“Para salir de la crisis hay que recuperar el corazón, el alma, el mundo interior de la familia”, sostiene el Cardenal de Madrid Rouco Varela


 

En su intervención semanal en el informativo diocesano de Cope, el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, habló este domingo 25 de noviembre de la última Asamblea de la Plenaria Española celebrada en la Conferencia Episcopal Española (CEE) la semana pasada. En alusión a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la constitucionalidad de la ley vigente que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo, afirmó que “es importantísimo y decisivo que, civil y socialmente, se pueda usar el derecho de ser esposo y esposa, padre y madre, hijo e hija, y que a todos los niños se les reconozca el derecho de tener un padre y una madre. Es un derecho del niño, fundamental y primario. Si no se puede realizar, ha de ser por causas que no tienen que ver con la voluntad del hombre, sino por factores impersonales, como son la muerte, un accidente, etc., y de los que no son culpables ni el niño ni la familia en la que está. Lo que no se puede, de entrada, es negar al niño el derecho a tener un padre y una madre”. “Los derechos de los niños hay que guardarlos como algo precioso. Y todos tenemos que pedir perdón a Dios por esos pecados”, afirmó.

“También hemos hablado de la familia y de la situación en que se encuentra; de la crisis que le afecta, que es económica y moral a fondo. . Así se resuelve la crisis social y, a medio y largo plazo, también las económicas. Las familias son, para mucha gente, su solución a la crisis: el padre, la madre, los abuelos, los hermanos… que reciben, que ayudan. Hay que proteger a la familia a toda costa. Y, por eso, reclamamos que no se las deje sin hogar, que se haga todo lo posible porque nadie, por razones económicas y sin posibilidad de encontrar otro camino, pueda tener una vivienda”.

Además, “estamos preparando el segundo Catecismo de la CEE, para los preadolescentes y adolescentes: entre los 10 y 12 años, y los 14 y 15 años. Es un instrumento pedagógico imprescindible para creer con la Iglesia y con Cristo: creer a la Iglesia y a Cristo, creer en Dios, conocer al hombre a fondo y en verdad, plenamente. Y a través de un método, que es el de oír el anuncio de la Palabra, conocerla en su documento primero de la Tradición de la Iglesia, que es a través de los libros de la Sagrada Escritura. Que conozcan la verdad de la fe desde las fuentes de la Palabra de Dios que, con Cristo y a través de la Iglesia, con el testigo insigne de la Sagrada Escritura y de su vivencia, proclamación, reflexión, conocimiento… A través de la Tradición de la Iglesia llega viva esa palabra hasta nuestros días”, señaló.

Para el Cardenal, “el Catecismo es un instrumento para hacer ese proceso con los niños y los jóvenes, y además de una forma razonable: llamando la atención de la razón para que se den cuenta de que la razón encuentra no sólo lo razonable, sino que da una luz de la que no tiene y de la que carece, y que, en el fondo y en lo más hondo del corazón, uno suspira por tenerla”.

“También hemos hablado de la vida consagrada. Y del acto final del Año de la Fe en España, que será la celebración de la beatificación de más de 500 mártires españoles del siglo XX, casi todos del año 36, y que se celebrará en Tarragona, ya que es la diócesis que aporta el mayor número de estos mártires: un obispo auxiliar y 60 sacerdotes. Esperamos poder celebrar allí ese gran momento de reconocimiento de unos testigos de la fe, que dieron su sangre por Cristo”.
En cuanto a la solemnidad del día, la festividad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, explicó que con ella “culmina el Año Litúrgico, y da paso al primer Domingo de Adviento. Nos recuerda que hemos vivido todo el año dentro del misterio de la persona y de la obra salvadora de Cristo, que culminó con la Pascua. La iglesia camina todo el año con Él, bajo su guía, con su presencia y espíritu”. “Cristo ha triunfado y reina en el corazón de los hombres y, a través de la Iglesia, en el corazón del mundo”, aseguró. “Es una gran fiesta para celebrarlo, dar gracias y pedir al Señor que seamos instrumento de su Reino, como nos proponemos hacer en la Misión Madrid”.