25.09.12

Un amigo de Lolo - Vivir con o sin Dios

A las 12:35 AM, por Eleuterio
Categorías : General

Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Vivir con o sin Dios

“Hay cosas sin las que uno no puede vivir, como el oxígeno, el agua y el sol, pero ¿sin Dios? ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (420 )

Nadie puede negar que el ser humano tiene, está dotado y hace uso de ella, una libertad que, a no ser que esté violentada por algún tipo de poder, es una garantía de vida y sin la que, además, se puede entender ostente una existencia realmente humana.

El ser creado por Dios a su imagen y semejanza es materia pero no puede ni debe olvidar que también es espíritu. Al igual que mantiene la primera ha de hacer lo propio con el segundo porque sería impropio de un hijo del Creador que tuviera como exponente de su existencia la pura materia que, cuando llegue el momento, será destruida en su sustancia quedando, tan sólo, como destinataria de su propio futuro.

Si la existencia la tenemos como un mero pasar por este mundo y las cosas que se nos ofrecen desde lo carnal y lo mundano es preferido por nuestro corazón, seguramente no tendremos a Dios como Quien es (Padre) y no sabremos, en realidad, que Quién nos creó nos sigue amando y mantiene una muy especial relación con nosotros. Así vivimos sin Dios porque no nos puede convenir que se nos diga lo que tenemos que hacer para alcanzar la vida eterna y no perdernos por los vericuetos de lo que nos tocado vivir.

Un vida que no tiene a Dios como lo más importante de la misma será, seguramente, y es si ya es así, una que lo es vacía porque le falta Al más importante: su Creador. Seguramente quien vive de una forma tal que no tiene a Dios como Padre le parecerá que hacer lo mejor que le dicta su libre albedrío. Sin embargo, parece ignorar que le mismo le fue donado, también, por el Creador y que hace lo que hace que es olvidar a Dios como si no existiera y vivir sin Él porque el Todopoderoso creyó importante hacerlo libre.

Y, sin embargo, los hijos de Dios que nos sabemos hijos de Dios y que nos gusta considerarnos hijos de Dios estamos más que seguros que no podemos vivir sin nuestro Creador. No se trata de un convencimiento cerril ni basado en ideas imaginativas ni sustentadas por alienaciones religiosas. No. Sabemos que debemos tener en cuenta a Dios en nuestra vida siempre y que el tal siempre quiere decir cada segundo que vivimos porque Él quiso y quiere que vivamos. Y así de agradecidos tenemos que ser con Quién quiso que fuéramos… y fuimos.

De hacerlo de otra manera, no tendríamos en cuenta el Amor de Dios que tuvo cuando nos creó y el Amor de Dios que nos tiene cuando mantiene nuestra existencia esperando, tan sólo, que sepamos dar gracias por todo lo que somos, vivimos y existimos.

Por eso nos asombra que tantos siglos después de que el profeta Isaías, en los primeros versículos de su capítulo cincuenta y nueve, dejase más que claro que el hombre andaba en tinieblas cuando había abandonado al Señor y no seguía ya a nuestro Dios, no se comprenda que vivir alejados de Dios o, simplemente, sin Dios, es una manera muy conseguida de asegurarse una existencia más vacía de lo que pueda pensarse.

No nos debería extrañar, por tanto, que cuando se tiene de todo lo material que pueda ser posible pero no se está con Dios, aquello sobre lo que sostenemos nuestra vida tendrá los pies de un barro que no es, precisamente, del que el Creador formó a Adán sino del que está formado de agua pútrida y de tierra donde no crece más que cizaña. Y así, claro, no se vive sino que se lleva una existencia cargada con pesos imposibles de sostener. Y, al contrario, cuando se carece de mucho y se tiene a Dios como Padre y a su Amor como defensa, es más que seguro que tengamos una existencia plena y gozosa.

Dios, en todo caso, no nos olvida. Por eso hemos de hacer lo propio con Quién nos creó.

 

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán