3.11.12

Lo que “Lolo” enseña

A las 12:15 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Dies Natalis de Lolo

Hoy, 3 de noviembre, es un día importante para los católicos que reconocemos que hay hermanos en la fe que han sido mejores y que, aún sin proponérselo, están donde están los mejores de nosotros y los que son ejemplo a seguir. Y esto lo digo porque hoy es el “Dies Natalis” del beato Manuel Lozano Garrido, Lolo.

También sabemos los católicos que aquellos hermanos nuestros que han subido a los altares tras el correspondiente periodo de estudio de sus vidas y, claro, aquello que como milagroso se les atribuye, son, por eso mismo, creyentes a seguir y a tener en cuenta.

Manuel Lozano Garrido, Lolo, era muy joven cuando sintió que la fe le atraía con una fuerza que no podía resistir y que, es más, no quería oponerse a que Dios lo llamase a según qué deberes y según qué quehaceres. Es más, podría ser incluso que de su periodo de 3 meses en prisión (Persecución religiosa y Guerra Civil Española, 1936-1939) le viniera, tal eran las condiciones ambientales en las que se encontraba, tanto malestar corporal porque Lolo sufrió un gran daño físico que lo postró en una silla de ruedas desde que cumplió los 22 años (había nacido el 9 de agosto de 1920). Y acabó perdiendo la vista y así pasaron los nueve últimos años de su vida. Y, aunque tales circunstancias son más que conocidas, nunca está de más traerlas a la realidad de ahora mismo porque nos pueden servir de ayuda para superar las muchas tribulaciones por las que pasamos.

Lolo

A cualquier persona que no tuviera un buen fondo espiritual y no tuviera la cabeza, como suele decirse, bien amueblada a base de principios eternos, la cosa se le hubiera hecho muy cuesta arriba. Es más, pocas personas podrían manifestar un ser tan opuesto a lo que se sufre (que era mucho en el caso de Lolo) y parecer que, al contrario, se lleva una vida totalmente sana de cuerpo a la vista de quien quiera verlo.

Pero Lolo fue capaz de ser lo que era: un hijo de Dios que se sabe tocado por el aliento del Padre y que, a través de su Espíritu, goza con la existencia y hace gozar, también, a los demás, con su propia vida.

Decía de Lolo el P.Martín Descalzo que Manuel Lozano Garrido “Se dedicaba a ser cristiano. Se dedicaba a creer” y, por tanto, y en base a tal creencia, su modo de ser y su forma de actuar era, en efecto, prueba de ser un cristiano cabal y, como diría otro santo fundador (San Josemaría) “un hombre criterio” (cf., a contrario, Camino, 33).

Lolo

Lolo, pues, es persona creyente a no olvidar porque su vida nos muestra que es posible superar hasta las más grandes adversidades que a una persona se le puedan presentar con un aplomo fuera de lo común y con una fuerza de espíritu que ya quisiéramos, para nosotros mismos, tantos otros hermanos en la fe que peregrinamos hacia el definitivo Reino de Dios.

Entre los amores de Lolo se encuentra la Eucaristía por la que sentía una atracción digna de ser tenida en cuenta. Así, el Sacramento con el que recibimos a Cristo en Cuerpo y Sangre, era una fuente de alegría grande que no quería obviar y que procuraba gozar cada día. Lolo, pues, nos enseña a fortalecernos con la Santa Misa.

Pero Lolo también amaba con locura a la Iglesia, a la Santa Iglesia católica que Cristo fundó y de la que entregó las llaves de la misma a quien tanto sufrió por sus traiciones. No extraña, pues, que durante la celebración del Concilio Vaticano II del que pronto se cumplirán cincuenta años de su inauguración (11 de octubre) por parte del Beato Juan XXIII y ya en sus últimos años de vida, siguiera con avidez lo que sucedía entre los muros conciliares. Lolo, pues, nos enseña, y no podría ser de otra forma según era, a tener muy en cuenta a la Esposa de Cristo en nuestra vida.

Por otra parte, no debemos ni podemos olvidar el amor que sentía Lolo por la Santísima Virgen María a la que dedicó muchas páginas de sus escritos en los que manifiesta que un hijo puede amar a su Madre como él la amó y muestra limpieza de corazón y grandeza de alma.

Pero si hay algo que Lolo manifestara era una alegría que, dadas las circunstancias físicas de su vida, lo engrandecían como cristiano y lo elevaban, ya entonces, a los altares de la fama de santidad que seguro tenía ya en vida. Lolo, entonces, nos enseña a saber sobrellevar y, en expresión muy utilizada en sus 9 libros, a sobrenadar aquello que más daño pudiera producirnos en nuestra vida de hijos de Dios. No hundirse bajo ningún concepto en la fosa de desesperación sino, al contrario, subir, subir, subir, hacia Dios desde un simple y santificante sillón de ruedas.

Lolo subió a la Casa del Padre un 3 de noviembre del Año de Nuestro Señor de 1971. Tenía, pues, 51 años de los cuales había pasado 29 años en un sillón de ruedas demostrando mucho y haciendo, también, mucho bien a los que le visitaban y, desde entonces, a las personas que, de una forma o otra (según quiera el Espíritu Santo) lo hemos conocido. Mucho bien que debe ser agradecido con abundancia de oraciones y, si es posible, de obras.

Relicario

El 12 de junio de 2010 Manuel Lozano Garrido subió a los altares en una ceremonia celebrada en Linares, ciudad donde nació y vivió como cristiano de raíz y alma de gigante de la fe. Entonces fue declarado Beato.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán