ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 5 de diciembre de 2012

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Felipe Rinaldi
«Milagro de la fe de Don Bosco y digno sucesor suyo»

Santa Sede

El acto de fe es una verdadera conversión, un cambio de mentalidad
Profunda catequesis del santo padre al inicio del Adviento

El sur de Italia regala al papa el belén para la plaza de San Pedro
Habrá también otros, como dos de México, burro y buey incluidos

RUMBO A RIO

Presencia de los símbolos de la JMJ anima a jóvenes paraguayos en su peregrinación
Más de ocho mil caminaron al santuario de la Virgen de los Milagros de Caacupé

MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN

El Ave María viene de la mano de la Virgen o no viene
Entrevista al compositor español Sergio Moreno. Concierto en el marco de la Inmaculada.

Documentación

La comunión en Cristo es el cumplimiento de los más profundos anhelos del hombre
Enseñanzas del papa Benedicto XVI durante la catequesis por el Año de la Fe


SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Felipe Rinaldi
«Milagro de la fe de Don Bosco y digno sucesor suyo»
MADRID, miércoles 5 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Isabel Orellana Vilches nos ofrece hoy el perfil de un hombre de cuya vocación respondió personalmente san Juan Bosco. Y fue un éxito. Extendió la obra del santo educador en España y Portugal.

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Por Isabel Orellana Vilches

Un verdadero apóstol desconoce lo que es el desánimo. Guiado por la fe y la oración insistente nunca pierde la esperanza de ver florecer las vocaciones; por eso actúa con arrojo y celeridad movido por la gracia. Este tercer sucesor de Don Bosco, nacido en Lu Monferrato (Alessandría) el 28 de mayo de 1856, fue un milagro de su fe y celo apostólico. Se conocieron cuando Felipe tenía 5 años y el Fundador de los Salesianos pasaba junto a un grupo de muchachos por la localidad. Más tarde, a la edad de 10 años, Felipe inició sus estudios en el Seminario Menor de Mirabello. Pero no le agradó la forma de vida disciplinada que regía el acontecer de los alumnos, y regresó a su hogar. Se encerró en banda con tal empecinamiento que, a partir de entonces, fue extremadamente difícil que aceptara cualquier sugerencia y se replantease su decisión. No lo logró un amigo seminarista, Pablo Albera, ni Don Bosco, que insistió, según se recuerda, como no lo hizo ni antes ni después con otro joven, yendo en persona a verle, escribiéndole, enviándole libros espirituales, y recordándole que tenía las puertas abiertas.

Insensible ante un milagro efectuado en el pueblo por Don Bosco, que fue a buscarle cuando ya tenía 18 años, siguió negándose a reconsiderar la opción del sacerdocio. Era el octavo y penúltimo hijo de los campesinos Cristóbolo Rinaldi y Antonia Brezza, quien oró de manera insistente por su vocación, al punto que Felipe quedó profundamente conmovido por este gesto de su madre; parece que fue lo único que logró tocar su fibra más sensible en esta época. A los 20 años se hallaba en vías de contraer matrimonio, pero en cuanto Don Bosco supo la noticia, rápidamente acudió a Lu con la esperanza de llevárselo consigo. Esta gracia tan orada por él y por la fiel Antonia se materializó a finales de 1877. Entonces Felipe se integró en el centro dedicado para vocaciones en edades similares a la suya en Sampierdarena, al frente del cual se hallaba Pablo Albera. Con gran dedicación y sacrificio, cursó los estudios que debió haber afrontado en su momento, y en 1880 en San Benito de Canavés, donde había realizado el noviciado, emitió los votos, pero todavía sin ánimo de ser sacerdote.

Contra su costumbre, porque solía respetar la libertad de los jóvenes, Don Bosco instó a Felipe a iniciar el camino que le llevaría al sacerdocio, y éste le obedeció. Fue ordenado en diciembre de 1882 en la Catedral de Ivrea. Agradecido y dichoso por las bendiciones que recibía al lado del Fundador, cuando éste le preguntaba que si era feliz, respondía: «Sí, si estoy con usted, de otra forma no sé qué sería de mí». Su primera misión fue dirigir el centro para vocaciones tardías de Mathi, responsabilidad que le abrumó pero acogió solícito. Él contribuyo al notable incremento de estudiantes que hubo en poco tiempo. Esta fecundidad se haría patente en Sarriá (España), donde fue enviado en 1899 como superior de la comunidad, y luego en Portugal, de forma que a Felipe se le considera el impulsor de la obra salesiana en estos países.

A él se debe el nacimiento del Instituto Secular de las Voluntarias de Don Bosco, a las que recordaba: «¿Qué tenéis que hacer para tener vida? Ante todo, rezad para sentiros animadas todos los días y llevar la cruz que el Señor os ha asignado; es lo primero que tenéis que hacer. Además, haced bien cada uno de vuestros quehaceres, los propios de vuestro estado, como Dios quiere, en vuestra condición; y esto según el espíritu del Señor y de Don Bosco». Fue designado vicario general en 1901, y Rector Mayor en 1922. Era un hombre de oración, piadoso, devoto de María Auxiliadora, abierto a las necesidades de su tiempo y fidelísimo al carisma del Fundador. Tuvo gran visión y dotes de iniciativa. Extendió notablemente la obra de Don Bosco poniendo en marcha centros formativos dirigidos también a la mujer, impulsó los estudios de los jóvenes salesianos, en los que se incluía el estudio de las lenguas para ayuda de la evangelización, y tuteló la vida espiritual de todos de forma magistral. Fundó el Instituto Misionero Salesiano Cagliero en Ivrea, ayudó y acompañó a los Cooperadores, instituyó la Federación de Alumnos y realizó viajes apostólicos por distintos puntos de Europa. En un momento dado solicitó al papa Pío XI la concesión de «indulgencias por el trabajo santificado». Al hablar del beato Rinaldi frecuentemente se resaltan las palabras del P. Francesia: «Lo único que le falta al Padre Rinaldi es la voz de Don Bosco: tiene todo lo demás». El 5 de diciembre de 1931 mientras leía la vida de Don Miguel Rúa, falleció en Turín. Fue beatificado por Juan Pablo II el 29 de abril de 1990.

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Santa Sede


El acto de fe es una verdadera conversión, un cambio de mentalidad
Profunda catequesis del santo padre al inicio del Adviento
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 5 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Cada semana, durante la Audiencia General de los miércoles, el papa Benedicto XVI viene desarrollando unas profundas catequesis por el Año de la Fe. En esta oportunidad, dirigió sus ideas sobre el modo en que Dios ha revelado al hombre “su benévolo designio” (cf. http://www.zenit.org/article-43787?l=spanish).

Partiendo de la carta de san Pablo a los cristianos de Éfeso (cf. 1, 3-14) leída en varios idiomas en el Aula Pablo VI, el santo padre recordó cómo en ese pasaje, el apóstol eleva una oración de bendición a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que es a la vez un “himno de alabanza (al) plan de Dios con respecto al hombre, que se define en términos llenos de alegría, de asombro y de gratitud, como un "benévolo designio" (v. 9), de misericordia y de amor”.

San Pablo nos ayuda a entender --continúa--, “cómo toda la creación y, en particular, el hombre y la mujer no son el resultado de la casualidad, sino que responden a un proyecto de bondad de la razón eterna de Dios” y que ambas creaturas, “han sido elegidos por Dios incluso antes de la creación del mundo, en el Hijo, Jesucristo”.

Dios habló primero

Esta iniciativa divina, “precede a toda respuesta humana: es un don gratuito de su amor que nos envuelve y nos transforma” --dijo--, a la vez que se preguntaba: “¿Cuál es el objetivo final de este plan misterioso? ¿Cuál es el centro de la voluntad de Dios?”. Y citando nuevamente a san Pablo, el papa recordó que el plan de Dios es "hacer que todo tenga a Cristo por cabeza" (Ef. 1,10).

Para el Apóstol, continuó, “Cristo se presenta como el centro de todo el camino del mundo, la columna vertebral de todo, que atrae a sí mismo la totalidad de la realidad misma, para superar la dispersión y el límite, y conducir todo a la plenitud querida por Dios (cf. Ef. 1, 23)”.

Pero este "designio benevolente" no ha permanecido en el silencio de Dios, “sino que se ha auto-comunicado a nosotros, hasta ser uno de nosotros, (hasta) encarnarse”.

Y dado que con la sola inteligencia y sus capacidades, el hombre no habría podido alcanzar esta revelación, recordó el Catequista universal que “fue Dios quien ha abierto su cielo y se ha abajado para conducir al hombre hacia el abismo de su amor”.

Citó al respecto una famosa página del comentario a la Carta a los Efesios de san Juan Crisóstomo, en la que “invita a disfrutar de toda la belleza del "benévolo designio" de Dios revelado en Cristo”, interrogando así al hombre: “¿Qué te falta? Te has convertido en inmortal, te has hecho libre, te has convertido en hijo, te has convertido en justo, eres un hermano, te has convertido en un coheredero, con Cristo reinas, con Cristo eres glorificado. Todo se nos ha dado, y --como está escrito-- ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?" (Rm. 8,32). Tus primeros frutos (cf. 1 Co. 15, 20.23) son adorados por los ángeles [...]: ¿qué te falta? (PG 62.11)”.

La respuesta del hombre

Este don de Dios, esta “comunión en Cristo por obra del Espíritu Santo, ofrecida por Dios a todos los hombres con la luz de la Revelación”, continuó Benedicto XVI, “es el cumplimiento de los más profundos anhelos, de aquel deseo del infinito y de plenitud que habita en las profundidades del ser humano”.

Sin embargo, la respuesta del hombre a la revelación de Dios es fundamental, es lo que el papa denomina “el acto de fe”. Pero esta respuesta no es un “acto de imposición”, sino que “es un dejarse, un abandonarse en el océano de la bondad de Dios”.

El “acto de fe” es por lo tanto, “una verdadera conversión, la fe es un cambio de mentalidad, porque el Dios que se ha revelado en Cristo y ha dado a conocer su plan de amor (..) se convierte en el sentido que sostiene la vida, la roca sobre la que se puede encontrar la estabilidad”.

En este tiempo de Adviento, el santo padre invita una vez más a todos los cristianos, “a renovar la certeza de que Dios está presente: Él ha venido al mundo, convirtiéndose en un hombre como nosotros, para traer la plenitud de su designio de amor”.

Y recordó que Dios mismo quiere entrar de nuevo en el mundo, “a través de nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor (y) hacer resplandecer su luz en la noche”.

Con los peregrinos de lengua española

A los peregrinos venidos de distintos países de habla española, el papa Benedicto XVI les dirigió las siguientes palabras en su propio idioma:

“Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a ser signo de la acción de Dios en el mundo por medio de la fe, la esperanza, la caridad. El Señor quiere siempre hacer resplandecer nuevamente su luz en la noche”. (javv)

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El sur de Italia regala al papa el belén para la plaza de San Pedro
Habrá también otros, como dos de México, burro y buey incluidos
Por H. Sergio Mora

ROMA, miércoles 5 diciembre 2012 (ZENIT.org).- El belén en la plaza de San Pedro en el Vaticano siempre es especial, entretanto este año lo será aún más con el que ha donado la Región Basilicata.

En el Vaticano habrá también otros pesebres, entre ellos dos con 17 imágenes realizados con pasta de maíz y cera por indígenas purépecha del oeste de México y que fue bendecido en noviembre por el nuncio en México, Cristhoper Pierre antes de ser enviado a Italia. De estos uno estará expuesto en el auditorio Pablo VI y otro en los Museos Vaticanos.

El burro y el buey, si bien el papa en su último libro sobre “La infancia de Jesús” recuerda que no tienen sustento bíblico, pues no hay referencias a la presencia de animales en el portal, estarán presentes. Pues como el mismo Benedicto XVI recuerda unas líneas más abajo, “ningún Belén o pesebre está completo sin el buey y el asno”.

Para presentar el pesebre italiano de 150 metros cuadrados, cuya estructura se está levantando en la Plaza de San Pedro, la Sala de Prensa de la Santa Sede convocó el 13 de diciembre una conferencia a la cual participaron el secretario general del Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano, monseñor Giuseppe Sciacca; el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci y el presidente de la Región Basilicata, Vito De Filippo.

La Región Basilicata situada en el extremo sur de 'la bota', como toda la parte meridional del país tiene una gran tradición en la construcción de pesebres y este ha sido realizado en homenaje a Benedicto XVI.

El artista que lo modeló es Francesco Artese, considerado entre los más importantes representantes de la escuela italiana de pesebres meridionales.

El artista italiano emplea paisajes con las piedras de la región y con escenas que retratan la realidad diaria de los campesinos. Un paisaje que además hace recordar mucho a Tierra Santa, indicó un comunicado de la sala de prensa de la Santa Sede.

Las pequeñas estatuas realizadas en terracota son más de un centenar y llevan vestidos de tela almidonada hechos a mano y que recuerdan las costumbres de los campesinos de la Lucania de un tiempo.

En el mismo pesebre de unos 150 metros cuadrados se reconocerán además algunas iglesias de la región, como el Convicino di Sant' Antonio, y la de San Nicola ai Greci. Entre los campanarios se distingue el de San Pietro Barisano.

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RUMBO A RIO


Presencia de los símbolos de la JMJ anima a jóvenes paraguayos en su peregrinación
Más de ocho mil caminaron al santuario de la Virgen de los Milagros de Caacupé
BRASILIA, miércoles 5 diciembre 2012 (ZENIT.org).- La XV Peregrinación Nacional de los Jóvenes paraguayos realizada el sábado pasado como parte de la preparación para la fiesta de Virgen de los Milagros de Caacupé, patrona de Paraguay, este año fue especial.

Más de ocho mil jóvenes de todas las partes del país caminaron por kilómetros hasta el santuario nacional lelvando los símbolos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Allí se realizó una gran celebración con más de 20 mil personas.

Todos los años la fiesta de la Inmaculada Concepción atrae el 8 de diciembre a miles de paraguayos que caminan kilómetros de día y noche para llegar los primeros días de la novena.

Ellos se hospedan en hoteles, hostales o mismo en las calles de Caacupé y bajo el manto de la Virgen de los Milagros. Nadie los importuna, pues saben que ese tiempo de peregrinación es sagrado y todos los peregrinos tienen que ser respetados.

El obispo que se ocupa de la juventud paraguaya, don Ricardo Valenzuela, recordó que los jóvenes pueden y deben ser testimonios de fe en sus familias, para favorecer la conversión de los propios padres. “El ejemplo de Jesucristo debe ayudarles a mostrar a sus padres la grandeza del amor”, dijo.

Además la Conferencia Nacional de los Obispos de Paraguay colocó la evangelización de la familia como el centro de la propuesta de misión permanente en el país.

Don Valenzuela propuso también cuatro orientaciones para que los jóvenes vivan el año de la fe: la lectura de los documentos del Concílio Vaticano II, que cumplió este año los 50 de su apertura; el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica; la profesión de fe en el Credo; e intensificar el servicio a los demás, en particular la misión de casa en casa.

Valorizar a los jóvenes


La secretaria ejecutiva de la Pastoral Juvenil paraguaya Micaela Rojas pidió al Gobierno, a la Iglesia y a la sociedad civil, que se empeñen en combatir los principales desafíos de los jóvenes paraguayos como el alcoholismo, la adicción a las drogas, la falta de empleo, la pobreza de indígenas y de los jóvenes del campo. “Denunciamos la violenta y desvergonzada cultura de la muerte que encauza a los jóvenes hacia un camino sin salida”, dijo.

Realizó además un llamado a los candidatos del país para que no manipulen a los jóvenes durante las elecciones pues sería una falta de respeto a la inteligencia de los mismos.

El país tendrá elecciones presidenciales en mayo próximo, cuando además deberá escoger a sus diputados y senadores.

Desde la moción de censura del expresidente Francisco Lugo, decretada en menos de dos días, lo que fue considerado por muchos un golpe de Estado institucional, el vicepresidente asumió el gobierno y está al frente del país hasta las elecciones.

“No tenemos miedo de sacrificios, sino de una vida sin sentido”, afirmó Micaela, refiriéndose al discurso del papa Benedicto XVI a los jóvenes brasileños en 2007, en el Pacaembú en São Paulo.

Cruz de Paraguay

Desde 2006, una réplica de la Cruz de la JMJ peregrina cada año por una de las diez diócesis de Paraguay. Durante el año va a las parroquias y comunidades más aisladas.

Y en la Peregrinación Nacional de los Jóvenes se realiza la entrega oficial de una diócesis a otra. El sábado le tocó a los jóvenes de San Pedro quienes pasaron el símbolo de la redención y de la unidad de la juventud paraguaya a los jóvenes de la diócesis de Benjamin Aceval.

El primer domingo del Adviento, la Cruz de la JMJ y la imagen de María siguieron así su peregrinación por Paraguay. Fue en tres diócesis de la región sur: Carapeguá, San Juan Bautista de las Misiones y Encarnación. El tercer día de la peregrinación comenzó con una vigilia en la catedral de Carapeguá, seguida por una misa y un momento para los jóvenes de San Juan Bautista, además de una caravana que recorrió la costa de Encarnación.

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MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN


El Ave María viene de la mano de la Virgen o no viene
Entrevista al compositor español Sergio Moreno. Concierto en el marco de la Inmaculada.
ROMA, miércoles 5 diciembre 2012 (ZENIT.org).- En el marco de la ceremonia en Plaza de España, en donde Benedicto XVI entregará este 8 de diciembre una ofrenda floral a los pies de la columna de la Inmaculada, se realizará poco después un concierto en la embajada de España ante la Santa Sede.

En el repertorio están el Ave María de De Vitoria; el canon de Pachelbel y tres obras de Mozart: Regina de Coeli, Tu Virginum Corona y el Alleluia. Le siguen el Ave María de Sergio Moreno y concluye el español Balius y Villa con De Villaviciosa Vienen.

El Ave María para coral y orquesta es del compositor español Sergio Moreno, y es interpretado por la Schola cantorum di Santa Maria degli Angeli e dei Martiri dirigida por el maestro Osvaldo Guidotti.

ZENIT entrevistó al joven compositor español, Sergio Moreno, 38, alto, con una barba tupida que esconde su natural afabilidad. Desde la infancia se ha dedicado a la música y en el conservatorio obtuvo grandes resultados en composición. Con una licenciatura en filología anglogermánica de la Universidad de Cádiz, actualmente está concluyendo un curso de estudio en la Universidad Gregoriana. Es diácono y será ordenado sacerdote el 22 de diciembre próximo en España.

¿Cómo nace esta composición del Ave María?

--Sergio Moreno: Surgió un día, después de los ensayos de la coral de la basílica menor de Santa María de Arcos de la Frontera, llegando a mi habitación me senté y me vino una melodía que me gustaba, me fui al piano y comencé.

¿Nada de planeado por lo tanto?

--Sergio Moreno: Le llamo la inspiración. Y el día siguiente me viene otro trozo que es aún más importante, que le llamo la parte sublime. Y esta Ave María termina con un amén muy alto. Escrita en la tonalidad en re menor nos recuerda a tantas obras, una tonalidad que cautiva. Y termina en re mayor que transmite el sentido de la vida. O sea, inicia en un tono melancólico y termina con la alegría de la gloria de la Resurrección.

¿Y una vez concluida la melodía?

--Sergio Moreno: Trabajé dos años con el maestro Ángel Hortas, director de la Capilla musical catedralicia de Jerez de la Frontera, para armonizarla con voces e instrumentos.

¿Un Ave María es siempre algo que exige?

--Sergio Moreno: El Ave María viene de la mano de la Virgen o no viene. Tienen siempre algo especial. A través del santo rosario encontré inspiración. Esta música no empieza como todas las Ave María sino “Ave María, Ora pro Nobis”, y en donde los violines juegan un papel importante.

¿Cómo es que le proponen interpretarla este 8 de diciembre?

--Sergio Moreno: El embajador de España ante la Santa Sede, me oyó cantar la proclamación del evangelio y de allí nació todo. Al papa le enviamos el año pasado el audio de este Ave María y el santo padre respondió agradecido con una carta.

¿Usted que ha estudiado piano y composición, qué considera fundamental en la música sacra?

--Sergio Moreno: Uno puede componer sin creer pero para transmitir, para llegar, hace falta la experiencia de oración y del rosario. Hay muchos compositores con buenas intenciones pero no basta. Para que tenga sacralidad es necesaria la vivencia de la persona. Ahí está la clave. Hay grandes compositores que han escrito bellas melodías sacras pero no han logrado llegar a nada.

¿Puede depender también de los instrumentos?

--Sergio Moreno: No necesariamente de los instrumentos. La melodía es la clave, pues como dice el refrán 'la mona aunque se vista de seda mona se queda'. Si la melodía no es cautivante el resto es vacío por más cosas que le pongan.

¿Bien, y los instrumentos?

--Sergio Moreno: El órgano es el instrumento clave para la liturgia y la música debe estar al servicio de ella, el actual papa lo ha defendido muy bien con un motu proprio. Entretanto sé que hoy hay menos organistas.

¿Y qué pasa con la guitarra?

--Sergio Moreno: Es accidental, tengo la postura de dos grandes: Ennio Morricone y Ricardo Muti quienes dijeron que desde que entraron las guitarras estas habían acabado con el órgano.

Con guitarras se puede también tocar si el canto está al servicio de la liturgia y cuando quien toca vive la liturgia y la transmite. Hay que vivir lo que se celebra. Pero la guitarra es un hecho circunstancial.

¿Cómo incentivar la buena música?

--Sergio Moreno: La música es muy importante y no solo en todas las parroquias. No es fácil contar con un coro y más aún con corales. Cuesta mucho, se necesita constancia, se sufre mucho y se depende de las ocupaciones de la gente. Un organista que toque, que no sea creyente, puede servir para amenizar, pero no va a transmitir si no vive eso.

¿Y en concreto?

--Sergio Moreno: Es muy importante que el párroco promocione, apoye, porque si el párroco no acompaña --lo se por experiencia propia- no funciona. Es necesario que se preocupe de que el coro vaya para adelante y que haga sentir que no es un relleno. Y no basta armonizar, las músicas tienen que coincidir con la liturgia. En el seminario hemos aprendido mucho sobre la importancia de la música al servicio de la liturgia.  

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Documentación


La comunión en Cristo es el cumplimiento de los más profundos anhelos del hombre
Enseñanzas del papa Benedicto XVI durante la catequesis por el Año de la Fe
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 5 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Hoy, durante la Audiencia General de los miércoles, el santo padre Benedicto XVI continuó la catequesis semanal por el Año de la Fe, centrando este vez el tema en “Dios revela su benévolo designio”.A continuación el texto íntegro del papa.

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Queridos hermanos y hermanas:

Al comienzo de su carta a los cristianos de Éfeso (cf. 1, 3-14), el apóstol Pablo eleva una oración de bendición a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, oración que hemos hemos escuchado recién, y que nos introduce a vivir el tiempo del Adviento, en el contexto del Año de la fe. El tema de este himno de alabanza es el plan de Dios con respecto al hombre, que se define en términos llenos de alegría, de asombro y de gratitud, como un "benévolo designio" (v. 9), de misericordia y de amor.

¿Por qué el apóstol eleva a Dios, desde lo más profundo de su corazón, esta bendición? Debido a que ve su obra en la historia de la salvación, que culmina en la encarnación, muerte y resurrección de Jesús, y contempla cómo el Padre Celestial nos ha elegido antes de la fundación del mundo, para ser sus hijos adoptivos, en su Hijo Unigénito, Jesucristo (cf. Rm. 8,14 s; Gal. 4,4s). Por lo tanto, nosotros existimos desde la eternidad en la mente de Dios, en un gran proyecto que Dios ha reservado para sí mismo y que ha decidido poner en práctica y de revelar en "la plenitud de los tiempos" (cf. Ef. 1,10). San Pablo nos ayuda a entender, cómo toda la creación y, en particular, el hombre y la mujer no son el resultado de la casualidad, sino que responden a un proyecto de bondad de la razón eterna de Dios, que con la fuerza creadora y redentora de su Palabra, da origen al mundo. Esta primera afirmación nos recuerda que nuestra vocación no es simplemente existir en el mundo, estar insertados en una historia, ni tampoco ser solamente una criatura de Dios; es algo más grande: es el haber sido elegidos por Dios incluso antes de la creación del mundo, en el Hijo, Jesucristo. En Él, existimos , por así decirlo, ya desde siempre. Dios nos considera en Cristo, como hijos adoptivos. El "proyecto benévolo" de Dios, que es calificado por el Apóstol como "proyecto de amor" (Ef. 1,5), es definido como "el misterio" de la voluntad de Dios (v. 9), escondido y ahora revelado en la Persona y en la obra de Cristo. La iniciativa divina precede a toda respuesta humana: es un don gratuito de su amor que nos envuelve y nos transforma.

Pero ¿cuál es el objetivo final de este plan misterioso? ¿Cuál es el centro de la voluntad de Dios? Es aquello, --nos dice san Pablo--, de "hacer que todo tenga a Cristo por cabeza" (v. 10). En esta expresión se encuentra una de las formulaciones centrales del Nuevo Testamento que nos hacen entender el plan de Dios, y su designio de amor por la humanidad, una formulación que en el siglo II, san Ireneo de Lyon colocó como núcleo de su cristología: "recapitular" toda la realidad en Cristo. Tal vez algunos de ustedes recuerden la fórmula usada por el papa san Pío X para la consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús: "Restaurar todas las cosas en Cristo" (Instaurare omnia in Christo), una fórmula que hace referencia a esta expresión paulina, y que también fue el lema de aquel santo Pontífice.

El Apóstol, sin embargo, habla más específicamente de recapitular el universo en Cristo, y esto significa que en el gran esquema de la creación y de la historia, Cristo se presenta como el centro de todo el camino del mundo, la columna vertebral de todo, que atrae a sí mismo la totalidad de la realidad misma, para superar la dispersión y el límite, y conducir todo a la plenitud querida por Dios (cf. Ef. 1,23).

Este "designio benevolente" no ha permanecido, por así decirlo, en el silencio de Dios, en la cumbre de su Cielo, sino que Él lo ha hecho saber entrando en relación con el hombre, al cual no le ha revelado cualquier cosa, sino a sí mismo. Él no ha comunicado simplemente un conjunto de verdades, sino que sea ha auto-comunicado a nosotros, hasta ser uno de nosotros, a encarnarse. El Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática Dei Verbum dice: "Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina" (n. 2). Dios no solo dice algo, sino que se comunica, nos introduce en la naturaleza divina, de modo que estemos envueltos en ella, divinizados. Dios revela su gran proyecto de amor al entrar en relación con el hombre, acercándose a él hasta el punto de hacerse él mismo un hombre. "Lo invisible de Dios --continúa la Dei Verbum--, en su abundante amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex. 33,11; Jn. 15,14-15) y mora con ellos (cf. Ba. 3,38) para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía" (ibid.). Con la sola inteligencia y sus capacidades, el hombre no habría podido alcanzar esta revelación tan brillante del amor de Dios; es Dios quien ha abierto su cielo y se abajado para conducir al hombre hacia el abismo de su amor.

Más aún, san Pablo escribe a los cristianos de Corinto: "Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman. Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta la profundidades de Dios" (1 Co. 2, 9-10). Y san Juan Crisóstomo, en una famosa página de comentario a la Carta a los Efesios, invita a disfrutar de toda la belleza del "benévolo designio" de Dios revelado en Cristo. Y san Juan Crisóstomo dice: "¿Qué te falta? Te has convertido en inmortal, te has hecho libre, te has convertido en hijo, te has convertido en justo, eres un hermano, te has convertido en un coheredero, con Cristo reinas, con Cristo eres glorificado. Todo se nos ha dado, y --como está escrito-- ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?" (Rm. 8,32). Tus primeros frutos (cf. 1 Co. 15, 20.23) son adorados por los ángeles [...]: ¿qué te falta?" (PG 62.11).

Esta comunión en Cristo por obra del Espíritu Santo, ofrecida por Dios a todos los hombres con la luz de la Revelación, no es algo que se superpone a nuestra humanidad, sino que es el cumplimiento de los más profundos anhelos, de aquel deseo del infinito y de plenitud que habita en las profundidades del ser humano, y lo abre a una felicidad no temporal y limitada, sino eterna. San Buenaventura de Bagnoregio, en referencia a Dios que se revela y nos habla a través de las Escrituras, para llevarnos a Él, dice: "La Sagrada Escritura es [...] el libro en el que están escritas palabras de vida eterna para que, no solo creamos, sino también poseamos la vida eterna, donde veremos, amaremos y todos nuestros deseos se realizarán" (Breviloquium, Prol., Opera Omnia V, 201s.).

Finalmente, el beato papa Juan Pablo II dijo, y cito, que "La Revelación introduce en la historia un punto de referencia del cual el hombre no puede prescindir, si quiere llegar a comprender el misterio de su existencia; pero, por otra parte, este conocimiento remite constantemente al misterio de Dios que la mente humana no puede agotar, sino sólo recibir y acoger en la fe." (Fides et ratio, 14).

En esta perspectiva, ¿cuál es entonces el acto de fe? Es la respuesta del hombre a la Revelación de Dios, que se da a conocer, que manifiesta su designio de benevolencia; y es, para usar una expresión de san Agustín, dejarse tomar de la verdad que es Dios, una verdad que es Amor. Por esto san Pablo subraya como a Dios, que ha revelado su misterio, se le deba "la obediencia de la fe" (Rm. 16,26; cf.1,5; 2 Co. 10, 5-6), la actitud con la que "el hombre se confía libre y totalmente a Dios, "prestando a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad", y asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por El". (Cost. Dogm. Dei Verbum, 5). La obediencia no es un acto de imposición, sino es un dejarse, un abandonarse en el océano de la bondad de Dios.

Todo esto lleva a un cambio fundamental en la manera en que nos relacionamos con la realidad entera, todo aparece en una nueva luz; se trata por lo tanto, de una verdadera "conversión", la fe es un "cambio de mentalidad", porque el Dios que se ha revelado en Cristo y ha dado a conocer su plan de amor, nos toma, nos atrae a sí mismo, se convierte en el sentido que sostiene la vida, la roca sobre la que se puede encontrar la estabilidad. En el Antiguo Testamento encontramos una expresión intensa sobre la fe, que Dios confía al profeta Isaías para comunicárselo al rey de Judá, Acaz. Dios dice: "Si no se afirman en mí –osea, si no se mantienen fieles a Dios--, no serán firmes" (Is 7,9 b). Por lo tanto, existe un vínculo entre el permanecer y el comprender, que expresa bien cómo la fe es un acoger en la vida la visión de Dios sobre la realidad, dejar que Dios nos guíe a través de su Palabra y de los sacramentos, para entender lo que debemos hacer, cuál es el camino que debemos tomar, cómo vivir. Al mismo tiempo, sin embargo, es la comprensión a la manera de Dios, y ver con sus propios ojos lo que hace una vida sólida, que nos permite "estar de pie", y no caer.

Queridos amigos, el Adviento, el tiempo litúrgico que apenas hemos empezado, y que nos prepara para la Navidad, nos pone de frente el luminoso misterio de la venida del Hijo de Dios, al gran "diseño de bondad" con el que quiere atraernos a Sí, para hacernos vivir en plena comunión de alegría y de paz con Él. El Adviento nos invita una vez más, en medio de muchas dificultades, a renovar la certeza de que Dios está presente: Él ha venido al mundo, convirtiéndose en un hombre como nosotros , para traer la plenitud de su designio de amor. Y Dios exige que también nosotros nos convirtamos en una señal de su acción en el mundo. A través de nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor, Él quiere entrar en el mundo siempre de nuevo, y quiere siempre de nuevo hacer resplandecer su luz en la noche.

Traducción de original italiano por José Antonio Varela V.

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