3.12.12

 

Tiene mucho, pero que mucho que leer y pensar el motu proprio de Benedicto XVI dedicado al “Servicio de la caridad” y que acaba de hacerse público hace apenas unos días.

Lo he estado leyendo con tranquilidad y quería dejar aquí algunas cosas que me han parecido de especial relevancia, con los comentarios de un servidor.

1. Destacar la importancia de la caridad en la iglesia, a la misma altura que el anuncio de la Palabra de Dios y la liturgia. ¿No puede pasarnos que la caridad en la práctica se nos quede siempre para el último puesto, para cuando todo ya está cubierto? Abrimos una iglesia: ponemos horarios de misas y rapidito la catequesis de los niños. Y Cáritas… para cuando haya tiempo.

2. Un recuerdo a los obispos de que son los responsables de la caridad, que no es algo que pueden dejar en manos de cualquiera. Tan responsables de la caridad como de la liturgia y la transmisión de la fe.

3. No somos simplemente una organización de beneficencia: «la actuación práctica resulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se alimenta en el encuentro con Cristo». Nos alimentamos de Cristo y damos testimonio de Cristo ante la comunidad y ante los pobres.

4. “Además de observar la legislación canónica, las iniciativas colectivas de caridad a las cuales hace referencia el presente Motu Proprio deben seguir en su actividad los principios católicos, y no pueden aceptar compromisos que en cierta medida puedan condicionar la observancia de dichos principios.” Parece de lo más elemental. No podemos hacer caridad fomentando el aborto, defraudando impuestos o mintiendo. Ni podemos colaborar con otras organizaciones de beneficencia que no respeten los principios católicos.

5. En cuanto a los voluntarios, interesante superar por fin eso de la simple “buena voluntad”: “el Obispo diocesano debe velar para que quienes trabajan en la pastoral caritativa de la Iglesia, además de la debida competencia profesional, den ejemplo de vida cristiana y prueba de una formación del corazón que testimonie una fe que actúa por la caridad.” No basta para trabajar en la caridad de la Iglesia eso de que es buena gente. Se necesita gente creyente, de vida cristiana, y formada.

6. Cáritas es el organismo oficial. Y se debe tener en cada parroquia o circunscripción de parroquias.

7. Interesante la llamada a obispos y párrocos para que no nos chupemos el dedo: “deben impedir que a través de las estructuras parroquiales o diocesanas se haga publicidad de iniciativas que, aunque se presenten con finalidades de caridad, propongan opciones o métodos contrarios a las enseñanzas de la Iglesia”. Porque esto nos pasa mucho: nos viene cualquiera para que favorezcamos una campaña, una actividad a favor de… y resulta que luego te enteras de que practican abortos, tienen dinero negro, o han sido acusados de fraude.

8. En cuanto a la financiación de las obras de caridad de la Iglesia nos viene bien recordar que no toda aportación económica es aceptable: siempre hay que rechazar las que vienen de organismos e instituciones “que persiguen fines en contraste con la doctrina de la Iglesia”. No creo que haga falta explicar nada.

9. Y recordar finalmente que sólo la Iglesia, sólo el obispo correspondiente, puede dar a algo el título de ”católico”. Y que igual que lo da, puede quitarlo.

En resumen, después de leer y releer el motu proprio, saco las conclusiones de afirmar la importancia del servicio a la caridad, la responsabilidad de los obispos en el tema, así como la de los párrocos, y eso tan elemental de que el fin –la caridad cristiana- no justifica los medios en métodos y personas.

¿En la práctica? Pues viva Cáritas. Es Iglesia, es eclesial, es eficaz. Y no hace falta que nos compliquemos más la vida.