28.10.12

El 21 de diciembre… sabremos que somos Dios

A las 4:10 PM, por Luis Santamaría
Categorías : Fragmentos de apocalipsis

 

Fragmentos de apocalipsis (19)

Siguiendo al artículo anterior (“Un fin del mundo… ¿metafísico?”), continúo comentando el libro Predicciones mayas metafísicas, cuyo autor es Rubén Cedeño. Cuando analiza la cultura maya, explica que esta civilización no es más que “un residuo que se salvó de los míticos Atlantes”, y la interpreta desde los presupuestos doctrinales de la Metafísica. De hecho, su dios del Sol sería un Maestro Ascendido de la jerarquía espiritual en la que creen los adeptos de estos grupos esotéricos. La ciudad real de Uxmal es el enclave en cuya correspondiente “ciudad invisible” –inexistente, claro– habita este Maestro, y es un importante lugar de poder.

En el mismo sentido habla de otros enclaves arqueológicos iberoamericanos. Y así hace también con los documentos y monumentos mayas que se han conservado. En cuanto a los restos arqueológicos, explica el autor que hay que tener mucho cuidado, y emplear espiritualmente sólo aquellos que no se utilizaron para cultos sacrificiales en algún momento de la historia: “metafísicamente, no se recomienda venir a esas pirámides a hacer meditaciones ni a recibir vibraciones. Esas prácticas pueden producir que ‘larvas astrales’ creadas por ‘magos negros’ atlantes se le peguen a quien las hace”. ¡Qué miedo!

Continuamos con la interpretación esotérica de todo lo que Cedeño pilla por delante: el célebre aro del juego de pelota maya tiene un relieve que “simbólicamente significa los Siete Rayos del Cuerpo Causal y la Corona de los Elohim que tenemos en nuestro Cuerpo Mental Superior, que sirve de vestidura a la Chispa Divina que todo ser humano lleva dentro, que consta de los Siete Rayos y almacena ordenadamente, la más pura esencia de las vivencias obtenidas durante la evolución”. También hay en la pirámide de Chichén Itzá otras cosas relacionadas con el planeta Venus, los atlantes, los lemurianos y otros pobladores mitológicos de nuestro planeta, vinculados a Sanat Kumara, un Maestro superior de éstos que fundó la Jerarquía Espiritual de Shamballa hace 18 millones de años… el Mesías y Señor del mundo, en definitiva. ¿Se han perdido a estas alturas del relato? Yo también.

¿Se acabará el mundo, sí o no? Según Cedeño, “el que los Mayas le dieran final a su calendario en un día determinado, no tiene porqué [sic] asociarse con el fin del mundo”. Pero sí será el día en el que “el Planeta Tierra se alineará con el centro de nuestra Galaxia, la Vía Láctea”. El centro galáctico es Hunab Ku, una poderosa fuente de energía magnética, el principio eterno de vida que nos sincronizará a todos, porque “internamente, todos llevamos un ‘Hunab Ku Interior’ y estamos moviéndonos en nuestra propia espiral, expandiendo cada vez más los Estados de Conciencia”. El 21 de diciembre habrá una alineación importantísima, porque “nuestros Padres Soles Helios y Vesta estarán en perfecta conexión de apertura a la radiación, en afinación consonante con todos los Soles y Planetas de la Vía Láctea, y la Tierra estará beneficiándose enormemente de tantas bendiciones”.

Esto traerá consigo “una gran purificación y limpieza del mundo y de la gente”, “un salto evolutivo en la Conciencia Humana, que nos llevará a ser realmente, y a manifestar más de lo que es nuestro ‘Dios interior’”. Será, en definitiva, el comienzo de un mundo nuevo propio de la Era de Acuario (la New Age), después de haber pasado la etapa oscura de la Era de Piscis (el cristianismo). Una Nueva Era que, como afirma el autor, comenzó en 1954 “con la coronación del Maestro Saint Germain como Avatar de la Nueva Era, el cambio de la polaridad masculina en el Tíbet a la polaridad femenina en el Lago Titikaka, y la entrada del Rayo Violeta Transmutador a la Tierra por dos mil años”.

¿Qué propone, entonces, Rubén Cedeño, para el día del gran cambio? Nada de miedo ni terror, porque no habrá catástrofes, sino que “lo que hay que hacer es una gran ceremonia donde abramos nuestros sentidos superiores para que esa Gran y Sagrada Energía del Centro del Logos Cósmico ‘Eloha Elohae’ penetre dentro de nosotros y se expanda a toda la humanidad de forma consciente”. Estamos en los últimos momentos de la gran purificación de nuestro planeta, que pasará de llamarse Tierra a ser la “Santa Estrella de la Libertad”. ¡Qué bonito! Es para emocionarse, ¿verdad? Además, los libros de Chilam Balam, unidos a todo esto, anuncian la venida de la “Suprema Deidad”.

¿La Deidad? ¿Dios? ¿De qué o de quién se trata? No se preocupe el ignorante lector, que el autor está aquí para aclararlo: “la ‘Suprema Deidad’, metafísicamente hablando, es el ‘Dios interior’ de cada quien, la Divina y Todopoderosa Magna Presencia de Dios ‘Yo Soy’. Esto significa que se tomará conciencia de ella”. El libro mezcla las cosas, como suele pasar en este mundillo, y también dice que el 21 de diciembre descenderá al mundo el “Espíritu de la Navidad”, un “Ángel Solar”. Para recibir bien todo esto, para descubrir la divinidad interior, lo más importante es la meditación. Y ojo a lo que dice el amigo Cedeño: “si eres católico, puedes ir a misa y comulgar, o realizar la práctica más elevada que tu religión te señale. Lo importante es que, con tu actitud religiosa, favorezcas la asimilación de la poderosa ‘Inyección de Luz’ que la Tierra va a recibir ese día”. Si esto no es sincretismo y reinterpretación esotérica de la religión, que baje Dios y lo vea (pero el de verdad, no lo que se supone que pueda “descender” en la fecha señalada).

Además, y como el día es muy largo, Rubén Cedeño nos revela un dato importantísimo: la hora exacta en la que tendrá lugar el evento planetario: las 5:11. Pero a mí me queda una duda existencial: ¿de la mañana o de la tarde? ¿Y en qué huso horario? No sé si podré dormir tranquilo sin saber cómo queda resuelto esto. Otros consejos de interés para el que quiera recibir bien ese advenimiento: “por favor, no te vistas de negro… vístete de blanco… para estar en consonancia con el hecho cósmico”. Anotado. “Siéntate tranquilo… en un lugar sereno”. Perfecto. Y lo más bonito de todo: “pon tu atención en el Centro de tu Ser y visualiza una ‘Luz Cristalina Radiante’ que se expande; visualiza cómo te vuelves Luz… En ese momento se interconectarán los millones de ‘Chispas Divinas’ asignadas a la Tierra con todos los ‘Centros de Luz’ de todos los Maestros, Santos, Arcángeles y Elohim de la Tierra”. Impresionante, sencillamente magnífico. Para terminar diciendo: “yo soy luz”.

Y yo, impresionado por todo lo que va a pasar el próximo 21 de diciembre de 2012, termino citando a un tal Rubén Cedeño –¿les suena?–, que dice en su libro Predicciones mayas metafísicas –no me digan que no les resulta familiar– estas palabras: “mentes muy hábiles utilizan la táctica de la profecía con el fin de conseguir fieles, manipular a las personas, vender libros y muchas cosas más”. Ha dado en el clavo, buen hombre. Con la dichosa historia metafísica ha conseguido venderme un libro que yo pensaba que hablaba del fin del mundo, pero cuyo mayor argumento es descubrir que yo soy Dios, y que el momento en el que nos enteraremos del todo de esta “gran verdad” es el 21 de diciembre. Un cambio de conciencia en el que sabremos, por fin, esa “novedad” que los gnósticos y todo el mundo esotérico llevan siglos transmitiendo, y que la Nueva Era pretende vendernos como un novísimo.

Luis Santamaría del Río
En Acción Digital, 20/08/12

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