5.09.12

Argentina: la preocupación de los obispos

A las 12:09 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América

Del Vatican Insider

El Parlamento de Argentina se apresta a votar un nuevo Código Civil y Comercial. Un documento que, de aprobarse, plasmará los principios con los cuales se regirá esa nación sudamericana en los próximos años. Pero el proyecto legislativo despierta preocupación entre los obispos del país, entre otras cosas porque considera el “alquiler de vientres”, equipara los matrimonios y las uniones de hecho, abre paso a la adopción por parte de parejas del mismo sexo y quita a la fidelidad como condición para los cónyuges.

La perplejidad de la jerarquía eclesiástica argentina ha crecido con el avance de las discusiones de cara a la aprobación del proyecto. Una preocupación compartida por El Vaticano, donde se monitorea paso a paso el itinerario del naciente Código que ahora es discutido en las comisiones del Congreso y todavía no tiene fecha de votación en el pleno de la Cámara de Diputados.

El 27 de abril la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), al finalizar su asamblea plenaria, emitió un extenso documento que incluyó reflexiones y aportes sobre el nuevo texto. Pero en los últimos días los obispos desplegaron una campaña para dar a conocer la posición de la Iglesia sobre el tema. El 22 de agosto la Comisión Permanente de la CEA difundió el pronunciamiento: “El Código Civil y nuestro estilo de vida”.

Al día siguiente, el jueves 23, esa misma postura fue presentada por el presidente de la Conferencia y arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, José María Arancedo, durante una audiencia pública realizada en el Congreso de la Nación. Simultáneamente se convocó a toda la Iglesia nacional a dedicar dos jornadas de oración por el futuro del país, para el sábado 1 y el domingo 2 de septiembre. Durante las misas de estos días se utilizará un guión especial de moniciones y se rezará una oración universal particular.

En todos sus pronunciamientos públicos los obispos han sido prudentes, insistiendo que el nuevo Código tiene algunas cuestiones positivas pero dejando en claro que demuestra carencias, especialmente en temas vinculados con la vida humana y la familia.

Según dijo Arancedo en el Congreso, la conformación del texto demuestra la influencia de una “ideología individualista” y una concepción de familia ajena a las tradiciones nacionales.

“Si se aprueba este proyecto, algunos seres humanos en gestación no tendrán derecho a ser llamados personas. La maternidad y la paternidad quedarán desfiguradas con la denominada ‘voluntad procreacional’; se legitimará, por un lado, la promoción del ‘alquiler de vientres’ que cosifica a la mujer y por otro, el congelar embriones humanos por tiempo indeterminado, pudiendo ser éstos descartados o utilizados con fines comerciales y de investigación. Se discriminará, en su derecho a la identidad, a quienes sean concebidos por fecundación artificial porque no podrán conocer quién es su madre o su padre biológico. Los cónyuges que se unan en matrimonio no tendrán obligación jurídica de fidelidad ni tampoco de convivir bajo un mismo techo; los lazos afectivos matrimoniales quedarán debilitados y desvalorizados”, precisó la CEA en su declaración del 22 de agosto.

Por ello hizo un llamado particular a los legisladores a que asuman sus responsabilidades, estudien a fondo las reformas propuestas, sean fieles a las tradiciones patrias y estén abiertos a escuchar todas las voces. “Y finalmente, que no dejen de escuchar a la voz de su conciencia, evitando que las legítimas pertenencias partidarias los lleven a votar en contra o al margen de aquella”, apuntó el mensaje.

¿Responderán los políticos? Difícil saberlo. Una cosa es cierta: hace rato que Argentina dejó de ser un país eminentemente católico, donde la opinión de la Iglesia tiene un peso específico en el campo social y político. Y aunque el número de bautizados sigue siendo mayoritario, su sociedad está fuertemente secularizada. Vive como si Dios no existiese. Eso también pesará a la hora de votar el Código que tanto preocupa a los obispos.