4.10.12

 

Esta vez les ha tocado a dos niños coptos egipcios. Hace unas semanas la víctima fue una nena paquistaní que padece retraso mental. Lo cierto es que los musulmanes parecen empeñados en creer y hacer creer al mundo que los niños cristianos no tienen otro entretenimiento mejor que dedicarse a profanar su libro sagrado, el Corán.

Pero lo que realmente llama la atención son las circunstancias que rodean a esos casos. Los nenes coptos se encontraron una bolsa con papeles tirada en medio de la calle. Como no saben leer, empezaron a jugar con la misma. La pregunta no es por qué unos niños juegan con algo que está en el suelo, sino cómo es posible que un libro tan sagrado para los musulmanes -o partes del mismo- estuviera en ese lugar. En el caso de Rimsha Masih, un imán fue acusado de falsificar pruebas para que la niña fuera ajusticiada.

Parece ser que el amor y el respeto por el Corán en algunos musulmanes, especialmente determinados imanes, no es tan grande como su interés en crear un conflicto violento con los cristianos que viven entre ellos. La verdad nadie se imagina a los cristianos tirando nuevos testamentos por el suelo. Ni cruces. Ni nada que sea querido para nosotros.

Es especialmente repugnante que las víctimas de esos escándalos prefabricados sean niños. ¿Es que no hay musulmanes con la decencia suficiente como para denunciar algo tan burdo y tan repugnante? ¿es usar a niños cristianos para causar bronca su manera de defender su fe?

Mucho rasgarse las vestiduras por viñetas ofensivas contra Mahoma, y muy poco respeto hacia su queridísimo Corán. Mientras uno de nuestros Papas lo besó, ellos lo dejan tirado por la calle como si fuera basura. Que no nos acusen de profanarlo. Lo hacen algunos de ellos por razones espúreas y bastardas.

Luis Fernando Pérez Bustamante