Cáritas Madrid presenta su memoria 2011 y su plan de actuación


 

Caritas Madrid ha difundido su Memoria 2011 y su último Plan de actuación. Su lema es ya todo un plan de acción: “Vivir es amar y amar es servir”. Debería ser noticia en los diarios y en la TV. Pero no es materia que atraiga tanto la atención de nuestros amigos preocupados más con los grandes problemas del fútbol o de la prima de riesgo. Y sin embargo la labor de Caritas es de trascendental importancia en nuestros días. Diría que siempre lo ha sido, pero hoy más que nunca. La Memoria de Caritas dice su Director en Madrid, D. Julio Beamonte Mayayo, quiere “ser el estímulo necesario para que, desde la esperanza que nace de la entrega y el amor de quien se ocupa y preocupa por el otro, todos salgamos al encuentro de los más necesitados”.

Necesitados que en nuestra época van creciendo en todos los campos. Las cifras y los datos de Caritas Madrid impresionan. 7.112 personas voluntarias comprometidas con la acción de Cáritas Madrid. 280 empresas, fundaciones e instituciones que aportan su colaboración para que 14.500 personas hayan sido acompañadas y orientadas en sus necesidades, siendo que se han entregado 4.309 ayudas a personas y familias desde el Fondo Diocesano de Emergencia y 18.695 ayudas económicas para paliar los efectos de la crisis que muchas familias padecen. Un total de 118.000 personas pasaron a una atención más especializada dentro de las Acogidas de los Arciprestazgos.

Planes para la concienzación social, de atención a personas en situación de vulnerabilidad, de atención a personas en situación de exclusión social, así como los servicios transversales de acogida y asistencia, de red social y familiar, de empleo, de vivienda, de salud, de asistencia jurídica, así como la cooperación internacional en Honduras, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Brasil, Colombia, Haití, Cuba, Guinea Ecuatorial, Burkina Faso, Filipinas, Congo Bukabu, Zimbabwe y el Cuerno de Africa justifican los 23.816.349 euros que Caritas Madrid ha gastado, sin incluir los 5.611.997 euros que las parroquias madrileñas han destinado a la acción caritativa.

Senala D. Julio Beamonte que todo esto no sería posible sin la solidaridad y entrega de todas las personas, grupos y entidades que, desde diversas opciones y dedicaciones, permiten responder con claridad y calidez a los problemas y necesidades de muchas personas y familias que han perdido la esperanza y que entre todas se la podemos devolver.

No en balde Caritas significa caridad, amor. Y nos obliga a todos. El Santo Padre Benedicto XVI nos lo recuerda en su primera encíclica Caritas in Veritate: “La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber. En la actualidad, muchos pretenden pensar que no deben nada a nadie, si no es a sí mismos. Piensan que sólo son titulares de derechos y con frecuencia les cuesta madurar en su responsabilidad respecto al desarrollo integral propio y ajeno”.

Caritas Madrid, es bueno recordarlo, es el organismo oficial de la Iglesia de Madrid para promover, orientar, coordinar, y en su caso, federar la acción caritativa y social en la propia Diócesis, teniendo por objetivo la realización de la acción caritativa y social de la Iglesia. Este aspecto la diferencia bien de una mera ONG. Se organiza a nivel parroquial, arciprestal y en la 8 Vicarías episcopales de Madrid.

Es una labor que nace del amor y del sufrimiento de Nuestro Senor Jesucristo en la Cruz. Es en ÉL, en quien los voluntarios de Caritas Madrid encuentra la razón y el ser de su actuación en favor de los más necesitados. Y como todos somos Iglesia, todos debemos estar orgullosos de la labor realizada por Caritas Madrid.

No basta estar orgullosos, es necesario implicarnos y colaborar cada vez más. Cada uno a su modo, pero recordando -citamos una vez más a Benedicto XVI- que la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es un humanismo cristiano, que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios. La disponibilidad para con Dios provoca la disponibilidad para con los hermanos y una vida entendida como una tarea solidaria y gozosa. Al contrario, la cerrazón ideológica a Dios y el indiferentismo ateo, que olvida al Creador y corre el peligro de olvidar también los valores humanos, se presentan hoy como uno de los mayores obstáculos para el desarrollo. El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. Solamente un humanismo abierto al Absoluto nos puede guiar en la promoción y realización de formas de vida social y civil -en el ámbito de las estructuras, las instituciones, la cultura y el ethos-, protegiéndonos del riesgo de quedar apresados por las modas del momento. La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas”.

José Alberto Rugeles. Gaudiumpress.org