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ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 2 de diciembre de 2012

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beata María Ángela Astorch
«La mística del breviario»

Santa Sede

Benedicto XVI durante el Ángelus: Sobriedad y oración
También recordó el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad

El obispo es el garante de la caridad en la diócesis
Entrevista con el cardenal Robert Sarah sobre el Motu Proprio "De Caritate Ministranda" del papa Benedicto XVI, sobre las actividades caritativas de la Iglesia

Nueva Evangelización

Lo más 'urgente' de las 58 propuestas para la Nueva Evangelización
A un mes de la clausura del Sínodo de los Obispos

Donde Dios llora

Descubriendo a la Iglesia católica en Macedonia
Entrevista con el cineasta Ivan Cigic, luego de rodar en el país balcánico

Entrevistas

Migración: Fe, pobreza y derechos de la persona
Testimonio del capellán de los migrantes en Milán, padre Giancarlo Quadri

Foro

Desertificación espiritual
Un reto para el discípulo y misionero de Jesucristo

Documentación

En medio de la agitación del mundo, los cristianos dan testimonio con una forma de vida diferente
Meditación de Benedicto XVI durante el rezo del Ángelus al inicio del Adviento


SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beata María Ángela Astorch
«La mística del breviario»
MADRID, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Hoy Isabel Orellana Vilches nos propone conocer mejor la vida de una clarisa española con gracias místicas, la beata María Ángela Astorch.

*****

Por Isabel Orellana Vilches

Esta religiosa clarisa española cuya existencia discurrió entre Barcelona, Zaragoza y Murcia estuvo agraciada con singulares favores místicos. Nació el 1 de septiembre de 1592 en Barcelona, en el seno de una familia acomodada, pero creció sin la presencia y tutela de sus virtuosos padres que perdió prematuramente. Arropada por su aya que la colmó de cariño, Ángela (Jerónima de nombre de pila) no experimentó añoranzas por la ternura de sus progenitores que prácticamente no llegó a saborear. Era una niña alegre y espontánea a la que llevada de esos descuidos propios de la infancia hacia los siete años estuvo a punto de morir por haber ingerido almendras verdes. Atribuyó su curación a la Virgen María y a la intercesión de la Madre Ángela Serafina, fundadora de las capuchinas. El hecho supuso un punto de inflexión en su vida; marcó el límite de su infancia y le abrió el camino hacia otra etapa de madurez. Siempre al abrigo de tutores fue formándose humana e intelectualmente. En la adolescencia su prodigiosa memoria comenzó a llamar la atención de los preceptores. Familiarizada con los libros –su padre había estado vinculado al gremio de los libreros y seguramente le habría legado una selecta biblioteca–, tuvo en la lectura una de sus aficiones predilectas, y de manera especial, los textos latinos.

Al final del estío de 1603 ingresó en el convento de las capuchinas de Barcelona donde le había precedido su hermana mayor, Isabel, una de las primeras integrantes del mismo que acababa de constituirse como tal en febrero de ese mismo año. Allí se curtió en la oración y la mortificación, atenta a los rasgos de virtud que apreciaba a su alrededor, bajo la dirección espiritual de un sacerdote aragonés que tenía detrás una importante experiencia eremítica. A su lado comenzó a familiarizarse con la oración y la contemplación. En su trayectoria espiritual encontró ásperos momentos caracterizados por las humillaciones y maltrato concreto de una religiosa atrapada por sus celos que hubiera querido asemejarse a la beata en su delicadeza, elegancia, cualidades para el canto y su gran formación, además de los gestos de virtud que veía en ella.

Todo desaire sirvió a Ángela para crecer en caridad y humildad máxime cuando era consciente del antagonismo que existía entre ambas, sentimiento que le ocasionaba gran aflicción. En un momento dado, por indicación de su confesor se vio privada de los textos latinos bíblicos y litúrgicos que llevó consigo al convento, añadiendo la prohibición de tenerlos como soporte en su día a día, así como de entonar versículos fuera del coro cuando realizaba las labores que tenía encomendadas. Y eso que el breviario era el sustento de su intensísima y singular vida mística: «Me acontece muchas veces que, cantando los salmos, me comunica su Majestad, por efectos interiores, lo propio que voy cantando, de modo que puedo decir con verdad que canto los efectos interiores de mi espíritu y no la composición y versos de los salmos». Como maestra de novicias tampoco se libró del retintín con que algunas de ellas acogían sus enseñanzas. Con oración y penitencia superó todas las tentaciones, incluida la de integrarse en otra Orden donde tuviera libertad para hacer su voluntad: orar y leer textos de espiritualidad. Y creció exponencialmente en su amor a Dios de manera admirable.

En 1614 se trasladó a Zaragoza formando parte de la primera comunidad que se establecía allí. Y siguió formando a las religiosas con sabiduría y virtud. En 1626 fue designada abadesa, y en 1645 puso en marcha la fundación de Murcia. Desde 1620 comenzó a percibir gracias sobrenaturales que no cesaron. Por su sorprendente dominio de la sagrada Escritura, así como de la Patrística, fue sometida a examen en Zaragoza por cinco expertos y en Murcia por un deán y un canónigo impresionados de su capacidad para señalar con exactitud los lugares donde se hallaban las citas escriturarias en lengua latina que le plantearon. A lo largo de su vida saboreó las numerosas gracias místicas que recibió –de las que se sentía indigna y que no pudo impedir aunque le ordenaron que las evitara–, y se afligió en las «ausencias» divinas. Ha sido denominada «mística del breviario».

Fue particularmente devota del Sagrado Corazón de Jesús al que se ofrecía como reparación de las ofensas que recibe, y amó profundamente a la Iglesia. Tuvo como consigna de vida «callar y sufrir, y llevar el peso que las cosas de gobierno traen consigo, como sierva de la casa de Dios». Siendo abadesa consiguió que las religiosas pudieran recibir la comunión diariamente. Actuó de forma admirable en la epidemia de 1648 y en la inundación de 1651 que arrasó por completo el convento. En 1654 regresó junto con el resto de la comunidad, y seis años más tarde comenzó su declive físico con una merma tal de sus facultades mentales que le llevó a renunciar a su cargo; las recuperó en noviembre de 1665 tras un ataque de hemiplejía. Falleció con fama de santidad el 2 de diciembre de ese mismo año. Juan Pablo II la beatificó el 23 de mayo de 1982.

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Santa Sede


Benedicto XVI durante el Ángelus: Sobriedad y oración
También recordó el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Durante la meditación que antecede la oración del Ángelus, el papa Benedicto XVI recordó que hoy la Iglesia católica de rito latino inicia el Adviento, “cuatro semanas previas a la Navidad, (que) en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo”.

Estamos ante un misterio –continuó--, “que rodea la totalidad del cosmos y de la historia, pero que conoce de dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Jesucristo”. Sobre la primera venida hizo referencia a la encarnación del Hijo de Dios y recordó que la segunda será “el retorno glorioso al final de los tiempos”.

Según enseñó a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, y a quienes lo seguían por los medios de comunicación, estamos ante “dos momentos, que cronológicamente son distantes --y no nos es dado saber cuánto--, y que en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección, Jesús ya ha realizado aquella transformación del hombre y del cosmos que es el fin último de la creación”. Sin embargo antes de ese anhelado final de los creyentes, estos tienen la necesidad de anunciar la “Buena Nueva”, tal como lo dijo Cristo en el evangelio de san Marcos (cf. Mc. 13,10).

Es así que “la primera venida del Señor continúa, (y) el mundo debe ser penetrado por su presencia”. Ante esta certeza, recordó a los cristianos que “esta venida permanente del Señor en el anuncio del evangelio pide constantemente de nuestra colaboración”, por lo que la Iglesia, “como la novia, la prometida esposa del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cf. Ap. 21,9), en comunión con su Señor”, será una colaboradora permanente de Cristo en una espera “paciente y heroica” de su venida.

Inicio del Adviento

Citando el evangelio con que se inicia el nuevo ciclo litúrgico, recordó que este “traza la línea de conducta a seguir con el fin de estar preparados para la venida del Señor, --cuando Jesús dice a los discípulos--: "Cuiden que no se emboten sus corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida ... estén en vela, pues, orando en todo tiempo" (Lc. 21,34.36)”. A este punto, el Catequista universal pidió para estos tiempos de espera, un poco más de “sobriedad y oración”.

Recordó para ello cómo el apóstol Pablo en la Primera Carta a los Tesalonicenses 3,12-13, invita también a "progresar y sobreabundar en el amor" de unos con otros y hacia los demás, para que se consoliden nuestros corazones y seamos irreprochables en santidad. Por lo tanto --completó--, “en medio de la agitación del mundo, o ante los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen la salvación de Dios y dan testimonio con una forma de vida diferente, como una ciudad asentada sobre un monte”.

Citando también al profeta Jeremías, que en el capítulo 33,16 dice: "En aquellos días, Jerusalén vivirá en seguro, y será llamada: Yahvé, nuestra justicia", invitó a los cristianos a ser “un signo del amor de Dios, de su justicia, que ya está presente y operante en la historia, pero que aún no se ha realizado plenamente”

Finalmente, fijó la mirada en María, quien “encarna a la perfección el espíritu del Adviento, que implica escuchar a Dios, y un profundo deseo de hacer su voluntad, de gozoso servicio a los demás (..) Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco su reino de amor, de justicia y de paz”.

Menciones especiales

Antes de finalizar su intervención, Benedicto XVI se refirió a la beatificación celebrada hoy en Kottar, India, de Devasahayam Pillai, “un fiel laico que vivió en el siglo XVIII y murió como un mártir. Nos unimos a la alegría de la Iglesia en la India y rezamos para que el nuevo beato sostenga la fe de los cristianos de este país grande y noble”, fueron sus palabras.

Y en vista de que mañana 3 de diciembre, se celebra el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, hizo un llamado muy particular sobre esta sensible realidad: “Toda persona, aun con sus límites físicos y mentales, incluso los graves, siempre es un valor inestimable, y como tal debe ser considerado.

Aliento a las comunidades de la Iglesia a estar atentos y ser acogedores hacia estos hermanos y hermanas. Insto a los legisladores y a los gobernantes para que se proteja a las personas con discapacidad, y se promueva su participación plena en la vida de la sociedad.

Saludos en español

Ante la presencia de peregrinos de diversos países de Latinoamérica y de España, el santo padre dirigió las siguientes palabras:

“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. Abrimos hoy el Adviento, que nos trae a la memoria la doble venida de Jesús, la primera que se reveló en la realidad de la carne y la segunda que se manifestará al final de los tiempos.

Que al comenzar este tiempo --como se ora en la liturgia--, el Señor avive en nosotros el deseo de salir a su encuentro, acompañados por las buenas obras, y así un día merezcamos poseer el reino eterno. Que la Virgen María, que esperó a su Divino Hijo con inefable amor de Madre, nos acompañe y guíe para alcanzar estos anhelos”. (javv)

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El obispo es el garante de la caridad en la diócesis
Entrevista con el cardenal Robert Sarah sobre el Motu Proprio "De Caritate Ministranda" del papa Benedicto XVI, sobre las actividades caritativas de la Iglesia
por Antonio Gaspari

CIUDAD DEL VATICANO, Domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org) - Con el Motu Proprio "De Caritate Ministranda", quiero "proporcionar un marco que sirva mejor para organizar, en sus rasgos generales, las diversas formas eclesiales organizadas en el servicio de la caridad, que está estrechamente vinculada a la naturaleza de la Iglesia y del ministerio episcopal".

Así ha explicado el santo padre Benedicto XVI el por qué del Motu Proprio publicado y dado a conocer ayer por el Vaticano. Básicamente, parece que el papa ha tratado de poner un poco de orden en las actividades de recaudación de fondos para las muchas obras de caridad, explicando y haciendo hincapié en que cualquier iniciativa debe ser coordinada y aprobada por el obispo que encabeza la diócesis.

Para comprender mejor el origen y la finalidad de este importante documento, ZENIT conversó con el cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio "Cor Unum".

***

Eminencia, ¿por qué este Motu Proprio?

- Cardenal Sarah: La reflexión parte del mismo santo padre, quien en su encíclica Deus Caritas Est, en el numeral 32, ha puesto de relieve el papel central del obispo en la actividad caritativa. El papa ya había indicado que el Código de Derecho Canónico no ha profundizado lo suficiente sobre esa responsabilidad. Se debía por lo tanto cerrar este vacío legal, y también por que con el paso del tiempo se presentaron nuevos problemas y nuevas situaciones en los que ha dismunido --parcial o completamente--, el papel y la responsabilidad del obispo en la misión caritativa de la Iglesia. Por lo tanto, nuestro dicasterio ha presentado una solicitud en este sentido, que fue aceptada. Por tanto, estoy muy agradecido a Benedicto XVI y a todos los que han contribuido al nacimiento de este importante documento.

Se trata entonces de un documento legal...

- Cardenal Sarah: Sí, que está precedido por una introducción teológica. El punto de partida es que la actividad caritativa es una actividad eclesial, es decir, donde el sujeto es la Iglesia. Incluso en Deus Caritas Est, el santo padre escribe que las organizaciones caritativas son 'opus proprium' de la Iglesia. Y la Iglesia es comunión ordenada, comunión jerárquica. Esto significa que, como acción de la Iglesia, la caridad también encuentra en el obispo la responsabilidad última, es decir, aquel momento de unidad con los demás componentes eclesiales, que tiene en la persona del obispo su realización.

¿Por qué publicar ahora un texto normativo?

- Cardenal Sarah: Porque se deseaba establecer algunas normas jurídicas, esto es, exigibles al interior de las relaciones eclesiales. Se refieren a dos ejes principales. Por un lado tenemos al obispo, y su deber de animación catequética de los fieles basado en el testimonio de la caridad; así como su deber de orientación, coordinación y supervisión de las actividades institucionales. Por otro lado, tenemos a las organizaciones caritativas de la Iglesia, o relacionadas con esta, como se describe en el artículo primero de las disposiciones, y su dimensión eclesial. Por lo tanto, la norma también se aplica a las personas que trabajan en estas organizaciones, su selección y formación, las finanzas, incluida la contribución financiera de terceros, la relación con las iglesias locales. Por último, también hay una norma que compromete a Cor Unum en la aplicación del Motu Proprio y que nos permite crear canónicamente organizaciones benéficas internacionales. El texto había sido pedido también por las conferencias episcopales y por lo tanto puede servir de referencia y de apoyo para las decisiones de los obispos a nivel nacional. Este documento debería alentar a los obispos a examinar seriamente la posible revisión de los estatutos de las distintas Caritas nacionales o diocesanas para fortalecer el espíritu de la Iglesia en las Caritas, y redefinir y clarificar la responsabilidad primera del obispo, y en general ayudarle en las relaciones con las organizaciones caritativas.

Eminencia, ¿qué se espera de este documento del Santo Padre?

- Cardenal Sarah: Benedicto XVI ha expresado en repetidas ocasiones la importancia del servicio de la caridad en la Iglesia. Al inicio del reciente Sínodo sobre la nueva evangelización, ha dicho expresamente que los dos pilares de la nueva evangelización son confessio et caritas. Incluso el título del Motu Proprio es significativo: la naturaleza íntima de la Iglesia. No se trata de un aspecto periférico de la vida de la Iglesia. Yo soy hijo de una Iglesia nacida de la sangre de muchos misioneros, y sé lo que han hecho por mí y por mi gente, además de habernos dado el evangelio.

¿Por lo tanto…?

- Cardenal Sarah: Espero una mayor conciencia de que la actividad caritativa --no solo los proyectos de desarrollo--, encuentren cada vez más su lugar dentro de la Iglesia como testimonio de Dios, como una expresión del amor trinitario revelado en Jesucristo, como una continuación y extensión de su obra de salvación, como una oportunidad para construir la comunidad cristiana, como una forma de evangelización. El marco regulatorio no es un fin en sí mismo y ni siquiera sirve para expresar relaciones de poder, sino que debe ayudar a volver más transparente la actividad caritativa como un gran testimonio eclesial de que nuestro Dios ama al hombre, y quiere hacerlo feliz y plenamente logrado tanto en su cuerpo como en su alma. No olvidemos que, a través de nuestros organismos, llegamos a millones de personas. Con esta herramienta encontrarán un mayor lugar en la pastoral de la Iglesia.

Todo esto parece ser un aspecto importante para la tarea de Cor Unum...

- Cardenal Sarah: Desde que llegué al dicasterio como presidente, he visto la importancia de fortalecer y garantizar este testimonio de la Iglesia, para evitar que --como dice el santo padre--, la actividad de la caridad se lea simplemente como una intervención social. Acabo de regresar la semana pasada de una reunión en Kinshasa, con los obispos presidentes de las conferencias episcopales y delegados de Caritas sobre el tema: "Identidad y misión de Cáritas a la luz de la encíclica Deus caritas est" y sobre el rol del obispo. Él es el garante de la comunión y de la unidad en la diócesis, incluso en la caridad. Me doy cuenta de que se ha puesto en marcha una gran esfuerzo de renovación en las organizaciones caritativas católicas, y que está dando sus frutos en toda la Iglesia.

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Nueva Evangelización


Lo más 'urgente' de las 58 propuestas para la Nueva Evangelización
A un mes de la clausura del Sínodo de los Obispos
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Hace poco más de un mes, exactamente el 28 de octubre pasado se clausuró la "XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana", con la asistencia de representantes de la Iglesia Universal y observadores de otras confesiones cristianas.

Como se sabe, este importante evento ecelsial concluyó con la publicación de un Mensaje final al Pueblo de Dios y con la entrega al papa Benedicto XVI de una lista de 58 Propositionum (Propuestas), previamente votadas por los padres sinodales y que ZENIT ofreció a sus lectores traducidas en varias ediciones (En español cfr. www.zenit.org/article-43707?l=spanish)

La verdad primera de que la Iglesia nació para evangelizar, así como la reiteración de que hoy más que nunca está llamada a hacerlo, es doctrina que atraviesa todo el elenco de las Propuestas. ¿Pero qué “novedad” a nivel práctico le han alcanzado los padres sinodales al papa, para su reflexión y posible documento postconciliar?

Ideas nuevas para la Nueva Evangelización

En una lectura atenta y entusiasta de las 58 ‘Propuestas’ de los padres sinodales, saltan a la vista algunos conceptos a ser analizados en una visión prospectiva; mientras otras podrían implementarse de inmediato, a la espera de que el santo padre las ratifique en un documento –que seguramente lo anunciará.

Por ejemplo, la Propuesta 7 permitirá iluminar desde ya las acciones pastorales con tres conceptos que clarifican lo que es la Nueva Evangelización, tomados ciertamente del magisterio de los dos últimos papas. Y dice así a la letra: “Evangelización puede entenderse de tres maneras. En primer lugar, la evangelización ad gentes es el anuncio del Evangelio a aquellos que no conocen a Jesucristo. En segundo lugar, esta también incluye el continuo crecimiento de la fe que es la vida ordinaria de la Iglesia. Por último, la nueva evangelización está dirigida principalmente a aquellos que se han alejado de la Iglesia”.

En estos escenarios, reconoce que cada Iglesia particular tiene la libertad para evangelizar “en función de sus características y tradiciones”. Y las invita con una propuesta de por sí novedosa y audaz, como urgente: “Tal misión general responderá a la acción del Espíritu Santo, como en un nuevo Pentecostés, a través de una convocatoria lanzada por el Romano Pontífice, invitando a todos los fieles a visitar a todas las familias y a traer la vida de Cristo a todas las situaciones humanas”.

Acerca del “primer anuncio”, sobre el cual debe basarse toda evangelización en las tres maneras ya explicadas, en la Propuesta 9 los padres sinodales invitan a redactar ‘líneas guías’ para el primer anuncio del kerigma. Para esto, explicaron con claridad el contenido de un posible ‘compendio’: “1) La enseñanza sistemática sobre el kerigma en la Escritura y en la Tradición de la Iglesia católica. 2) Enseñanzas y citas de santos misioneros y mártires en nuestra historia católica, que nos ayudaría en nuestros desafíos pastorales de hoy. 3) Cualidad y directrices para la formación de evangelizadores católicos hoy”.

El contexto del ministerio de la Iglesia hoy

En la Propuesta 16, reconocen la necesidad de proteger la libertad religiosa de los cristianos en el mundo. Por ello, y en línea con el deseo del santo padre para que se haga una nueva lectura de los documentos del Vaticano II, los padres sinodales han sugerido un compromiso renovado y una mayor difusión de las enseñanzas de la Dignitatis Humanae. Y van más allá, cuando le piden al papa que considere “la posibilidad de crear un comité de autoridades de la Iglesia, en representación de las diferentes regiones del mundo, o encomendar esta tarea al Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, para responder a los ataques a la libertad religiosa y de obtener información precisa para el testimonio público al derecho fundamental a la libertad religiosa y a la libertad de conciencia”.

Con una invitación directa a involucrarse en este impulso renovador que se le quiere dar a la Iglesia, la Propuesta 17 le pide a los teólogos “desarrollar una nueva apologética del pensamiento cristiano, es decir, una teología de la credibilidad adecuada para una nueva evangelización”.

En referencia a los medios de comunicación modernos, la Propuesta 18 no deja opción cuando invita a todos los agentes de la evangelización, desde obispos hasta catequistas, “a hacer un buen uso de las lenguas y las herramientas actuales que están disponibles para la comunicación en la aldea global”.

En la Propuesta 21, referida a su mirada sobre los migrantes, los padres sinodales han pedido que a este flujo incesante de personas, “la Iglesia les dé su apoyo a través de un plan pastoral que los incluya (..) El plan pastoral de la Iglesia para los migrantes no solo debe acoger a los migrantes y promover su dignidad humana, sino sobre todo, debe ayudarles a integrarse en la vida de la Iglesia”

En referencia tal vez al ‘vino nuevo en odres viejos’, la Propuesta 22 es tajante cuando exige “nuevos métodos de evangelización y una renovación de las estructuras pastorales (..) que conduzcan a la vez a evaluaciones y cambios en la dinámica de las estructuras pastorales, que ya no cumplen con las exigencias del Evangelio en la era actual”.

Otra novedad --no quizás para algunos que ya están un paso adelante en esto--, se lee en la Propuesta 25, donde consideran importante “la implementación de un plan de pastoral urbana; la Iglesia quiere identificar y comprender estas experiencias, lenguajes y estilos de vida que son típicos de las sociedades urbanas”.

Respuestas pastorales a las circunstancias contemporáneas

Conscientes del rol tan importante que tienen las escuelas y universidades de la Iglesia, la Propuesta 27 contiene una exhortación detallada de gran relevancia: “Con el fin de asegurar que nuestras instituciones sean agentes de evangelización, y no solo de los productos de la evangelización, el Sínodo: 1) Alienta a las instituciones educativas católicas a hacer todo lo posible para preservar su identidad como instituciones eclesiásticas. 2) Invita a todos los docentes de asumir su liderazgo como discípulos bautizados de Jesús, testimoniando a través de su vocación como maestros. 3) Insta a las Iglesias particulares, familias religiosas y a todos los que tienen responsabilidades en las instituciones educativas, que faciliten la corresponsabilidad de los laicos, ofreciendo una formación y un acompañamiento adecuado para este fin”.

Un tema que ha dejado mucha esperanza en los que sirven a la Iglesia sin pedir nada a cambio --o tan solo un lugar reconocido en la comunidad local--, se encuentra en la Propuesta 29: “Conforme a la Carta Apostólica Ministeria Quaedam del papa Pablo VI, las conferencias episcopales tienen la oportunidad de pedir a la Santa Sede, para la creación del ministerio del catequista”.

En la Propuesta 30, el Sínodo invita a las universidades a que consideren a la Nueva Evangelización “un elemento integral de la misión de cada facultad de teología y que se instituya un departamento de estudios sobre Nueva Evangelización en las universidades católicas”.

A fin de identificar campos de acción permanentes pero siempre nuevos, la Propuesta 31 “actualiza” nuevos rostros que atender:“Hoy en día existen nuevos pobres y nuevas formas de pobreza: los hambrientos y los sin techo, los tóxicodependientes, los inmigrantes, los marginados, los refugiados políticos, o "ecológicos", los pueblos indígenas (..) Entre los más pobres de la sociedad están las víctimas de la triste pérdida de respeto por la dignidad inviolable de la vida humana inocente”.

En un pedido especial a favor de los enfermos, los padres sinodales recordaron en la Propuesta 32 que: “No podemos olvidar, cuando construimos nuevos hospitales, de asegurarse que nunca le falte un ambiente de confort y apoyo, así como un lugar de oración”.

Acerca de la tan recomendada práctica del sacramento de la Reconciliación, la Propuesta 33 ha sugerido algo novedoso a la vez que urgente: “en cada diócesis, debe haber por lo menos un lugar dedicado de manera especial y permanente a la celebración de este sacramento, donde los sacerdotes estén siempre presentes, para permitirles a los fieles experimentar la misericordia de Dios”.

Los padres sinodales no dejaron de incluir a la llamada “piedad popular”, la cual como realidad inscrita en el proceso de Nueva Evagelización, tuvo en la Propuesta 39 una destacada consideración: “es importante que se desarrolle un plan pastoral que acoja adecuadamente a los peregrinos y que, en respuesta a su deseo profundo, se les brinde la posibilidad de que el tiempo de la peregrinación pueda ser visto como un momento de gracia”.

Y con el fin de promover “el estudio y la difusión del magisterio pontificio relativo a los temas que forman parte de la Nueva Evangelización”, la Propuesta 40 invitó a las iglesias locales a considerar el establecimiento por cada conferencia episcopal, de una comisión ad hoc, que a la vez pueda trabajar de manera coordinada con el nuevo Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, y hacer esfuerzos de colaboración y sinergia a nivel local e internacional.

Agentes y participantes en la Nueva Evangelización

El rol de la parroquia actual fue discutido y explicado con claridad durante las intervenciones del Sínodo. Es así que la Propuesta 44 dejó un gran desafío: “Por tanto, (se) alienta las visitas parroquiales a las familias como un medio de renovación parroquial. Del mismo modo, los "agentes pastorales" en los hospitales, centros juveniles, fábricas, prisiones, etc., deben tener presente que la Nueva Evangelización debe encontrar espacio en estos lugares”.

Y con el fin de darle una base sólida a los nuevos agentes pastorales, se recomendó a través de la Propuesta 47, lo siguiente:“la creación de centros de formación para la Nueva Evangelización, donde los laicos aprendan a hablar acerca de la persona de Cristo de manera persuasiva, adaptada a nuestro tiempo y a grupos específicos de personas (jóvenes, agnósticos, ancianos, etcétera)”.

Otro tema que suscitó diversos comentarios desde dentro y fuera del Aula Sinodal, fue lo referido a la realidad de las familias contemporáneas. Por tal motivo, la Propuesta 48 dio luces de por sí clarificadoras y a la vez de urgente atención: “(se) debe hacer esfuerzos para abordar los problemas importantes en relación con el matrimonio, en el caso de los divorciados y vueltos a casar, en la situación de sus hijos, el destino de los cónyuges abandonados, en las parejas que viven juntas sin casarse, y en la tendencia de la sociedad a redefinir el matrimonio”.

En una clara referencia a quiénes son los “guías” de este proceso evangelizador renovado, en la Propuesta 49los padres sinodales “alientan a los obispos y a los presbíteros a conocer la vida de las personas a las que sirven, de una manera más personal. El obispo es un evangelizador que predica con el ejemplo y comparte con todos los bautizados, la bendición de ser llamado a evangelizar”. También pidieron una “formación permanente del clero sobre la Nueva Evangelización y los métodos de la evangelización en la diócesis y la parroquia”.

La misma Propuesta se amplía a los seminarios y a los diáconos permanentes. Sobre los centros de formación de los futuros presbíteros, estos “deben tener la Nueva Evangelización como un objetivo, de modo que se convierta en el hilo conductor y unificador de los programas de formación humana, espiritual, intelectual y pastoral en el ars celebrandi, en la homilética y en la celebración del sacramento de la Reconciliación”. Y en referencia a los diáconos permanentes, el Sínodo pidió que “los programas de formación continuada de las diócesis, también deben estar disponibles para los diáconos”.

Los grandes protagonistas –y también destinatarios--, de este proceso son los jóvenes, con quienes la Propuesta 51 sugiere trabajar a través de “las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud y el YouCat, herramientas especiales de la Nueva Evangelización”.

Algunas de las últimas propuestas reconocen espacios de suma importancia a tener en cuenta. Uno de ellos es el ‘Diálogo interreligioso’, sobre el cual la Propuesta 53 sugiere “perseverar y a intensificar las relaciones con los musulmanes, de acuerdo con las enseñanzas de la Declaración Nostra Aetate. A pesar de las dificultades, este diálogo debe continuar”.

Y en vista de los nuevos areópagos que se vienen creando en el diálogo con la cultura contemporánea --según el pensamiento de Benedicto XVI--, el Sínodo respondió así en la Propuesta 55: “Las comunidades eclesiales abran una especie de ‘Atrio de los Gentiles’, donde creyentes y no creyentes puedan dialogar sobre cuestiones clave: los grandes valores de la ética, el arte y la ciencia, y la búsqueda de lo trascendente. De manera particular, las instituciones educativas católicas podrían promover (este) diálogo”.

Conclusión

Finalmente, los días de trabajo --diagnóstico, escucha y propuestas--, llevaron a los padres sinodales a “fijar nuestra mirada en María, Estrella de la Evangelización. Ella nos ayudará a proclamar el mensaje de salvación a todos los hombres y mujeres, para que ellos también puedan convertirse en agentes de evangelización” (cf. Propuesta 58).

Así como el creyente busca siempre a la Madre de Dios en momentos de incertidumbre, el contexto actual y la expectativa general llevan a las fuentes de la palabra de Dios que en la Carta a los Hebreos 10, 10, enseña: “Abroga lo primero para establecer lo segundo”.

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Donde Dios llora


Descubriendo a la Iglesia católica en Macedonia
Entrevista con el cineasta Ivan Cigic, luego de rodar en el país balcánico
ROMA, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Mark Riedemann, para Dios llora en la Tierra, en colaboración con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, entrevistó al director de cine Ivan Cigic, quien es también periodista y experto en las iglesias de los Balcanes.

Acaba de regresar de un viaje de filmación en Macedonia. ¿Cuál fue el propósito de este viaje?

- Ivan Cigic: Fuimos para filmar un documental acerca de la Iglesia católica en Macedonia. Estuvimos durante casi veinte días yendo de un lugar a otro, tratando de descubrir todos los detalles de la Iglesia Católica allí.

¿Cuál fue su percepción cuando estuvo en ese país?

- Ivan Cigic: Tras el desmantelamiento de Yugoslavia, Macedonia estaba sola, rodeada por sus vecinos que estaban muy descontentos con el ascenso de los nuevos estados en esa parte del mundo. Macedonia se enfrenta a muchas dificultades económicas: un alto nivel de desempleo --que se calcula aproximadamente en un 25%, pero la economía informal es muy alta, por lo que uno no puede confiar en las estadísticas oficiales--, agricultura ineficiente, combinado con el hecho de no ser miembro de la UE hace que sea difícil exportar sus productos hacia el oeste, y finalmente el salario promedio que es de unos 250 euros al mes, incluso para las personas con estudios superiores.

Usted ha mencionado que la creación de Macedonia como un nuevo estado no era bienvenido... ¿Puede contarnos un poco acerca de esto?

- Ivan Cigic: Esa parte del mundo estaba preocupada,  muy especialmente después de la caída del comunismo en Albania. Los países que circundaban a Albania, como Macedonia, Kosovo y Montenegro tienen un gran número de minorías albaneses que deseaban ser parte de los nuevos estados. Unos ocho años atrás, estas minorías albanesas exigieron cierta independencia o autonomía respecto a la vida cultural y política. Las autoridades macedonias intentaron negociar un acuerdo de paz, que terminó en un conflicto que se prolongó durante cerca de un año y medio con algunas bajas, pero felizmente no estalló en un conflicto significativo como los acontecimientos en Kosovo y Bosnia-Herzegovina.

¿Qué pasa con los países vecinos, ¿por qué hubo celos si se quiere, o falta de entendimiento sobre este nuevo estado?

- Ivan Cigic: Esto tiene raíces históricas. Los griegos nunca aceptaron al pueblo macedonio como independiente. Los griegos siempre han estado orgullosos de declarar que el primer estado griego fue Macedonia. Por eso, cuando Macedonia declaró su independencia, Grecia vio esto como un ataque directo a su soberanía. Hoy en día, Grecia y Macedonia están en discusión en un tribunal de La Haya y en la ONU sobre un nuevo nombre para Macedonia. Los griegos no están dispuestos a reconocer a Macedonia como estado y desean recuperar el nombre de Macedonia --aunque la OTAN ha aceptado a Macedonia como estado miembro--,  por lo que las personas se sientan más seguras ahora que antes.

La Iglesia católica en Macedonia comprende dos tradiciones, la de rito latino y la de rito bizantino. En primer lugar, ¿cómo se llegó a esto? En segundo lugar, ¿cómo se ven estas dos tradiciones en Macedonia, ya que son a la vez iglesias minoritarias?

- Ivan Cigic: Básicamente, la Iglesia católica de rito latino ha sido considerada como una iglesia misionera.

¿Un cuerpo extraño dentro de Macedonia?

- Ivan Cigic: Exactamente, y la Iglesia católica de rito bizantino fue percibida como una rama de la Iglesia Ortodoxa hasta el siglo XIX. Se basaban en lo que es hoy en día Grecia. Cuando los griegos les niegan el derecho a hablar su propio idioma, y a tener su liturgia en su propio idioma, ​​además de imponerles la lengua griega, ellos [los católicos macedonios] decidieron separarse y pedir al papa que los acepte como parte de la Iglesia Católica, con la estipulación de que podían mantener su lengua y utilizarla para la liturgia. El Vaticano aceptó. Así, se declararon a sí mismos como parte de la Iglesia católica. Esto provocó y dio lugar a un choque frontal. La política griega ejecutó un exterminio casi total. Muchos murieron y otros fueron exiliados hacia lo que es hoy la parte sureste de Macedonia y por décadas, no tuvieron líderes de la iglesia. Hoy en día, hay un poco más de 12.000 católicos de rito bizantino rodeados por una mayoría ortodoxa.

¿Cuáles son las relaciones hoy? Tenemos la ortodoxa griega, tenemos la ortodoxa macedonia, y tenemos las iglesias católicas..., ¿y el Islam?

- Ivan Cigic: Como en los Balcanes, es una situación complicada. Todavía hoy muchos ortodoxos griegos y ortodoxos macedonios consideran a la Iglesia católica de rito bizantino casi como traidores. Y la comunicación entre ellos es muy limitada; pero ahora que está el problema creciente del Islam en Macedonia, la relación se ha descongelado y últimamente es pacífico. Hay un obispo responsable tanto del rito latino como del bizantino. A él, como dice en su lema "Ut unum sint", le gustaría trabajar en pro de la reconciliación entre las comunidades.

¿Cómo va el futuro?

- Ivan Cigic: Creo que el obispo Kiro Stojanov es una de las personas más importantes en la historia de la Iglesia católica en Macedonia, sobre todo teniendo en cuenta que él es el primer obispo macedonio en 104 años; es muy bien aceptado por todas las religiones en Macedonia. Él es percibido, no solo entre los creyentes, sino por todos los macedonios --ateos o de otras religiones--, como alguien que con gran éxito está tratando de construir puentes entre todas las religiones.

Usted mencionó que durante muchas generaciones no ha habido ninguna jerarquía, y que tampoco han habido muchos sacerdotes, además que las parroquias han estado inactivas o abandonadas... ¿Qué hizo la gente para mantener la fe en esos momentos?

- Ivan Cigic: Es muy interesante que a pesar de que las iglesias permanecieron vacías durante décadas, ellos [los católicos] mantuvieron una "memoria colectiva" y no quisieron abandonar su fe. Ni siquiera pensaron de que su fe podría ser sustituida por otra cosa. Tras el nombramiento del obispo Kiro Stojanov, algo sucedió; una nueva generación de jóvenes sacerdotes ha nacido. Estos nuevos sacerdotes son muy respetados por la comunidad y de alguna manera ellos [los católicos] han recuperado la esperanza de que la Iglesia va a ser grande otra vez, como lo fue a mediados del siglo XIX, antes de que ocurriera la tragedia. Es así que la gente está regresando, empezando a volver a la confesión y participan activamente en la liturgia. Otra observación interesante que hice fue que los creyentes ortodoxos, al ver estos sacerdotes católicos activos, están llegando a las iglesias católicas a confesarse porque dijeron que a menudo no tienen estas oportunidades en sus propias iglesias. Así es que, poco a poco, están cada vez más cerca de lograr esta unidad. Nosotros fuimos testigos en una pequeña aldea, durante la Pascua, del encuentro de católicos y ortodoxos orando juntos en la iglesia. No importaba si se trataba de una iglesia católica u ortodoxa. Era agradable ser testigo de eso.

¿Entonces las relaciones ecuménicas se dan a nivel de la base?

- Ivan Cigic: Sí, creo que sí, y lo que es más interesante es que esto es iniciado por las personas, por los creyentes y no por la jerarquía. Así que eso significa que va a durar y tendrá vida.

Traducción del original inglés por José Antonio Varela V.

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Entrevistas


Migración: Fe, pobreza y derechos de la persona
Testimonio del capellán de los migrantes en Milán, padre Giancarlo Quadri
por Abraham Cutipa Galindo

MILÁN, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- El papa Benedicto XVI ya hizo público su mensaje para la “Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado” del año 2013. En esta ocasión enfoca el tema “Migraciones: peregrinación de fe y esperanza” en el cual invita a reflexionar sobre la vida cristiana, la pobreza, la esperanza, la integración de los migrantes y los derechos humanos.

Para profundizar en el mensaje del santo padre, entrevistamos al sacerdote Giancarlo Quadri, responsable de la Oficina para la Pastoral de los Migrantes, de la Archidiócesis de Milán.

El santo padre en su mensaje nos habla de la vida cristiana de los migrantes, ¿puede explicar este tema?

- Padre Quadri: A partir del mensaje, el santo padre nos dice: “Migraciones: peregrinación de fe y esperanza”, y nos lanza un mensaje en concomitancia con las celebraciones del cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, para obedecer y dar una nueva línea a los tiempos actuales de la Iglesia. Justamente aquí se encuentra el discurso de la idea cristiana de la migración, que implica en sí una gran cantidad de sacrificios y sufrimientos. Porque para un cristiano toda migración es un viaje, una peregrinación de fe y esperanza, tal como lo mencionó el papa, lo que es una visión positiva de la migración.

Cuando hablamos de migración, estamos enfocando también temas de política, economía y pobreza... ¿Nos puede explicar esta realidad?

- Padre Quadri: Frecuentemente en el mar Mediterráneo hay muchas embarcaciones que se hunden en el mar; y lo que debería ser una esperanza, se convierte en un mensaje de desesperación, tragedia y muerte. Y hablando de la misma naturaleza de la migración del hombre y de la mujer que deja su país, su familia, sus amigos y sus hijos, ya desde ese momento se prueba el dolor y el sufrimiento. Por supuesto, la migración no es sinónimo de pobreza, pero el dolor de la pobreza y del sufrimiento siempre estarán entre los migrantes.

Ahora en Europa se vive la crisis económica, bajo este contexto el Municipio de Milán está trabajando en temas de integración y el santo padre lo menciona. En ese sentido, ¿cómo trabaja la iglesia?

- Padre Quadri: Quisiera empezar citando las palabras del papa: "La Iglesia y las diversas realidades que se inspiran en ella están llamados a atender la emergencia y la pobreza". Pero no debemos olvidar que el discurso de la Iglesia es el desarrollo humano, aunque parece que la sociedad italiana está retrocediendo un poco en aceptar con el corazón a los nuevos migrantes. Es fundamental entender que todos somos hermanos y que debemos respetarnos en el aspecto material y económico. Por ejemplo, nosotros trabajamos en la asistencia a los refugiados, escuelas de italiano para el migrante y su familia, entre otras actividades. La Iglesia está trabajando, considerando no solo la emergencia sino también la integración para aprender a vivir en conjunto, tal como lo decía el cardenal Martini: cada uno con sus diferencias.

El papa habla de los derechos de la persona, aquí salta el tema de la inmigración legal e ilegal, ¿no?

- Padre Quadri: Aquí vuelvo a repetir las palabras del santo padre "Todo Estado tiene el derecho de regular los flujos migratorios...asegurar el respeto de la dignidad de toda persona humana". Estamos frente a un capítulo muy difícil; el solo hecho de recordar que por desgracia nuestra bella Italia está a veces en los registros de los sancionados por la Unión Europea; esto es una mentalidad que debe cambiar. Tenemos que pasar de una emergencia, a un derecho de inmigración, a los derechos de los inmigrantes; es decir, necesitamos el máximo respeto a la persona humana. Creo que es uno de los mensajes fundamentales de Benedicto XVI.

¿Cómo avanzan los temas de la inmigración en el sentido positivo de la familia, los jóvenes y la sociedad?

- Padre Quadri: La Iglesia de Milán siempre ha estado a la vanguardia para ayudar en las dificultades de los migrantes. Fue así que desde el año 2000 durante el Jubileo, el cardenal Martini se empeñó en dar una mayor atención a los migrantes. Justamente se creó esta oficina que ahora estoy conduciendo. Debemos pedir en primer lugar legalidad a los migrantes, al ciudadano y al Estado italiano y de esta legalidad construir una nueva nación. Por ello, se debe trabajar en positivo en la escuela, en la educación, los negocios y el trabajo. Debemos subrayar que son importantes para nosotros, y son importantes para la Italia, porque aquí siempre habrán inmigrantes.

Para usted, ¿cuál es el mensaje de esperanza que se debe dar a los inmigrantes que viven en Italia?

- Padre Quadri: Es un gran mensaje de confianza. Nosotros nos preparamos para celebrar el próximo seis de enero la fiesta de la Epifanía con el cardenal Angelo Scola, quien presidirá una misa en la Catedral de Milán. El cardenal la aprobó y desea que este mensaje del papa y de la Iglesia sea de fidelidad y alegría. Es importante que estos mensajes sean presentados a los migrantes y a las personas italianas, y proceder de tal manera que esta alegría en Cristo sea parte de una nueva nación que está naciendo. Finalmente, les recuerdo que el santo padre termina su mensaje invocando a María con estas palabras: "Encomiendo a cada uno de vosotros a la Bienaventurada Virgen María, signo de segura esperanza y de consolación, «estrella del camino»". 

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Foro


Desertificación espiritual
Un reto para el discípulo y misionero de Jesucristo
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Nuestro colaborador el obispo mexicano de San Cristóbal de las Casas Felipe Arizmendi Esquivel propone en el espacio Foro una reflexión sobre el avance del desierto espiritual en el mundo.

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas

HECHOS

Con una visión muy realista, el Papa Benedicto XVI, en ocasión del reciente Sínodo de los Obispos y la apertura del Año de la Fe, describió de esta manera algunas situaciones del mundo actual: “En estos decenios, ha aumentado la desertificación espiritual. Si ya en tiempos del Concilio se podía saber, por algunas trágicas páginas de la historia, lo que podía significar una vida, un mundo sin Dios, ahora lamentablemente lo vemos cada día a nuestro alrededor. Se ha difundido el vacío” (11-X-2012).

Dijo que muchos “viven en regiones de antigua evangelización, donde la luz de la fe se ha debilitado, y se han alejado de Dios, ya no lo consideran importante para la vida; son personas que por eso han perdido una gran riqueza… Desde los años ’50 del siglo pasado, se vio evidente que también los países de antigua tradición cristiana se habían vuelto, como se suele decir, tierra de misión” (28-X-2012).

Esto que se podría aplicar a Europa, refleja también lo que va pasando entre nosotros. Hay personas que, sin cimientos firmes en su fe, se han alejado de Dios y de la Iglesia, heridas, desconcertadas o decepcionadas por algunos malos comportamientos clericales, por el mal trato recibido de algún sacerdote, o porque quisieran que todo se hiciera en la Iglesia como ellos piensan y quieren, porque dicen que no nos modernizamos al ritmo de la historia, porque no accedemos a declarar moral y recto lo que es inmoral e inhumano, porque querrían que no fuera el Evangelio sino la moda actual del mundo lo que marcara nuestra identidad y misión, o porque en algunas escuelas y universidades se especializan en ridiculizar la fe y la Iglesia, porque les llegan ofertas de otras religiones, atractivas y adecuadas a su sensibilidad y conveniencia, o porque sus padres han sido irresponsables para educarles en su fe.

No faltan escritores, profesores y líderes de opinión que se dedican a resaltar lo que para ellos es negativo en nuestra Iglesia, sin tomar en cuenta la pléyade de santos que ha habido y hay, consagrados al servicio de la humanidad, en particular de los pobres. Hacen consistir su fama y su éxito económico en ser críticos permanentes de la institución eclesial, sin conocer ni valorar la entrega sencilla, diaria y sacrificada, de miles y miles de sacerdotes, religiosas, misioneros, obispos, catequistas y diáconos, que desgastan su vida atendiendo a las comunidades, en medio de grandes limitaciones económicas y materiales. Son héroes anónimos, como una encarnación del amor misericordioso de Dios, reconocidos y amados por el pueblo.

CRITERIOS

Ante esta situación tan preocupante, el mismo Papa nos habla de “la urgencia de anunciar nuevamente a Cristo, allá donde la luz de la fe se ha debilitado, allá donde el fuego de Dios es como un rescoldo, que pide ser reavivado, para que sea llama viva que da luz y calor”.

Estamos convocados a ser discípulos misioneros de Cristo, porque en El se nos ha manifestado Dios mismo: es Dios encarnado, hecho un ser humano, cercano y existencialmente presente en nuestras vidas: “Dios ha roto su silencio. Dios ha hablado. Dios existe. Este hecho, como tal, es salvación: Dios nos conoce, Dios nos ama, ha entrado en la historia. Jesús es su Palabra, el Dios con nosotros, el Dios que nos muestra que nos ama, que sufre con nosotros hasta la muerte y resucita. Este es el Evangelio mismo. Dios ha hablado; ya no es el gran desconocido, sino que se nos ha mostrado y esta es la salvación” (8-X-2012).

PROPUESTAS

Padres de familia: Acerquen a sus hijos a los sacramentos y a las catequesis necesarias; que participen en grupos juveniles. Con el buen ejemplo de ustedes y sus oportunos consejos, tendrán un camino para estar cerca de Dios y no se enredarán en los lazos de la droga, de la delincuencia y del desorden.

Catequistas y demás agentes de pastoral: Seamos capaces de escuchar y comprender los vacíos y las soledades, las angustias y esperanzas de los jóvenes y de los adultos, de los enfermos y ancianos, de los presos y migrantes, y ofrezcámosles la luz y el consuelo de Jesús, la Palabra de Dios y su cercanía, en la confesión y en la Eucaristía.

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Documentación


En medio de la agitación del mundo, los cristianos dan testimonio con una forma de vida diferente
Meditación de Benedicto XVI durante el rezo del Ángelus al inicio del Adviento
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Hoy, al empezar el Adviento, el santo padre Benedicto XVI se asomó al mediodía a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el tradicional Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Estas fueron las palabras del papa al introducir la oración mariana.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

Hoy, la Iglesia inicia un nuevo año litúrgico, un camino que se ve reforzado por el Año de la Fe, a cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II. El primer tiempo de este itinerario es el Adviento, formado, en el rito romano, por las cuatro semanas previas a la Navidad, que es el misterio de la Encarnación. La palabra "adviento" significa "venida" o "presencia". En el mundo antiguo indicaba la visita del rey o del emperador a una provincia; en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo; un misterio que rodea la totalidad del cosmos y de la historia, pero que conoce de dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Jesucristo. La primera es la Encarnación; y la segunda es el retorno glorioso al final de los tiempos.

Estos dos momentos, que cronológicamente son distantes --y no nos es dado saber cuánto--, y que en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección, Jesús ya ha realizado aquella transformación del hombre y del cosmos que es el fin último de la creación. Pero antes del final, es necesario que la Buena Nueva sea anunciada a todas las naciones, dice Jesús en el evangelio de san Marcos (cf. Mc. 13,10). La venida del Señor continúa, el mundo debe ser penetrado por su presencia. Y esta venida permanente del Señor en el anuncio del evangelio pide constantemente de nuestra colaboración; y la Iglesia, que es como la novia, la prometida esposa del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cf. Ap. 21,9), en comunión con su Señor, colabora en esta venida del Señor, en la que ya empieza su regreso glorioso

Esto es a lo que nos llama hoy la palabra de Dios, trazando la línea de conducta a seguir con el fin de estar preparados para la venida del Señor. En el evangelio de Lucas, Jesús dice a los discípulos: "Cuiden que no se emboten sus corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida ... estén en vela, pues, orando en todo tiempo" (Lc. 21,34.36). Por lo tanto, sobriedad y oración. Y el apóstol Pablo añade la invitación a "progresar y sobreabundar en el amor" de unos con otros y hacia los demás, para que se consoliden nuestros corazones y seamos irreprochables en santidad (cf. 1 Ts. 3,12-13). En medio de la agitación del mundo, o ante los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen la salvación de Dios y dan testimonio con una forma de vida diferente, como una ciudad asentada sobre un monte.

"En aquellos días --anuncia el profeta Jeremías--, Jerusalén vivirá en seguro, y será llamada: Yahvé, nuestra justicia" (33,16). La comunidad de los creyentes es un signo del amor de Dios, de su justicia, que ya está presente y operante en la historia, pero que aún no se ha realizado plenamente, y por lo tanto es siempre esperada, invocada, buscada con paciencia y heroísmo. 

La Virgen María encarna a la perfección el espíritu del Adviento, que implica escuchar a Dios, y un profundo deseo de hacer su voluntad, de gozoso servicio a los demás. Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco su reino de amor, de justicia y de paz.

Traducción del original italiano por José Antonio Varela V.

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