“San Juan de Ávila enseña que para evangelizar es fundamental una buena preparación intelectual y una profunda oración”


 

“San Juan de Ávila estudió en las universidades más prestigiosas de su época, Salamanca y Alcalá. Podría haber sido un destacado profesor, pero eligió predicar a todos, incluso a la gente más sencilla. Hoy nos enseña que para evangelizar es fundamental una buena preparación intelectual y una profunda oración”. Así lo indicó en la Universidad de Navarra María Encarnación González, postuladora de la Causa del Doctorado de san Juan de Ávila y directora de la Oficina de las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

La experta participó en una jornada académica que celebró la Facultad de Teología del campus con motivo de la declaración de san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia. Junto con ella, intervinieron el profesor Fermín Labarga y monseñor Juan del Río, Arzobispo castrense de España.

Vigencia a través de los siglos

María Encarnación González expresó en que el mensaje de San Juan de Ávila mantiene su vigencia a través de los siglos: “Fue un maestro en el uso de la Sagrada Escritura; tuvo una fuerte experiencia del amor de Dios, lo que va muy en consonancia con la encíclica del Papa ‘Deus Caritas Est’; demostró un gran amor a la Iglesia y buscó con afán su reforma por medio de la santidad de los clérigos y del pueblo de Dios… Además hizo grandes aportaciones en otros campos como la formación del sacerdocio, la eucaristía y el marianismo. Precisamente, son líneas en las que hoy insiste el Magisterio de la Iglesia”.

La especialista, que publicó un artículo sobre el proceso del Doctorado en Anuario de Historia de la Iglesia, revista de la Facultad de Teología, destacó la unanimidad del reconocimiento de su sabiduría por parte de los miembros de las comisiones que han intervenido en la declaración. “Los 12 teólogos y los 30 cardenales y obispos que estudiaron la ponencia dieron su voto a favor”, apuntó.

Según explicó, el Doctorado ha derivado en un gran interés en la figura de san Juan de Ávila y en un aumento de las solicitudes de traducción de sus obras. “Supone volver a tomar esta fuente tan cualificada de verdadera y sólida doctrina de la Iglesia. Para los que lo conocían, ha conllevado una profundización, y para los que no, un descubrimiento”, recalcó.