22.08.12

Vidi speciosam de Tomás Luis de Victoria: audición comentada

A las 11:41 AM, por Raúl del Toro
Categorías : General

Después de abordar hace unos días la cuestión de la música sacra católica actual en sus líneas generales, quiero compartir hoy con ustedes un bellísimo ejemplo de lo que la Iglesia define como música sacra. 


 

El vídeo del motete se puede ver en la portada de Infocatólica desde hace unos días (concretamente desde el día de la Asunción). En él aparece el texto latino con su “traducción simultánea”, junto con algunas explicaciones. Quizá muchos de ustedes ya lo hayan visto. No importa: en estas líneas encontrarán motivos para disfrutarlo todavía más.


 

Si a alguien le parecen un poco largas las palabras que siguen ahora, que no piense en todo lo que digo, sino en todo lo que he tenido que dejar de decir por no extenderme en exceso. Les aseguro que esta obra de Victoria, como tantos otros ejemplos de la verdadera música sacra, es un tesoro  inagotable del que siempre se pueden sacar cosas nuevas y viejas.


 

El motete Vidi speciosam de Tomás Luis de Victoria (1548-1611) fue publicado por vez primera en 1572, dentro de su libro Motecta quae 4, 5, 6, 8 vocibus concinuntur. Litúrgicamente se trata del responsorio correspondiente a la primera lectura del primer nocturno de los Maitines de la Asunción de la Virgen María, según la ordenación del oficio divino previa a la reforma del mismo posterior al Vaticano II. 


 

Para quienes quieran situarlo litúrgica y espiritualmente: la lectura a la que estaba primitivamente asociado era el comienzo del capítulo 1 del Cantar, donde entre otras cosas la Amada dice:


 

Llévame contigo, ¡corramos!;

condúzcame el rey a su alcoba;

disfrutemos y gocemos juntos, 

saboreemos tus amores embriagadores.


 

 A partir de 1911, en virtud de la reforma del Oficio Divino promulgada por San Pío X en la constitución apostólica Divino Afflatu, la lectura a la que va asociado pasa a ser Génesis 3, 9-15. Es el pasaje en el que, después del pecado original, Dios promete a la Mujer la victoria sobre el demonio: 


 

Esta te aplastará la cabeza,

cuando tú la hieras en el talón. 


 

Como se ve, en ambos casos se trata de pasajes bíblicos en los que hay una referencia implícita al misterio de la Asunción de María. En el Cantar, en cuanto que es llevada por Dios “a su alcoba”. En el Génesis, por su victoria sobre el demonio que le permite ser asumida por los cielos.

 

En lo musical, este motete es muy representativo del estilo que impulsó el Concilio de Trento: inspiración en el canto gregoriano, claridad del texto y ausencia de cualquier  alusión a la música profana. Estos criterios para la música polifónica han sido reafirmados posteriormente por la Iglesia: San Pío X, por ejemplo, habló con especial claridad en su motu proprio Tra le sollecitudini (22-XI-1903) poniendo como ejemplo de música sacra a la polifonía de la escuela romana del siglo XVI y citando expresamente a Palestrina, de quien más que posiblemente fue discípulo Tomás Luis de Victoria. El Concilio Vaticano II asumió esta enseñanza en los números 112, 114 y 116 de la Sacrosanctum Concilium.


 

Obviamente esta música es muy diferente de la que habitualmente se escucha ahora en nuestras iglesias, tan rápida, simple y práctica. Uno de sus aspectos más llamativos será seguramente la calma, la amplitud del movimiento. Hoy todo el mundo tiene prisa, hay gran preocupación porque las misas dominicales no se alarguen mucho más allá de ese límite psicológico de los 45 minutos. Ya se sabe: hay que irse enseguida a la playa, al campo, al monte, a pescar, a tomar el vermouth, a donde sea. Lógicamente, este ambiente no deja mucho lugar a belleza tan subida como la del motete de Victoria. 


 

Esta música, al igual que el canto gregoriano, está mucho más cerca de la lectio divina. No se trata de decir o cantar un texto porque hay que decirlo, y cuanto antes acabemos mejor. Se trata de poner el alma en consonancia de la voz (SC, 11), de rumiar las palabras, de esperar con calma, de “oír con el oído del corazón” que dice San Benito y, dentro de la liturgia, dejar que se eleve así el corazón -sursum corda- llevado en volandas por los textos sagrados. Ya se cante o ya se participe interiormente de lo que otros cantan, ésta y no otra es la participación consciente, activa y fructuosa que pide el Vaticano II, tan diferente de esa mera participación gutural -fonética a que parece haber quedado reducida en la práctica.

 

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Comentario de la audición:


 

Como responsorio que es, el motete está estructurado en dos partes que corresponden respectivamente al cuerpo (Vidi speciosam…) y al versículo (Quae est ista…) del responsorio. Después del versículo Quae est ista se repite la parte del cuerpo denominada repetendum, que en este caso empieza en et sicut dies verni


 

Cada una de las dos partes se divide a su vez en varias secciones, una por cada frase del texto. En cada sección, la frase se repite dos, tres o más veces, siempre con un comienzo musical característico, lo que se llama un motivo. En el vídeo se ve muy claro: cada cambio de frase-sección va acompañado de un cambio de imagen. 


 

Quienes, por falta de costumbre, no acierten la primera vez a percibir este motivo característico de cada sección, no se desanimen: escúchenlo de nuevo. Cuanto más lo escuchen mejor lo comprenderán, y más les gustará. Les espera un mundo de belleza quizá desconocido.


 

Oigamos el sublime comienzo: Vidi speciosam, “la vi, hermosa”. La palabra vidi, “la vi”, se prolonga dulcemente durante varias notas sobre la sílaba tónica vi. El compositor  no está evocando la simple acción cotidiana: “ver”. Más bien está contemplando esa visión de María que se eleva en cuerpo y alma para ser asumida por los cielos. Y puesto que es hombre y no ángel, necesita tiempo para esta contemplación, el tiempo que nos ofrece la música.


 

Algo parecido ocurre con la palabra siguiente: speciosam, “hermosa”. Pero aquí Victoria ha querido poner un énfasis especial. Esta palabra, que pretende expresar la belleza de la Virgen en su Asunción, ha merecido por parte del compositor un melisma, esto es, una serie más bien larga de notas diferentes sobre una misma sílaba: spe. Al relatar lo que vio, el vidente queda como absorto, arrobado, suspendido en el melisma.


 

Atención a la palabra ascendentem (“elevándose”) a partir de 00:36. Un motivo melódico ascendente refuerza poderosamente el sentido de la palabra todas las veces que ésta aparece, ya sea en las voces agudas o en las graves. Es uno de los tantos recursos que los compositores de esos siglos solían tomar prestados de la oratoria. La figura en cuestión se llama ascensus o, con el término griego más habitual en los ambientes musicales especializados, anábasis.


 

Otro momento especialmente interesante es la musicalización de circumdabant (“rodeaban”) a partir de 02:33. Aparece un motivo melódico que gira alrededor de una misma nota, y que por eso mismo en retórica recibe el nombre de circulatio. Más claro todavía a partir de 03:00. Mediante esta figura musical de la circulatio la música de Victoria nos ayuda a contemplar mucho mejor a la Virgen rodeada de rosas y lirios.


 

Después de la filigrana contrapuntística alrededor de la circulatio, a partir de 03:18 llega la siguiente frase con un motivo vigoroso, rotundo, cuyo ritmo nace con especial naturalidad del texto: et lilia… Recordemos que desde antiguo el lirio es uno de los símbolos de la Virgen. En el Cantar de los Cantares (2, 1) la Amada dice: 


 

Soy flor del campo,

y lirio de los valles.


 

 A lo que el Amado responde:


 

Como el lirio entre espinas,

así es mi amada entre las hijas.


 

San Bernardo explica las espinas significan el pecado del mundo. De ahí que la asociación de estos versículos con la inmaculada concepción de la Virgen sea casi directa. Y ya sabemos lo que en aquel tiempo significaba esto para un español como Victoria. Aparte del natural carácter conclusivo que corresponde a esta parte del motete, también aparece ahí una posible explicación del entusiasmo con que repite una y otra vez: et lilia, et lilia, et lilia…


 

En 04:00 comienza el versículo, y partir de 04:11 Apreciamos de nuevo la figura musical del ascensus que refuerza la palabras ascendit per desertum.


 

Una última alusión a la maestría de Victoria en la retórica musical: a partir de 04:45 en la expresión sicut virgula fumi. La palabra fumi (“de humo”) es musicalizada todas las veces con un ágil motivo ascendente que parece como serpentear hacia lo alto, sin duda como columna de humo perfumada de mirra e incienso.