Este domingo comienza la campaña católica de Navidad, el tiempo de Adviento


 

Este domingo, 2 de diciembre, comienza la “campaña” de Navidad en la Iglesia católica con el primer Domingo del tiempo de Adviento. Se trata de un tiempo de preparación a la fiesta del nacimiento de Jesús (su etimología latina significa venida) con el que comienza el año religioso católico. Es el momento también en que se multiplican campañas específicas de solidaridad y compartir, como la organizada por la subdelegación diocesana de Pastoral penitenciaria para abrir las puertas de la prisión a la Navidad, o la más lúdica de Sembradores de Estrellas, en la que los niños felicitan las fiestas en nombre de los misioneros.

El acento de estos días viene marcado por una tonalidad de cambio interior, ya que junto con la Cuarema (tiempo de preparación a la Pascua) corresponde a la época de penitencia que la Iglesia propone. Por otra parte también proyecta la mirada hacia el retorno de Cristo en la gloria y el final de la historia. Las parroquias suelen marcar este tiempo con el signo de la Corona de Adviento, hecha de ramas de abeto e iluminada con cuatro cirios, que representan los cuatro domingos anteriores a la Natividad, y que se van encendiendo progresivamente.

En su carta de este Domingo, el Obispo de Segorbe-Castellón, monseñor Casimiro López Llorente, explica que al disponernos a entrar en el Adviento “siempre y más aún en el Año de la fe, María nos acompaña como madre y modelo de fe en Dios. En ella podemos contemplar que la fe es un regalo de Dios, fruto de su gracia, y, a la vez, una adhesión confiada a Dios. Dentro del Adviento celebramos a María en la fiesta de su Inmaculada Concepción, en la que recordamos la preparación radical a la venida del Salvador al encuentro con toda la humanidad. En la Inmaculada recordamos que María, por haber sido elegida para ser la Madre del Salvador, ha sido a la vez agraciada por Dios con dones a la medida de su misión de ser la Madre del Hijo de Dios. En nuestra Señora, Dios obra maravillas: es llamada a la existencia llena de la gracia y del amor de Dios, libre del pecado original”.