2.08.12

 

La nadadora china Ye Shiwen, que tanto está dando que hablar, tiene un secreto que ha sido desvelado por Aschwin Wildeboer, nadador español, que ha elogiado el sistema chino de selección de nadadores: “Es algo fuera de lo normal. Ellos hacen ciclos de cinco años que empiezan con 5.000 nadadores. Al segundo año quedan 2.000, al tercer año quedan 500 y en el último año buscan a 20. A los padres les dan sueldo de por vida, casa, coche, pero tienen que renunciar a la custodia del niño“.

Si es cierto lo que dice Wildeboer, estamos ante un claro ejemplo de comercio de seres humanos. Unos padres venden a sus hijos al estado a cambio de recibir un sueldo de por vida, casa y coche. Y todavía darán gracias a la dictadura comunista, porque no tendría nada de particular que los tiranos cometieran semejante atrocidad a la fuerza, robando los hijos a sus padres a cambio de nada.

Sin embargo, no debemos pensar que el régimen chino merece una calificación moral distinta del que corresponde a los regímenes democráticos occidentales. El caso de la pareja de homosexuales argentinos que ha pagado a una mujer india para que haga de incubadora de un niño, está avalado por una ley aprobada en un parlamento. Estamos ante una situación similar. Un ser humano es objeto de intercambio económico:

“Papá, papá… ¿cuánto pagaste a mi madre para que alquilara su vientre y me pariera?….”

¡¡ESO ES OCCIDENTE HOY!!

No queda ahí la cosa. Aparece una bruja sin escoba y dice que los niños con minusvalías son MONSTRUOS. Y nadie le pone inmediatamente un esparadrapo en la boca. ESO ES OCCIDENTE HOY. En este país, llamado España, es delito la apología del terrorismo pero está bien visto en amplios sectores sociales la apología de la eugenesia. Es delito apoyar el asesinato por motivos políticos, pero no el pedir la aniquilación de seres humanos cuyo único delito es padecer determinado tipo de enfermedades.

Hay muchos españoles -y argentinos, suizos, británicos, etc- que viven la mar de bien entre tanta basura maloliente. ¿Cómo hemos llegado a esto? Pues es debido a que tienen el alma muerta y o son incapaces de discernir el mal o simplemente lo apoyan con entusiasmo.

¿De verdad hay alquien que piense que una civilización así va a sobrevivir? ¿Alguien puede pensar que todas esas atrocidades establecidas y habituales no van a pasar factura, van a quedar impunes? Basta con leer un poco de historia para obtener la respuesta. Un pueblo que se suicida no teniendo hijos (1,3 de media), que los mata en cientos de miles de abortos, subvencionados y legales, un pueblo que considera un derecho el aborto, la eugenesia, el matrimonio homosexual, etc, ¿podrá sobrevivir sin debilitarse hasta el extremo, sin disgregarse y romperse, sin caer en la sujeción a otras naciones o religiones extranjeras, sin desaparecer en su autonomía y su identidad propia? La respuesta de la historia es ciertamente negativa. Es un pueblo que se suicida, que se muere.

Y la Biblia afirma esa misma previsión. “La maldad da muerte al malvado” (Sal 33,22). Y si el malvado lo es por apostasía del cristianismo, por rechazo de Cristo Salvador, los males y castigos serán aún mayores. Corruptio optimi pessima. La Escritura nos sirve para encontrar una definición perfecta de lo que hoy es Occidente:

Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia que, después de conocerlo, abandonar los santos preceptos que les fueron dados. En ellos se realiza aquel proverbio verdadero: “Volvióse el perro a su vómito, y la cerda, lavada, vuelve a revolcarse en el cieno".
2 Pedro 2,21-22

Que nadie piense que puede darse una verdadera evangelización o re-evangelización sin la denuncia profética de esa gran ramera en que se ha convertido la que una vez se llamó Cristiandad. Que nadie piense que el buenismo es el remedio para esta gran abominación. Que nadie sea tan necio como para obviar la necesidad de que existan verdaderos profetas -hasta el martirio si es necesario- que señalen con el dedo a una sociedad corrupta, apóstata y entregada en manos de Satanás. Si desde la Iglesia no cumplimos con ese deber, el Señor mismo tomará las riendas para hacerlo a su modo y manera.

Y sin embargo, el propio Señor sigue diciendo hoy:

Que no quiero yo la muerte del que muere. Convertíos y vivid.
Ezequiel 18,32

Y:

… pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia, para que, como reinó el pecado por la muerte, así también reine la gracia por la justicia para la vida eterna por nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5,20-21

Luis Fernando Pérez Bustamante