ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 25 de octubre de 2012

Santa Sede

El presidente de Chipre, recibido por Benedicto XVI
Se pasó revista a la situación europea y en Oriente Medio

¿Qué es la fe? ¿Qué significa creer hoy?
El santo padre continúa su ciclo de catequesis por el Año de la Fe

Nueva Evangelización para la transmisión cristiana de la fe

''No hay nueva evangelización sin liturgia y sin eucaristía''
Cardenal Cañizares: 'los que se encuentran en situación irregular pueden recurrir a la comunión espiritual'

La Nueva Evangelización es una invitación a no quedarse de brazos cruzados
Entrevista a Emili Turú, superior general de los Hermanos Maristas y Auditor del Sínodo

''Si queremos evangelizar, es preciso dar signos que abran los oídos al hombre contemporáneo''
Intervención de Francisco José Gómez Argüello Wirtz, cofundador del Camino Neocatecumenal

AÑO DE LA FE

La Universidad Católica de Murcia celebra el Año de la Fe
Convivencia de estudiantes de Ciencias Humanas y Religiosas

VENTANA AL MUNDO

Encontrado muerto el sacerdote ortodoxo secuestrado en Damasco
Su cuerpo mostraba signos de increíble crueldad


Santa Sede


El presidente de Chipre, recibido por Benedicto XVI
Se pasó revista a la situación europea y en Oriente Medio
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recibió esta mañana al presidente de la República de Chipre, Demetris Christofias, que luego se reunió con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, a quien acompañaba el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados.

 “En los encuentros, desarrollados en un clima de cordialidad, se dió cuenta de las buenas relaciones entre la Santa Sede y la República de Chipre y se abordaron argumentos de interés común, en particular la importancia del diálogo y del respeto de los derechos humanos, entre los cuales la libertad religiosa”, informa un comunicado de la Sala de Prensa vaticana.

 “En estos momentos en que la República de Chipre ejerce la presidencia del Consejo de Europa, se ha pasado revista a la situación europea. Asimismo, se ha manifestado el deseo de que las iniciativas para el diálogo y la paz entre las partes en conflicto en Oriente Medio logren resultados positivos con la aportación de la Comunidad Internacional”, concluye el comunicado.

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¿Qué es la fe? ¿Qué significa creer hoy?
El santo padre continúa su ciclo de catequesis por el Año de la Fe
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).- Ayer a las 10,30 se realizó la Audiencia general en la plaza de San Pedro, presidida por el papa Benedicto XVI ante una multitud que lo esperaba desde temprano. En su discurso, el papa continuó con el ciclo de catequesis dedicado al Año de la Fe iniciado la semana pasada, en el cual explicó “¿Qué es la fe?”.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

El miércoles pasado, con el inicio del Año de la fe, comencé una nueva serie de catequesis sobre la fe. Y hoy quisiera reflexionar con ustedes sobre una cuestión fundamental: ¿qué es la fe? ¿Tiene sentido aún la fe en un mundo donde la ciencia y la tecnología han abierto horizontes, hasta hace poco tiempo impensables? ¿Qué significa creer hoy?

En efecto, en nuestro tiempo es necesaria una renovada educación en la fe, que incluya por cierto un conocimiento de su verdad y de los acontecimientos de la salvación, pero que principalmente nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo, de amarlo, de confiar en él, de tal modo que toda la vida esté involucrada con él.

Hoy, junto a muchos signos de buena, crece a nuestro alrededor también un cierto desierto espiritual. A veces, se tiene la sensación, por ciertos hechos que conocemos todos los días, de que el mundo no va hacia la construcción de una comunidad más fraterna y pacífica; las mismas ideas de progreso y bienestar también muestran sus sombras. A pesar del tamaño de los descubrimientos de la ciencia y de los resultados de la tecnología, el hombre hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humana; todavía permanecen muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión, de injusticia… Luego, un cierto tipo de cultura ha educado a moverse solo en el horizonte de las cosas, de lo posible, a creer solo en lo que vemos y tocamos con las manos. Por otro lado, sin embargo, crece el número de personas que se sienten desorientados y, al tratar de ir más allá de una realidad puramente horizontal, se predisponen a creer en todo y su contrario. En este contexto, surgen algunas preguntas fundamentales, que son mucho más concretas de lo que parecen a primera vista: ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección orientar las decisiones de nuestra libertad en pos de un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera más allá del umbral de la muerte?

A partir de estas ineludibles preguntas, surge como un mundo de la planificación, del cálculo exacto y de la experimentación, en una palabra, el conocimiento de la ciencia, que si bien son importantes para la vida humana, no es suficiente. Nosotros necesitamos no solo el pan material, necesitamos amor, sentido y esperanza, de un fundamento seguro, de un terreno sólido que nos ayude a vivir con un sentido auténtico, incluso en la crisis, en la oscuridad, en las dificultades y en los problemas cotidianos. La fe nos da esto: se trata de una confianza plena en un "Tú", que es Dios, el cual me da una seguridad diferente, pero no menos sólida que la que proviene del cálculo exacto o de la ciencia. La fe no es un mero asentimiento intelectual del hombre frente a las verdades en particular sobre Dios; es un acto por el cual me confío libremente a un Dios que es Padre y me ama; es la adhesión a un "Tú" que me da esperanza y confianza. Ciertamente que esta adhesión a Dios no carece de contenido: con ella, sabemos que Dios se ha revelado a nosotros en Cristo, hizo ver su rostro y se ha vuelto cercano a cada uno de nosotros. En efecto, Dios ha revelado que su amor por el hombre, por cada uno de nosotros, es sin medida: en la cruz, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, nos muestra del modo más luminoso a qué grado llega este amor, hasta darse a sí mismo, hasta el sacrificio total.

Con el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo, Dios desciende hasta el fondo de nuestra humanidad para que llevarla a Él, para elevarla hasta que alcance su altura. La fe es creer en este amor de Dios, que no diminuye ante la maldad de los hombres, ante el mal y la muerte, sino que es capaz de transformar todas las formas de esclavitud, dando la posibilidad de la salvación. Tener fe, entonces, es encontrar ese "Tú", Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible, que no solo aspira a la eternidad, sino que le da; es confiar en Dios con la actitud del niño, el cual sabe que todas sus dificultades, todos sus problemas están a salvo en el "tú" de la madre. Y esta posibilidad de salvación a través de la fe es un don que Dios ofrece a todos los hombres.

Creo que deberíamos meditar más a menudo --en nuestra vida diaria, marcada por problemas y situaciones a veces dramáticas--, en el hecho que creer cristianamente significa este abandonarme con confianza al sentido profundo que me sostiene a mí y al mundo; una sensación de que no somos capaces de darnos, sino de solo recibir como un don, y que es la base sobre la que podemos vivir sin miedo. Y esta certeza liberadora y tranquilizadora de la fe, debemos ser capaces de proclamarla con la palabra y demostrarla con nuestra vida de cristianos.

A nuestro alrededor, sin embargo, vemos cada día que muchos son indiferentes o se niegan a aceptar este anuncio. Al final del Evangelio de Marcos, tenemos palabras duras del Señor resucitado que dice: "El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará" (Mc. 16,16), se pierde a sí mismo. Los invito a reflexionar sobre esto. La confianza en la acción del Espíritu Santo, nos debe empujar siempre a ir y predicar el Evangelio, al testimonio valiente de la fe; pero, además de la posibilidad de una respuesta positiva al don de la fe, también existe el riesgo de un rechazo del Evangelio, del no acoger el encuentro vital con Cristo. Ya san Agustín ponía este tema en su comentario sobre la parábola del sembrador: "Nosotros hablamos –decía--, echamos la semilla, la extendemos. Hay quienes desprecian, critican, se burlan. Si les tememos, no tenemos nada que sembrar y el día de la cosecha se quedara sin que se recoja. Por tanto, venga la semilla de la tierra buena" (Discorsi sulla disciplina cristiana, 13,14: PL 40, 677-678). En consecuencia, la negativa no puede desalentarnos. Como cristianos, somos testigos de este suelo fértil: nuestra fe, a pesar de nuestros límites, demuestra que hay buena tierra, donde la semilla de la Palabra de Dios produce frutos abundantes de justicia, de paz y de amor, de nueva humanidad, de salvación. Y toda la historia de la Iglesia, con todos los problemas, demuestra también que hay la tierra buena, que existe una semilla buena, y que da fruto.

Pero preguntémonos: ¿de dónde saca el hombre esa apertura del corazón y de la mente para creer en el Dios que se ha hecho visible en Jesucristo, muerto y resucitado, para recibir su salvación, de tal modo que Él su evangelio sean la guía y la luz de la existencia? Respuesta: nosotros podemos creer en Dios porque Él se acerca a nosotros y nos toca, porque el Espíritu Santo, don del Señor resucitado, nos hace capaces de acoger el Dios vivo. La fe es, pues, ante todo un don sobrenatural, un don de Dios. El Concilio Vaticano II dice: "Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que proviene y ayuda, a los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da “a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad”".(Dei Verbum, 5). En la base de nuestro camino de fe está el bautismo, el sacramento que nos da el Espíritu Santo, volviéndonos hijos de Dios en Cristo, y marca la entrada en la comunidad de fe, en la Iglesia no creo uno por sí mismo, sin la gracia previa del Espíritu; y no se cree solo, sino junto a los hermanos. Desde el Bautismo en adelante, cada creyente está llamado a revivir esto y hacer propia esta confesión de fe, junto a los hermanos.

La fe es un don de Dios, pero también es un acto profundamente humano y libre. El Catecismo de la Iglesia Católica dice claramente: "Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre" (n. 154). Más aún, las implica y las exalta, en una apuesta de vida que es como un éxodo, es decir, en un salir de sí mismo, de las propias seguridades, de los propios esquemas mentales, para confiarse a la acción de Dios que nos muestra el camino para obtener la verdadera libertad, nuestra identidad humana, la verdadera alegría del corazón, la paz con todos. Creer es confiar libremente y con alegría en el plan providencial de Dios en la historia, como lo hizo el patriarca Abraham, al igual que María de Nazaret. La fe es, pues, un acuerdo por el cual nuestra mente y nuestro corazón dicen su propio "sí" a Dios, confesando que Jesús es el Señor. Y este "sí" transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de sentido, la hace nueva, llena de alegría y de esperanza fiable.

Queridos amigos, nuestro tiempo requiere de cristianos que estén aferrados de Cristo, que crezcan en la fe a través de la familiaridad con la Sagrada Escritura y los sacramentos. Personas que sean casi un libro abierto que narra la experiencia de la vida nueva en el Espíritu, la presencia de un Dios que nos sostiene en el camino y que nos abre hacia la vida que no tendrá fin. Gracias.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

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Nueva Evangelización para la transmisión cristiana de la fe


''No hay nueva evangelización sin liturgia y sin eucaristía''
Cardenal Cañizares: 'los que se encuentran en situación irregular pueden recurrir a la comunión espiritual'
H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).- La nueva evangelización tiene que poner a Dios en el centro, es necesario anunciar el reino de Dios para oponerse a la secularización, la cual le quita el lugar a Dios como si no existiera. En la nueva evangelización, dijo la litugia y la eucaristía tienen un papel central. Y si bien las personas en situación irregular no pueden comulgar, tienen la posibilidad de recurrir a la comunión espiritual. Lo indico hoy el cardenal Antonio Cañizares a los periodistas de lengua española reunidos en la Sala de Prensa de la Santa Sede, quien no consideró causal que la fecha del sínodo “del cual la Iglesia saldrá revitalizada” coincida con la batalla de 'Ponte Milvio', donde Constantino vio la famosa frase “In hoc signo vinces”.

“El gran reto del sínodo -dijo el cardenal español- es hacer revivir la presencia de Dios, la necesidad de Dios en el hombre y de manera especial que la Iglesia ser testigo de la presencia de Dios”.

“Dios tiene que estar en el centro de la nueva evangelización --aseveró su eminencia- pues todo cambia si Dios existe o no. Es necesario anunciar el reino del Señor para contraponerse a la secularización y la Iglesia tiene que ser testigo”.

¿La nueva evangelización tiene que enfrentar los ídolos consumistas como otrora la primera evangelización enfrentaba a otros dioses? “Ahora la situación es más dramática --indicó el purpurado- pues entonces tenían a Dios. Hoy se sufre la influencia y consecuencias de las revoluciones del siglo XX que han sido para negar a Dios. Sea la del 1917 la del comunismo y el nazismo con todas sus consecuencias. Y en el momento actual la revolución de género que es sencillamente una ideología más radical y negadora de la realidad misma de Dios”.

“El materialismo lleva a vivir como si Dios no existiera, y peor, al no darle espacio a la realidad de Dios” indicó el purpurado que añadió: “Esa es la mayor pobreza que puede haber” y citando la frase de Santa Teresa: 'Quien a Dios tiene nada le falta', subrayó la gran indigencia espiritual del mundo actual.

Por ello reivindicó el mensaje de Benedicto XVI y de su homilía en la plaza de San Pedro al ser elegido papa: 'No tengo ningún programa sino hacer la voluntad de Dios'. A veces queremos hablar de programas y estrategias cuando “al poner a Dios en el centro todo cambiará”, concluyó.

¿Los puntos de encuentro para el mundo de hoy? “El anuncio del Dios que sale al encuentro del hombre, es el amor de Dios”, como lo señala el Benedicto XVI en sus encíclicas. La primera, Deus Caritas Est: “Un Dios que se hace hombre y apuesta todo por el hombre”, dijo, y citó la segunda encíclica: Spes Salvi, y la gran esperanza que Dios tiene en el hombre, que vale más que todo el oro y plata del mundo y que Cristo compró con su sangre. “Esto cambia la visón humana delante de la familia, del dolor, ante el problema del mal, etc”.

Sobre la importancia de la liturgia, que fue indicada en diversas intervenciones sinodales, el cardenal fue taxativo: “No hay nueva evangelización sin liturgia”. Porque la nueva evangelización es anunciar a Dios y esto sin la liturgia es imposible, “porque el sujeto de la liturgia es Dios no lo que hacen los hombres”. Por allí el hombre puede entrar en lo sobrenatural “que cambia el corazón del hombre”

Otro punto que el cardenal Cañizares consideró fundamental es la eucaristía. “La eucaristía es la fuente y cumbre de la evangelización”, que contiene todo el amor de Dios, de manera “que la alegría de este encuentro lo comuniquemos a los demás”.

“No habrá nueva evangelización si no centramos más a la eucaristía, más presente en la vida de los sacerdotes de de los cristianos”. Por ello “la nueva evangelización llevará a recuperar el sentido de la misa dominical y la adoración eucarística mismo fuera de la misa”.

El purpurado indicó que “Dios nos ha preparado para este sínodo de la nueva evangelización con diez años enteramente eucarísticos” y citó una secuencia hechos, partiendo en el 2000. que “fue fundamentalmente un año eucarístico y de acción de gracias; después la encíclica de Juan Pablo II, donde se anunció el Año de la Eucaristía y se realizó; la publicación de un documento para superar algunos abusos eucarísticos, escrita por la congregación del Culto Divino y la de la Doctrina de la Fe; otro documento muy importante, Mane Nobiscum Domine, de preparación del año de la eucaristía. Se celebró además un sínodo sobre la eucaristía; el papa Benedicto XVI publicó la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis y en esos años se extendió de manera prodigiosa el movimiento de adoración eucarística y la adoración perpetua.

El cardenal Cañizares reiteró entretanto, que si bien los divorciados pueden asistir a misa, no pueden comulgar “porque no viven la comunión plena con la Iglesia”. “En esos casos --dijo- debería darse y educar al deseo de la comunión espiritual, es algo que acerca a estas personas que se encuentran en estas situaciones que son siempre de dolor”.

Para hacer volver a quienes se alejaron, el cardenal consideró,como primera cosa, que los cristianos tienen que vivir el evangelio, con gozo y no reducirlo a la vida privada. “Espero que la Iglesia salga revitalizada de este sínodo” y añadió que “con un deseo mayor de predicar el evangelio, pueda decir 'En nombre de Jesucristo levántate y anda'” .

Y consideró que “no es un caso que este sínodo coincida con los 1.700 años de la batalla de 'Ponte Milvio' en la que Constatino vio en el cielo la cruz y el 'In hoc signo vinces'.

Dijo el purpurado que en el sinodo se ha hablado del papel de la vida contemplativa, conventos y clausura, si bien “hubiéramos deseado que se hablara más”, aunque “entre los santos canonizados, el domingo pasado, estuvieron quienes vivieron el misterio de la contemplación con toda intensidad”.

De otro lado, recordó que si bien no tenía estadísticas, se sabe que la mayor cantidad de conversiones se producen entorno a los centros de vida contemplativa por la presencia de Dios que allí se vive. Y recordó que en ese sentido “realizó una intervención espléndida el obispo de Canterbury primado de la Iglesia anglicana. Una lección que me llenó de grandísima esperanza”.

Sobre la visita de la delegación del Sínodo a Siria, consideró que no se trata de una evangelización indirecta. “Eso es es evangelización directa, un testimonio es evangelización directa, es asumir la identificación con Jesucristo que trae la paz y que se convierte en signo y llamada de paz y reconciliación, eso es evangelización”.

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La Nueva Evangelización es una invitación a no quedarse de brazos cruzados
Entrevista a Emili Turú, superior general de los Hermanos Maristas y Auditor del Sínodo
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).- Durante los dicecisiete días efectivos que tendrá la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, hay un grupo que viene representando a los diversos sectores de la Iglesia, de la sociedad y de otras creencias. Ellos trajeron sus experiencias, dieron aportes, pero sobre todo escucharon… Nos referimos a los “Auditores”, quien en un número que bordea los 50, forman parte oficial de este importante evento para el futuro de la evangelización católica.

Uno de los Auditores es el hermano Emili Turú, superior general de los Hermanos Maristas, con quien ZENIT dialogó acerca de su vivencia desde adentro del Aula Sinodal. Él comparte su visión después de transcurrida la mayoría de las sesiones, y a muy poco de la clausura del mismo por el papa Benedicto XVI, específicamente el domingo 28 de octubre.

Se habla que el Sínodo ha sido una oportunidad privilegiada de conocer experiencias nuevas y de animarse unos a otros para la evangelización, ¿verdad?

--Hermano Turú: Un encuentro de estas dimensiones es siempre una gran oportunidad para experimentar la riqueza de la internacionalidad y de la diversidad no solo de la Iglesia católica, sino también de otras Iglesias cristianas, dada la gran presencia de delegaciones fraternas de otras confesiones. Y sí, está siendo una ocasión para conocer nuevas experiencias y, sobre todo, para conocer nuevas personas, muchas de ellas de calidad excepcional.

Hay quienes dicen que llegaron con una actitud e ideas, y salen con otras, ¿A usted le pasa lo mismo?

--Hermano Turú: Una vivencia como esta no te deja indiferente. Todo ha sido muy intenso y rápido, por tanto creo que voy a necesitar de un cierto tiempo para digerir y para volver a reflexionar sobre algunos puntos que me han parecido especialmente importantes. En mi caso, no creo que se trate de grandes cambios en actitudes o ideas, sino más bien de cuestionamientos que necesito profundizar.

De lo que ha escuchado sobre la nueva evangelización, ¿qué le parece lo más urgente para estos tiempos?

--Hermano Turú: Lo más urgente es que cada uno de los bautizados nos tomemos en serio nuestra vocación cristiana y la vivamos a fondo, no como una carga, sino convencidos de que es un camino que nos conduce a la plena realización personal. Ser discípulos de Jesús, llamados a vivir en comunidad, que testimonian sobre todo la calidad de su vida y su compromiso. Y me parece también sumamente importante estar muy atentos a los signos de los tiempos, a través de los cuales el Espíritu nos interpela.

Y ¿qué prácticas se deberían dejar de lado paulatinamente por falta de resultados o de aceptación de la gente?

--Hermano Turú: No estoy muy seguro de que pueda hablar de prácticas que debieran abandonarse, pero sí ciertamente de actitudes: por ejemplo, la arrogancia de presentarse como personas o instituciones que ya lo saben todo, que tienen respuestas para todo y que no necesitan aprender de nadie. De la experiencia de la Iglesia de estos últimos años debiéramos aprender a ser humildes, a acercarnos respetuosamente a otras personas, dispuestos a dejarnos evangelizar por ellas… El diálogo es fundamental, y no como estrategia, sino como actitud básica.

¿Hacia dónde van las propuestas de Sínodo en estos días? Hay mucha expectativa de la gente por las cosas "nuevas" que van a proponer al mundo de la Iglesia...

--Hermano Turú: No me parece realista esperar grandes novedades de un Sínodo, dadas las características de una reunión de este tipo y de la metodología que se utiliza. Yo veo el Sínodo como una invitación a ser creativos a nivel local, como una invitación a reflexionar, orar, discernir… ¡y actuar! El Sínodo no habrá servido de mucho a menos que en cada diócesis o en cada comunidad cristiana no se empiecen a preguntar ellos mismos qué significa la nueva evangelización, y a qué les está llamando el Señor.

¿Y el Mensaje final?

--Hermano Turú: Creo que el Mensaje del Sínodo tiene un tono global positivo y de ánimo, pero también contiene una clara invitación a no quedarse de brazos cruzados… No se trata de buscar lo que la Iglesia puede hacer por mí, sino de qué puedo hacer yo por la Iglesia.

¿Cómo se ha visto el tema educativo?

--Hermano Turú: El Sínodo aún no terminó… pero estoy seguro de que habrá un claro reconocimiento de las instituciones educativas católicas como claros espacios de nueva evangelización. Algunos obispos han dicho con mucha claridad que, dada la realidad de su contexto, el punto de referencia más importante para la evangelización no son las parroquias, sino las escuelas católicas. Para muchos niños y jóvenes, esa va a ser la única posibilidad de contacto con la Iglesia. Si decimos que hay que ir donde los jóvenes están… ¡ya tenemos en nuestras instituciones educativas católicas alrededor de 56 millones de niños y jóvenes! Hay que usar, por tanto, esa excelente plataforma, sin olvidar a los otros muchos jóvenes fuera de nuestras instituciones, especialmente los que sufren marginación.

¿Habrán sugerencias?

--Hermano Turú: En cuanto a sugerencias, creo que va a ser muy importante, si realmente queremos que nuestras instituciones educativas sean focos de nueva evangelización y “atrios de los gentiles”, la adecuada formación y acompañamiento de educadores y educadoras.

¿Y a nivel de la vida religiosa?

--Hermano Turú: El Sínodo reconoce la importantísima contribución de la vida consagrada a la evangelización, tanto a la de antes como a la de hoy. En muchos lugares del mundo, la primera evangelización se ha hecho de manos de religiosos o religiosas. Lo que se espera hoy es que continuemos fieles a nuestra misión, tanto por lo que somos como por el desarrollo de esta. De manera especial, se nos invita a la plena disponibilidad para ir a lugares de frontera, ya sea a nivel geográfico, social o cultural… ¡Ojalá seamos capaces de acoger el desafío!

Estamos celebrando los 15 años de la agencia ZENIT, ¿qué mensaje tendría para nuestros lectores?

--Hermano Turú: Los lectores de ZENIT son personas interesadas en la vida eclesial y que, por tanto, no creo que necesiten muchos consejos. Pero sí me atrevo a formular para ellos una pregunta: La mayoría de noticias que ustedes reciben son de hechos o de personas lejanas, probablemente desconocidas…, ¿de qué noticia le gustaría a usted ser protagonista en el futuro? Y todavía una segunda pregunta: ¿qué le está impidiendo ser el protagonista de esa noticia? Perdón por mi atrevimiento, ¡y feliz aniversario!

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''Si queremos evangelizar, es preciso dar signos que abran los oídos al hombre contemporáneo''
Intervención de Francisco José Gómez Argüello Wirtz, cofundador del Camino Neocatecumenal
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).- Algunos lectores han pedido expresamente conocer lo que dijo en el Sínodo de los obispos el auditor Kiko Argüello, líder de Camino Neocatecumenal. Argüello habló el día 17 de octubre, junto a otros dirigentes de movimientos y asociaciones de los que daremos también información en los próximos días. He aquí el texto de la intervención.

*****

La Carta a los Hebreos dice: “Como los hijos comparten la sangre y la carne, así también Cristo las compartió, para reducir a la impotencia mediante su muerte al que tenía el dominio sobre la muerte, es decir, el diablo, y liberar a los que, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a la esclavitud” (Hb 2, 14-15).

¿Creemos verdaderamente que los hombres, por miedo a la muerte, están sometidos de por vida a la esclavitud del demonio? Si lo creemos, este Sínodo debe decir con San Pablo: “Caritas Christi urget nos. El amor de Cristo nos apremia a pensar que si Él murió por todos, todos murieron. Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos" (2Co 5,14). 

Dice San Pablo que Dios quiso salvar el mundo mediante la necedad del kerigma, que es el anuncio de esta noticia. 

La fe viene de la escucha y hoy vivimos en una sociedad secularizada que tiene los oídos cerrados. 

Si queremos evangelizar, es preciso dar signos que abran los oídos al hombre contemporáneo. Pero ¿cómo puede llegar una comunidad cristiana a este nivel de fe del amor, en la dimensión de la cruz y de la unidad perfecta? De aquí la necesidad del catecumenado postbautismal que haga crecer la fe.

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AÑO DE LA FE


La Universidad Católica de Murcia celebra el Año de la Fe
Convivencia de estudiantes de Ciencias Humanas y Religiosas
MURCIA, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).- Un numeroso grupo integrado por estudiantes, profesores, y personal perteneciente a distintas titulaciones y departamentos de de la Universidad Católica San Antonio, de Murcia (UCAM), celebró recientemente una convivencia de fin de semana en el Monasterio Cisterciense de Buenafuente del Sistal, situado en un enclave privilegiado del alto Tajo, (Guadalajara).

Los integrantes de la expedición, acompañados por el sacerdote, y docente de la UCAM, José Sánchez, tuvieron oportunidad de vivir unas intensas jornadas de convivencia, oración, reflexión, lectura de la palabra, Eucaristía, experiencia de fe, y encuentro con Dios, en pleno contacto con la naturaleza. Cabe destacar que la actividad fue promovida por el Departamento de Ciencias Humanas y Religiosas de la Universidad Católica.

El vicerrector de Extensión Universitaria, y Director del Instituto Internacional de Caridad y Voluntariado Juan Pablo II, de la UCAM, Antonio Alcaraz, destaca positivamente la celebración de esta actividad, promovida por el Departamento de Ciencias Humanas y Religiosas de la Universidad Católica, y explica que “esta convivencia de fin de semana para alumnos, profesores y personal de la Católica, constituye el pistoletazo de salida de un completo programa de actividades, nacionales e internacionales abierto a todos los miembros de la Comunidad Universitaria, que se desarrollará a lo largo de todo el curso 2012-2013".

El programa tiene como objetivo "ayudar a vivir con intensidad un acontecimiento tan trascendental como es el Año de la Fe", añadió.

El programa incluirá entre otras acciones la participación activa de la UCAM en los actos que se celebrarán con motivo de la celebración del Año Jubilar en Cieza, en el II Encuentro de Universitarios Católicos del Sur, que se celebrará en Sevilla del 16 al 18 de noviembre, en el III Encuentro de Universitarios Católicos de Europa en Roma, del 27 de abril al 1 de mayo, y en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro 2013, del 14 al 31 de julio”.

El Año de la Fe, proclamado el pasado 11 de octubre por Benedicto XVI en Roma, coincidiendo con la inauguración del Concilio Vaticano II, concluirá el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.  

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VENTANA AL MUNDO


Encontrado muerto el sacerdote ortodoxo secuestrado en Damasco
Su cuerpo mostraba signos de increíble crueldad
ROMA, jueves 25 octubre 2012 (ZENIT.org).- El cadáver del sacerdote greco-ortodoxo, padre Fadi Jamil Haddad, párroco de la iglesia de San Elías en Qatana, fue encontrado hoy en el barrio de Jaramana (al norte de Damasco), no muy lejos del lugar donde fue secuestrado, el 19 de octubre por un grupo armado no identificado.

Lo ha confirmado a la agencia vaticana Fides un miembro de la comunidad greco-ortodoxa del padre Haddad, pidiendo el anonimato.

“Su cuerpo fue horriblemente torturado, llegando a sacarle los ojos --declaró entre lágrimas e Fides--. Es un acto puramente terrorista. El padre Haddad es un mártir de nuestra Iglesia”.

Sobre las responsabilidades del terrible acto se están lanzando acusaciones entre las fuerzas de la oposición (que acusan a las milicias fieles al régimen) y las autoridades gubernamentales, que acusan a las bandas armadas favorables a la rebelión armada.

Los secuestradores habrían pedido a la familia del sacerdote y a su Iglesia un rescate de 50 millones de esterlinas sirias (unos 550.000 euros). Sin embargo, fue imposible encontrar el dinero y satisfacer esta demanda tan exorbitante.

Una fuente consultada condena “la terrible práctica, presente desde hace meses en esta sucia guerra, de secuestrar y luego matar a civiles inocentes”.

Entre las diversas comunidades cristianas presentes en Siria, la greco-ortodoxa es el más grande (con casi medio millón de fieles) y se concentra principalmente en la parte occidental del país y en Damasco.

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