27.10.12

 

El dato objetivo es este: la fundación Amancio Ortega dona veinte millones de euros a Cáritas. Punto. Y agradecidos.

Pues nada. Fue saltar la noticia y un montón de gente a la yugular de D. Amancio acusándole absolutamente de todo, con unos argumentos tan trasnochados como volver a la señora de misa de doce que luego explota a la criada, y que ya se esgrimía en los viejísimos tiempos de la segunda república. Nada nuevo bajo el sol.

Siempre hay quien me pregunta qué me parece. Pues nada, ahí que te va.

PRIMERO. En este país nuestro se supone que existe la presunción de inocencia. Por eso no acabo de comprender ese viejo axioma de la izquierda y la progresía según el cual todo empresario atesora maldad interior de forma directamente proporcional a su capacidad de crear riqueza y puestos de trabajo. Así nos va. Por tanto si D. Amancio Ortega ha creado un imperio económico, eso quiere decir que es un malvado con pintas.

SEGUNDO. Cuanto más pretendidamente demócrata y amante de la libertad se declara alguien, con más facilidad aún se permitirá juzgar las más profundas intenciones de los demás. De hecho ya nos han dicho que busca publicidad (¡precisamente D. Amancio!), que quiere lavar sus trapos sucios con una donación, que pretende utilizar Cáritas como tapadera, que ese dinero lo habrá obtenido explotando a los trabajadores. Como vemos, nada de juzgar. En cuanto a intenciones, recordar que según el abc más elemental de la moral católica, del interior de la persona no juzga ni la Iglesia. Y si el dinero es injusto tendrán que decidirlo los tribunales, no el último famosete o la señora? de moda.

TERCERO. Me sorprende esa envenenada forma de pensar según la cual es imposible que alguien haga algo bueno simplemente porque sí, que siempre hay gato encerrado. De Cáritas lo dicen: que se trabaja con los pobres para lavar la imagen de la Iglesia. Como hay quien no duda en afirmar que si un convento tiene vocaciones es porque algo raro pasa. O que si llega una importante donación a Cáritas en el fondo subyace algún objetivo inconfesable. Hay que tener la mente sucia y retorcida para opinar así.

CUARTO. Don Amancio Ortega y su fundación son libres de hacer con el dinero que han ganado trabajando exactamente lo que les da la gana. Y han decidido hacer una importante donación a Cáritas porque les da la gana. Posiblemente si la hubieran hecho a Medicus Mundi, Amnistía Internacional, la asociación de amigos del Frente Polisario o el movimiento de indignados, la izquierda de este país hubiera aplaudido el gesto. Pero parece ser que D. Amancio, que sabe bastante de trabajar, arriesgar, esforzarse se fía más de Cáritas que de ninguna otra asociación por muy humanitariamente que se presente. Supongo que esto joroba. Se siente.

QUINTO. ¿Cáritas se queda tranquila aceptando dinero obtenido por medios injustos? A ver, no nos pongamos nerviosos. ¿Y quién ha juzgado y sentenciado que es dinero injusto? Aquí rapidito se nos va la olla. Todavía más, hay gente que dice que aceptando este dinero Cáritas se desprestigia. Para nada. Quien se desprestigia es todo aquel que ante un gesto de generosidad busca tres pies al gato. Eso sí que es mala cosa y ser rastrero y vil.

SEXTO. Mi experiencia de años de cura teniendo que pedir para tantas cosas, desde comida para los pobres o fondos para un centro parroquial, me ha enseñado que justo los que menos dan son los que más critican la generosidad de los otros.

Caritas tiene un problema serio sobre todo porque el problema se lo han quitado de encima las distintas administraciones. Se llama “pobres”. Y este donativo nos viene de fábula. Así que muchas gracias D. Amancio, y que Dios se lo pague.