30.10.12

Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Cristo, que fue, es y será

“Curó, primero; multiplicó panes después, y ya luego, se retiró para rezar. Buen programa: devolver la vida, fortalecerla y coronarlo todo levantando el corazón”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (938 )

Hay personas, que no son creyentes y, también, otros que lo son, que tienen a Jesucristo como una persona que, viviendo entre aquellos otros nosotros, llevó a cabo buenas obras y que hay que tenerlo por ser humano a tener en cuenta aunque sin entrar en el aspecto de ser Hijo de Dios y, yendo más allá, el Creador hecho hombre. Tal es una realidad que no alcanzan a comprender porque está fuera de sus esquemas de seres humanos que, viviendo en el mundo, a él se han adaptado.

Jesús, sin embargo, es mucho más que una tal persona pues, aún siendo así, llevaba en su corazón no la semilla de una divinidad sino la divinidad misma pues es, como tenemos por cierto, perfecto Dios y perfecto hombre o, al revés, porque aquí tampoco el orden de los factores altera el producto o el resultado de ser Creador, Hijo y Espíritu.

En efecto, Cristo llevó a cabo curaciones de todos conocidas. Así, tanto el caso del hijo de Timeo, el ciego Bartimeo, como en el de los leprosos o aquellos que estaban dominados por demonios que los poseían, el fuego de Dios purificó aquello que tanto perturbaba la vida de aquellos contemporáneos del Maestro. Pero hoy mismo, con las prisas que nos llevan por el mundo y con los problemas que cada cual tiene que sobrellevar tratando de sobrenadar y, en fin, sobrevivir, Jesús está presente y bien presente entre nosotros. Y cura los corazones heridos y sana de las heridas del alma que a veces nos producen las malas comprensiones y las faltas de tacto con lo que somos porque, aunque perdonemos, también sufrimos y en el sufrimiento encontramos la consolación de nuestro hermano Emmanuel.

Pero no es poco cierto que de lo bueno que tenemos y que hacemos (si no es que queremos esconder nuestra buena voluntad y hechos derivados de la misma bajo cualquier celemín) Jesús aumenta en mucho el bien hecho porque, ante Dios, defiende a quien no lo oculta a los demás y ha de poner lo bueno por delante de lo malo. La misericordia de Dios expresada en defensa de su semejanza.

Y, así, como aquellos hombres que seguían muy de cerca al hijo de José el carpintero y de María quisieron, viendo como lo hacía Cristo, que les enseñara a rezar y lo hiciera con el Padre Nuestro, nosotros no podemos hacer más que agradecer tal gracia con la oración. El corazón puesto en dirigirse al Padre y dar gracias, pedir, según sea su voluntad y según, ¡Ay!, nos convenga y no siempre como queramos que sea.

Orar y ser hijos buenos de un Padre Bueno no es algo extravagante para quien se sabe descendencia divina y tiene a Dios como Padre, y Pastor sino, muy al contrario, un hacer que ha de sustentar nuestra existencia.

En realidad, Cristo llegó y se quedó para siempre. Y eso, si somos capaces de abstraernos del mundo y centrar nuestra atención en tan gran verdad, sólo puede ser bueno y benéfico para nuestro ser, existencia, alma.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán