El Arzobispo de Oviedo visita Haití con el P. Ángel

Mons. Sanz Montes: «Los cooperantes son los ojos y los brazos que Dios usa para reparar los renglones torcidos»

 

El arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sánz, que estos días viaja por Haití con la asociación Mensajeros de la Paz, ha hecho un llamamiento para trabajar en favor de la infancia allí donde es más necesario, porque los niños son «historias de amor que apenas han comenzado». Asimismo, ha asegurado que los cooperantes son «los brazos» y «los ojos» que usa Dios para reparar «los renglones torcidos» y «borrones» dejados por catástrofes como el terremoto que asoló Haití en enero de 2010.

08/10/12 5:55 PM


(EP) Con motivo del 50 aniversario de Mensajeros de la Paz, el arzobispo viaja estos días junto a una delegación de la asociación encabezada por el Padre Ángel García, presidente y fundador de la ONG, visitando los proyectos de organización en Haití, República Domincana, México y El Sálvador.

«Cuando sucedió el terremoto me hice la misma pregunta que me he vuelto a hacer ahora: ¿Dónde está Dios cuando suceden las catástrofes naturales?», se ha preguntado retóricamente el arzobispo, quien ha asegurado que tras ver el trabajo que realizan los cooperantes en el terreno se ha reafirmado en la convicción de que, en esas situaciones, Dios está en cada uno de ellos.

Así, en una homilía celebrada este domingo en la capilla de Saint Vicent de Paul en la capital de Haití, Puerto Príncipe, junto al Obispo de Haití y el resto de sacerdotes de la delegación española, ha indicado que «los brazos» y «los ojos» de los cooperantes son «la fuerza» y «la mirada del buen Dios».

En este sentido, ha dado gracias a la asociación por ser, en mitad de la tragedia del terremoto, «los mensajeros de una paz grande» y dar testimonio de que Dios «bendice a través de sus mensajeros también en Haití». «Dios no duerme, siempre está ahí», ha añadido.

En otra homilía celebrada el sábado en la localidad rural de Fond Parisien, a pocos kilómetros de la frontera con República Dominicana, el arzobispo ya había hecho otro llamamiento para seguir trabajando en dos de los colectivos más vulnerables tras el terremoto: los niños y las personas mayores.

«Un niño es una historia de amor apenas comenzada y una persona mayor es una historia de amor ya escrita», afirmó el arzobispo ante una parroquia en donde los más pequeños eran mayoría. En referencia al terremoto que asoló Haití y otras injusticias similares, el arzobispo aseguró que cuando se escribe la historia «a veces se equivocan los renglones», se producen «borrones de tinta», pero Dios es capaz de limpiar los borrones y enderezar los renglones torcidos