15.08.12

Cuidemos la religiosidad popular

A las 10:11 AM, por Jorge
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¡Cuán denostada ha sido en los pasados años la religiosidad popular! Lo que se nos había enseñado es que vaya religiosidad, que va un día a la procesión, a la novena o a la fiesta del santo patrón y hasta el año que viene sin pisar una iglesia. No es fácil de explicar. Gente que no tiene relación con la vida ordinaria de la iglesia pero que acude generosamente llena de fe al encuentro con el Señor, con la Virgen, con los santos. ¿Tiene esto sentido, nos hemos preguntado mil veces?

Mis años de cura de pueblo me hicieron comprender muchas cosas. Viví y conocí una fortísima devoción a la patrona que se traducía en muchas cosas positivas. Por ejemplo, una novena celebrada cada día a las doce de la mañana sobre todo para gente mayor y familias de luto y que congregaba no me nos de doscientas personas en un pueblo que apenas pasaba de los tres mil habitantes. Una novena solemnísima cada noche a las 22:30 con una iglesia abarrotada y gente de pie, y la asistencia TODA LA NOVENA de la corporación municipal en pleno. Dos procesiones multitudinarias y en absoluto respeto. Una tarde entera para las ofrendas a la Virgen a la que no dejaba de acudir gente como un rosario casi eterno. Y la imagen de la Virgen en cada casa, en cada hogar, en cada rinconcito. Siendo párroco un servidor levantamos la ermita por suscripción popular donde tantos vecinos fueron a trabajar completamente gratis.

Jamás me falló la Virgen a la hora de atender a un enfermo. No importaba que fuera una persona aparentemente alejada. Bastaba nombrar a la Virgen y caían todas las barreras. ¡Cuántas confesiones, cuantos sacramentos con sólo nombrar a la patrona!

Por eso hace mucho que no me pregunto que por qué van a la iglesia el día de la patrona y no vuelven hasta el año siguiente. En lugar de decir que vienen un día y nunca más, lo que digo es que al menos siguen viniendo a ver a la Virgen. Y que eso la Virgen no lo olvida.

Responsabilidad de los pastores es saber cuidar esta religiosidad y encauzarla convenientemente. En el pueblo cada año solía preparar la novena con un ciclo de predicación: la iglesia, la palabra, los sacramentos, los mandamientos… Era la oportunidad de ir formando a la gente. Y con no malos resultados.

Mucha gente no tiene más asideros a la fe y la iglesia que su religiosidad. Quitársela es dejarles desnudos y alejarles definitivamente del tesoro de la gracia.

Y ahora un par de secretos. El primero, que desde el día que tomé posesión de aquél pueblo llevo en mi cartera una imagen de la patrona. El segundo, que hoy es la fiesta de mi pueblo. Y que esta noche como buen hijo estaré en la procesión de la patrona emocionándome al cantar su himno, y pedirle por mi pueblo, por su parroquia, por nuestra patria y también por todos vosotros.

Feliz día de la Asunción.

La ilustración corresponde a la imagen de la Virgen de la Asunción que se venera en mi pueblo, Miraflores de la Sierra.