25.10.12

Después de un artículo anterior que publicamos hace unos meses, tomado del diario ABC, sobre el interés nazi en los temas ocultos (“Así buscó Hitler el Santo Grial en España”), reproducimos ahora otro firmado por Israel Viana en el mismo periódico, sobre la incidencia de lo astrológico no sólo en el nazismo, sino también en otros actores de la Segunda Guerra Mundial.

En el verano de 1941, durante una convención de la Federación Americana de Astrólogos (AFA, por sus siglas en inglés) en Cleveland, Louis de Wohl dijo a su atenta audiencia que Hitler estaba operando en la gran guerra bajo el asesoramiento de «los mejores astrólogos alemanes», los cuales estaban conspirando para que Alemania atacara a Estados Unidos. La invasión, según Wohl, se iba a producir en la siguiente primavera, una vez que Saturno y Urano, los dos planetas «maléficos», hubieran entrado en géminis, el signo del país entonces gobernado por Roosevelt.

Esta interpretación de la guerra por parte del que, además de astrólogo, fue uno de los grandes escritores de novela histórica de siglo XX, era cuanto menos frívola si tenemos en cuenta que en la Segunda Guerra Mundial los muertos se elevaron por encima de los 70 millones. Pero lo cierto es que la interpretación de las estrellas, por extraño que parezca, tuvo cierto papel en en el devastador conflicto, y no solo en la Alemania nazi.

Según comentó De Wohl a aquellos crédulos espectadores, «Estados Unidos siempre había sido objeto de graves sucesos cuando Urano transitaba por Géminis». Su evaluación «especializada» iba más allá, al asegurar que las estrellas presagiaban un inminente desastre para Hitler: «No podemos predecir una fecha exacta –añadió–, pero si Estados Unidos entra en la guerra antes de la próxima primavera, él está condenado».

El juego de los astros

Lo que nadie se dio cuenta es que la conferencia de Wohl era un burdo intento de propaganda por parte del Gobierno británico para arrastrar a la administración Roosevelt hacia al enfretamiento directo con la Alemania nazi, para aplastarla fuese como fuese. Y los ingleses sabían que la astrología podía ser una de esas vías persuasivas, después de que el 2 de noviembre de 1939 el astrólogo suizo Kart Ernst Krafft informara al mando alemán, tras su interpretación de los astros, de que Hitler corría peligro entre los días 7 y 10 de ese mes.

Cuando el 8 de noviembre Hitler sufrió el atentado de Munich, en el que murieron ocho personas -aunque él no-, y la Gestapo comprobó que Krafft no sabía absolutamente nada de aquella conspiración, los nazis comenzaron a dar crédito a sus predicciones y establecieron un Departamento Astrológico, con el objetivo de que sirviera de apoyo a la hora de diseñar sus movimientos.

Pronto los ingleses tuvieron su homólogo, con Louis de Wohl a la cabeza, tras formar en septiembre de 1940 el Departamento de Investigación Psicológica, encargado de crear predicciones astrológicas contra la Alemania nazi. Y como en 1937 Wohl había titulado su autobiografía, con cierto humor, bajo el título de Yo sigo a mis estrellas, se convirtió candidato perfecto para su dirección.

Su debut como astrólogo coincidió con los bombardeos de Londres por parte de Alemania, en una aciaga noche en la que dijo: «Cuando tenemos que vivir cerca de la muerte día tras día, percibimos mejor que todo depende, no de bombas, ni de uno mismo, sino principalmente de Dios».

Guerra psicológica

De Wohl, como empleado de la unidad de sabotaje durante la guerra (SOE), había recibido instrucciones de marchar a Estados Unidos y presentarse como un reconocido astrólogo, con el objetivo de derrumbar la creencia del país de que Hitler era invencible. Y no se les ocurrió otra cosa que utilizar la creencia popular, tan extendida entonces, de la predicción astrológica.

Wohl dio conferencias por todo el páis y fue entrevistado por un buen número de periódicos, bajo títulos como «Un vidente ve un complot para matar a Hitler» (New York Sun). La prensa publicó cartas de Karl Ernst Krafft, que supuestamente había conseguido Wohl, en las que el astrólogo suizo aseguraba que Hitler no ganaría la guerra, o informes como el de Los Angeles Times, en los que Wohl hacía sus predicciones, asegurando que, a menos que Estados Unidos se uniera en el esfuerzo de derrotar a los nazis, Alemania invadiría el país a través de Brasil.

Es como si el mundo comenzara a creer que las estrellas tenían algo que decir en esta devastadora guerra mundial. Wohl, que ganó mucho crédito, no vacilaba en hacer predicciones más puntuales, algunas de la cuales parecían cumplirse. El mundo entero se vio contagiado por esta fiebre de pronósticos: un periódico de El Cairo publicaba las profecías de un astrólogo egipcio sobre la caída de Hitler, y lo mismo ocurría con un sacerdote de Nigeria o un astrónomo de Sierra Leona.

Astrólogo aficionado

Nadie sospechaba que los informes publicados por la prensa fueron filtrados por el MI5 o que la carta de Krafft era una invención. Y ni que este joven novelista nacido en Berlín era un astrólogo aficionado que, en momentos de penuria económica, había aprovechado esta afición para sacar dinero como vidente entre los círculos más poderosos de Londres.

Y dada naturaleza de su clientela, que incluía diplomáticos extranjeros y personal militar, llamó la atención del MI5, que lo reclutó para su Departamento de Investigación Psicológica, formado por él solo, como una herramienta de propaganda que valía la pena.

¿El objetivo? Asustar a los alemanes, a quienes el destino de las estrellas, como demostraba su propio departamento astrológico, no era algo que les pasara desapercibido. Las estrellas «hablaron», pero ni Hitler murió pronto, ni Alemania perdió la guerra de inmediato. Aún tuvieron que pasar cuatro años más… y muchos millones de muertos.