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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 26 de agosto de 2012

Santa Sede

La disyuntiva entre servir al verdadero Dios o a los falsos ídolos
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus

Nuestra Señora del Lago, signo visible de fe y devoción a María
El cardenal Bertone visitó la capilla inaugurada por Pablo VI en 1977

Enviado especial por el 475 aniversario de la primera diócesis de Perú y de Sudamérica
El papa ha nombrado al cardenal Raúl Eduardo Vela Chiriboga

Mundo

Uruguay: Cuatro mil jóvenes dispuestos a encontrarse con Cristo
Mensaje del cardenal Kylko a la 34 Jornada nacional de la Juventud

Observatorio jurídico

Un sainete judicial
El caso del magistrado español Andrés Ollero

Comentario al Evangelio

¿A quién iremos?
Comentario al evangelio del Domingo 21° del T.O./B

Foro

La herencia de Juan Pablo I
Hoy se cumplen 34 años de la elección del papa Luciani

Un orden que es desorden
Que los nuevos gobernantes de México se planteen qué pueden hacer por los pobres

Documentación

Creer en Jesús para poder conocerlo
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus

'¡Abran verdaderamente sus corazones a Cristo!'
Mensaje del cardenal Stanislaw Rylko a la 34 Jornada Nacional de la Juventud de Uruguay


Santa Sede


La disyuntiva entre servir al verdadero Dios o a los falsos ídolos
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus
CASTEL GANDOLFO, domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- A las 12 horas de hoy Benedicto XVI se asomó al balcón del patio interno del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo y recitó el Ángelus junto a los fieles y a los peregrinos presentes.

En su introducción a la oración mariana, Benedicto XVI ha comentado el evangelio de la liturgia dominical que, tras el discurso del "pan de vida" del domingo pasado, presenta la reacción de los discículos a ese discurso.

"Una reacción --dijo el papa- que fue el mismo Cristo, de manera consciente, quien la provocó".

Según relata el evangelista Juan, muchos de sus discípulos abandonaron a Jesús en ese momento.

Según Benedicto XVI, la revelación de Jesús --"el que come mi carne y bebe mi sangre vivirá para siempre"- tenía palabras difíciles de aceptar: "Esta revelación fue incomprensible para ellos, porque la entendían en sentido material, cuando en esas palabras se preanunciaba el misterio pascual de Jesús, mediante el cual Él se entregaría por la salvación del mundo: la nueva presencia en la Sagrada Eucaristía".

Sobre la respuesta de Pedro, al preguntar Jesús a los apóstoles si también ellos querían marcharse: "Señor a quién iremos", el papa comentó un pasaje de san Agustín que comenta la fe de Pedro: "Hemos creído para poder conocer; Si, en efecto, hubiéramos querido conocer antes de creer, no hubiéramos sido capaces ni de conocer ni de creer. ¿Qué cosa hemos creído y qué cosa hemos conocido? Que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, por tanto, tú eres la misma vida eterna, y en la carne y en la la sangre nos das de lo que tú mismo eres" (Comentario al Evangelio de Juan, 27, 9)".

Por último el papa se centró en la figura de Judas: uno que no creía. Pudo haberse ido pero, dijo el papa, "permaneció no por fe, no por amor, sino con la secreta intención de vengarse del Maestro".

Recordó que Judas era un zelote, y quería un Mesías triunfante. Jesús había decepcionado las expectativas.

"El problema -subrayó Benedicto XVI es que Judas no se fue, y su fallo más grave fue la mentira, que es la marca del diablo".

Concluyó invitando a pedir "a la Virgen María, que nos ayude a creer en Jesús, como san Pedro, y a ser siempre honestos con Él y con todos".

Se puede leer el texto completo del discurso en: http://www.zenit.org/article-42982?l=spanish.

Al concluir el rezo del Ángelus, el papa se dirigió a los distintos grupos lingüísticos. A los hispanohablantes que estaban allí, les dijo: "Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La liturgia de la Palabra de este domingo nos ha presentado la disyuntiva entre servir al verdadero Dios o a los falsos ídolos. Invito a todos a proclamar con valentía la opción incondicional por Aquel que tiene palabras de vida eterna, Jesucristo, el Santo de Dios. Él no nos dejará de su mano y seguirá obrando maravillas, guiándonos a la tierra prometida, a la vida eterna. Feliz domingo".

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Nuestra Señora del Lago, signo visible de fe y devoción a María
El cardenal Bertone visitó la capilla inaugurada por Pablo VI en 1977
José Antonio Varela Vidal

ROMA, Domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- A fin de conmemorar ayer el 35 aniversario de la capilla de “Nuestra Señora del Lago”, ubicada en la parte baja de Castelgandolfo (a 26 kilómetros de Roma), el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, presidió una concurrida celebración eucarística a la que asistieron pobladores y autoridades locales.

Este recinto religioso se caracteriza por estar enclavado en el balneario que circunda el lago Albano, con una estética vanguardista para su época que se fusiona con acierto en el paisaje. Esto gracias a sus estructuras semiabiertas que en el centro alzan una cruz blanca, como es el color de la vida naútica y de la pureza reconocida en la Virgen María.

En un ambiente festivo, y luego de ser recibido con las notas del Himno Pontificio por la banda de la Gendarmeria Vaticana, el número dos del Vaticano inició la misa acompañado por el obispo diocesano del lugar, monseñor Marcello Semeraro y los sacerdotes salesianos de la parroquia matriz de Santo Tomás de Villanueva.

Una misión eterna

Durante su homilía, Bertone confortó a los fieles transmitiéndoles la cercanía del papa Benedicto XVI, quien le había encomendado impartirles su bendición al final de la misa, lo que cumplió con toda solemnidad.

Refiriéndose al evangelio, invocó a los fieles a vivir su misión ofreciendo la propia vida, dado que aquella no es un compromiso solo terrenal, sino eterno, de vida eterna. Como también lo es el pan que alimenta y sostiene al que vive en comunión con Dios, “y no lo abandona a la primera dificultad”, subrayó.

La ocasión fue propicia para que el secretario de Estado recordara que la capilla había sido visitada por dos papas, Pablo VI, que fue el inspirador de la obra y por Juan Pablo II que llegó hasta allí en 1979, refiriéndose a ambos como testimonios auténticos de fe en María y que siempre estuvieron protegidos por Ella.

Terminada la misa, las celebraciones patronales siguieron con la tradicional procesión y el cortejo de la imagen mariana en barco a través del amplio lago, un lugar digno de visitar durante la peregrinación hacia la capilla pontificia.

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Enviado especial por el 475 aniversario de la primera diócesis de Perú y de Sudamérica
El papa ha nombrado al cardenal Raúl Eduardo Vela Chiriboga
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- El papa Benedicto XVI nombró este sábado al cardenal Raúl Eduardo Vela Chiriboga, arzobispo emérito de Quito, Ecuador, su Enviado Especial a la celebración del 475 aniversario de la primera diócesis de Perú y de Sudamérica, la actual diócesis de Cuzco. La celebración tendrá lugar del 24 al 28 de octubre de 2012.

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Mundo


Uruguay: Cuatro mil jóvenes dispuestos a encontrarse con Cristo
Mensaje del cardenal Kylko a la 34 Jornada nacional de la Juventud
MONTEVIDEO, domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- Uruguay se prepara a celebrar su 34 Jornada nacional de la Juventud, en la ciudad de Maldonado, los próximos 1 y 2 de septiembre, con la esperada participación de unos cuatro mil jóvenes de todo el país, con el lema "Encontráte con Cristo, tu vida cambiará". Con este motivo el presidente del Consejo Pontificio para Laicos, cardenal Stanislaw Rylko, ha enviado a los jóvenes uruguayos un mensaje.

En su mensaje --publicado en la página web de la Conferencia Episcopal de Uruguay--, el cardenal Rylko exhorta a los jóvenes a abrir “verdaderamente” sus corazones a Cristo, a escuchar su Palabra y a convertirse diariamente para seguirlo mejor. “El nunca los decepcionará” asegura el presidente del Pontificio Consejo para Laicos. “Él es el Buen Pastor que los guiará a vivir una vida buena y útil”, subraya.

El cardenal Rylko invita a los jóvenes a tener confianza en los pastores que Cristo “les ha mandado: sus obispos y sacerdotes, sus responsables de pastoral juvenil”.

“Ustedes, jóvenes, son los misioneros del Evangelio para los demás jóvenes de su país. La Iglesia los envía en misión en nombre de Cristo. ¿Quién mejor que ustedes puede anunciar el amor de Cristo a sus contemporáneos?”, subraya el presidente del Consejo Pontificio para Laicos. En este sentido, exhorta a los jóvenes a orar y buscar juntos como responder mejor a esta misión. “Recibirán la inmensa alegría de ver surgir y crecer entre sus amigos nuevos discípulos de Jesús”, asegura el cardenal Rylko.

El purpurado recuerda en su mensaje que el santo padre ha invitado a los jóvenes de todo el mundo a las Jornadas Mundiales de la Juventud en Río de Janeiro en julio del 2013. "Espero de todo corazón que también los jóvenes de Uruguay puedan participar en este momento de gracia. Los invito a prepararse a esta próxima JMJ meditando en sus grupos el tema “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones", afirma.

Y concluye deseando que esta Jomada Nacional de la Juventud "sea para cada uno de los participantes un tiempo de encuentro con Cristo para que a partir de Él puedan dar testimonio de la alegría de la fe con mucho entusiasmo en los diversos ambientes en los que se encuentran".

Se puede leer el texto completo del mensaje en:http://www.zenit.org/article-42976?l=spanish.

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Observatorio jurídico


Un sainete judicial
El caso del magistrado español Andrés Ollero
MADRID, viernes 24 agosto 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a nuestros lectores, en la sección Observatorio Jurídico, un artículo de nuestro colaborador habitual Rafael Navarro-Valls, miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Esta vez aborda el tema de la función de los jueces y la cuestión de su imparcialidad.

*****

Rafael Navarro-Valls

El mes de agosto suele ser el de las "serpientes de verano". La escasez de noticias convierte en "première mondiale" sucesos curiosos o de poca entidad. Figúrense ustedes que la noticia estrella en este mes de agosto español --aparte de los lamentables incendios provocados- es la de una octogenaria que, llena de buena intención, pero nula técnica, ha intentado "reparar" por libre un cuadro de una Iglesia rural, transformándolo en un adefesio. La noticia lleva camino de convertirse en sainete mundial en el ciberespacio.

Algo de sainete --aunque con un trasfondo de drama judicial- tiene la noticia de que un magistrado del Tribunal Constitucional español acaba de ser encargado de elaborar la ponencia que conocerá del recurso de inconstitucionalidad presentado contra la ley de "Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo", conocida por ley de aborto de plazos. El tema no tendría mayor importancia --un simple proceso de mecánica judicial- si no fuera porque el ponente es un prestigioso jurista español, conocido, entre otras muchas cosas, por algunos trabajos técnico/jurídicos reticentes con la figura jurídico/médica del aborto provocado.

"Santidad, deshaga las maletas"

Tal vez por la escasez de noticias, alguna prensa española --jaleada por el partido que elaboró la ley objeto de examen de constitucionalidad- ha puesto el grito en el cielo (nunca mejor dicho) exigiendo que el magistrado en cuestión renuncie al encargo recibido de sus compañeros de Tribunal. El motivo, aparte de sus escritos científicos sobre el tema del aborto, es su condición de miembro del Opus Dei, institución de la Iglesia Católica que, como cualquier otra organización de esa Iglesia, defiende el derecho fundamental a la vida, también la del no nacido.

El alboroto de algún sector de la prensa me recuerda algunos sucesos históricos de la carrera a la presidencia de Estados Unidos, a la que estos días asistimos. No me refiero a Obama y Romney, sino a dos católicos que aspiraron --uno con éxito- a la Casa Blanca: Al Smith y John F. Kennendy. Permítanme que me refiera a ellos, por la relación con el tema del magistrado español.

Como es sabido, el primero --durante cuatro mandatos Gobernador de Nueva York y católico- fue elegido candidato demócrata a la Presidencia en las elecciones de 1928. Un sector de sus adversarios comenzó una campaña --a la que se unió el Ku Klux Klan- poniendo en duda que un presidente católico pudiera armonizar su fe con los principios de libertad religiosa y separación Iglesia/Estado establecida en la Constitución. Prácticamente acusaron al candidato demócrata de preparar el terreno para que el papa se apoderara de América. Al Smith perdió las elecciones. La leyenda política narra jocosamente que el vencido envió al pontífice este escueto telegrama : "Santidad, deshaga las maletas".

Cuando empezó la campaña de Kennedy en 1960, el joven candidato no temía demasiado que su condición de católico se convirtiera en un problema intelectualmente relevante . Lo que temía --y en parte se confirmó- es que las manipulaciones de sus adversarios lo transformaran en lo que Schlesinger llamó "una ominosa corriente de rencor subterráneo", que lo asemejara a una especie de hooligan católico. Lo que podría llamarse la ofensiva del "macarthysmo religioso". Ganó las elecciones, a pesar de los recelos, y con su triunfo rompió una barrera que constituyó un enorme salto hacia adelante en materia de tolerancia religiosa.

La laicidad beata

Hoy, en la Cámara de Representantes de Estados Unidos hay más de 150 congresistas católicos; en el Senado, uno de cada cuatro. Y en el Tribunal Supremo (el equivalente al Constitucional español) de 9 magistrados, 6 son católicos. Ciertamente, en las sesiones (hearings) y los interrogatorios previos se pregunta de todo. Pero una vez confirmado por el Senado, jamás se le ha discutido a uno de los magistrados la atribución de una ponencia basándose en sus idea religiosas. Lo cual nos lleva de nuevo al caso del magistrado español.

Andrés Ollero --que así se llama el jurista de marras- fue elegido magistrado del TC español por los votos de una coalición circunstancial de los dos grandes Partidos españoles. Una confortable mayoría de doscientos sesenta miembros del Congreso de los Diputados. Anteriormente, se sometió --como los otros nominados- a un interrogatorio en la correspondiente Comisión del Congreso. Se le preguntó de todo y salió "indemne" del debate.

Resucitar ahora el tema, es un inútil ejercicio de guerra fría religiosa, una especie de "laicidad beata" llena de nerviosismo ante posiciones en la vida pública, cuya gran herejía ideológica consiste en alinearse en categorías jurídicas insertas en el código genético de Occidente. Una suerte de policía mental, cuyos agentes se dedican a una nueva caza de brujas, en la que la primera baja suele ser la libertad. En definitiva, una discutible intromisión en los trabajos internos de una institución que si tiene necesidad de algo es de sosiego para emitir imparcialmente sus sentencias.

La función de los jueces

Desde luego, éstas últimas no son traídas de París por pacíficas cigueñas. Son "paridas" por personas de carne y hueso: con pasiones, convicciones y prejuicios. Entre otras cosas, porque los jueces son humanos, sus sentencias beben de estados de opinión que subyacen en las corrientes políticas y económicas de cada época. Es injusto e inútil intentar recluir en el Pantheon jurídico todas las convicciones conexas con el mundo de los valores, marcando con la sospecha a las personas (incluidas los jueces) que mantienen posiciones profundamente arraigadas. Con esta postura condenamos al exilio a todo un sector amplísimo de la clase judicial.

A un jurista no hay que pedirle que carezca de convicciones. Lo que se le pide es que, al desempeñar su cargo en un Tribunal, no anteponga sus ideas personales al respeto de las leyes, ni busque sus intereses por encima de los del bien común. Sería suicida poner en duda la cualificación de un creyente para el ejercicio de un puesto judicial. Si lo hacemos, tendríamos que recluir en el mismo apartheid a todos los otros magistrados de firmes convicciones ideológicas de signo contrario. Si un creyente fuese sospechoso de parcialidad, los restantes no creyentes o posicionados en posturas ideológicas opuestas serían sospechosos de quintacolumnistas. El desorden axiológico y jurídico sería descomunal.

Presunción de imparcialidad

El problema de un juez pertrechado de un bagage de convicciones, del signo que sean, es mantener jurídicamente operativas --en los casos que es llamado a juzgar- las que contribuyen al bien común y moderar las que no se ajustan al derecho aplicable. El dilema es que las interpretaciones posibles de un cuerpo legal son varias. Los juristas solemos decir que el Derecho sería muy aburrido si todos opináramos lo mismo. Lo cual no quiere decir, claro está, el posicionamiento en un limbo jurídico en que todo vale.

No hay que olvidar que los magistrados del Tribunal Constitucional nadan en aguas turbulentas y son requeridos por multitud de opiniones políticas, sociológicas, religiosas o ecológicas de tipos muy diversos. En medio de esa barahúnda no es raro que algunos traten de aislar al adversario con acusaciones que lo pongan en cuarentena; exiliarlo del campo de lo políticamente correcto, impidiéndole cualquier matización de las reglas del juego. Frente a estas muestras de intolerancia, la sociedad debe crear anticuerpos que garanticen el fair play. Especialmente en el marco jurídico de ese pequeño organismo con inmenso poder que es el Tribunal Constitucional.

Comentando esta cuestión, un agudo colega ha escrito: "El que solo se inquieta por la parcialidad de una parte es parcial por definición, por mucho que enarbole la bandera de la imparcialidad y jure que vive al lado del auditorio universal o de la comunidad ideal de hablantes". Coincido con él. El punto de partida del juego jurídico en que está embarcada la sociedad española necesariamente ha de ser la presunción de imparcialidad de los investidos de la función de juzgar. Salvo que los hechos demuestren lo contrario, en cuyo caso habría que replantearse el sistema de selección de los mismos. Pero esta es otra cuestión que desborda el caso concreto que comento. 

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Comentario al Evangelio


¿A quién iremos?
Comentario al evangelio del Domingo 21° del T.O./B
ROMA, domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el comentario al evangelio de este domingo del padre paulino Jesús Álvarez.

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P. Jesús Álvarez SSP

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían:«¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?» Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen». En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede». Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios».(Jn. 6, 60-69).

La mayoría del auditorio se “escandaliza” ante la promesa del Pan de Vida, y no acepta el lenguajedesconcertantedeJesús, un pobre carpintero del pueblo; y la mayoría opta por lo más fácil: abandonar. Este alejarse de Cristo, Pan de Vida, sigue repitiéndose a través de la historia: casi todas las iglesias separadas y las sectas no admiten la Eucaristía, y sus adeptos no acceden al don más grande de Dios para sus hijos: Cristo Pan de Vida eterna.

Pero lo que más “escandaliza” es que la mayoría de los mismos católicos, una vez que han hecho la primera comunión, abandonan la Eucaristía y la Iglesia. Además, ni siquiera comulgan todos los que van a misa, porque, quizás, no creen lo suficiente en Cristo resucitado, presente en la Eucaristía.

Más aún: Incluso una buena parte de los que comulgan, no creen ni aman a Quien reciben. Se contentan con el rito, e ignoran a Cristo presente. Prefieren una vida cómoda, sin el esfuerzo sincero para acoger e imitar a Jesús, el único que puede llevarnos a disfrutar de la vida y la gloria eterna con Él. Quien no cree en Cristo resucitado presente en la Eucaristía, ¿cómo podrá reconocerlo y acogerlo cuando se le presente al final de su vida?

La catequesis eucarística falla por la base cuando se preocupa más de la doctrina y del rito, que de guiar al catequizando en el encuentro personal con Cristo resucitado presente en la Eucaristía y en su vida. Hay hambre de Cristo, pero también anemia espiritual por falta de real experiencia de Jesús resucitado en la Eucaristía.

La Eucaristía sin fe y sin amor a Cristo y al prójimo, es un fatal contrasentido. Como el beso hipócrita de Judas. Al respecto afirma san Pablo: “Se tragan la propia condena”. ¡Dios nos libre de tan grande e irremediable desgracia! Urge, pues, verificar nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, y suplicarle con insistencia que aumente nuestra fe y amor hacia él: Yo creo, te amo y en ti espero, mas aumenta mi fe, mi amor y mi esperanza.“Señor mío y Dios mío”.

Repitamos con Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Sólo tú tienes palabras de vida eterna”. Creemos más allá de las apariencias, somos felices por creer y amar sin ver, y asociamos nuestras cruces a la Cruz de Cristo, que nos merecerá la resurrección para la vida eterna. Sabemos que, además de palabras de vida eterna, nuestro Salvador tiene sobre todo hechos de vida eterna.

Jesús es nuestra luz, alegría, paz y salvación; creemos y vivimos en su presencia y su amistad infalible: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.

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Foro


La herencia de Juan Pablo I
Hoy se cumplen 34 años de la elección del papa Luciani
+ Vincenzo Bertolone

Arzobispo metropolitano de Catanzaro-Squillace

ROMA, Domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- El verano de 1978 no fue un verano cualquiera para la Iglesia católica. El 6 de agosto, después de quince años de pontificado, falleció Pablo VI. El 26 de agosto, después de un rapidísimo cónclave —dos días y cuatro votaciones— fue elegido Papa el patriarca de Venecia, que tomó el nombre de Juan Pablo I: Albino Luciani, «el Papa de la sonrisa», «el Papa humilde», «el Papa catequista», «el Papa párroco del mundo», «la sonrisa de Dios». El 17 de octubre de 1978 habría cumplido 66 años, pero aquel cumpleaños  no lo celebró. Su pontificado duró solo 33 días. Al alba del 28 de septiembre, el nuevo Pontífice fue encontrado exánime en su dormitorio.

Queremos recordarlo con ocasión de su elección a la sede pontificia. Al día siguiente de su elección, en la Capilla Sixtina, delante del altar bajo “el Juicio” de Miguel Ángel, «el humilde y último siervo de los siervos de Dios» lanzó el primer y único mensaje en mundovisión: el discurso urbi et orbi. Teniendo aún «el alma agobiada por el pensamiento del tremendo ministerio» de sacerdote, maestro y pastor, pero a la vez seguro de la «presencia confortante y dominante del Hijo de Dios» en la Iglesia, «teniendo su mano en la de Cristo» y «apoyándose en él», «autor de la salvación y principio de unidad y de paz», amablemente se dirigió a todos los hombres, viendo en ellos «únicamente» a amigos y hermanos «sedientos de vida y de amor».

Su discurso se articuló en seis puntos programáticos, presentados con una palabra cargada de fuerza e inusual en el lenguaje de un Papa: «Queremos». Salta a la vista una programación de ideas originales: fe y cultura encuentran una feliz síntesis.

Es un inicio con la tinta solemne y al mismo tiempo afectuosa, que parece nacer de las delicadas intermitencias de su corazón. Poco después, en la galería central de San Pedro, frente a la espectacular plaza ideada por Bernini, con voz conmovida y maravillada y una sonrisa de niño, comentó como ningún otro Papa su propia elección. Dejando de lado el «nosotros» mayestático, anuló las distancias y arreglándose un mechón sobre la frente enterró el uso de la tiara sobre la cabeza. Su estilo de ser Papa, humilde, sencillo, creativo y directo, enseguida entusiasmó a la multitud en la plaza oval e hizo estallar las voces de afecto incluso en los edificios vaticanos.

En toda su opera omnia se encuentra un carácter tenso y a veces dramático, porque concentra sus esfuerzos en encontrar los puntos de enganche con la cultura de su tiempo y en dejarse guiar e iluminar por las fuentes auténticas de la vida del espíritu: la Sagrada Escritura y el dogma, los ricos filones de la tradición espiritual de la Iglesia, algunos modelos y puntos de referencia, como Gregorio Magno, Carlos Borromeo (de quien tomó el lema episcopal: Humilitas), Francisco de Sales, Alfonso María de Ligorio, pero también Antonio Rosmini con su concepto de «caritas intelectual», Jacques Maritain y Pablo VI y, sobre todo, por el Vaticano II.

Deja en todo una huella propia, gracias a un estilo rápido y vivaz y a un fácil don de comunicación que se funda sobre todo en el coloquio sencillo, sobrio y modesto, descarnado y esencial, aprendido en familia y enriquecido con episodios e imágenes, con maneras sencillas  y con el franco reconocimiento de los límites humanos que marcan también a su persona.

*Tomado del L’Osservatore Romano con la traducción de Radio Vaticana.

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Un orden que es desorden
Que los nuevos gobernantes de México se planteen qué pueden hacer por los pobres
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el artículo de nuestro colaborador, el obispo de San Cristóbal de las Casas, México, que esta vez aborda las desigualdades en el país y se pregunta por su causas.

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

Para muchas personas están terminando las vacaciones de verano; sin embargo, muchísimas otras nunca descansan y no tienen recursos para pasear y conocer otros lugares, ni siquiera de su propio municipio, región o provincia; si no trabajan diariamente, no tienen con qué comer. ¿Por qué este contraste?

Andando en comunidades chiapanecas que me corresponde visitar pastoralmente, duele en el alma ver casas malhechas con láminas, cartones, nylon, tablas, por donde entran el aire, la lluvia, los ratones y demás bichos del campo. Es obvia y retadora la pobreza de sus habitantes, que según cifras oficiales ha disminuido, pero que persiste como una llamada de atención a nuestra conciencia. Paso por la capital del país hacia Toluca, por Santa Fe, donde orgullosamente resaltan edificios y tiendas de un sector muy privilegiado económicamente, y me pregunto la causa de estas enormes diferencias entre unos y otros.

Hay creyentes que quisieran que no habláramos de estos temas. No falta quien diga que abordarlos es meternos en política y en asuntos que no nos corresponden, que nada tienen que ver con la Palabra de Dios. Sin embargo, la actitud de Jesús ante estos hechos es una invitación a no pasar como el sacerdote y el levita del templo de Jerusalén, que ni siquiera se acercaron a ver, mucho menos a atender, al herido que estaba al borde del camino.

CRITERIOS

Traigo a colación algo que el papa Benedicto XVI dijo en su Exhortación Apostólica Africae munus, y que se aplica no sólo a Africa, sino a todo el mundo: “Invito a todos los miembros de la Iglesia a trabajar y abogar por una economía atenta a los pobres, oponiéndose resueltamente a un orden injusto que, bajo el pretexto de reducir la pobreza, ha contribuido tantas veces a incrementarla. Dios ha dado a Africa importantes recursos naturales. Ante la pobreza crónica de sus poblaciones, víctimas de la explotación y de malversaciones locales y extranjeras, la opulencia de ciertos grupos hiere a la conciencia humana. Constituidos para crear riqueza en sus propios países, y a menudo con la complicidad de quienes ejercen el poder, estos grupos aseguran con demasiada frecuencia sus propias operaciones en detrimento del bienestar de la población local.

En colaboración con los demás componentes de la sociedad civil, la Iglesia debe denunciar el orden injusto que impide a los pueblos consolidar sus economías y desarrollarse de acuerdo con sus características culturales. También es deber de la Iglesia luchar para que cada nación sea ella misma la principal artífice de su progreso económico y social y tome parte en la realización del bien común universal, como miembro activo y responsable de la sociedad humana, en condición de igualdad con otros pueblos” (No. 79).

PROPUESTAS

¿Qué podemos hacer tú y yo? A veces nos quedamos en una indiferencia pasiva, como si nada pasara, o nada pudiéramos hacer. Pero, si no podemos revertir todo un desorden institucional y estructural de los sistemas políticos, económicos y sociales, sí podemos y debemos tratar a los pobres con la dignidad que se merecen, sin desprecios ni olvidos, sin racismos inhumanos. Ellos valoran que se les respete, que se les tome en cuenta, que se les trate con atención y delicadeza, más que les regalen dinero o cosas. Podemos también compartirles algo de lo que tenemos, pues si todos compartimos algo, alcanza y sobra para los que no tienen.

Son necesarias las críticas y denuncias al sistema que se nos ha impuesto, pero no nos quedemos en eso. Cada quien veamos qué podemos hacer por los prójimos más próximos. Jesús no resolvió el hambre y la enfermedad de todo el mundo, sino de algunos cercanos en quienes volcó su amor misericordioso. Si tú y yo hacemos algo por quienes tenemos más cerca, este mundo será mejor.

Que los nuevos legisladores y gobernantes se planteen qué pueden hacer por los pobres, qué nuevas leyes y acciones pueden implementar, cómo pueden revertir el desorden sistémico. Que no sólo diseñen estrategias para escalar un nuevo puesto, sino que desgasten sus capacidades en construir una sociedad más justa y fraterna.

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Documentación


Creer en Jesús para poder conocerlo
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus
CASTEL GANDOLFO, domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- A las 12 horas de hoy Benedicto XVI se asomó al balcón del patio interno del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo y recitó el Ángelus junto a los fieles y a los peregrinos presentes. Ofrecemos las palabras que dijo al introducir la oración mariana.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

En el domingo pasado, hemos meditado el discurso sobre el "pan de vida" que Jesús pronunció en la sinagoga de Cafarnaúm después de alimentar a miles de personas con cinco panes y dos peces. Hoy, el evangelio nos presenta la reacción de los discípulos a ese discurso, una reacción que fue el mismo Cristo, de manera consciente, quien lo provocó. En primer lugar, el evangelista Juan --que estaba presente junto con los demás apóstoles--, refiere que "desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él" (Jn 6,66). ¿Por qué? Debido a que no creyeron en las palabras de Jesús cuando dijo: Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que come mi carne y bebe mi sangre vivirá para siempre (cf. Jn 6,51.54); ciertamente que eran palabras difíciles de aceptar en ese momento. Esta revelación fue incomprensible para ellos, porque la entendían en sentido material, cuando en esas palabras se preanunciaba el misterio pascual de Jesús, mediante el cual Él se entregaría por la salvación del mundo: la nueva presencia en la Sagrada Eucaristía.

Al ver que muchos de sus discípulos se iban, Jesús le dijo a los Apóstoles: "¿También ustedes quieren marcharse?" (Jn. 6,67). Como en otros casos, es Pedro quien responde en nombre de los Doce: "Señor, ¿a quién vamos a ir? --También nosotros podemos reflexionar: ¿a quién iremos?-- Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (Jn. 6,68-69).

Sobre este pasaje tenemos un bellísimo comentario de san Agustín, que dice: "¿Ven cómo Pedro, por la gracia de Dios, por inspiración del Espíritu Santo, entendió? ¿Por qué sucedió? Debido a que ha creído. Tú tienes palabras de vida eterna. Tú, que nos das la vida eterna, ofreciéndonos tu cuerpo (resucitado) y tu sangre (a Tí mismo). Y nosotros hemos creído y conocido. Él no dice: hemos conocido y después creído, sino, hemos creído y después conocido.

Hemos creído para poder conocer; Si, en efecto, hubiéramos querido conocer antes de creer, no hubiéramos sido capaces ni de conocer ni de creer. ¿Qué cosa hemos creído y qué cosa hemos conocido? Que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, por tanto, tú eres la misma vida eterna, y en la carne y en la la sangre nos das de lo que tú mismo eres" (Comentario al Evangelio de Juan, 27, 9). Así lo dijo san Agustín en esta prédica a sus fieles.

Por último, Jesús sabía que incluso entre los doce apóstoles había uno que no creía: Judas. También Judas pudo haberse ido, como lo hicieron muchos discípulos; es más, tendría que haberse ido si hubiese sido honesto. En cambio, se quedó con Jesús. Permaneció no por fe, no por amor, sino con la secreta intención de vengarse del Maestro. ¿Por qué? Debido a que Judas se sintió traicionado por Jesús, y decidió que a su vez lo iba a traicionar. Judas era un zelote, y quería un Mesías triunfante, que guiase una revuelta contra los romanos. Jesús había decepcionado las expectativas. El problema es que Judas no se fue, y su fallo más grave fue la mentira, que es la marca del diablo. Por eso Jesús dijo a los Doce: "Uno de ustedes es un diablo" (Jn. 6,70).

Pidamos a la Virgen María, que nos ayude a creer en Jesús, como san Pedro, y a ser siempre honestos con Él y con todos.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

©Librería Editorial Vaticana

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'¡Abran verdaderamente sus corazones a Cristo!'
Mensaje del cardenal Stanislaw Rylko a la 34 Jornada Nacional de la Juventud de Uruguay
ROMA, domingo 26 agosto 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto completo de mensaje enviado por el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, a la 34 Jornada nacional de la Juventud de Uruguay.

*****

Excelencias,

Queridísimos sacerdotes,
Queridísimos responsables de pastoral juvenil,

Queridísimos jóvenes,

Ante todo quisiera felicitar a todos los que han colaborado en la preparación de la 34a Jornada Nacional de la Juventud de Uruguay, para los días 1 y 2 de septiembre 2012, especialmente a Su Excelencia, Monseñor Arturo Fajardo, presidente de la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil y a Su Excelencia, Monseñor Rodolfo Wirz Kraemer, obispo de Maldonado-Punta del Este, que acoge este encuentro. Quisiera saludar además a los numerosos jóvenes presentes y a sus animadores, sacerdotes, religiosos y laicos.

En todo el mundo la Iglesia presta particular atención a la juventud y muchos jóvenes encuentran en la Iglesia un lugar privilegiado donde vivir y crecer. En las parroquias, en los movimientos y comunidades, los jóvenes encuentran verdaderos amigos y aprenden juntos a descubrir el sentido de la vida. Todo esto es fruto del encuentro con Cristo en la Iglesia; porque, como ha escrito el Papa Benedicto: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» (Deus Caritas Est, 1) Esta persona es Jesús a quien reconocemos como Cristo, es decir, como Salvador. Solo el encuentro con El nos abre a un futuro nuevo. 

Es por eso que me alegra profundamente que como tema para su encuentro nacional hayan escogido: “Encontráte con Cristo, tu vida cambiará”. ¡Abran verdaderamente sus corazones a Cristo! ¡Escuchen su Palabra! Él es el Buen Pastor que los guiará a vivir una vida buena y útil. Acepten convertirse diariamente para seguirlo mejor, Él nunca los decepcionará. Tengan confianza en Él y en los pastores que les ha mandado: sus obispos y sacerdotes, sus responsables de pastoral juvenil.

Como todos saben, el Santo Padre ha invitado a los jóvenes de todo el mundo a las Jornadas Mundiales de la Juventud en Río de Janeiro en julio del 2013. Espero de todo corazón que también los jóvenes de Uruguay puedan participar en este momento de gracia. Los invito a prepararse a esta próxima JMJ meditando en sus grupos el tema “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mt 28, 19). Los obispos de América Latina reunidos en Aparecida, Brasil en 2007 lanzaron a toda la Iglesia a una misión continental. Ustedes, jóvenes, son los misioneros del Evangelio para los demás jóvenes de su país. La Iglesia los envía en misión en nombre de Cristo. ¿Quién mejor que ustedes puede anunciar el amor de Cristo a sus contemporáneos? Oren y busquen juntos como mejor responder a esta misión. Y recibirán la inmensa alegría de ver surgir y crecer entre sus amigos nuevos discípulos de Jesús.

Les deseo, entonces, que esta Jomada Nacional de la Juventud sea para cada uno de los participantes un tiempo de encuentro con Cristo para que a partir de Él puedan dar testimonio de la alegría de la fe con mucho entusiasmo en los diversos ambientes en los que se encuentran.

Reciban mi bendición.

Stanislaw Card. Rylko
Presidente

Fuente: http://iglesiacatolica.org.uy/

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