14.08.12

 

Nota previa: Esta entrada fue publicada en mi blog “Jorge. De profesión, cura”, va a hacer dos años. Quizá alguna vez publique aquí cosas tomadas de este blog, advirtiendo siempre que ya fueron publicadas en su momento. Gracias.

Menuda es la señora Rafaela. Hace no mucho estaba ella tan tranquila escuchando la homilía de su cura. Porque ella es de su parroquia, aunque con el párroco de cuando en cuando se las tenga tiesas.

Hablaba el sacerdote del final de la vida. Y su teoría, demasiada extendida por cierto, es que cuando uno se muere se va derechito al cielo. Automático. No importa cómo hayas vivido, ni lo que hayas hecho, ni tu fe o la falta de ella, ser honrado o sinvergüenza. Todos al cielo. El razonamiento simplísimo: si Dios es bueno y es misericordia está claro. No hay purgatorio, no hay pecados que expiar, no hay pena, no hay necesidad de nada. Todo es gratuito de parte de Dios. Por tanto, era la conclusión, no nos agobiemos por los difuntos porque todos sin excepción están en el cielo desde el mismo momento de su muerte.

Rafaela no tiene estudios especiales, pero sí su formación con un catecismo muy bien aprendido. Y de tonta ni un pelo.

Acaba la misa y ella a la sacristía. Y le pregunta al buen cura:

- Así que según lo que usted acaba de predicar, ¿mis padres están en el cielo desde el día de su fallecimiento?
- Así es
- ¿Y mis suegros también?
- Naturalmente
- ¿Y todos mis parientes difuntos?
- Claro.
- ¿Todos desde el mismo instante de su fallecimiento?
- Todos desde ese mismo instante.

- Pues entonces, señor cura, vamos a hacer cuentas usted y yo. Porque yo encargo por mis difuntos dos misas al mes. Por cinco años que lleva usted en el pueblo, me salen 120 misas encargadas. A diez euros que suelo darle por misa, 1.200 € tirados a la basura, ya que si están todos en el cielo ya no necesitan misas. O sea, que usted predica que están en el cielo, pero dice misas y las cobra como si no hubieran llegado. Pues me suena a tomadura de pelo.
O están en el cielo y entonces no acepta celebrar misas por los difuntos –ni cobrarlas evidentemente- , o no lo están, en cuyo caso predique otra cosa.
- Yo creo que están en el cielo, repuso el sacerdote.
- Pues entonces señor cura me ha timado con las misas, porque si están en el cielo no las necesitan. Así que de momento me devuelve los 1.200 €, que yo sabré qué hacer con ellos. Y desde hoy buscaré otra parroquia donde eso del cielo y el purgatorio lo entiendan como siempre. Que para predicar ustedes muy modernos, pero cobran las misas como los antiguos.

Caramba con la señora Rafaela…