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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 9 de diciembre de 2012

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin
«Dulzura e inocencia evangélica a los pies de María»

Santa Sede

Tras las huellas de la exhortación apostólica potsinodal ''Ecclesia in America''
Bajo la guía de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de toda América, Estrella de la Nueva Evangelización

Benedicto XVI: Juan Bautista prepara a los hombres para el culto espiritual de la Nueva Alianza
Palabras a los fieles durante el Ángelus de Adviento

Llamamiento del papa ante "la grave crisis humanitaria" en la R. D. Congo
Deplora los enfrentamientos armados y la violencia en el país de la región de los Grandes Lagos

Derechos Humanos

Fallece un ardiente defensor de la libertad cristiana
El padre Etienne Chân Tin, redentorista

JUVENTUD, FUERZA DEL MUNDO

Llevar al mundo entero el rostro vivo de Jesús, con alegría y entusiasmo
Convivencia vocacional salesiana de jóvenes andaluces

SANTOS PARA EL SIGLO XXI

Extasiarse, leer y venerar a santa Hildegarda de Bingen
Crece la difusión de los conocimientos de la nueva doctora de la Iglesia (II)

MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN

Benedicto XVI en el nuevo papamóvil y con ovación popular, en la Plaza de España
Rezó, predicó y entregó su ofrenda a los pies de la Virgen. Concierto en la embajada española

Foro

Fidelidad-Perseverancia: ¿La virtud de los débiles?

Documentación

''El amor de Cristo nos urge a proclamar su Nombre en todos los rincones de América''
Benedicto XVI al inicio del congreso por el décimoquinto aniversario de la 'Ecclesia in America'

Escuchar la voz de Juan el Bautista para acoger la Palabra que nos salva
Reflexión durante el Ángelus de Benedicto XVI


SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Juan Diego Cuauhtlatoatzin
«Dulzura e inocencia evangélica a los pies de María»
MADRID, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- En el entorno de la festividad de la Inmaculada Concepción, entre otros, la Iglesia celebra hoy la existencia de Juan Diego, que pervive para siempre vinculado a María, bajo su advocación de la Virgen de Guadalupe. Este santo indígena encarna en sí mismo una de las hermosísimas historias de amor que conmueven poderosamente. Inocencia y dulzura forman una perfecta simbiosis en su vida que instan ciertamente a perseguir la santidad y permiten comprender qué pudo ver en él la Reina del Cielo, excelso modelo de virtudes, para hacerle objeto de su dilección.

*****
Por Isabel Orellana Vilches

Nació en Cuauhtitlán perteneciente al reino de Texcoco, regido entonces por los aztecas, hacia el año 1474. Debía llevar escrito en su nombre, que significaba «águila que habla», la nobleza de esta majestuosa ave que vuela desafiando a las tempestades, de cara al infinito. Era un indio de la etnia chichimecas, sencillo, lleno de candor, sin doblez alguna, de robusta fe, dócil, humilde, obediente y generoso. Un hombre inocente que, cuando conoció a los franciscanos, recibió el agua del bautismo y se abrazó a la fe para siempre encarnando las enseñanzas que recibía con total fidelidad. Un digno hijo de Dios que no dudaba en recorrer 20 km. todos los sábados y domingos para ir profundizando en la doctrina de la Iglesia y asistir a la Santa Misa. Tuvo la gracia de que su esposa María Lucía compartiera con él su fe, y ambos, enamorados de la castidad, después de ser bautizados hacia 1524 o 1525 determinaron vivir en perfecta continencia. María Lucía murió en 1529, y Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino que residía en Tulpetlac, a 14 km. de la Iglesia de Tlatelolco-Tenochtitlan, lo cual suponía acortar el largo camino que solía recorrer para llegar al templo.

La Madre de Dios se fijó en este virtuoso indígena para encomendarle una misión. Cuatro apariciones sellan la sublime conversación que tuvo lugar entre Ella y Juan Diego, que tenía entonces 57 años, edad avanzada para la época. El sábado 9 de diciembre de 1531 se dirigió a la Iglesia. Caminaba descalzo, como hacían los de su condición social, y se resguardaba del frío con una tilma, una sencilla manta. Cuando bordeaba el Tepeyac, la tierna voz de María llamó su atención dirigiéndose a él en su lengua náuhatl: «¡Juanito, Juan Dieguito!». Ascendió a la cumbre, y Ella le dijo que era «la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios». Además, le encomendó que rogase al obispo Juan de Zumárraga que erigiese allí mismo una iglesia. Juan Diego obedeció. Fue en busca del prelado y afrontó pacientemente todas las dificultades que le pusieron para hablar con él, que no fueron pocas. Al transmitirle el hecho sobrenatural y el mensaje recibido, el obispo reaccionó con total incredulidad. Juan Diego volvió al lugar al día siguiente, y expuso a la Virgen lo sucedido, sugiriéndole humildemente la elección de otra persona más notable que él, que se consideraba un pobre «hombrecillo». Pero María insistió. ¡Claro que podía elegir entre muchos otros! Pero tenía que ser él quien transmitiera al obispo su voluntad: «…Y bien, de nuevo dile de qué modo yo, personalmente, la siempre Virgen Santa María, yo, que soy la Madre de Dios, te mando».

El 12 de diciembre, diligentemente, una vez más fue a entrevistarse con el obispo. Éste le rogó que demostrase lo que estaba diciendo. Apenado, Juan Diego regresó a su casa y halló casi moribundo a su tío, quien le pedía que fuese a la capital para traer un sacerdote que le diese la última bendición. Sin detenerse, acudió presto a cumplir con este acto caritativo, saliendo hacia Tlatelolco. Pensó que no era momento para encontrarse con la Virgen y que Ella entendería su apremio; ya le daría cuenta de lo sucedido más tarde. Y así, tras esta brevísima resolución, tomó otro camino. Pero María le abordó en el sendero, y Juan Diego, impresionado y arrepentido, con toda sencillez expresó su angustia y el motivo que le indujo a actuar de ese modo. La Madre le consoló, le animó, y aseguró que su tío sanaría, como así fue. Por lo demás, enterada del empecinamiento del obispo y de su petición, indicó a Juan Diego que subiera a la colina para recoger flores y entregárselas a Ella.

En el lugar señalado no brotaban flores. Pero Juan Diego creyó, obedeció y bajó después con un frondoso ramo que portó en su tilma. La Virgen lo tomó entre sus manos y nuevamente depositó las flores en ella. Era la señal esperada, la respuesta que vencería la resistencia que acompaña a la incredulidad. Más tarde, cuando el candoroso indio logró ser recibido por el obispo, al desplegar la tilma se pudo comprobar que la imagen de la Virgen de Guadalupe había quedado impregnada en ella con bellísimos colores. A la vista del prodigio, el obispo creyó, se arrepintió y cumplió la voluntad de María. Juan Diego legó sus pertenencias a su tío, y se trasladó a vivir en una humilde casa al lado del templo. Consagró su vida a la oración, a la penitencia y a difundir el milagro entre las gentes. Se ocupaba del mantenimiento de la capilla primigenia dedicada a la Virgen de Guadalupe y de recibir a los numerosos peregrinos que acudían a ella. Murió el 30 de mayo de 1548 con fama de santidad dejando plasmada la aureola de su santidad no sólo en México sino en el mundo entero que sigue aclamando a este «confidente de la dulce Señora del Tepeyac», como lo denominó Juan Pablo II. Fue él precisamente quien confirmó su culto el 6 de mayo de 1990, y lo canonizó el 31 de julio de 2002.

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Santa Sede


Tras las huellas de la exhortación apostólica potsinodal ''Ecclesia in America''
Bajo la guía de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de toda América, Estrella de la Nueva Evangelización
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Esta tarde, en la basílica vaticana, tuvo lugar la celebración de una Eucaristía --presidida por Benedicto XVI- que marca el inicio del congreso en conmemoración de los quince años de la exhortación pontificia Ecclesia in America. El evento está organizado por la Pontificia Comisión para América Latina y los Caballeros de Colón. Al final de la ceremonia Benedicto XVI bajó hasta la Basílica de San Pedro para dirigir un saludo en español e inglés a los participantes.

Benedicto XVI en su homilía dijo que lacitada exhortación "apuntaba ya a retos y dificultades que en la hora actual siguen presentes con singulares y complejas características".

"El secularismo --añadió- y diferentes grupos religiosos se expanden por todas las latitudes, dando lugar a numerosas problemáticas. La educación y promoción de una cultura por la vida es una urgencia fundamental ante la difusión de una mentalidad que atenta contra la dignidad de la persona y no favorece ni tutela la institución matrimonial y familiar".

"¿Cómo no preocuparse por las dolorosas situaciones de emigración, desarraigo o violencia, especialmente las causadas por la delincuencia organizada, el narcotráfico, la corrupción o el comercio de armamentos? ¿Y qué decir de las lacerantes desigualdades y las bolsas de pobreza provocadas por cuestionables medidas económicas, políticas y sociales?", se preguntó Benedicto XVI.

"Queridos amigos, el amor de Cristo nos urge a dedicarnos sin reservas a proclamar su Nombre en todos los rincones de América, llevándolo con libertad y entusiasmo a los corazones de todos sus habitantes. No hay labor más apremiante ni benéfica que ésta. No hay servicio más grande que podamos prestar a nuestros hermanos. Ellos tienen sed de Dios", exhortó el papa.

Y puso como "modelo de disponibilidad a la gracia divina y de total solicitud por los demás", que resplandece en ese continente "la figura de María Santísima, Estrella de la nueva evangelización, y a quien se invoca en toda América bajo el glorioso título de Nuestra Señora de Guadalupe".

Concluyó afirmando: "A la vez que encomiendo a su materna y amorosa protección este Congreso, imparto a sus organizadores y participantes la Bendición Apostólica, prenda de incesantes favores divinos".

La imagen de María de Guadalupe, grabada en el poncho de san Juan Diego, representa las realidades y los temas que afrontaran en estos días, personas llegadas a Roma, desde Canadá, Estados Unidos, Hispanoamérica, Brasil".

Con motivo de los quince años del Sínodo de los Obispos para América, la Comisión Pontificia para América Latina organiza un Congreso que empieza hoy, fiesta de san Juan Diego (ver: http://www.zenit.org/article-43812?l=spanish), y termina en la celebración de la Virgen de Guadalupe el próximo día 12.

El congresolleva por título "Tras las huellas de la exhortación apostólica potsinodal Ecclesia in America, bajo la guía de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de toda América, Estrella de la Nueva Evangelización".

En la rueda de prensa de presentación del congreso, el presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, cardenal Marc Ouellet dijo que este es el primer gran evento en el ámbito de las celebraciones del Año de la Fe en el Vaticano.

Leer las palabras íntegras de la homilía del papa en: http://www.zenit.org/article-43820?l=spanish.

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Benedicto XVI: Juan Bautista prepara a los hombres para el culto espiritual de la Nueva Alianza
Palabras a los fieles durante el Ángelus de Adviento
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- En la meditación inicial, previa al rezo del Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, el santo padre Benedicto XVI centró su meditación en la figura precursora de san Juan Bautista.Y recordó cómo el hijo de Zacarías e Isabel, es una de las figuras relevantes del tiempo de Adviento, junto a la Virgen María.

En la lectura dominical de hoy, el evangelista Lucas “conecta” a Juan Bautista –el precursor--, con Jesús –el salvador--, es decir, a “la voz del que clama en el desierto”, con “la Palabra eterna que estaba en el principio”, según comenta san Agustín y a quien el papa citó en su meditación.

Por lo tanto, continúa el Catequista universal, “(Juan) juega un gran rol, pero siempre en relación con Cristo”. Y toca a los cristianos “escuchar hoy esa voz para dar espacio y dar acogida en el corazón a Jesús, Palabra que nos salva”. Volviendo a san Agustín, lo citó nuevamente: “Si a la voz se le que quita la palabra, ¿qué queda? Un vago sonido. La voz sin palabra llega al oído, pero no edifica el corazón” (cf. Discorso 293, 3: PL 38, 1328).

Invitó a los creyentes a vivir este tiempo de Adviento según las enseñanzas de Juan el Bautista, quien “nos enseña a vivir de una manera esencial, a fin de que la Navidad se viva no solo como una fiesta exterior, sino como la fiesta del Hijo de Dios que vino para traer paz a los hombres, la vida y la alegría verdadera”.

A la intercesión maternal de María, “Virgen del Adviento”, le encomendó el largo camino “hacia Dios que viene, para estar dispuestos a acogerlo, en el corazón y en toda la vida, al Emmanuel, Dios-con-nosotros”.

Saludo en español

A los creyentes de los diversos países llegados a Roma, les dirigió las siguientes palabras: “Saludo cordialmente a los fieles de lengua española presentes en esta oración mariana. La liturgia de la Palabra de este domingo nos muestra cómo san Juan Bautista exhorta al pueblo a la conversión, esperando de los hombres de su tiempo una respuesta concreta de fe.

Que la Santísima Virgen, que supo dar su “sí” incondicional al Señor,nos ayude a ratificar cada día nuestras promesas bautismales, para que, por los frutos de las buenas obras, seamos testigos ante el mundo de la gracia de Dios que actúa en nosotros”. (javv)

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Llamamiento del papa ante "la grave crisis humanitaria" en la R. D. Congo
Deplora los enfrentamientos armados y la violencia en el país de la región de los Grandes Lagos
Por Hélène Ginabat

ROMA, dominfo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pidió el miércoles 5 de diciembre a la comunidad internacional "poner en ejecución todo para atender a las necesidades de la población" en el este de la República Democrática del Congo.

El papa lanzó una llamada a la paz en este país africano de la región de los Grandes Lagos, al final de la audiencia de este miércoles, 5 de diciembre, en la sala Pablo VI del Vaticano, ante miles de visitantes y peregrinos del mundo entero.

El papa lanzó la señal de alarma ante "la grave crisis humanitaria" que se vive actualmente en el este del Congo de donde llegan "noticias preocupantes", deplorando que el país sea, "desde hace meses, el escenario de enfrentamientos armados y de violencia".

El papa denunció la situación ahora dramática, evocando los sufrimientos de la población, en gran parte privada de los medios más elementales de subsistencia y a menudo forzada a abandonar todo para buscar refugio en otro lugar.

"Renuevo pues mi llamada al diálogo y a la reconciliación", insistió Benedicto XVI.

Traducido del francés por Raquel Anillo

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Derechos Humanos


Fallece un ardiente defensor de la libertad cristiana
El padre Etienne Chân Tin, redentorista
ROMA, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).-En la tarde del 1 de diciembre, el padre Etienne Chân Tin, religioso redentorista, se apagó a la edad de 92 años, en su celda del convento de los redentoristas de la calle Ky Dong, en Saigón, donde regresó tras varias semanas en el hospital. El padre Chân Tin fue el representante más emblemático y apasionado de la resistencia cristiana a las usurpaciones del poder político, la autonomía de la sociedad civil, y la libertad de la Iglesia y de los cristianos. Una resistencia llevada antes de la llegada al poder del nuevo régimen, en 1975, al sur de Vietnam.

A lo largo de su vida --informa la agencia Eglises d'Asie--, el padre Chân Tin se comprometió a tomar la palabra para denunciar la opresión y la injusticia en todas partes. Estas intervenciones tomaron formas variadas, oral, escrita, y el uso amplio del soporte informático.

El ensayista Do Manh Tri, en 1993, escribió un largo artículo sobre él padre Chân Tin: "Chân Tin o el deber de la palabra". Al religioso redentorista le gustaba citar la frase de san Pablo: "Por Él sufro hasta llevar cadenas como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada (2Tm 2,9)".

Había nacido el 15 de noviembre de 1920, en una aldea de la provincia de Thua Tien-Huê. En 1944, pronuncia sus primeros votos religiosos en la congregación de los redentoristas. En 1949, es ordenado sacerdote. En los años siguientes, la situación del país no dejará de cambiar. La primera guerra de Vietnam termina en 1954, con la partición del país. Otra guerra viene algunos años después. Al final de esta guerra, en abril de 1975, el sur del Vietnam es absorbido por el norte. El partido comunista trata de imponerse a la sociedad civil. Los tiempos cambian, los regímenes se suceden, y el padre Chân Tin continúa imperturbablemente sus intervenciones, sus tomas de palabra, sus cartas abiertas y, regularmente, sus comparecencias ante altas instancias. En un encuentro con un secretario de estado de Interior, el 8 de noviembre de 1989, hará ver que antes de 1975, las autoridades llamadas "fantoches" le hacían los mismos reproches, las mismas acusaciones que los que se le infligían hoy.

Tras estudiar en Roma y obtener un doctorado, es encargado, en 1953, de la enseñanza de teología en el seminario de los redentoristas de Da Lat. Se le confía luego la dirección de la conocida revista Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Es la época del concilio Vaticano II y, gracias a él, la revista contribuye mucho a la difusión de las ideas y de la teología conciliar. Con algunos sacerdotes y su amigo Nguyên Ngoc Lan, funda luego la revista Dôi Diên (Plantar Cara) que se llamará también Dung Day (Levantémonos) para ayudar a los cristianos a actuar ante cuestiones actuales. Sus posturas y sobre todo la campaña para la liberación de presos políticos de la época le atraen numerosas dificultades por parte de las autoridades.

Después de 1975, la revista será autorizada durante un tiempo a aparecer, pero no durará mucho tiempo este medio de expresión del que pronto se prohibirá su aparición. Esto no impedirá dejar oír su voz, especialmente ante la multiplicación de las violaciones de los derechos humanos, los centenares de miles de presos políticos, entre los cuales muchos sacerdotes católicos. En 1982, envía al Comité central del Frente Patriótico una carta abierta que denuncia vigorosamente el incumplimiento de los derechos humanos (Derechos humanos y libertad en Vietnam, Expediente Intercambio Francia-Asia, noviembre de 1982)

En 1987-1988, el poder vietnamita trata, por todos los medios, de impedir la canonización de los mártires de Vietnam. Junto con otros sacerdotes y laicos, entre los que está su amigo Nguyên Ngoc Lan, el padre Chân Tin interviene públicamente para sostener y justificar esta canonización (Expediente Intercambio Francia-Asia, n° 6/88, Controversia en torno a los mártires de Vietnam). En 1989, las tres cartas abiertas que firma o inspira son el comienzo de un gran debate en la Iglesia de Vietnam. La primera, de julio de 1989, fue entregada por él al cardenal Etchegaray, que efectúa entonces una visita oficial a Vietnam. Las otras dos, firmadas por sacerdotes y laicos, son enviadas, una a la Conferencia Episcopal de Vietnam, la otra al arzobispo de Hô Chi Minh-Ville (Carta de los cristianos vietnamitas a los obispos de Vietnam, EDA 79, Expedientes y documentos, 16 de enero de 1990). Todas estas cartas llamaban a la Iglesia a emprender relaciones directas con el Estado, con independencia y dignidad. Acusaban sobre todo, con virulencia, el papel jugado por el "Comité de unión de los católicos patriotas", en el diálogo entre la Iglesia y el poder.

 
Para la censura vietnamita, el religioso redentorista pasa los límites cuando, en su tercera conferencia de Cuaresma, el 11 de abril de 1990, en Saigón, después de subrayar las señales de cambio que se manifestaron en los países comunistas, en Europa del Este y en la Unión Soviética, exhorta al poder vietnamita a un examen de conciencia profundo y a un arrepentimiento sincero (EDA 87, expedientes y documentos, n° 6 franco/90). El 16 de mayo de 1990, una medida administrativa del Comité popular de Hô Chi Minh-Ville condena al religioso redentorista al exilio en una pequeña parroquia del distrito de Duyên Hai, y a su colaborador Nguyên Ngoc Lan a la residencia vigilada en su domicilio. Esta medida, precisó, estaba destinada a reprimir las actividades "contra la seguridad nacional".

Al ser liberado, el 13 de mayo de 1993, lejos de retirarse de la lucha por la libertad, seguirá incansablemente sus intervenciones públicas, cartas abiertas sobre actualidad religiosa, social y política, y aportará su apoyo a los disidentes, a los acusados en procesos políticos. Será un colaborador de la revista del grupo de oposición, Bloque 8406.

En Saigón, entre la muchedumbre, más de cien sacerdotes y un millar de fieles, que oraban alrededor del ataúd del padre Etienne Chân Tin, el pasado 4 de diciembre, en la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, estaban muchos amigos y compañeros de lucha del difunto, pero también un cierto número de otros que, durante los tiempos turbulentos, se le habían enfrentado. En su homilía, el provincial de los redentoristas vietnamitas, padre Vincent Pham Trung Thanh, recordó que el perdón era no sólo el gran mandamiento cristiano, sino también un elemento de la cultura tradicional vietnamita, que exige que la gente se perdone y reconcilie, en torno a los difuntos.

Traducido del francés por Raquel Anillo

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JUVENTUD, FUERZA DEL MUNDO


Llevar al mundo entero el rostro vivo de Jesús, con alegría y entusiasmo
Convivencia vocacional salesiana de jóvenes andaluces
SEVILLA, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Durante los días 5 al 7 de diciembre, en pleno puente de la Constitución Española, tuvo lugar el primer encuentro vocacional de este curso, con una característica muy especial, y es que iba a ser el primero tras la visita de la urna de san Juan Bosco, al que en todas las casas salesianas se rezó y pidió de forma especial por las vocaciones de esta congregación fundada por el santo educador italiano. El encuentro reunió a jóvenes de toda Andalucía.

"No sabemos si la oración ha movido alguna montaña --afirma la página web de los salesianos de Sevilla--, pero sí el corazón de unos 30 jóvenes que llenos de entusiasmo han querido participar y conocer más a fondo en qué consiste 'ser salesiano'. Un buen grupo que, sabiendo de lo que se trataba, ha superado el miedo al 'qué dirán' disfrutando de una experiencia única".

"Han sido días de reflexión, celebración y convivencia. Se hicieron dos grandes grupos, uno de adolescentes y otro de jóvenes, con momentos formativos diversificados, y otros comunes, como el videoforum sobre la película 'Prefiero el Paraíso', sobre san Felipe Neri, al que Don Bosco tenía tanta devoción. Todo un éxito que a todos maravilló", añade el medio de comunicación salesianos.

Algunos datos del encuentro y de la revisión final son los siguientes: han participado jóvenes de: Huelva, Morón, Triana, Jerez, Estepa, Trinidad, Cádiz, Palma del Condado, y Linares, además de los Aspirantes de Utrera y el Colegio Mayor  y el prenovicio de San José del Valle; ha habido una buena presencia salesiana durante todo el encuentro; en la mesa redonda contaron con los testimonios de tres salesianos sacerdotes y de un salesiano coadjutor; la nota media del encuentro es “sobresaliente”; lo más valorado ha sido la vigilia vocacional. Una adoración al Santísimo que realizaron el jueves por la noche, animada musicalmente por parte del coro del padre Rafa Cazorla y del grupo Jaire, presidida por el diácono Javi González y animada por el clérigo Dani Peña; un dato esperanzador es que el 100% de los participantes quieren continuar participando en los próximos encuentros vocacionales.

Uno de los jóvenes participantes, de 18 años, a la pregunta:¿Te gustaría seguir participando en las próximas convivencias vocacionales?, respondió por escrito: “¡No me gustaría, me encantaría! Para mi día a día el Señor lo es todo, porque me hace ser como soy y llevar al mundo entero su rostro vivo, con alegría y entusiasmo. 

Para saber más: http://web.salesianos-sevilla.com/Articulos/5122/1/-Una-primavera-vocacional-

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SANTOS PARA EL SIGLO XXI


Extasiarse, leer y venerar a santa Hildegarda de Bingen
Crece la difusión de los conocimientos de la nueva doctora de la Iglesia (II)
Por Jose Antonio Varela Vidal

ROMA, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- En un primer artículo, hemos compartido algunos aspectos poco conocidos de santa Hildegarda de Bingen OSB, como fueron sus cualidades para la música, sus dotes culinarios y un conocimiento acertado de la medicina tradicional (cf.www.zenit.org/article-43723?l=spanish).

Con estas aptitudes demostró que, si bien la armonía del hombre con Dios tiene en el estado de gracia su culmen, existe ya en la naturaleza y en la inspiración –por ejemplo la música--, un camino por recorrer que no solo asegura ese equilibrio, sino que podría ser ya una prefiguracion de la armonía perfecta a la que tiende el alma humana.

Sin embargo, lo que mejor puede llevarnos al pensamiento y sabiduría de esta santa abadesa del siglo XII, proclamada tambien doctora de la Iglesia por el papa Benedicto XVI, son sus escritos místicos. Aunque sea para muchos una gran empresa leerlos en su lengua original –el alemán, otros en latín--, hay obras traducidas que permitirán entender y gustar de esta también “pobre pía”, como le gustaba llamarse…

Extasiarse con la obra

En un encuentro en la ciudad de Roma, conocimos mejor el pensamiento de Hildegarda de Bingen a través de la profunda y a la vez clarísima explicación que dio la doctora Lucía Tancredi, quien ha escrito una biografía novelada de la abadesa contada para el lector de hoy, disponible en italiano (cf. ‘Ildegarda, la potenza e la grazia’, Ed.Città Nuova, Roma, 2012), y con quien pudimos conversar unos minutos.

Terminada la velada y ya ambos disfrutando de particulares galletas de jengibre y una taza de agua de hierbas mixtas, preparadas todas con la receta de la santa, la primera pregunta surgió como espontánea: ¿cómo acercarse a la lectura de una mística como Hildegarda?

“La clave de lectura más interesante es la felicidad”.Y sí, bastaba ver a todos alrededor de las mesas para entenderlo; era un momento de alegría sana y de satisfacción al haber disfrutado de algunas recetas guardadas por siglos como un tesoro por la Iglesia, tal como se conservaron los textos de Hildegarda, evitando que se destruyeran por los desentendidos de la época.

Esto es comprensible hoy, porque la doctora de la Iglesia rompió los moldes de la reclusión medieval, y de la negación de todo lo que “distrajera” al alma.Según nos confirma la doctora Tancredi, nuestra mística tenía “un extraordinario talento por la felicidad y odiaba la espiritualidad misma entendida como mortificación del corazón, o el ayuno, que para ella más bien era uno de los pecados del orgullo”.

¿Entonces qué otro camino planteaba la monja alemana? Para Hildegarda, explica feliz la doctora Tancredi, “el mejor modo de acercarse a Dios era reconocer la belleza de lo creado, y que para acceder a Dios, se debía estar en buena salud, porque el cuerpo que se nos ha donado es perfecto y debemos conservarlo hasta la muerte, en el mejor modo posible”.

Nos explica también que la modernidad de Hildegarda fue aceptar poco a poco sus visiones, y no tener miedo de su potencia, muy al contrario de lo que se les pedía a las mujeres de la época, que debían contenerse a menudo. “Las luces que veía en sus visiones le sugerían hacer cosas, como podía ser construir su propio monasterio, que antes era una competencia de los hombres”.

Una de sus visiones fue la montaña de Bingen, por lo que lleva a sus monjas y construye allí entre todos el monasterio. Así, sola, desde un punto de partida que Dios le había “revelado”, establece su propia regla, una de las cuales era no vestirse más de negro…

¿Entonces no usaban hábito?, nos entró la duda… “En sus visiones las veía vestidas de blanco y de verde, en una clara atencion a la naturaleza; les enseñaba a no avergonzarse de su belleza o juventud, a no cortarse el cabello, les enseñaba a danzar, a cantar, a estudiar e iban así por el bosque rezando”.

Leer a la doctora

La rigidez de la época no impidió que siguiera “obedeciendo” a las visiones interiores y escribiera sobre esa relacion íntima que ella aseguraba tener con el mismo Dios. Su primera obra, el Sci vias (Conoce la vía) es rechazada por los eruditos, pero esto no impide que se la envíe a san Bernardo de Claraval, quien le da el “placet” y se la hace llegar hasta el mismo papa Honorio II, quien de este modo pudo conocer esta obra.

Dado que sus escritos comenzaron a circular, muchos la llamaron. Salió con permiso del monasterio y empezó a viajar por todo el imperio para predicar y explicar sus teorías; se dice que llegó hasta el norte de Inglaterra. Es célebre su encuentro con Federico Barbarroja, a quien amonestaría por su posición en contra del papa.

¿Y en que centra su teología mística? Según nos cuenta la doctora Tancredi, la teología de Hildegarda tiene como fundamento al hombre y el cosmos, “donde el hombre es el todo y tiende a la unidad en el microcosmos y en el macrocosmos; esto que conduce a la unidad simbólica para evitar así la dispersión, que es la esencia diabólica”.

Por lo tanto, la armonía no solo está en las grandes visiones, “sino en lo simple, como es recoger una flor, una hierba medicinal, preparar las semillas para las curaciones, o componer música, cantar, ya que donde está todo eso, permanece el símbolo y la unidad”. Es así que para Hildegarda de Bingen, al hombre le ayuda a vivir en gracia cuando recupera su unidad cantando, danzando, cuidando su cuerpo, caminando por el bosque, estudiando bien…

Admirada por los papas

Si bien en su época consiguió que el mismo papa resaltara su obra, lo que llevó a que fuera tomada en cuenta también por el Sínodo deTreviride 1147, la actual doctora de la Iglesia nació y escribió cuando era su momento. Porque según la doctora Tancredi, “si hubiera vivido un siglo más tarde, habría sido quemada como bruja”.

Su camino a los altares tampoco fue fácil, porque como nos ilustra la investigadora, “cuando muere es proclamada santa por aclamación, pero esto ya no funcionaba, por lo que su obra fue enviada a Roma, en un periodo en que la Iglesia y el papa estaban en Aviñón. Esto hizo que el proceso se dispersara –o fuera sabiamente escondido--, hasta muchos años después”.

Poco a poco, su obra se fue descubriendo, especialmente sus escritos místicos, como el Liber Vitae Meritorum (sobre los méritos de la Vida) o el Sci vias. Otros se perdieron, pero están los que se han recuperado e impreso desde hace poco tiempo, como el Causae et curae o Liber compositae medicinae, en el que ella habla con gran apertura y modernidad de aspectos como la sexualidad. Para Lucía Tancredi, en estos años más maduros, “necesitamos de la obra de Hildegarda, porque hemos traicionado nuestra unidad con la naturaleza, la unidad con nuestro cuerpo, con Dios”.

Y no quisimos finalizar sin preguntarle qué ha sido lo que ha conmovido al papa Benedicto XVI para “rescatarla” nueve siglos después y proclamarla “Doctora de la Iglesia Universal”… Y nos responde con la seguridad de la estudiosa que está entre quienes agradecen este acierto del santo padre: “Hay un aspecto, y es que él es músico y admira la extraordinaria música de Hildegarda. También porque la comprende como una gran mujer, santa, una gran científica, una mujer con muchas facetas, una suerte de Leonardo da Vinci ante litteram; es alguien muy cercana a la espiritualidad del papa”.

Y terminado este recorrido con la monja alemana --de la que hoy se apropian todos gracias a sus escritos, su música, los remedios y recetas de ayer y de hoy--, recordamos algo que se dijo en el conversatorio: “Para Hildegarda no solo nos curamos comiendo, sino participamos de la gracia de Dios comiendo”.

Ante esta necesidad, también nosotros alargamos la mano y cogimos otras galletas “bio” para el camino de regreso a casa. Mientras dejábamos atrás un contexto, una atmósfera, un estilo…

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MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN


Benedicto XVI en el nuevo papamóvil y con ovación popular, en la Plaza de España
Rezó, predicó y entregó su ofrenda a los pies de la Virgen. Concierto en la embajada española
Por H. Sergio Mora

ROMA, domingo 9 de diciembre de 2012 (ZENIT.org).- En la tarde de la fiesta de la Inmaculada, con un frío polar --inusual en Roma- Benedicto XVI llegó a la Plaza España, donde la multitud le esperaba, compuesta por muchas familias que en primera línea estaban con niños, además de los turistas extranjeros e italianos que iniciaron las compras natalicias.

El coro pontificio de la Capilla Sixtina entonó el Tu es Petrus, y pocos instantes después se escuchó una ovación de aplausos y vivas, cuando el santo padre llegó con el nuevo papamóvil, un Mercedes Clase M con detalles que permiten al papa estar más cerca de la gente. Es un regalo de la casa automovilística alemana, que se renueva desde 1930, cuando entregó a Pio IX la limusina Nurburg 460.

El santo padre quedó muy impresionado del afecto de la multitud de fieles que le acompañó, entre los cuales destacaba un grupo que en español coreaba el nombre de 'Benededicto'. “Es siempre --dijo el papa- una alegría reunirnos aquí, encontrarnos juntos --romanos peregrinos y visitantes- a los pies de nuestra Madre espiritual, que nos hace sentir unidos en el signo de la fe”.

Le esperaban el cardenal Agostino Vallini, el alcalde de Roma Gianni Alemanno y varias autoridades, además de representantes en uniforme de gala de las fuerzas del orden, como carabineros, policía y gendarmería.

Después de sus palabras --en las que recordó como la salvación del mundo no es obra del hombre, de la ciencia, la técnica o las ideologías, sino que viene de la gracia de Dios, “la única que puede colmar los vacíos que el egoísmo provoca en las personas, las familias y las naciones"--, criticó los "falsos remedios" que el mundo propone para llenar esos vacíos, bendijo el ramo de flores en honor de la Inmaculada, y se acercó para entregarlo, mientras el coro de la Capilla Sixtina cantaba las letanías lauretanas.

En frente a la plaza, está la embajada de España ante la Santa Sede comprada hacia1647 por la corona española a los barones Moladeschi, embajada que bautizó a la plaza soplándole el nombre de 'Piazza di Francia'. Ayer la sede diplomática estaba con sus balcones y ventanas abarrotadas de personas que deseaban vivir desde un observatorio privilegiado la ceremonia.

El embajador de España ante la Santa Sede, el madrileño Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, declaró a ZENIT que “el papa no entra, si bien llega ad portas, una larga tradición desde cuando el papa Pío IX inauguró el monumento de la Inmaculada, a mediados del siglo XIX. Fue un reconocimiento por todo lo que España, el rey y el pueblo español habían hecho en apoyo del dogma de la Inmaculada Concepción”. Y sobre la presencia española en Roma, recordó que “El rey es protocanónigo de la basílica de Santa María la Mayor”. Añadió que “tenemos una enorme tradición con esa basílica que ahora con el cardenal Santos Abril y Castelló se ha reforzado, y por ello estamos muy honrados”.

A continuación de un cocktail, se realizó un concierto para coro y orquesta, interpretado por la Schola cantorum di Santa María degli Angeli, a cargo del maestro Osvaldo Guidotti. En el repertorio, estuvieron el Ave María de De Vitoria; el canon de Pachelbel, y tres obras de Mozart: Regina de Coeli, Tu Virginum Corona y el Alleluia. Le siguió el Ave María del joven autor español, Sergio Moreno, que debido a los aplausos hizo 'saltar' la última pieza en programa (ver: http://www.zenit.org/article-43790?l=spanish).

Una actividad muy movida la que se registró este sábado 8 en la Plaza de España, con la deposición en la mañana temprano de la corona en lo alto de la columna de la Inmaculada realizada por los bomberos. (ver: http://www.zenit.org/article-43810?l=spanish).

Seguida por el homenaje de los guardias nocturnos (metronotte), la procesión de Santa María delle Fratte, el homenaje del gran maestro de la Orden de Malta, del grupo de la Leggio Mariae romana, y del cuerpo de la Gendarmería del Vaticano.

Siempre por la mañana, en la iglesia Trinitá dei Monti, que corona al final de la escalinata de la Plaza España, se realizó una misa con los representantes del mundo del trabajo, que concluyó con un cortejo hacia la columna de la Inmaculada.

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Foro


Fidelidad-Perseverancia: ¿La virtud de los débiles?
 
MADRID, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a los lectores la colaboración habitual del arzobispo castrense de España Juan del Río Martín, en nuestro espacio Foro. Esta ver una virtud que parece haber pasado de moda: la fidelidad.

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+ Juan del Río Martín

El hombre fiel ha muerto en la cultura materialista dominante que envuelve las relaciones humanas. El compromiso de por vida en el matrimonio, sacerdocio y consagración religiosa, parece cosa de otros tiempos, produce pánico en muchos jóvenes y en algunos sectores sociales es sinónimo de frio conservadurismo. La lealtad, la estabilidad, la entereza son valores contrapuestos al hedonismo de la modernidad que consagra el fragmento, el continuo “cambio por el cambio” a todos los niveles y la renuncia a cualquier sacrificio. Sin embargo, el panorama que dejan las rupturas familiares, el abandono de las obligaciones religiosas y la deslealtad en las amistades, etc., es dramático para quienes lo viven y su entorno. Pero hay un instinto natural que se revela ante ello y percibe que por ese camino no se llega a ninguna parte. Porque se ha perdido la orientación básica de la vida y esto hace insoportable la convivencia humana por la ausencia de la verdad. De ahí, que la reflexión o estima  sobre la fidelidad va recuperando su importancia en los últimos años, ya que es la única vía para optar por el señorío de la propia existencia y a la vez una apuesta por una sociedad más sana.

La fe cristiana parte de la proposición de que creemos en el “Dios de la fidelidad” (Dt 3,4). El “arte de vivir” de las criaturas consiste en asemejarnos a ese Dios que es “fiel en todas sus palabras” (Sal 144,13) y  que “su fidelidad dura por siempre” (Sal 116,1-2). El título de fieles bastará para designar a los discípulos de Cristo (cf. Hech 10,45; 2Cor 6,15) que es el “Fiel” por excelencia a los designios salvadores de Dios Padre con la humanidad (cf. Filp 2,8). La tradición cristiana afirma que una persona fiel es aquella en la que se puede confiar: porque cumple lo prometido, la verdad configura la limpieza de su corazón y hay coherencia entre sus palabras y obras.

En cuanto somos seres limitados, hay que contar con las flaquezas, defectos y equivocaciones humanas. Además, en muchas ocasiones, podemos encontrarnos envueltos en circunstancias personales y sociales muy complejas. Ninguno es bastante fuerte por sus solas fuerzas necesitamos de la ayuda de Dios, que mediante la gracia de la fe ilumina nuestras decisiones y nos sostiene en el combate de cada día. La perseverancia mira al futuro, (cf. Lc 9,62), inclina al hombre a luchar hasta el fin, sin ceder al cansancio, al desánimo o cualquier tentación que pueda presentarse. La meta alcanzar es la propia realización y el bien de los demás, ello  requiere siempre valentía de ánimo y tenacidad en la acción. A la vez, exige: humildad para reconocer los fallos, rechazar las formas de vida basadas en las mentiras, no olvidar el daño que se puede hacer al prójimo y a las instituciones con la infidelidad, tener siempre presente el santo temor de Dios. ¿Realizar toda esta tarea es de timoratos? O más bien, como dice san Pablo “la gracia se muestra en la debilidad” (2 Cor 12,9).

La fidelidad perseverante, en la vocación y el estado de vida elegido, es la suma de grandes y pequeñas conquistas. Es recomenzar muchas veces, recobrando el ardor y la diligencia perdida. Porque como dice santo Tomás: “es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que correr fuera de él. Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando a la meta; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre tanto más se aleja del camino” (Coment. Evang. S. Juan  14,2). Estamos en el tiempo de Adviento, las figuras de los profetas, y en especial Juan el Bautista, nos estimulan a seguir caminando en esperanza por el sendero libremente elegido, al cual el Señor nos llamó y donde se muestra su voluntad. Ellos son modelos de fidelidad a Dios, de perseverancia en la misión encomendada y de amor a su pueblo. Siguiendo la espiritualidad profética, cada cual debe seguir con decisión irrevocable el modo de vida que primero abrazó, manteniéndose fiel en su dirección primera, para que la final de sus días puede escuchar aquellas palabras del Maestro Jesús: “muy bien, siervo bueno y fiel; como ha sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25,21).

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Documentación


''El amor de Cristo nos urge a proclamar su Nombre en todos los rincones de América''
Benedicto XVI al inicio del congreso por el décimoquinto aniversario de la 'Ecclesia in America'
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Esta tarde, en la basílica vaticana, tuvo lugar la celebración de una Eucaristía --presidida por Benedicto XVI- que marca el inicio del congreso en conmemoración de los quince años de la exhortación pontificia Ecclesia in America. El papa se dirigió a los participantes en el congreso internacional "Tras las huellas de la exhortación apostólica potsinodal Ecclesia in America, bajo la guía de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de toda América, Estrella de la Nueva Evangelización", organizado por la Comisión Pontificia para América Latina y los Caballeros de Colón. Ofrecemos las palabras del papa en su homilía.

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Señores Cardenales,

Queridos Hermanos en el Episcopado y el Sacerdocio,

Apreciados Caballeros de Colón

Agradezco vivamente las palabras del Señor Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, y me alegra que, junto a los Caballeros de Colón, haya querido promover un Congreso internacional para ahondar en la consideración y proyección de la Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in America, del beato Juan Pablo II, y que recoge las aportaciones de la Asamblea especial del Sínodo de los Obispos para América. Saludo cordialmente a los Señores Cardenales, Obispos, sacerdotes y personas consagradas, así como a los numerosos laicos venidos para participar en esta importante iniciativa. Vuestros rostros me traen nuevamente a la mente y al corazón los latidos del Continente americano, tan presente en la plegaria del Papa, y cuya devoción a la Sede Apostólica he podido gratamente experimentar, no sólo durante mis visitas pastorales a algunos de sus países, sino cada vez que encuentro aquí a pastores y fieles de esas queridas tierras.

Mi venerado Predecesor, el beato Juan Pablo II, tuvo la clarividente intuición de incrementar las relaciones de cooperación entre las Iglesias particulares de toda América, del Norte, del Centro y del Sur, y, a la vez, suscitar una mayor solidaridad entre sus naciones. Hoy dichos propósitos merecen ser retomados con vistas a que el mensaje redentor de Cristo se ponga en práctica con mayor ahínco y produzca abundantes frutos de santidad y renovación eclesial.

El tema que guió las reflexiones de aquella Asamblea sinodal puede servir también de inspiración para los trabajos de estos días: "El encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América". En efecto, el amor al Señor Jesús y la potencia de su gracia han de arraigar cada vez más intensamente en el corazón de las personas, las familias y las comunidades cristianas de vuestras naciones, para que en éstas se avance con dinamismo por las sendas de la concordia y el justo progreso. Por eso, es un regalo de la Providencia que vuestro Congreso tenga lugar poco después de comenzar el Año de la fe y tras la Asamblea general del Sínodo de los Obispos dedicada a la nueva evangelización, pues vuestras deliberaciones contribuirán valiosamente a la ardua e imperiosa tarea de hacer resonar con claridad y audacia el Evangelio de Cristo.

La citada Exhortación apostólica apuntaba ya a retos y dificultades que en la hora actual siguen presentes con singulares y complejas características. En efecto, el secularismo y diferentes grupos religiosos se expanden por todas las latitudes, dando lugar a numerosas problemáticas. La educación y promoción de una cultura por la vida es una urgencia fundamental ante la difusión de una mentalidad que atenta contra la dignidad de la persona y no favorece ni tutela la institución matrimonial y familiar. ¿Cómo no preocuparse por las dolorosas situaciones de emigración, desarraigo o violencia, especialmente las causadas por la delincuencia organizada, el narcotráfico, la corrupción o el comercio de armamentos? ¿Y qué decir de las lacerantes desigualdades y las bolsas de pobreza provocadas por cuestionables medidas económicas, políticas y sociales?

[El papa continuó en inglés y sigue la traducción].

Todas estas importantes cuestiones requieren un esmerado estudio. Sin embargo, más allá de su evaluación técnica, la Iglesia católica tiene la convicción de que la luz para una solución adecuada sólo puede provenir del encuentro con Jesucristo vivo que suscita actitudes y comportamientos cimentados en el amor y la verdad. Ésta es la fuerza decisiva para la transformación del Continente americano.

Queridos amigos, el amor de Cristo nos urge a dedicarnos sin reservas a proclamar su Nombre en todos los rincones de América, llevándolo con libertad y entusiasmo a los corazones de todos sus habitantes. No hay labor más apremiante ni benéfica que ésta. No hay servicio más grande que podamos prestar a nuestros hermanos. Ellos tienen sed de Dios. Por ello es preciso asumir este cometido con convicción y gozosa entrega, animando a los sacerdotes, a los diáconos, los consagrados y los agentes de pastoral a purificar y vigorizar cada vez más su vida interior a través del trato sincero con el Señor y la participación digna y asidua en los sacramentos. A esto ayudará una adecuada catequesis y una recta y constante formación doctrinal, con fidelidad total a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia y buscando dar respuesta a los interrogantes y anhelos que anidan en el corazón del hombre. De este modo, el testimonio de vuestra fe será más elocuente e incisivo, y se acrecentará la unidad en el desempeño de vuestro apostolado. Un renovado espíritu misionero y el ardor y generosidad de vuestro compromiso serán una aportación insustituible que la Iglesia universal espera y necesita de la Iglesia en América.

Como modelo de disponibilidad a la gracia divina y de total solicitud por los demás, resplandece en ese Continente la figura de María Santísima, Estrella de la nueva evangelización, y a quien se invoca en toda América bajo el glorioso título de Nuestra Señora de Guadalupe. A la vez que encomiendo a su materna y amorosa protección este Congreso, imparto a sus organizadores y participantes la Bendición Apostólica, prenda de incesantes favores divinos.

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Escuchar la voz de Juan el Bautista para acoger la Palabra que nos salva
Reflexión durante el Ángelus de Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 diciembre 2012 (ZENIT.org).- En el segundo domingo de Adviento, el santo padre Benedicto XVI rezó el tradicional Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Estas fueron las palabras del papa al introducir la oración mariana.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

En el tiempo de Adviento, la liturgia pone de relieve, en particular, dos figuras que preparan la venida del Mesías: la Virgen María y Juan el Bautista. Hoy san Lucas nos presenta a este último, y lo hace con características diferentes de los otros evangelistas. "Los cuatro Evangelios ponen al principio del ministerio de Jesús, la figura de Juan el Bautista y lo presentan como su precursor. San Lucas ha retrocedido la conexión entre las dos figuras y sus respectivas misiones... Ya en la concepción y el nacimiento, Jesús y Juan se ponen en relación uno con el otro" (L’infanzia di Gesù, 23).

Este cambio ayuda a entender que Juan, como hijo de Zacarías y de Isabel, ambos de familias sacerdotales, no solo es el último de los profetas, sino también representa a todo el sacerdocio de la Antigua Alianza, y por lo tanto, prepara a los hombres para el culto espiritual de la Nueva Alianza inaugurado por Jesús (cf. ibid. 27-28). Lucas también disipa cualquier lectura mítica que a menudo se hace de los evangelios y ubica históricamente la vida del Bautista, escribiendo: "En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea...; en el pontificado de Anás y Caifás" (Lc. 3,1-2). Dentro de este marco histórico se ubica el verdadero gran acontecimiento, el nacimiento de Cristo, del que sus contemporáneos ni siquiera se darán cuenta. ¡Para Dios, los grandes de la historia hacen de marco a los pequeños!

Juan el Bautista se define como "la voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas" (Lc. 3,4). La voz proclama la palabra, pero en este caso la Palabra de Dios la precede, ya que ella misma es la que ha descendido sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto (cf. Lc. 3,2). Él juega un gran rol, pero siempre en relación con Cristo. San Agustín dice: "Juan es la voz. Sin embargo del Señor se dice: "En el principio existía la Palabra" (Jn. 1,1). Juan es la voz que pasa, Cristo es la Palabra eterna que estaba en el principio. Si a la voz se le que quita la palabra, ¿qué queda? Un vago sonido. La voz sin palabra llega al oído, pero no edifica el corazón"(Discorso 293, 3: PL 38, 1328).

Nuestra tarea es escuchar hoy esa voz para dar espacio y dar acogida en el corazón a Jesús, Palabra que nos salva. En este tiempo de Adviento, preparémonos para ver, con los ojos de la fe, la humilde cueva de Belén, la salvación de Dios (cf. Lc. 3,6). En la sociedad de consumo, en la que se busca la alegría en las cosas, el Bautista nos enseña a vivir de una manera esencial, a fin de que la Navidad se viva no solo como una fiesta exterior, sino como la fiesta del Hijo de Dios que vino para traer paz a los hombres, la vida y la alegría verdadera.

A la intercesión maternal de María, Virgen del Adviento, le encomendamos nuestro camino hacia el Señor que viene, para estar dispuestos a acogerlo, en el corazón y en toda la vida, al Emmanuel, Dios-con-nosotros.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

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