaje del evangelio de este domingo, referido a la escena de la multiplicación de los panes y los peces, cuyo texto íntegro puede leerse en: www.zenit.org/article-42886?l=spanish. En sus palabras finales, se refirió con preocupación a la violencia en Siria e Irak y recordó también que falta menos de un año para la Jornada Mundial de la Juventud, a realizarse en Río de Janeiro.

El milagro de compartir

En lo central de la reflexión evangélica, el santo padre hizo un paralelismo con la Eucaristía, como "el mayor y más permanente encuentro del hombre con Dios, en el cual el Señor se hace nuestro alimento, se da a sí mismo para transformarnos en él mismo".

La escena, rica en simbolismo, describe la presencia de un niño con una canasta de panes y peces --que quizás pensaba vender para asegurar la subsistencia del día para él y su familia--, pero que se acerca y lo comparte. De esta figura, el papa destaca que "el milagro no se produce de la nada, sino de un modesto compartir inicial de lo que un muchacho sencillo tenía con él”. Esto significa --explicó el papa--, que Jesús “nos hace ver que si cada uno ofrece lo poco que tiene, puede lograrse una y otra vez el milagro: Dios es capaz de multiplicar nuestro pequeño gesto de amor y hacernos partícipes de su don”.

Y advirtió también que, ante una multitud saciada de hambre material que ve en él a un rey terrenal, Jesús se presenta como “un rey que sirve, que se acerca hasta el hombre para satisfacer no solo el hambre material, sino sobre todo un hambre más profundo, el hambre de orientación, de sentido, de verdad, el hambre de Dios”.

Elevando el pasaje evangélico hasta el misterio eucarístico del que es depositaria hoy la Iglesia, el papa invocó a “redescubrir la importancia de alimentarnos no solo de pan, sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran conciencia de la Eucaristía, para estar cada vez más íntimamente unidos a Él”.

Asimismo, comprometió a los fieles a orar para satisfacer las necesidades materiales de la humanidad, “para que nunca le falte a nadie el pan necesario para una vida digna, y que se terminen las desigualdades no con las armas de la violencia, sino con el compartir y el amor”.

Preocupación por Siria e Irak

Al terminar la oración mariana, Benedicto XVI se refirió al conflicto interno que desangra a Siria desde hace 11 meses con cerca de 7.500 muertos --según cifras de la ONU--, y pidió que “se garantice asistencia urgente de carácter humanitario y de ayuda conjunta”.

A la vez, hizo un llamado “para poner fin a toda forma de violencia y derramamiento de sangre”, y pidió a Dios que otorgue “la sabiduría del corazón, especialmente a aquellos que tienen más responsabilidad, para que no se ahorran esfuerzos en la búsqueda de la paz --incluida la comunidad internacional--, a través del diálogo y la reconciliación, en el arreglo político del conflicto”.

También manifestó su cercanía con Irak, que en los últimos dìas se ha visto afectado por numerosos y graves delitos que han causado numerosos muertos y heridos, deseándole “que pueda encontrar el camino de la estabilidad, la reconciliación y la paz”.

A un año de la JMJ Río 2013

En su meditación, el santo padre recordó también que dentro de un año, alrededor de este tiempo, se estará viviendo el evento más multitudinario de la Iglesia Católica, como es la Jornada Mundial de la Juventud, que esta vez se realizará en Río de Janeiro, Brasil.

El papa anticipó que “es una valiosa oportunidad para que muchos jóvenes experimenten la alegría y la belleza de pertenecer a la Iglesia y vivir la fe.” Agradeció y alentó también a todos los organizadores, sobre todo a la Archidiócesis de Río de Janeiro, “quienes vienen trabajando diligentemente para preparar la recepción de los jóvenes de todo el mundo a este importante encuentro eclesial”.

Saludo en español

Como es habitual, el papa reservó algunos momentos para dirigirse en su propio idioma a los grupos de peregrinos que llegaron hasta Castel Gandolfo y a los fieles que lo siguieron por los medios de comunicación.

Su mensaje en español fue el siguiente: “Quisiera recordar con particular afecto a todos los que están gozando de unos días de merecido descanso, y también a quienes están pasando por momentos difíciles o dolorosos, sometidos a duras pruebas. Invito a todos a acoger en este domingo la Palabra de Dios que la Iglesia nos propone en la liturgia. Meditémosla con un corazón humilde y llevémosla a la práctica con sencillez. Que María, la Santísima Virgen, nos muestre siempre su amor de Madre”.

Se espera que Benedicto XVI pueda encontrar el tiempo y las condiciones durante la pausa de verano, para culminar con su obra “Jesús de Nazareth”, que se completará con la parte dedicada a los evangelios de la infancia. También estaría trabajando en los discursos y homilías que pronunciará en su trascendental viaje apostólico al Líbano a mediados de setiembre, donde firmará y entregará la Exhortación apostólica postsinodal de la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.

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Nuevos miembros en la Congregación para los Obispos
Nombrado también el legado papal por los 950 años de la Diócesis albanesa de Sapë
CIUDAD DEL VATICANO, Domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- El santo padre Benedicto XVI ha nombrado como miembros de la Congregación para los Obispos, a los arzobispos Pier Luigi Celata, Titular de Doclea y Vice Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, y a monseñor Zygmunt Zimowski, Presidente del Pontificio Consejo para los Operadores Sanitarios.

Asimismo, se hizo público el nombramiento del cardenal Santos Abril y Castelló, Arcipreste de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, como Legado Pontificio para la celebración del 950° anniversario de la Diócesis de Sapë en Albania, a realizarse el 29 de setiembre de 2012.

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Mundo


Maristas azules en Siria
Testimonio de un hermano marista 'in situ'
ALEPO-SIRIA, Domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a nuestros lectores un conmovedor artículo del religioso marista Georges Sabé, quien vive y trabaja con su comunidad en Siria, en medio de un conflicto interno que lleva 11 meses sin solución. 

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Por el hermano Georges Sabé, fms

Son las 23 horas del jueves 26 de julio de 2012. Aquí en Alepo, durante el día ha hecho más de 40 grados. A lo lejos, oigo los disparos. Estoy en mi habitación, en la comunidad. Los hermanos Georges Hakim y Bahjat Azrie, también están en comunidad. De hecho, hemos vuelto juntos hacia las 21 horas después de una jornada inolvidable para los “Maristas Azules”. Si miráis nuestras fotos, veréis jóvenes y menos jóvenes con camisetas azules. ¿Recordáis cómo llamaba la gente a los primeros hermanitos de María? Y bien, hemos querido poner esta campaña de solidaridad bajo el tema «Marista azul».

Alepo, nuestra ciudad y segunda ciudad del país, capital económica, gran centro de comercio y de artesanado, está muriendo. Está asfixiada desde hace más de una semana. La guerra se está extendiendo por los barrios. La gente huye, se refugia, vagan, se instalan en la calle, en los jardines públicos, en las escuelas, por todas partes. Los habitantes reciben a sus parientes, las casas están abiertas. Falta el pan, falta la electricidad, la gasolina, falta la leche, faltan las medicinas, lo único que no falta es el fantasma de la guerra. Merodea, está por todas partes. Se siente un olor nauseabundo por las calles…

La ciudad está circundada por todos lados. Uno corre el riesgo de ser capturado y matado. La gente tiene miedo… Un miedo que deprime, que paraliza, que mata. Y entonces, nos hemos planteado la pregunta: ¿qué hacemos? ¿Escapar como ya lo han hecho tantas familias? ¿Quedarnos paralizados en nuestro lugar? ¿Actuar? ¿Qué hacer?

En un primer momento, hemos optado por continuar todas nuestras actividades. Hemos lanzado proyectos de colonias de vacaciones, de actividades educativas… Pero muy lentamente, nos hemos dado cuenta que el peligro era enorme, y que teníamos que detenernos. Ésta fue la decisión del martes pasado: “Detengamos nuestras actividades”. Pero detener nuestras actividades no quiere decir absolutamente detener nuestra misión, es más bien buscar juntos, laicos y hermanos, qué respuesta dar a las urgencias. La llamada del último Capítulo general nos empujaba a salir hacia las personas desplazadas. En el barrio de Jabal el Saydeh, donde trabajamos desde hace más de 25 años junto a los más pobres, hemos encontrado gente todavía más pobre… ¡Los desplazados!

Hemos corrido hacia ellos, hacia los niños, hacia las mujeres y los hombres… Los jóvenes han respondido generosamente. Y es allí donde hemos pasado nuestra primera jornada. Nos acogieron, los niños salieron de los agujeros en los que se habían escondido. Eran una multitud, una masa… Una pelota los entretuvo. Jugaron, bailaron, cantaron. Cada uno de ellos es una historia, una historia sagrada que se nos revelaba. Una pequeña que comparte su dolor de ser huérfana… Un niño que ofrece desde el primer instante un lápiz a un animador, « Habaytak », exclama, te he amado. Una niña se transformará lentamente gracias a una mano que no la ha abandonado. Ella se atreve a quitar las manos que tapaban sus oídos. Juega a la cuerda, sonríe. El «cheikh» (Imam), viene para agradecernos. Alguien pregunta, «¿sois cristianos?». Un anciano se me acerca para abrazarme y decirme «Choukran». Yo no lo conozco, no sé su nombre, no sé porqué me agradeció, pero hizo este gesto y un pacto de amor y de confianza se firmó en ese momento… Las señoras escuchan a las mujeres. ¡Qué dignidad! No se quejan. Se agradece a «Allah». Pero ¡qué Evangelio viviente que estamos viviendo!

Se nos plantea a menudo una pregunta: “¿pensáis partir? ¿Volveréis?” Y se establece la confianza. Los niños nos acompañan al mediodía, cuando nos vamos. Ellos cantan alrededor nuestro como diciéndonos “¡quedaos, os queremos mucho”! Y a las 17 horas cuando volvemos, ya están allí, la fiesta recomienza, el baile, los juegos, la sonrisa, la felicidad. Pero las necesidades nos acosan. Las necesidades más básicas.

En este mes de Ramadán, mes del ayuno para nuestros hermanos musulmanes, las necesidades son enormes: pediatra, médico, medicinas, leche, pañales, compresas higiénicas, jabón, detergente, colchones, vestidos, alimentos. Están repartidos en dos escuelas, 900 personas amontonadas. Y el flujo de gente sigue aumentando. Numerosas familias (2000 personas) están instaladas en un parque público. Sufren el calor pero no quieren ser alojados. Quizás, sueñan con despertarse una mañana para volver a su casa… y sin embargo, este sueño parece hoy muy lejano, sin ninguna esperanza de realizarse en lo inmediato, si es que todavía existe un lugar donde estar “en casa”.

Y esta gente es una gota en un mar de desplazados, de personas sin hogar, abandonadas. Pero para nosotros son nombres: Zeinab, Moustapha, Ali... Son un rostro, son una historia, una mirada, un poema. Por ellos y a causa de ellos, nosotros arriesgamos. Sí, nosotros arriesgamos nuestras vidas. Algunos jóvenes no cuentan con el apoyo de sus padres. ¡Algunos voluntarios han organizado su hogar para realizar un gesto arriesgado!

Todos, sabemos el gran riesgo que es trabajar cuando las armas no callan. Pero la sola sonrisa de un niño ¿no es suficiente para hacer caer todos nuestros temores?

Ver más en: www.facebook.com/MaristesAlep

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Puerta para el Evangelio, camino hacia el Reino
Todo listo para el III Congreso de educadores y escuelas agustinas
LIMA, Domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- El lunes 30 de julio se inaugura en esta ciudad capital el III Congreso de educadores y escuelas agustinas, con la asistencia de 250 educadores y estudiantes de las escuelas agustinianas de todo el mundo, quienes reflexionarán sobre el tema: “Puerta para el Evangelio, Camino hacia el Reino”.

El prior general de la Orden de San Agustín, padre Robert F. Prevost, dijo al respecto: “La Orden de San Agustín durante siglos pone gran énfasis en el ámbito educativo. La Orden cuenta con muchas escuelas en los cinco continentes, donde participa en la misión de la Iglesia para enseñar, para proclamar la Palabra y para formar a los jóvenes. Estamos dedicados a proveer una educación cristiana y el estilo católico agustino, que pueden ayudar a los jóvenes y a las familias”.

El lugar de esta tercera conferencia internacional --con reuniones periódicas cada seis años--, es el Colegio San Agustín, donde la Orden lleva a cabo un reconocido servicio educativo a los niños y sus familias. Sobre el lugar del evento, el padre Prevost señaló: “En América Latina tenemos muchas escuelas y también es por esta razón que se escogió al Perú como un lugar de reunión”.

El padre Alejandro Moral, OSA, responsable de la organización de la Conferencia, adelantó que “el propósito de esta conferencia es comunicar las experiencias que vivimos en nuestras escuelas ubicadas en todo el mundo. Vamos a revisar con más atención y con mayor profundidad la dinámica que ponemos en la educación y la pedagogía que utilizamos”.

Por su parte, el padre Rommel Par, OSA, miembro de la Curia General Agustiniana y responsable de la organización de la Conferencia, destaca la presencia de las instituciones educativas agustinas en todas las esferas de la sociedad, incluso en las zonas urbanas más marginadas y marcadas por la pobreza: “La presencia  en estas áreas no solo de los frailes agustinos, sino también de profesores y de los mismos estudiantes, son signos de esperanza de que las cosas pueden cambiar. La Orden en esos lugares es signo y esperanza de mejoría, de la proclamación del Evangelio y es una oportunidad para el mejoramiento humano”.

Presencia en todo el mundo

En cuanto a Europa, en España la Orden cuenta cerca de cincuenta instituciones educativas, teniendo en cuenta también aquellas a cargo de las religiosas agustinas, con estudiantes que van desde jardín de infancia hasta el inicio de la universidad. Otras presencias importantes son las escuelas secundarias en la isla de Malta, Irlanda e Inglaterra.

Los agustinos están presentes en América del Norte a través de escuelas secundarias y universidades. A lo largo de América del Sur al lado de cada comunidad agustiniana hay algunas universidades. En África, la presencia de entidades educativas de la Orden de San Agustín se está desarrollando en Nigeria, en el Congo y en Tanzania. En Asia hay una importante presencia en Japón y son de gran trascendencia las escuelas y colegios en Filipinas. 

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Donde Dios llora


La Iglesia de Camboya es una iglesia mártir
Entrevista al prefecto apostólico de Battambang
ROMA, domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- María Lozano entrevistó a monseñor Enrique Figaredo Alvargonzález SJ, prefecto apostólico de Battambang en Camboya, para el programa semanal de radio y televisión "Donde Dios llora",  producido por la Catholic Radio and Television Network, en conjunto con la fundación pontificia de caridad católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

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Usted entró en el noviciado de la Compañía de Jesús a los 20 años en Madrid. ¿Por qué y cuándo fue el cambio a Camboya?

-Monseñor Figaredo: Yo buscaba un encuentro con Dios y bueno, lo tuve en mi noviciado y lo tuve cuando estaba estudiando filosofía. Pero cuando acabé la carrera económica, mi razonamiento era que quería poner los rostros a esos números que había estudiado en la carrera, así que le dije a mi provincial que quería ser voluntario para refugiados y aprender de esas personas. Pensé que los refugiados eran los que me iban a enseñar cómo es ese Jesús, ese Cristo sufriente. Estaba preparado para cualquier cosa y de repente me llegó una carta de Bangkok, del Servicio Jesuita para los Refugiados: “Te esperamos aquí el 1 de septiembre”. Esa carta llegó en mayo, todavía no había hecho los exámenes de fines de carrera y bueno, me puso muy nervioso…

Además Camboya estaba aún en guerra…

-Monseñor Figaredo: Sí, sí…, tuve que mirar en el mapa cómo era aquello. Las primeras fotos que vi de camboyanos estaban todos con el 'cromá', con esta prenda que llevo. El cromá es un pañuelo, un fular que en Camboya es multiusos, se usa tanto para el sudor como para taparte del sol, como toalla, o como hamaca para que duerman los pequeños. Si tuviéramos que escoger un símbolo de Camboya para identificar al pueblo camboyano, tendríamos que escoger al cromá. Entonces, cuando yo llevo este cromá es un poco como llevar a Camboya conmigo.

Usted llega en septiembre de 1985 a Camboya que estaba en guerra, ¿cuál fue su primera impresión?

-Monseñor Figaredo: Bueno, primero miedo, muerto de miedo. Cuando fui a los campos de refugiados fue una odisea. Había que pasar cinco controles militares y cada vez que pasabas un control militar, las cosas se hacían más, como más oscuras: los militares vestidos de negro, poco sonrientes, te pedían tus papeles de una manera muy violenta. Cuando llegué a la puerta de campo de refugiados, eso nunca lo olvidaré, se abrió el paso a nivel y entramos. De repente: vi niños, muy mal vestidos, descalzos, ¡pero alegres! Recuerdo mucha alegría, vida…vida, vida en plenitud aunque vivían encerrados en un campo de refugiados, digamos como prisioneros de guerra.

¿Y qué pasó entonces?

-Monseñor Figaredo: Entonces fui a visitarles y me recibió Jhaimét, que era el jefe, como el líder de ellos. Me acuerdo muy bien: estaba de pie con sus muletas, le faltaba una pierna, la otra la tenía malherida y le faltaba un ojo. Yo no hablaba en camboyano, pero había un chico que me tradujo. Me dijo: “he oído que vienes a ayudarnos”, y yo --muerto de miedo--, “sí, sí…”. Y dice: “pues no te preocupes, te diré que es lo que necesitamos”. En ese momento sentí una paz impresionante, por decir así, la voz de Dios era Jhaimét que me decía: “no te preocupes, aquí te acogemos, te queremos…”

Camboya es un país de una mayoría budista, o sea que en estos campos de refugiados, la mayor parte de la gente también son de religión budista ¿no?

-Monseñor Figaredo: Sí, sí, mayoritariamente budistas. Por supuesto que hay católicos, pero pocos. Además la guerra se encargó de que desaparecieran. Mucha gente fue asesinada: sacerdotes, obispos, todo el mundo… En los campos quedaba como un pequeño resto de Israel, de cristiandad, pequeñas familias, muchas veces sin cabeza de familia. En la mayoría era una viuda, a veces no había ni esa cabeza de familia, eran hijos de católicos pero sin gran formación y ellos también requerían una ayuda especial.

En la ceremonia de toma de posesión de la Prefectura Apostólica, hubo una superviviente que dio su testimonio y habló de la iglesia de Camboya como “una iglesia que en los últimos 30 años había sido una iglesia de lágrimas y sangre”. Se refería a la persecución de los Khmer rojos de Pol Pot, a lo que está usted haciendo referencia... ¿La iglesia de Camboya es una iglesia mártir?

-Monseñor Figaredo: Sí, es una iglesia mártir. La iglesia de Camboya fue arrasada totalmente. Todos nuestros líderes, como le decía antes, los obispos, los sacerdotes, las religiosas, los muchos catequistas fueron asesinados. El que no fue asesinado murió de hambre o de enfermedad y la comunidad quedó muy mal. Hoy en día tenemos dos sitios en Camboya en donde nos acordamos de los mártires. El 7 y el 8 de mayo nos acordamos de ellos. Pero en la memoria de estos mártires también crecemos en fe, porque han sido personas que murieron con la fe viva. El obispo Paul Tep Im Sotha, primer prefecto apostólico de Battambang, al que yo sucedo, dos días antes de morir celebró una misa, dio la bendición a todos y les dijo: “malos tiempos vienen, cuidad de vuestra fe, cuidad la fe de unos a otros”. Se acabó la misa, salió en coche y lo asesinaron. El obispo Joseph Chhmar Salas, de Phnom Penhg fue nombrado obispo cuatro días antes de que los Jemeres Rojos entraran en Phnom Penhg; su obispado fue en los campos de los arrozales…

…Que eran como campos de concentración, hay que explicar eso ¿verdad?

-Monseñor Figaredo: Eso es, y en esos campos de concentración él ejercía de pastor y visitaba a los católicos. Rezaba y celebraba la eucaristía con muchísimas limitaciones, pero lo hacía. Cuidaba de su gente como una persona pobre y terminó muriendo de hambre y de enfermedad. Después de su muerte, su cruz pectoral la recogieron sus padres, y la gente se reunía a rezar en torno a la cruz pectoral del obispo Salas.

Un testimonio que a usted le debe dar mucha fuerza ahora que si bien ya no es --gracias a Dios--, una iglesia mártir, aún sigue siendo una iglesia que sufre necesidad…

-Monseñor Figaredo: Así es. Después de Pol Pot vino un régimen comunista pro-vietnamita que hizo sufrir mucho a la gente, que no dio libertad religiosa, por lo que la gente siguió padeciendo y sufriendo en pobreza y sufriendo por libertad. Y bueno, la memoria de todos nuestros mártires nos da mucha fuerza porque los hemos visto entregándose en el sufrimiento, y nuestros católicos también han pasado por muchísimo sufrimiento y hoy dan testimonio con su vida.

En la red: www.WhereGodWeeps.org y www.acn-intl.org

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Foro


Saber descansar
Hacia unas vacaciones positivas
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos la reflexión del obispo de San Cristóbal de las Casas, México, Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, que aborda el tema de las vacaciones.

*****

+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

En algunas partes y para algunos sectores, estos son días de vacaciones. Nuestra ciudad de San Cristóbal de Las Casas está rebosante de turistas, que alientan la economía y el progreso. Muchos mexicanos y extranjeros, sobre todo europeos, disfrutan de tantas bellezas con que Dios bendijo a Chiapas: cascadas, ríos y lagos con aguas de color entre azul y verde, selva, sitios arqueológicos mayas, templos y edificios coloniales, y sobre todo las varias etnias que viven su cultura y la expresan en sus ropas, ritos y tradiciones. Sin embargo, muchas personas nunca pueden disponer de unos días de descanso, pues deben trabajar día con día, para llevar el sustento a su familia; nunca han sabido lo que significan unas vacaciones. Muchas mujeres casi no descansan.

En Europa, hay muchas inconformidades porque los recortes económicos que la crisis ha obligado a decretar, impiden seguir disfrutando el altísimo nivel al que se acostumbraron, como sus muchos días, hasta meses, de descanso. No quieren perder este logro, que se ha convertido en un derecho. Sus vacaciones son caras, dispendiosas, con un despilfarro que les parece normal; no se limitan y satisfacen todos sus gustos. No comparten la suerte de los pobres de nuestros pueblos, que con un día de vacaciones de un europeo, quizá comerían durante un mes, o en muchos días.

CRITERIOS

En un lenguaje simbólico, para hacer ver la necesidad del descanso para todo ser humano, la Biblia dice que, al terminar la obra de la creación, Dios descansó (Ex 20,11). Jesús, cuando ve que sus apóstoles han trabajado mucho en la misión evangelizadora que les encargó, les invita a descansar: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco…Se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo” (Mc 6,31-33).

Cuando algunos me preguntan qué me ha servido mucho en mi vida, les respondo que son cinco cosas: Estar en paz con Dios y con mi conciencia. En cuanto de mí depende, estar en paz con las demás personas. Ser feliz en mi vocación. Trabajar mucho. Saber descansar.

No cualquiera sabe descansar. Algunos terminan más cansados en sus días de descanso, porque se atiborran de vino, de comida, de vagancia, de no hacer nada útil, de excederse en todo. Cada quien debe educarse a sí mismo para lograr un verdadero descanso, pues no todos nos distendemos de la misma manera. Se puede caminar, andar por la playa o la montaña, ir a un lugar apartado y tranquilo, practicar algún deporte, leer un buen libro o una novela sana, ver algo positivo en la televisión, disfrutar una película, visitar un museo, conocer otros lugares, convivir con la familia, dormir, meditar la Biblia, orar, estar un buen rato ante Jesús Sacramentado. Esto a mí me relaja mucho, me alienta, me fortalece, me da paz, serenidad y ánimo. Hay que educarse para saborear el silencio y no tenerle miedo.

PROPUESTAS

Niños y jóvenes: Si en estas fechas tienen vacaciones, compartan con sus padres su descanso. Ayuden al quehacer de casa. Levántense a buena hora y díganle a papá o a mamá que ustedes hacen lo que ellos acostumbran hacer, para que ellos descansen un poco; que ustedes barren, lavan su propia ropa y la planchan, limpian los trastes, van por las tortillas y al mercado, hacen la comida, dan de comer a los animales del hogar, ponen agua a las flores y les quitan lo seco. Al menos, pongan en orden su habitación. Aprendan a disfrutar una buena conversación con sus padres y hermanos, un buen libro, una sana amistad. Podrían prepararse en forma intensiva para la Primera Comunión, o la Confirmación, ir a un retiro espiritual propio de su edad, con otros niños y jóvenes, de acuerdo con su parroquia. Eviten encerrarse en sí mismos con su música a todo volumen, con sus audífonos que los aíslan, con su internet que los absorbe y los aleja de su familia. Organícense para visitar ancianitos en asilos, o a niños abandonados en orfanatorios; esto les ayudará a valorar más lo que tienen en casa y ser agradecidos con sus padres.

Cada quien analicemos cuál sería una forma positiva de descansar: qué nos hace crecer en humanidad, en armonía familiar, en madurez espiritual.

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Documentación


Dios quiere saciar el hambre de sentido y de verdad
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus
CASTEL GANDOLFO, domingo 29 julio 2012 (ZENIT.org).- Esta mañana, a las 12 horas, Benedicto XVI se asomó al balcón del patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo y recitó el Ángelus junto a los fieles y a los peregrinos presentes. Ofrecemos las palabras del papa al introducir la oración mariana.

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 Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo hemos iniciado la lectura del capítulo 6 del Evangelio de Juan. El capítulo se abre con la escena de la multiplicación de los panes, que después Jesús comenta en la sinagoga de Cafarnaúm, indicando a sí mismo como el "pan" que da la vida. Las acciones de Jesús son paralelas a las de la Última Cena: "Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados", como lo dice el Evangelio (Jn. 6,11). La insistencia en el tema del "pan", que es compartido, y sobre el dar gracias (v.11 eucharistesas en griego), recuerdan la Eucaristía, el sacrificio de Cristo para la salvación del mundo.

El evangelista señala que la Pascua, la fiesta, estaba cerca (cf. v. 4). La mirada se dirige hacia la Cruz, el don del amor y hacia la Eucaristía, la perpetuación de este don: Cristo se hace pan de vida para los hombres. San Agustín lo comenta así: "¿Quién, sino Cristo es el pan del cielo? Pero para que el hombre pueda comer el pan de los ángeles, el Señor de los ángeles se hizo hombre. Si esto no se hubiera realizado, no tendríamos su cuerpo; al no tener su propio cuerpo, no comeríamos el pan del altar" (Sermón 130,2). La Eucaristía es el mayor y más permanente encuentro del hombre con Dios, en el cual el Señor se hace nuestro alimento, se da a sí mismo para transformarnos en él mismo.

En la escena de la multiplicación, se describe también la presencia de un niño que, ante la dificultad de alimentar a tantas personas, ofrece compartir lo poco que tenía: cinco panes y dos peces (cf. Jn. 6,8). El milagro no se produce de la nada, sino de un modesto compartir inicial de lo que un muchacho sencillo tenía con él. Jesús no nos pide lo que no tenemos, sino nos hace ver que si cada uno ofrece lo poco que tiene, puede lograrse una y otra vez el milagro: Dios es capaz de multiplicar nuestro pequeño gesto de amor y hacernos partícipes de su don. La multitud fue sorprendida por el prodigio: ve en Jesús al nuevo Moisés, digno de poder, y en el nuevo maná, el futuro asegurado; pero se detienen en el elemento material, en lo que habían comido, y el Señor, "a sabiendas de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo" (Jn. 6,15). Jesús no es un rey terrenal, que ejerce su dominio, sino un rey que sirve, que se acerca hasta el hombre para satisfacer no solo el hambre material, sino sobre todo un hambre más profundo, el hambre de orientación, de sentido, de verdad, el hambre de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que nos ayude a redescubrir la importancia de alimentarnos no solo de pan, sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran conciencia de la Eucaristía, para estar cada vez más íntimamente unidos a Él. En efecto, no es el alimento eucarístico el que se transforma en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos por ser cambiados misteriosamente. Cristo nos alimenta uniéndonos a él; «nos atrae hacia sí» (Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis, 70). Al mismo tiempo, oremos para que nunca le falte a nadie el pan necesario para una vida digna, y que se terminen las desigualdades no con las armas de la violencia, sino con el compartir y el amor.

Nos confiamos a la Virgen María, a la vez que invocamos sobre nosotros y nuestros seres queridos, su maternal intercesión.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

© Librería Editorial Vaticana

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