22.08.12

Perú: los jesuitas están con la “universidad rebelde”

A las 2:38 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América

La Compañía de Jesús es parte esencial de la “universidad rebelde” del Perú, ex Pontificia y Católica. Los sacerdotes jesuitas han estado presentes en esa institución desde su inicio. Ahora, en medio del conflicto del claustro con la Santa Sede, la orden salió a defender la postura de las autoridades universitarias. Para hacerlo lamentó el quite de títulos dictaminado con aprobación papal, criticó el decreto firmado por el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, y llamó a la Iglesia a retomar el diálogo.

Mientras la directiva de la ex PUCP mantiene una posición de abierto desafío a las disposiciones de Roma, los jesuitas creen todavía posible salvar la situación. Al menos eso manifestó el provincial de la Compañía de Jesús en el Perú, Miguel Gabriel Cruzado Silveri, en una carta a Salvador Piñeiro, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana.

Un largo texto de cinco páginas cuyo contenido excede las fronteras del país, porque se mandó con copia al prepósito general de la orden, Adolfo Nicolás; al secretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertone; al prefecto para la Educación Católica, Zenon Grocholewski y al flamante prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller.

En la misma Cruzado Silveri recordó la presencia jesuita en la universidad, cuyo ápice se logró con los rectores Rubén Vargas Ugarte (1947-1953) y Felipe Mac Gregor (1963-1977) y la ensalzó como un “instrumento eficaz para la evangelización”, así como “fuente de crecimiento de vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y al apostolado laical”.

En el resto de la carta (de la cual citamos abajo los pasajes más importantes) el provincial prácticamente defendió los puntos que determinaron la rebeldía de la cúpula universitaria. Por ejemplo, aunque la Santa Sede pidió varias veces y sin éxito que los estatutos del centro educativo se adecúen a la constitución apostólica “Ex Corde Ecclesiae”, para el superior jesuita la ex PUCP desarrolla su misión, “en lo fundamental y de manera siempre perfectible, dentro del espíritu” de ese documento.

Con el clásico sello de la retórica jesuita, la misiva quiso dejar constancia que todo estaba bien en la universidad, hasta ahora. Como si un conflicto de casi 40 años no hubiese jamás existido. Claro, reconoció “la presencia efectiva de voces discrepantes con relación al carácter católico y eclesial”, pero la consideró como una realidad “propia de toda institución universitaria”. Además expresó “profundo pesar” por el enfrentamiento público de hermanos en la fe, situación que “perjudica seriamente el servicio eclesial”. Y remató: “Es muy doloroso comprobar que esta situación de conflicto ha deteriorado gravemente la credibilidad de nuestro mensaje evangelizador, principalmente entre los jóvenes del Perú”.

También lanzó dardos contra el decreto de quite de títulos firmado por el cardenal Secretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertone, argumentando que este “choca con múltiples escollos de orden jurídico para su correcta aplicación, hasta el punto de poder generar lamentables enfrentamientos entre la Santa Sede y el Estado Peruano”.

Era esperable la cerrada defensa del provincial jesuita a los motivos de la “universidad rebelde”. La respuesta la dio el mismo Cruzado Silveri al inicio de su carta. Si la Compañía de Jesús estuvo presente desde el principio en esa casa de estudios, sus sacerdotes fueron testigos de la gestación y el desarrollo de la desobediencia. Vieron ante sus ojos como una ideología se impuso lentamente a una estructura y trastocó su natural orden establecido. No intervinieron; entonces consintieron y, quizás, instigaron.

Por eso la carta de su provincial carece de cualquier autocrítica sobre la dirección y el rumbo de la ex PUCP. Ni tampoco incluyó un compromiso por la mesura, ante los insultos públicos del rector y compañía. Algo grave en extremo. Porque, a final de cuentas, las autoridades universitarias se han declarado en rebeldía contra el Papa. Parece que, para los jesuitas peruanos, eso no significa nada. ¿Y el cuarto voto? San Ignacio debe estarse retorciendo en su tumba.


 

Lima, 20 de agosto de 2012

Excmo. Sr. Arzobispo Salvador Piñeiro
Presidente de la Conferencia Episcopal
Presente

Los jesuitas, como usted sabe, estamos presentes en la PUCP desde su fundación, participamos activamente en su vida académica y pastoral, y la conocemos ampliamente.

Nuestro deseo de seguir en la PUCP no responde sólo al hecho de que siempre hemos estado en ella, sino al convencimiento de que esta universidad sigue siendo un instrumento idóneo y eficaz para la evangelización y para fomentar los valores que no se deben perder.

La PUCP también ha sido y es fuente y lugar de crecimiento de vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y al apostolado laical. Son innumerables los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos, de carismas diversos, que hoy animan a la Iglesia del Perú y que se han formado en sus aulas.

Esta valoración positiva de la labor académica y pastoral de la PUCP no nos hace desconocer, por otro lado, que puede haber dificultades y la presencia efectiva de voces discrepantes con relación al carácter católico y eclesial de la PUCP. Sin embargo consideramos que esas dificultades son, en cierto sentido, propias de toda institución universitaria que quiere promover la verdadera libertad y autonomía en la búsqueda y comunicación del saber.

Reconociendo estas dificultades, creemos sin embargo que la PUCP desarrolla su misión, en lo fundamental y de manera siempre perfectible, dentro del espíritu y orientaciones de la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae.

Expresamos nuestro profundo pesar por una situación que ha terminado enfrentando públicamente a hermanos en la fe y perjudica seriamente el servicio eclesial. En nuestra labor pastoral son cada vez más numerosas las personas que se acercan para manifestarnos su perplejidad y desaliento. No entiende cómo se ha llegado a tal estado de cosas a pesar de la sabiduría secular que caracteriza a la Iglesia en la resolución de conflictos.

Es muy doloroso comprobar que esta situación de conflicto ha deteriorado gravemente la credibilidad de nuestro mensaje evangelizador, principalmente entre los jóvenes del Perú.

El decreto emitido por el cardenal Secretario de Estado no ha recibido de parte de amplios sectores de la PUCP y de la sociedad peruana la aceptación que se podía haber esperado, y choca con múltiples escollos de orden jurídico para su correcta aplicación, hasta el punto de poder generar lamentables enfrentamientos entre la Santa Sede y el Estado Peruano.

La ansiada solución podría venir de la Propuesta de reforma de estatutos acordada entre los representantes del Arzobispado de Lima y de la PUCP el día 31 de marzo del presente año.

De no conseguirse un acuerdo, se corre el riesgo de que la Iglesia pierda una institución académica de la mayor calidad y excelencia, y por la polarización de las posturas, se exacerben los sentimientos de amargura y animadversión contra nuestra Iglesia. Al mismo tiempo, nos preocupa hondamente la negativa repercusión que podrían tener para la tarea evangelizadora los juicios pendientes en varias instituciones judiciales del país, más aún si el conflicto trascendiera al plano internacional.

Suyo afectísimo en el Señor,

Miguel Gabriel Cruzado Silveri, S.J.
Provincial de la Compañía de Jesús en el Perú

Versión completa de la carta del provincial jesuita aquí