25.11.12

 

Hace unos día se hizo público el último decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe por el que se suspendía a divinis y se secularizaba a D. Roy Bourgeois, hasta ahora religioso de la Sociedad misionera Maryknoll. El ex-religioso ya había incurrido en excomunión latae sententiae -o sea, inmediata y que no necesita ser comunicada públicamente- al participar en el simulacro de ordenación de mujeres que había tenido lugar en Lexington (Kentucky), el 9 de agosto del 2008.

Al parecer, aunque Bourgeois ya estaba excomulgado, desde la Santa Sede se decidió conceder un tiempo para ver si se arrepentía de lo sucedido y, de paso, acataba la doctrina de la Iglesia sobre esa cuestión, que tiene el rango de doctrina perteneciente al depósito de la fe definida infaliblemente por el magisterio ordinario. Para que no haya lugar a confusión, advierto que la excomunión no le llegó por rechazar esa doctrina sino por la participación en ese engendro de ceremonia.

En vista de que don Roy no solo no rectificaba sino que se dedicaba a hacer público en todas partes su rebeldía contra la Iglesia y sus enseñanzas, el dicasterio vaticano encargado de velar por la sana doctrina optó por aplicarle el resto de sanciones canónicas que corresponden a sus acciones.

Si alguien se pregunta si la excomunión lleva aparejada automáticamente la suspensión a divinis y la secularización, la respuesta es un “no necesariamente”, aunque es evidente que un sacerdote excomulgado no puede celebrar Misa. De hecho, ni siquiera pueda participar en la misma. Pero cada sanción canónica tiene su propio recorrido.

Hasta ahí todo parece más o menos normal. Un señor se lía la manta a la cabeza, se enfrenta contra la Iglesia y acaba fuera de la misma. Ni es la primera vez ni será la última. Ahora bien, la cosa cambia, y no poco, cuando ni más ni menos que Fr. John Sivalon, religioso que fue superior de los Maryknoll del 2002 al 2008, ha salido a la palestra pública a decir que la expulsión de Bourgeois de la congregación por parte del Vaticano representa una intromisión en la integridad de la sociedad misionera.

Concretamente ha dicho que “se hace muy difícil considerar como hablamos acerca de la misión y la visión de futuro estando abiertos al Espíritu, cuando de hecho se nos dicta qué es lo que necesitamos seguir“. “Así que pienso que hay una pregunta acerca de la propia sociedad (Maryknoll) y cómo su integridad ha sido afectado por esto“.

Es decir, acusa a la Santa Sede de meterse donde no la llaman y de agredir a su congregación religiosa. Eso solo puede ser debido a dos razones:

1- El P. Sivalon ignora la primacía doctrinal y jurisdiccional de la Sede Apostólica. En ese caso, es urgente que se le invite a acudir a Roma para darle unas cuantas clases de doctrina católica sobre el primado del Papa.

2- El P. Sivalon conoce dicha primacía pero no está de acuerdo con la misma, apelando a eso de estar “abiertos al Espíritu", que es la excusa preferida de la práctica totalidad de los herejes de todas las épocas. En ese caso, parece urgente abrir un proceso canónico para buscar su retractación y, de no producirse, sancionarle conforme a la ley que la Iglesia se ha dado a sí misma.

Sinceramente, creo que es más probable que se dé la segunda opción. En todo caso, no podemos por menos que preguntarnos cómo es posible que alguien así, ignorante o hereje haya estado al frente de esa congregación religiosa. Y cabe preguntarnos si no sería altamente conveniente que la Santa Sede decidiera de verdad “entrometerse” en los asuntos internos de los Maryknoll ordenando una Visita Apostólica a los mismos. Siquiera sea para comprobar si la postura de su anterior superior general es mayoritaria entre los religiosos de esa sociedad misionera. Porque ya me dirán ustedes a qué tipo de misión pueden dedicarse los que no creen en el primado de Pedro, en la autoridad del Magisterio y en la fidelidad a la Iglesia.

Luis Fernando Pérez Bustamante