13.12.12

 

Dave Amstrong es reconocido como uno de los mejores apologetas católicos de la actualidad, junto con figuras como Karl Keating, Robert Sungenis, Mark Bonocore y Phil Porvaznik entre otros. Ha escrito 34 libros de temas apologéticos, donde aborda temas relacionados al protestantismo, el ateísmo, el liberalismo o modernismo y el tradicionalismo (yo ya cuento con 17 y todos me han parecido excelentes).

Hace poco más de dos años recomendaba uno de sus libros donde abordaba el tema del ultra-tradicionalismo católico titulado Pensées on Catholic Traditionalism (Meditaciones sobre el tradicionalismo católico). A principios de este mes ha anunciado que ha comenzado a escribir un segundo libro sobre el tema titulado Mass Movements: The Extreme Wing of “Traditionalism,” the New Mass, and Ecumenism, en donde abordará nuevamente la problemática de esta ala radical del tradicionalismo, que abarca tanto el lefebvrismo, el filo-lefebvrismo, así como otras tendencias más radicales aún como el sedevacantismo.

El primer capítulo ya se encuentra publicado gratuitamente en el blog del autor, y les ofrezco en esta ocasión mi modesta traducción del mismo.

Definiciones: “tradicionalistas” frente a “ultra-tradicionalistas” / Supuestos “neo-conservadores”

RadTrad

1) Siempre he considerado a los “tradicionalistas” como católicos (y se refieren a ellos como tales en mi página web). Admiro muchas cosas acerca de ellos: su celo y preocupación por la ortodoxia, su deseo por la excelencia litúrgica, la observancia de la piedad católica tradicional, la moral católica tradicional, su resistencia al liberalismo y modernismo, el deseo de ver a la gente entrar en la plenitud de la Iglesia Católica, etc.

Me opongo (como apologeta católico) a lo que siento como errores y excesos en sus filas. No hay nada “personal” (por no hablar de “odioso") al respecto.

2) Sé que la mayoría de los “tradicionalistas” no están formalmente afiliados a grupos disidentes cismáticos, y que el sedevantismo (la posición de que la Sede de Pedro está vacante) es una pequeña ala extrema radical del movimiento.

3) Del mismo modo, no clasifico a los “tradicionalistas” (excepto los más extremos) como “cismáticos". He utilizado el término “cuasi-cismáticos” en el pasado, pero lo he tratado de usar, más recientemente, sólo en casos extremos. La mayor parte de lo que escribo respecto al “tradicionalismo” católico no pretende en absoluto generalizar metiéndoos a todos en un mismo saco. En mis pasados esfuerzos realizados a través de Internet (a partir de 1997), estaba usualmente respondiendo a argumentos directos, o a aseveraciones más radicales de parte de los tradicionalistas más extremos en el movimiento.

Ese será también el enfoque que tomaré actualmente. He aprendido mucho a lo largo de quince años, sobre todo en los diálogos recientes. Entiendo también que hay una gran diversidad de opiniones entre los distintos “tradicionalistas".

4) La mayoría de los “tradicionalistas” aceptan la noción de la indefectibilidad de la Iglesia. He utilizado el término “cuasi-defectibilidad” para describir una posición que mantiene que la Iglesia sigue siendo la Iglesia, pero en estado muy grave y sobreviviendo a duras penas. Siempre he estado de acuerdo (tal como mi mentor, el padre John A. Hardon, S.J.) que el modernismo es la mayor de las crisis en la historia de la Iglesia. El desacuerdo con los “tradicionalistas” se produce en cuanto a su causa exacta, la ubicación, y las soluciones al problema.

5) La mayoría de los “tradicionalistas” aceptan la validez del Novus Ordo o “Nueva” Misa, pero la consideran objetivamente inferior a la misa tridentina (forma extraordinaria), y a menudo objeto de las violaciones más graves en la práctica (en esto último estoy de acuerdo). Estoy de acuerdo también en que todos los abusos deben ser eliminados, pero la Iglesia permite y fomenta la diversidad litúrgica dentro de un cumplimiento adecuado, de modo que la gente pueda adorar como le parezca mejor, dentro de un contexto de correcta y ortodoxa praxis litúrgica. Recordemos que hay 22 ritos de la Iglesia Católica.

6) No tengo la más mínima objeción a quienes prefieren asistir a la misa tridentina. Estaba completamente a favor del decreto del 2007 del Santo Padre de hacer la Misa más ampliamente disponible (y había sido mi posición desde que mi conversión al catolicismo en 1990).
He estado asistiendo a la única parroquia en el área metropolitana de Detroit que ofreció antes de ese tiempo a la Misa Novus Ordo en latín desde 1991 hasta el presente. Este libro se considera como “radtrads", ultra-tradicionalistas o tradicionalistas radicales [en español frecuentemente llamados “filo-lefebvrianos"] a aquellos que insisten en atacar continuamente el Novus Ordo (si lo consideran válido o no) como algo menos que totalmente católico, o doctrinalmente aguado-: junto con insultos hacia los que la prefieren como si fueran una segunda clase católicos.

7) La mayoría de los “tradicionalistas” aceptan el Concilio Vaticano II como un concilio ecuménico legítimo, pero (en diversos grados) por lo general sostienen que es “ambiguo” y fue objeto de un intento de toma de control por parte de los modernistas en la Iglesia, o de naturaleza fundamentalmente diferente de los Concilios anteriores, ya que era “pastoral". Yo respondo que la controversia y el subterfugio existía a nivel humano en todos los Concilios. Esta es precisamente la razón por la que necesitan la protección del Espíritu Santo, porque que los seres humanos hacen un lío completo de todo en la Iglesia.

8) La mayoría de los “tradicionalistas” creen que los papas desde Pío XII (la habitual línea divisoria entre tradicionalistas radicales y el análisis sedevacantista) son legítimos, aunque les critican fuertemente incluyendo acusaciones de modernismo hasta cierto punto.

9) La mayoría de los “tradicionalistas” (y en este sentido, no sólo los ultra-tradicionalistas por una tramo largo) tienen una visión muy pobre del ecumenismo, sin embargo, he observado a menudo que clasifican el “ecumenismo católico” como herético indiferentismo: algo que el Vaticano II y encíclicas posteriores han condenado sistemáticamente. Tienden a pensar que de alguna manera es contradictorio con el concepto de “no hay salvación fuera de la Iglesia", o a los esfuerzos por hacer apologética y llevar a la gente a la plenitud de la Iglesia Verdadera (que no lo es en absoluto). Es una confusión de categoría e intención.

10) Los apologistas católicos más acreditados que conozco y mi persona, tratamos a los “tradicionalistas” como hermanos católicos. Sin embargo, ellos (especialmente los radicales) a menudo se refieren a nosotros con una descripción muy insultante y peyorativa, “Neocon". “Neoconservador” es bastante desagradable y peyorativo, sobre todo una vez que se estudia sobre lo que significa en los círculos tradicionalistas radicales. A veces se refieren también a nosotros como “católico del Novus Ordo” o “Católico del Vaticano II". Nos llamamos a nosotros mismos “católicos” o (si es un descriptor adicional que se debe agregar) “católicos ortodoxos / obedientes / fieles / magisteriales".

11) Sigo escribiendo constantemente “tradicionalista” entre comillas porque me niego que algún grupo auto-identificado tenga un monopolio único o exclusivo en la Tradición católica, los cuales ni siquiera la han definido correctamente. Se trata de un uso inadecuado, casi de la misma manera que pienso que la expresión “Reforma Protestante” es incorrecta: lo que ocurrió en el siglo XVI no fue ninguna “reforma” desde una perspectiva católica, sino más bien, una revuelta. La misma palabra está cargada de prejuicios protestantes previos.

Me considero un católico tradicional en la medida en que acepto en la fe (y de todo corazón) todo lo que la Iglesia enseña. Estoy dispuesto a llamar por lo menos “tradicionalistas” lo que ellos mismos llaman, incluso si lo pongo entre comillas, para registrar una especie de “protesta", mientras se nos da títulos arbitrarios que son francamente insultantes: que cuestionan nuestra ortodoxia o compromiso con la plenitud de la tradición católica. Creo que esta es una consideración ética elemental: no referirse a las personas de una manera que se sabe es ofensiva para ellos.

12) Como se ha mencionado anteriormente, defino “radtrads” (es decir, “los católicos tradicionalistas radicales") como algo extremo, al ala radical del mayor movimiento “tradicionalista". Se trata de personas tal vez en el camino de la Iglesia, que bien podrían eventualmente adoptar posiciones cismáticas e incluso sedevacantistas. Aquellos de nosotros que hemos seguido y criticado las idas y venidas de un movimiento más amplio personalmente hemos observado muchas personas en este camino, al borde de la Iglesia. A algunos de ellos personalmente les he advertido en repetidas ocasiones, pero sin éxito.

Un ultra-tradicionalista no puede dejar de criticar y destrozar los papas posteriores al Concilio Vaticano II, la Nueva Misa, y el ecumenismo: irá tan lejos como pueda ir sin técnicamente cruzar la línea canónica del cisma. En efecto, se convierten en sus propios papas por medio del ejercicio del juicio privado, irónicamente de la misma manera que los católicos modernistas, y también como Lutero y Calvino hicieron cuando se rebelaron contra la Iglesia. No pueden vivir y dejar vivir. Deben asumir una condescendiente actitud de falsa superioridad.

Se podría argumentar que el problema fundamental aquí es una actitud engreída: fariseismo, incansable legalismo, creerse que se lo sabe todo o no se tiene puntos ciegos, saberse más papita que el papa, y con una falta de fe en la autoridad de la Santa Madre Iglesia sumado a una falta de voluntad o incapacidad para pensar con la mente de la Iglesia. Allí se encuentra la raíz del problema. Se trata de un “jardín de infancia espiritual".

A menudo (algo gracioso pero cómicamente trágico) ocurre a los jóvenes entre los 18 o 20 años de edad. La falta de madurez espiritual a menudo exhibida puede ser simplemente parte de la totalmente predecible angustia adolescente impulsada por la testosterona que induce a un estado de engreimiento y engaño “confiado” en la propia pseudo-infalibilidad y una falsa superioridad respecto a aquellas almas desafortunadas que nacieron antes que ellos. Los hippies en 1967 en San Francisco iban a cambiar el mundo con el “poder de la flor". Del mismo modo, estas élites jóvenes van a transformar la Iglesia con su sabiduría manifiesta (y lo creen realmente). En uno de mis más coloridas descripciones de mi primer libro sobre este tema (Meditaciones sobre el tradicionalismo católico, Lulu: 2007), definí la mentalidad del tradicionalista radical de la siguiente manera:

“. . . En la escena tenemos a Tom, Dick y Harry con una foto del Papa San Pío X en una mano, y una copia manoseada de Denzinger en la otra, dando vueltas a juzgar (o mejor dicho, refutar) al Papa o a un concilio ecuménico, como si se tratara de una especie de experto. . . Considerándose a sí mismo de una importancia tan elevada que llega al nivel de lo profundamente ridículo, casi grotesco o surrealista. Y ellos son ciegos a esta realidad evidente, lo que hace que su situación sea aún más aterradora. Uno puede convertirse como en el protestantismo en su propio Papa cuando se llega a esto. Pero intentarlo en el catolicismo es evidente y manifiestamente absurdo” (# 129)

El término “radtrad” (tradicionalista radical) es relativamente reciente, y se afirma que ha sido acuñada por la escritora católica Sandra Miesel (sobre el sitio Web de la escritora católica Amy Welborn, Libro Abierto, el 16 de marzo de 2004). Lo he visto utilizar frecuentemente desde el 2010. Miesel lo define de manera aún más estrecha de lo que lo hago yo: se refiere principalmente a los excéntricos o irracionales conspiradores y reaccionarios extremistas.

Cada vez que ocurre una discusión con los tradicionalistas radicales siempre parecen centrarse en líneas y criterios legalistas (válido versus no válida, cismático o no, casos extremos históricos -la excepción- hechos la regla, etc.), en mi opinión hay que ir muy lejos por debajo de esas estratagemas, para identificar la falla en la arrogante actitud que es la premisa sobre la cual los juegos y tácticas legalistas se construyen. Históricamente, el cisma no se considera tanto como una herejía, sino más bien como una falta de amor hacia los hermanos católicos. El cuasi-cisma o cisma material participa de esa misma calidad, ya que se acerca al mismo en el espectro hacia cisma canónico.

13) En cuanto al término “neocon” (se dice que fue utilizado por primera vez en un libro de ultra-tradicionalistas en el 2002): si alguien neciamente insiste en usar el término, entonces debe ser (lógicamente hablando) porque pretende distinguirse de la talla de los católicos ortodoxos como yo, que supuestamente nos hemos transformado en alguna especie de mezcla entre “liberales” y “ortodoxos” (por la aplicación de este término realmente tonto y sin sentido). Uno es o bien un católico o no. Un verdadero “nuevo” ("neo") católico (como si el término y el concepto pudiera redefinirse, queramos o no) es un disidente liberal o “católico": un nuevo tipo de católico. Pero esto es un oxímoron, de acuerdo con la naturaleza del catolicismo. No puede haber “nuevos católicos". Uno de ellos es simplemente un católico ortodoxo, de acuerdo a la tradición de los siglos, o no.

Católico (en su sentido más profundo) significa “ortodoxo", por lo que decir que hay unos “nuevos católicos” o “nuevos conservadores” quiere decir que un propugna un “nuevo tipo de ortodoxia", que, por supuesto, es una contradicción en sí misma. No hay tal cosa como una “nueva ortodoxia". Eso sería, más bien, una novedad o heterodoxia o herejía. Así, la etiqueta, básicamente, se reduce (pero esto es en realidad la aplicación constante de la lógica, claro está) para llamar a alguien heterodoxo o un hereje.

Es difícil encontrar un criterio no-despectivo por el cual el término “neo-con” puede ser correcto, o no calumniosamente aplicado. Es un intento cínico, poco caritativo para crear división en la Iglesia y para separar a los creyentes católicos en una relación de falsa superioridad con respecto a los ultra-tradicionalistas que son los que “lo entienden” y los “neo-católicos” que son supuestamente los engañados y compañeros de viaje de los modernistas en las jerarquías más bajas de la Iglesia. De cualquier manera, apesta.

Para la mayoría de los ultra-tradicionalistas que usan frecuentemente este término, los “neocon” no solo simplemente no comprenden sinceramente la naturaleza y las causas de la crisis actual en la Iglesia, sino que son, en realidad, la crisis en sí. Lo ejemplifican, y son los precursores y sostenedores de la misma.

El artículo de la Wikipedia, “Neo-Catholicism“, en una de sus versiones anteriores (ahora modificada), me criticaron a mi, citando las palabras de mi anterior libro en la # 12, y opinando:

“. . . ellos sostienen que está en contra de la doctrina católica, o, de forma más moderada se es un mal católico por criticar al Papa, incluso en lo que respecta a sus opiniones personales o acciones públicas. . . . . . . Esta creencia de que el Papa en sus comportamientos y opiniones personales está más allá de la crítica ha hecho que algunos católicos acusen a los neocons de “papolatría” o “adoración papal”

El problema es que nunca he sostenido esa posición. Yo estaba disputando (entonces y ahora) respecto a que las críticas que hacen los ultratradicionalistas sobre los papas son inadecuadas porque son extremas, descuidadas, hechas sin razón ni suficientemente convincentes, y muy frecuente también, no porque nadie puede hacer una en cualquier circunstancia. He tenido páginas en mi sitio web para más de quince años argumentando que los papas pueden y deben ser reprendidos en ciertas circunstancias extremas (uno a partir de 1997 como ejemplo de esto, Santa Catalina de Siena, San Bernardo de Claraval, y San Francisco de Asís). Irónicamente, la versión actual del mismo artículo de la Wikipedia en realidad citan este documento.

Mi cita fue aplicada erróneamente en la versión anterior, ya que dejó en claro que la mentalidad que me refería era de “juzgar (o mejor dicho, destrozar) el Papa o un concilio ecuménico, como si fuera una especie de experto". Obviamente, se hace referencia específicamente a tendencias extremas de los ultratradicionalistas. Pero ultratradicionalistas son todos los que llevan las cosas al extremo y terminan divagando en un absurdo, casi una auto-caricatura legalista (incluyendo grotescas distorsiones exageradas de las opiniones de aquellos que se oponen a ellos: falacia de muñeco de paja).

“Neocon” normalmente se utiliza simplemente como una versión alternativa de “neo-católico": con más o menos la misma intención inexacta, lógicamente absurda y burlona. Porque “neo-conservadores” son los que (en categorías políticas) solían ser liberales, “tradicionalistas” (especialmente ultra-tradicionalistas) asumen que el “neo-católico” es un teólogo liberal bajo la apariencia de ser un conservador, y lo misma evaluación cínica aplican: ellos creen que el “neo-católico” es en el fondo un liberal: en el mejor de los casos un ignorante de la doctrina tradicional y la práctica y en el peor de los casos, un tonto útil o compañero de viaje o una especie de espía infiltrado en un sentido eclesiológico.

No hace falta decir por ahora, este uso terminológico es tan intelectualmente absurdo e indefendible, ya que es personalmente insultante. Los que aceptan todos los dogmas y doctrinas que la Iglesia Católica enseña son católicos: ¡y punto!