ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 12 de octubre de 2012

EL CONCILIO VATICANO II HOY

El fuego de Cristo no es destructivo, es una pequeña llama silenciosa de bondad y de verdad que transforma
Benedicto XVI a los cuarenta mil participantes en la procesión de antorchas de Roma

Nueva Evangelización para la transmisión cristiana de la fe

Los padres sinodales subrayan la importancia de la coherencia y la santidad del clero
Nuevos medios de comunicación, caridad, testimonio, entre los aspectos tocados hoy

El Camino Neocatecumenal, al servicio de la Iglesia para el redescubrimiento de la fe
Kiko Argüello se siente fiel al Concilio Vaticano II dando nueva energía a la Iglesia

Globalización y migración, dos desafíos a la nueva evangelización
¿Cómo integrar respetando identidad, cultura y tradiciones religiosas?

Mundo

Cardenal Marx: En tiempos de crisis, la Unión Europea ha sido recompensada como un proyecto con sentido
El presidente de las conferencias episcopales de la UE comenta el nuevo premio Nobel de la Paz

En la escuela de san Pablo...

Acoger la Palabra de Dios que es viva y eficaz (Tiempo ordinario 28º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical

Comentario al Evangelio

¿Felices los ricos?
Comentario al evangelio del Domingo 28º del T.O/B


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EL CONCILIO VATICANO II HOY


El fuego de Cristo no es destructivo, es una pequeña llama silenciosa de bondad y de verdad que transforma
Benedicto XVI a los cuarenta mil participantes en la procesión de antorchas de Roma
ROMA, viernes 12 octubre 2012 (ZENIT.org).- A las 19, 30 de ayer por la tarde tuvo lugar una procesión de antorchas, organizada por la Acción Católica italiana, que partió del castillo Sant’Angelo hasta llegar a la plaza de San Pedro. Tras intervenciones, testimonios y momentos de oración, a las 21 horas, Benedicto XVI, desde la ventana de su estudio privado, bendijo a los participantes, unas cuarenta mil personas.

El papa les dijo unas palabras que parafraseaban, cincuenta años después, las pronunciadas por el “papa bueno”, el pontífice que osó convocar un concilio a mediados del siglo XX.

“Hace 50 años yo también estaba en esta plaza con la mirada vuelta a esta ventana donde se asomó el beato papa Juan XXIII y nos habló con palabras inolvidables, palabras llenas de poesía, de bondad, palabras del corazón”, recordó Benedicto XVI.

“Éramos felices y estábamos llenos de entusiasmo, el gran concilio ecuménico estaba inaugurado. Estábamos seguros de que debía venir una nueva primavera de la Iglesia, un nuevo Pentecostés, con nueva presencia fuerte de la gracia liberadora del Evangelio”.

“También hoy estamos felices, llevamos alegría en nuestro corazón pero diría una alegría quizá más sobria, una alegría humilde”.

“En estos cincuenta años hemos aprendido y experimentado que el pecado original existe y se traduce siempre y de nuevo en pecados personales que pueden incluso convertirse en estructuras de pecado”.

“Hemos visto que, en el campo del Señor hay cada vez más cizaña, hemos visto que en la red de Pedro hay también peces malos, hemos visto que la fragilidad humana está presente también en la Iglesia, que la nave de la Iglesia está navegando también con viento contrario, con tempestades que amenazan la nave y algunas veces hemos pensado: el Señor duerme y nos ha olvidado”.

“Esta es una parte de la experiencia hecha en estos 50 años. Hemos tenido también nueva experiencia de la presencia del Señor, de su bondad de su fuerza: el fuego del Espíritu Santo, el fuego de Cristo no es un fuego devorador ni destructivo, es un fuego silencioso, es una pequeña llama de bondad y de verdad que transforma, da luz y calor”.

“Hemos visto que el Señor no nos olvida, incluso hoy a su modo es humilde, el Señor está presente y da calor a los corazones, muestra vida, crea carismas de bondad y de caridad que iluminan el mundo y son para nosotros garantía de la bondad de Dios. ¡Sí, Cristo vive!, está con nosotros también hoy y podemos ser felices también hoy porque su bondad no se ha apagado, y es fuerte también hoy”.

“Al final me atrevo a hacer mías las palabras inolvidables del papa Juan: id a casa, dad un beso a los niños y decid que es del Papa. En este sentido, y de todo corazón imparto mi bendición”.

Benedicto XVI hizo un saludo de buenas noches y agradeció a todos, y la multitud, tan contenta, lo aplaudía con fuerza mientra el se alejaba de la ventana.

Con información de María Emilia Marega

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Nueva Evangelización para la transmisión cristiana de la fe


Los padres sinodales subrayan la importancia de la coherencia y la santidad del clero
Nuevos medios de comunicación, caridad, testimonio, entre los aspectos tocados hoy
Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 12 octubre 2012 (ZENIT.org).- La reunión de los padres sinodales, hoy viernes por la mañana, no contó con la presencia de Benedicto XVI, quien recibió a personalidades y delegaciones en la sala Clementina, entre ellos al patriarca ecuménico Bartolomé I, quien ayer dirigió sus palabras a los padres sinodales. En cambio el papa almorzó con todos los padres sinodales y los padres conciliares del Vaticano II presentes en Roma, en las instalaciones del Aula Pablo VI.

Esta mañana, en la sala del sínodo, se recordó además la festividad de la Virgen del Pilar y los 520 años del inicio de la evangelización en América Latina, según indicó el portavoz español José María Gil a los periodistas.

La santidad del clero

"Los obispos y sacerdotes sean maestros de santidad" fue el punto suscitado por el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, que indicó la necesidad de que amen la eucaristía, la confesión y la piedad sincera. Exhortó a los presbíteros a sentarse habitualmente en los confesionarios, y a preparar bien las homilías, pues para muchos fieles es la única ocasión en la semana de escuchar el mensaje de Cristo. Y por supuesto a "vivir lo que se predica y predicar lo que se vive".

El cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, también subrayó la importancia de la formación y santidad del clero, y exhortó a no aceptar que por crisis numérica de vocaciones se reduzca lo esencial de ministerio ordenado, se desacralice al sacerdote de sus características de sobrenaturalidad y sacramentalidad. Revindicó en cambio, "elevar el tono espiritual de los sacerdotes y de las comunidades" con la "conversión personal y la oración pues solamente una realidad evangelizada es evangelizadora".

Sobre la falta de testimonio en cambio, entró directo el obispo de Canadá, Brian Joseph Dunn: "¿Cómo podemos evangelizar a quienes fueron heridos profundamente por hombres de la Iglesia por abusos sexuales? Hay que dar la posibilidad a las víctimas de ser escuchadas para comprender su profundo dolor; entender los motivos que llevaron a esta crisis; alentar la corresponsabilidad en las actitudes y emotividad, cuando se trabaja en contacto con los laicos”. Y sugirió involucrar más a las mujeres instituyendo un ministerio de catequista.

A las vocaciones se refirió el rector mayor de los salesianos, padre Pascual Chávez, al recordar que la evangelización es un elemento inseparable de las mismas. Dijo que la autenticidad de una buena evangelización se ve en la capacidad de suscitar vocaciones, dando la posibilidad a los jóvenes de descubrirla en sus diversos caminos: el sacerdocio, el matrimonio, el empeño social y eclesial. Y sugirió acompañarlos durante todo el camino de su elección.

El obispo hondureño Juan José Pineda enfatizó el papel de la parroquia para la transmisión de la fe cristiana, creando lugares de vida cristiana y de testimonio en un estado de misión permanente, evitando así actitudes burocráticas.

Comunicación digital, arte, música, cultura

Otra de la intervenciones de espesor fue la del cardenal Gianfranco Ravasi, que sobre la nueva evangelización indicó la necesidad de saber adoptar nuevos cánones en la comunicación digital en particular la narración por imágenes. En el ámbito de la secularización, subrayó el éxito de la iniciativa “El Atrio de los Gentiles”, con su búsqueda del Dios desconocido que es buscado por muchos no creyentes. Otro punto fue el de la evangelización a través de las expresiones artísticas del arte moderno sin que pierda la sacralidad del culto cristiano. Sin olvidar la cultura juvenil con sus experiencias y fecundidad, en particular la música y el deporte.

Concluyó indicando que la fe no debe temerle al mundo de la ciencia: “En el caso de la incompatibilidad entre ciencia y fe y del abuso de una sobre la otra y viceversa, como ha sucedido en el pasado y como a veces sucede hoy, es necesario cambiar el recíproco reconocimiento de la dignidad de los respectivos estatutos epistemológicos: la ciencia se dedica a la 'escena', es decir, al fenómeno, mientras que la teología y la filosofía se centran en el 'fundamento'”, afirmó.

Testimonio de caridad y evangélico

Valorar el envidiable testimonio de caridad que la Iglesia ofrece al mundo, fue la invitación del cardenal Robert Sarah, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, de la que nacen numerosas conversiones, y que son una gran contribución a la evangelización.

"Iglesia en América Latina vive y evangeliza en la región del planeta con mayores desigualdades sociales" recordó el obispo argentino Jose Eduardo Lozano, y consideró que poner en segundo plano a los desvalidos hace que el mensaje deje de ser la Buena Nueva para transformarse en palabras vacías.

De los prelados latinoamericanos, el arzobispo de Trujillo, Perú, monseñor Héctor Cabrejos Vidarte indicó: "Si el testimonio evangélico será siempre joven y creativo, entonces la fe será fiel al mensaje del Reino de Dios". Un nuevo actuar y vivir un estilo de vida que nos vuelva creíbles.

El obispo de San Cristóbal, Venezuela, Mario del Valle Moronta Rodríguez, propuso como línea teológico pastoral para la nueva evangelización el trinomio "comunión, testimonio, servicio".

Un camino consolidado

El miércoles por la tarde, el arzobispo de Valladolid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española Blázquez, habló del Camino Neocatecumenal, nacido en el ámbito del concilio, relacionando a la nueva evangelización y a la iniciación cristiana, y recordó su aprobación por el papa como método adecuado de formación católica.

Añadió que los catecúmenos unen la clara dimensión personal y eclesial de la fe cristiana, en donde se crea una profunda fraternidad, y la persona se siente apoyada por los otros hermanos para vivir cristianamente, incluso en una sociedad hostil. Añadió que sus participantes descubren las realidades de la fe cristiana y la liturgia es fortalecida por el conocimiento personal y de la sagrada escritura. Por ello, monseñor Blázquez indicó: "He querido a la luz del la historia del Camino Neocatecumenal, presentar no un proyecto sino una realidad concreta de la conexión entre iniciación cristiana y nueva evangelización".

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El Camino Neocatecumenal, al servicio de la Iglesia para el redescubrimiento de la fe
Kiko Argüello se siente fiel al Concilio Vaticano II dando nueva energía a la Iglesia
Por Salvatore Cernuzio

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 12 octubre 2012 (ZENIT.org).- Con “gran alegría”, ayer, Benedicto XVI inauguró el Año de la Fe. Entre los asistentes al Sínodo de la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, cuyo carisma, desde hace más de cuarenta años, es hacer madurar una fe adulta en medio de la “desertización espiritual” que ha caracterizado los últimos decenios de la humanidad.

Al término de la Santa Misa, Francisco José Gómez Argüello Wirtz, auditor nombrado por el papa para asistir a este Sínodo, más familiarmente conocido como Kiko, ha concedido una breve entrevista a ZENIT.

En la primera congregación del Sínodo, se ha prestado gran atención a los movimientos y realidades eclesiales, señalados como gracia del Espíritu Santo que dan nueva energía a la Iglesia. El cardenal Wuerl, entre ellos, ha citado a Comunión y Liberación, el Opus Dei y el Camino Neocatecumenal. ¿Qué efecto le han hecho estas palabras?

--Kiko Argüello: ¡Ha sido bellísimo! Surgimos tras el Concilio Vaticano II para ayudar a la Iglesia y me siento contento de que esto se reconozca. Hemos querido introducir en la Iglesia un camino de fe, porque solo una fe adulta puede responder a las situaciones actuales de secularización que se dan en muchas partes del mundo. También ayer, durante los trabajos de los Círculos Menores del Sínodo, durante la quinta Congregación, uno de los relatores, monseñor Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid, habló del Camino Neocatecumental, y dijo estar convencido de que sea una de las respuestas, tras el Concilio, a los problemas de la Iglesia.

Esto no significa que queramos sustituir a la Iglesia o que seamos la única expresión eclesial y religiosa válida. Más bien somos solo servidores humildes que se ponen al servicio de la Iglesia, para ayudar a las personas a descubrir la belleza de ser cristianos. Porque es algo enorme: ser hijos de Dios, unidos, que se aman los unos a los otros. ¡Es fantástico de verdad!

¿Se puede afirmar por tanto que, en cierto sentido, el Camino Neocatecumenal ha hecho realidad las promesas del Concilio Vaticano II?

--Kiko Argüello: Sí, las está haciendo realidad, a pesar de nosotros y de nuestros pecados. Laicos que evangelizan, familias en misión, miles de vocaciones. Este año hemos abierto diez nuevos seminarios, entre ellos uno en India y otro en Río de Janeiro. Nosotros mismos estamos verdaderamente sorprendidos de los frutos que seguimos viendo, porque no es absolutamente obra nuestra.

Cuando pido familias para ir en misión por el mundo, no es ciertamente poder mío que se levanten tres mil. O como sucedió el pasado verano en Madrid, que pedí sacerdotes para China y cinco mil jóvenes se sintieron dispuestos... Es algo hermosísimo. Somos de verdad espectadores de las obras del Espíritu Santo.

Últimamente se habla de una publicación suya que está apunto de salir. ¿Es verdad?

--Kiko Argüello: Sí. Es un pequeño volumen que saldrá quizá con motivo de la clausura de los trabajos sinodales, donde hemos tratado de poner por escrito el kerygma anunciado en los encuentros de Nápoles, Budapest, Milán y Trieste de este año. Es el kerygma de los tres ángeles que, en mi opinión, es una catequesis muy importante para la antropología de hoy, que ha perdido su contenido profundo. Se puede decir que es un libro para la Nueva Evangelización, y creemos importante transmitir este anuncio que vuelve a dar sentido a la pregunta “¿por qué evangelizar?”.

El Santo Padre ha abierto, hace poco, un tiempo de gracia para la Iglesia de hoy: el Año de la Fe. ¿Que augura para este año?

--Kiko Argüello: Espero que se pueda redescubrir la belleza de la Fe. Aquella Fe que nos da la naturaleza de Dios y cura profundamente el ser del hombre que ha sido herido por el pecado original. El hombre, separándose de Dios, se hace esclavo del no ser, las consecuencias son evidentes: la cantidad de mujeres que son asesinadas, los suicidios continuos en todas partes, y podría seguir. Cuando un hombre descubre que “no es”, decide matarse. La Iglesia, por tanto, en este año debe hacer redescubrir la palabra de salvación para los hombres: que Cristo ha venido para darles vida, para dar “el ser del Espíritu Santo”.

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Globalización y migración, dos desafíos a la nueva evangelización
¿Cómo integrar respetando identidad, cultura y tradiciones religiosas?
Por Nieves San Martín

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 12 octubre 2012 (ZENIT.org).- En las congregaciones generales y más concretamente en los círculos menores, los padres sinodales e invitados van exponiendo sus preocupaciones y también experiencias que en sus diócesis han sido fructíferas y que bien podrían servir de inspiración a otras Iglesias locales.

Ante la evidente imposibilidad de dar una a una todas las interesantes aportaciones y sugerencias de los participantes, hemos hecho una selección de algunos temas apuntados por quienes vienen de tierras americanas, son de origen hispano y conocen bien aquella realidad o en su calidad de visitadores apostólicos están al tanto de la realidad española.

Uno de los temas que ha despuntado en las intervenciones es el que proponemos a continuación. En días sucesivos, vendrán otros reiteradamente señalados por los participantes en el Sínodo.

Globalización y migración

El arzobispo hispano de Los Ángeles José Horacio Gómez, Estados Unidos, apuntó desde el principio de su intervención al fenómeno de la globalización, como signo de los tiempos que presenta un claro desafío a la nueva evangelización de la Iglesia. La migración masiva en todo el mundo ha producido “un nuevo encuentro y una nueva 'mezcla' de culturas”.

Requiere, en primer lugar “proteger a las poblaciones inmigrantes de ser marginadas y explotadas”. En ello, la Iglesia debe ser “un signo para nuestro mundo de que Dios está con nosotros y que para sus ojos amorosos no hay nadie extranjero y todos somos hermanos y hermana”.

Vista desde el punto de vista positivo, la globalización es “un momento providencial para hacer avanzar la misión de la Iglesia de transformar la humanidad en la única familia de Dios”. Es una llamada “a una nueva proclamación del misterio de la Iglesia como la familia universal de Dios”.

Por ello, la Iglesia debe ser “sacramento” --signo e instrumento- por el cual “la universal familia de Dios es hecha realidad en la historia”. También es una llamada a planificar “desde nuestras ricas tradiciones de piedad y espiritualidad popular” la evangelización. “Son un tesoro”, dijo, parte de la “buena noticia” “que queremos ofrecer para llevar a los hombres y mujeres a la participación en el Cuerpo y Sangre y sean partícipes de la vida divina”. “Estamos llamados a ser santos”, por ello hay que señalar “los senderos a la santidad en la vida cotidiana”.

“Necesitamos encontrar el 'lenguaje' que mejor presente los medios tradicionales de santificación –sacramentos, oración, obras de caridad- de una manera atractiva y accesible a quien vive en la realidad de una sociedad globalizada, secular, urbana”.

Con “nuestro rico tesoro de espiritualidad católica, elaborado desde la inculturación del Evangelio en 'toda nación bajo el cielo', y nuestra buena noticia del 'plan familiar' de Dios para la historia, estamos en posesión de recursos poderosos para nuestra evangelización de la cultura en el contexto de la creciente globalización y secularización en nuestras sociedades”

En un sentido parecido, se expresó el obispo de Piedras Negras Alonso Garza Treviño, México: “Ante los riesgos o las amenazas de la fe que profesan las personas que emigran, es importante que la Iglesia brinde el apoyo necesario a través de una pastoral que incluya a ellos y a sus familias, y recordarles sus tareas primordiales como célula viva de la sociedad e Iglesia doméstica”. “Todos los miembros de la Iglesia debemos ver en el fenómeno migratorio un llamado a vivir el valor evangélico de la fraternidad”.

Respeto a la identidad

Y el visitador apostólico para los ucranios de rito bizantino en Italia y España, monseñor Dionisio Lachovicz OSBM, obispo titular de Egnazia, se centró en los emigrantes procedentes del Este europeo. Un fenómeno que ha abierto problemas y oportunidades nuevas y seguramente un “escenario de la nueva evangelización”, citando el documento de trabajo en sus números 67, 70 y 75. Como visitador apostólico, de los dos países citados, ha podido constatar “la maravillosa acogida fraterna dada por la Iglesia católica latina a estos fieles, abriendo el espacio de sus propias iglesias, proporcionando asistencia con sacerdotes del mismo rito, prestándoles ayuda social, que para muchos de estos fieles ha sido también la oportunidad para redescubrir la propia fe”.

Sin embargo, a veces, en algunos lugares, sin darse cuenta, en un comprensible intento de integración de los inmigrantes en el tejido social y eclesial del país de acogida, “esta integración eclesial de los fieles pertenecientes a Iglesias 'sui iuris', puede ser problemática porque se puede crear un proceso de latinización muy dañino para los mismos fieles, como, por otra parte, atestiguan hechos históricos muy dolorosos, que registran incluso el paso de estos fieles a otras confesiones no católicas o al abandono de la propia fe”.

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Mundo


Cardenal Marx: En tiempos de crisis, la Unión Europea ha sido recompensada como un proyecto con sentido
El presidente de las conferencias episcopales de la UE comenta el nuevo premio Nobel de la Paz
Por N. S. M.

MADRID, viernes 12 octubre 2012 (ZENIT.org).- La Unión Europea ha sido galardonada hoy con el premio Nobel de la Paz 2012, según informó el Comité Nobel de Noruega.

El jurado que decidió este reconocimiento a la UE afirmó que se concedió por haber logrado que “la paz, la democracia y los derechos humanos” hayan arraigado en Europa y que la “guerra continental” acabase con “la paz continental”.

El cardenal Reinhard Marx, presidente de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), y arzobispo de Munich y Freising, se ha congratulado de la atribución del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea en un breve comunicado hecho público hoy por la COMECE.

“Me siento especialmente feliz de que la significación de la Unión Europea sea recompensada con el premio Nobel de la Paz en estos tiempos de crisis”, ha manifestado el cardenal Marx.

“Es una señal clara que viene a confirmar que Europa –en palabras de Jean Monet- pueda ser una contribución a un mundo mejor”, añade.

Jean Monet, político, economista y diplomático francés es considerado uno de los padres fundadores de la Comunidad Europea, más tarde Unión Europea.

“A pesar de todos los problemas que tenemos que afrontar en Europa, esta recompensa nos recuerda hasta qué punto la integración europea ha contribuido al desarrollo pacífico de nuestro continente y qué parte sustancial han asumido los cristianos que se han comprometido políticamente al servicio de este proyecto”.

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En la escuela de san Pablo...


Acoger la Palabra de Dios que es viva y eficaz (Tiempo ordinario 28º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical
ROMA, viernes 12 octubre 2012 (ZENIT.org).- La columna "En la escuela de san Pablo...", escrita por nuestro colaborador el padre Pedro Mendoza, LC, ofrece el comentario y la aplicación correspondiente para el 28º domingo del Tiempo ordinario.

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Pedro Mendoza LC

"Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay para ella criatura invisible: todo está desnudo y patente a los ojos de Aquél a quien hemos de dar cuenta". Heb 4,12-13    

Comentario

El pasaje de la segunda lectura de este domingo es un himno a la Palabra de Dios (4,12-13), que se encuentra al final de la primera parte de la carta a los Hebreos. Para comprender un poco mejor el sentido del mismo ofrecemos una breve exposición del contexto en el que se halla.

En los cap. 1–10 de la carta a los Hebreos el autor pone de relieve la superioridad de Cristo sobre todo lo que ha sucedido antes a Israel. Para resaltar esta superioridad recurre a una confrontación entre las dos revelaciones divinas: una por medio de los profetas y la otra mediante un Hijo pre-existente por el cual Dios creó el mundo y que ahora nos ha hablado: "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos" (1,2).

En los cap. 1,4–4,13, en donde se encuentra colocado al final del mismo el pasaje de este domingo, el autor busca demostrar la superioridad de Jesús como Hijo de Dios. Así, en un primer momento, demostrará que Jesús es superior a los ángeles (1,4–2,18) y, en un segundo momento, que es también superior a Moisés (3,1–4,13). En 3,1-6 el autor ejemplifica la superioridad de Jesús con relación a Moisés por medio de la mayor gloria del constructor (Jesús, Hijo de Dios), sobre la construcción de la casa (a la cual sirvió Moisés), del hijo (Jesús, Hijo de Dios) sobre el siervo (Moisés) en una familia. La sección de 3,7–4,13 contiene diversas exhortaciones basadas en la Escritura y centradas en el éxodo de Israel. Los cristianos a los que se dirige el autor de la carta corren el riesgo de sentirse cansados y desanimados. Quienes entre los israelitas fueron desobedientes no lograron alcanzar el objetivo de entrar en el reposo de Dios en la Tierra Santa: la palabra que oyeron no aprovechó nada a aquellos israelitas que no estaban unidos por la fe a los que escucharon (4,2). Algo semejante puede suceder a los creyentes en Jesús que han recibido la buena nueva.

El autor de la carta cierra estas exhortaciones colocando un himno a la Palabra de Dios (4,12-13). En este pasaje tan célebre de todo el Nuevo Testamento la Palabra de Dios es descrita como más afilada que una espada de doble filo, que penetra hasta el punto de división del alma y del espíritu, capaz de discernir los sentimientos y los pensamientos del corazón.

Este himno se halla al final de la primera parte de la carta y nos hace volver con el pensamiento al comienzo de la misma. Dios habló antes por los profetas, ahora ha hablado por su Hijo. Por tanto, nadie puede tener en poco su Palabra considerándola como mera palabra y no como obra. Pero podría surgir en nosotros la siguiente pregunta: ¿A un mundo que, por cierto, no puede quejarse por falta de palabras –incluso, y sobre todo, de palabras hermosas, buenas, elevadas y devotas–, no tiene Dios otra cosa que ofrecerle que su palabra? Cierto que Dios no se ha contentado sólo con hablar: calló en la muerte de su propio Hijo, pero este callar sangriento "habla más elocuentemente que la sangre de Abel" (12,24), y así se nos remite de nuevo a la palabra, flaca e impotente desde el punto de vista humano. Sólo la fe sabe qué fuerza, qué vida reside en la Palabra de Dios, y sabe que esta Palabra es el poder decisivo de este mundo. Aunque mil veces sea desoída, ignorada, no se le haga el menor caso y se cometan acciones que la dejen en mal lugar, alguna vez llega para cada cual la hora de la verdad, cuando la Palabra humillada y despreciada viene a pedirle cuentas.

Aplicación

Acoger la Palabra de Dios que es viva y eficaz.

Este domingo del Tiempo ordinario la liturgia de la Palabra nos propone el tema de la riqueza y de la llamada de Dios. En la primera lectura recibimos la enseñanza de que la Sabiduría es más valiosa que la riqueza. El Evangelio, presentándonos el encuentro de Jesús con el joven rico, nos muestra cómo las riquezas pueden convertirse en un obstáculo en nuestra relación con Dios y, en particular, ante la llamada de Jesús a su seguimiento. La segunda lectura nos habla de una nota distintiva de la Palabra de Dios, que es viva, eficaz y cortante.

El pasaje del libro de la Sabiduría (7,7-11), presentado en la primera lectura, nos recuerda el valor excelso de la sabiduría en la vida del hombre: ella es más valiosa que el oro y la plata, pues éstos de frente a ella no son sino un puñado de arena y barro (v.9). Esta sabiduría divina, que a los ojos de los hombres parece locura, consiste en renunciar a los bienes para vivir plenamente en el amor, renunciar a las cosas materiales para tener un tesoro en el cielo. Este tesoro es de orden muy diverso de los tesoros terrenos, y el único que puede colmar el corazón del hombre. Las cosas materiales al máximo pueden llenar el corazón, pero no colmarlo pues no son capaces de infundir en él el gozo. Es por tanto necesario estar desapegados de los bienes materiales, es necesario colocar las cosas en su justo lugar: las cosas espirituales deben tener la precedencia, y las materiales deben venir después.

La lectura precedente del libro de la Sabiduría está en íntima relación con el pasaje del Evangelio de este domingo (Mc 10,17-30). En él asistimos a un encuentro inicialmente muy hermoso pero que concluye tristemente de modo negativo. Se trata del encuentro del joven rico con Jesús. A la pregunta de este joven sobre el camino para alcanzar la vida eterna, Jesús responde indicándole que el camino ordinario para ello está señalado en el cumplimiento de los mandamientos. Pero Jesús, descubriendo las inquietudes más profundas del corazón de aquel joven, le presenta un camino más excelente para llevarlas a su plenitud: venderlo todo, darlo a los pobres y luego venir y seguir a Jesús. Se trata de una respuesta de amor que exige el desprendimiento de todo para entregarse por completo a Jesús. Pero desafortunadamente, después de haber escuchado estas palabras de Jesús, el joven se va triste. En vez de acoger la invitación de Jesús, que es expresión de su amor y que es la condición para tener un gozo inmenso, él se va afligido, porque tiene muchos bienes y no está dispuesto a renunciar a ellos, a cambio del tesoro inmenso que Jesús le ofrece: el ciento por uno ya en el tiempo presente, juntamente con persecuciones, y en el futuro la vida eterna.

En la segunda lectura (Heb 4,12-13), el autor de la carta a los Hebreos nos dice que "la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos" (v.12). A diferencia de la palabra humana, ella no carece de fuerza, sino que está llena de vitalidad, de luz y de exigencia. Penetra en el corazón y suscita remordimientos en la conciencia, pone en crisis a quien no vive verdaderamente en la gracia de Dios. No es posible esconderse a ella. Dios, que nos quiere mucho, nos ofrece su Palabra para nuestro bien. Si la acogemos, ella se convertirá para nosotros en fuente de vida. Aunque ella nos pueda hacer un poco de mal, porque nos está purificando, nosotros debemos acogerla siempre, porque ella es verdaderamente el medio elegido por Dios para trasmitirnos sus gracias. A nosotros nos corresponde, por tanto, acoger con corazón dócil la Palabra de Dios que es viva y eficaz.

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Comentario al Evangelio


¿Felices los ricos?
Comentario al evangelio del Domingo 28º del T.O/B
ROMA, 12 octubre 2012 (ZENIT.org).-Ofrecemos el comentario al evangelio del próximo domingo de nuestro colaborador padre Jesús Álvarez, paulino.

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Por Jesús Álvarez SSP

Un hombre salió al encuentro de Jesús, se arrodilló delante de él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo:“¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo Dios. Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre”. El hombre le contestó:“Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven”. Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: “Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme”. Al oír esto, se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, idólatra de sus riquezas, y se fue triste. Entonces Jesús paseó su mirada sobre sus discípulos y les dijo: “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios para quienes ponen su confianza en el dinero! Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios. Mas para Dios no hay nada imposible”. (Mc. 10,17-30; ndr versión breve 17-27).

El joven rico estaba dispuesto cumplir la ley, las prácticas religiosas y tal vez a dar alguna parte de sus riquezas para ganar el cielo o para acallar su conciencia. Pero Jesús se las pide todas a cambio de la riqueza suprema: la vida eterna que pretende asegurar. Mas él se queda triste con sus riquezas, renunciando a la alegría en este mundo y a la felicidad plena en la eternidad, a donde no se llevará ni un centavo de sus grandes riquezas.

A tantos adinerados de todos los tiempos les sucede lo mismo: están dispuestos a hacer algunas obras, dar unas limosnitas, etc., pero pocos decididos a emplear en el bien sus riquezas y a cargar con amor la cruz inevitable que lleva a la suprema riqueza: el reino de Dios, la resurrección y la vida eterna.

Jesús afirma que es muy difícil que se salven quienes ponen su confianza en el dinero, ricos o pobres, cuando dejan que este ídolo suplante en su corazón y en su vida a Dios y al prójimo necesitado de ayuda.

Viene de nuevo a la mente la definición que del rico verdadero y santo nos ofrece la beata Teresa de Calcuta: “Rico no es quien más tiene, sino el que menos necesita”, y se puede añadir: “y que da el resto a los pobres”. El auténtico rico es el que da de lo que tiene y de lo que es, “hasta que duela”. No solo bienes económicos, sino también personales: tiempo, inteligencia, corazón, profesionalidad, testimonio, fe, oración…

El dinero y los bienes materiales no son una maldición, sino bendiciones de Dios para compartir. Sin embargo, el hombre sí puede convertirlos en maldición por el egoísmo, pero también en un cúmulo de bendiciones por el amor. El beato Santiago Alberione comentaba: “Dicen que el dinero es el excremento del diablo..., ¡pero qué bien abona las obras de Dios!

Dios concede el don de la solidaridad y el desprendimiento también a los ricos que se lo piden. Dios escucha al rico que con las riquezas materiales compra la riqueza eterna, que no puede ser roída por la polilla ni arrebatada por los ladrones. Y Él mismo inscribe sus nombres en el Libro de la Vida.

Cuántos reyes, poderosos y ricos, usando sus bienes y su persona como Dios quiere, han llegado a una gran santidad. Pensemos en Moisés, en José, virrey de Egipto; en san Mateo, Zaqueo, Nicodemo, san Esteban de Hungría..., a los que han imitado innumerables reyes, poderosos, empresarios a través de la historia. ¡Felices los que son ricos así, pues con sus riquezas compran el reino de Dios en la tierra y en el cielo, para ellos y para muchos!  

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La Biblia con Lectio Divina pertenece al programa internacional "Cada Católico con su Biblia" de la fraternidad de las Sociedades Bíblicas Unidas y que en España es llevado por la Sociedad Bíblica de España. Nace como respuesta a la Exhortación Apostólica Verbum Domini 115.

El objetivo es que cada católico pueda tener su Biblia de forma económica, con la Lectio Divina y otras ayudas de lectura especiales para que la lea, piense y ore con ella. Su precio es de 3,95EUR en España.

Teléfonos pedidos: +34-916 366 300
pedidos@cadacatolicoconsubiblia.es

http://cadacatolicoconsubiblia.es/

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