17.10.12

Padre, ayúdeme a ser santo

A las 1:45 PM, por Jorge
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Tengo ganas de que alguien me lo diga. O que me pidan que les enseñe a rezar, me pregunten por un buen centro de formación o una tanda de ejercicios espirituales que merezcan la pena.

Verán por qué digo esto. Voy notando sobre todo en los comentarios que demasiadas veces echamos la culpa a los sacerdotes de todos los males de la Iglesia. Que si no celebramos bien, que si no dedicamos suficiente tiempo al confesionario, que si la liturgia, que si la ortodoxia, que si salimos, que si entramos.

Me parece una táctica tan antigua como ineficaz. Ya se sabe que la mejor defensa es un buen ataque, y siempre será más sencillo poner de relieve los fallos –que los tenemos- de los sacerdotes que iniciar un auténtico proceso de conversión al evangelio.

Quizá efectivamente la culpa sea de los curas que no sabemos motivar suficientemente a nuestros feligreses para que lleven una vida santa. Pero lo cierto es que un servidor la impresión que tiene es que los fieles lo que de verdad quieren es que no se les complique la vida, que haya muchas facilidades para todo, y que nos acomodemos a sus necesidades concretas.

En estos días de inicio de curso no sé si alguna familia nos habrá pedido orientaciones para ayudar a sus hijos en catequesis, pero seguro que todos hemos tenido peticiones para que hagan la comunión juntos los dos hermanitos que total apenas se llevan año y medio (y de paso los padres se ahorran una pasta). No creo que muchos padres nos pidan ayuda para iniciar en la fe a los chiquitines, pero sí nos dicen que el bautizo del niño tiene que ser exactamente tal día que es cuando la madrina está aquí, ya que vive normalmente a diez mil kilómetros. Tampoco es que tengamos avalanchas de personas pidiendo vivir mejor la eucaristía, pero sí que tenemos peticiones de más horarios que casi nos exigirían un horario de misas imposible. Los novios aguantan la formación mínima como sea, eso sí, luego se pasan las horas decidiendo las flores y se agarran rebotes monumentales cuando dices que música de los Beatles en la comunión pues que casi mejor no.

No. No me quejo de mi vida como sacerdote. Pero sí creo que es bueno que de vez en cuando se asomen a la arena de la vida parroquial desde el lado del cura. Y que comprendan que puede ser descorazonador sentirte como alguien a quien se acude tan solo a pedir, a buscar la conveniencia y acabar con la sensación de que eres la disculpa para la fiesta familiar. Cuántas reuniones con los padres hablando de la educación cristiana de los niños sin apenas participación. Eso sí, el día que se habla de fotos y fotógrafo en las comuniones, ese día arde Troya. Triste realidad.

Evidentemente no todo el mundo es así. Y en todas partes tenemos gente buenísima, preocupada por su fe, cariñosa con sus sacerdotes, excelentes colaboradores y todo lo bueno que se pueda decir. Pero no me negarán que demasiadas veces lo que se nos demanda a los sacerdotes no es fe, espiritualidad, formación, sino más bien comodidad, celebraciones “monas”, que seamos menos exigentes con las cosas de la fe y nos adaptemos a la vida moderna, que es algo así como adaptarte al secularismo más feroz.

Por eso no nos lo tomen muy en cuenta si un día andamos cansados, desanimados o algo bajos de moral. Somos humanos. Y nos pasan cosas. Y esto de querer anunciar a Jesucristo y descubrir que lo que en realidad quiere la gente es que hagan la comunión los dos hermanitos juntos para ahorrarse una comilona te deja un tanto “plof”.