16.12.12

Joven abraza al Papa

 

Luego de que en mi post anterior hiciera algunas precisiones de la terminología empleada al abordar el tema del tradicionalismo, voy a abordar un término que se ha hecho muy popular en estos círculos: “neocon".

Definiciones: “Neocon", “Neoconservador”

¿Pero qué es un “neocon"?, o para ser más exactos ¿que entienden por “neocon” quienes utilizan dicho término?

Neo (nuevo) - Con (Conservador). “Neocon” es la forma abreviada de hacer referencia a aquellos católicos que estos tradicionalistas identifican como “nuevos” conservadores. Se da por sentado que quien utiliza este término entiende también que hay católicos que no son neoconservadores, sino simplemente conservadores, esto es, según su modo de ver “tradicionalistas”.

El término también se ha hecho popular en nuestro idioma, al punto que ya hay numerosos blogs que hacen referencia a este constante roce entre “neocons” y “tradis”. Un ejemplo de esto lo he encontrado en el blog “La esposa del neotradi” donde se ilustra esto de manera humorística . En el mismo blog se reprodujo también un artículo titulado “Notas sobre el neoconservadurismo católico” que ilustra que entiende un tradicionalista por “neocon”. Otro tanto hace el blog tradicionalista “The Wanderer", donde de plano reconocen que es un rótulo evidentemente peyorativo y se aventuran a dar algunas definiciones:

NEOCON (del latín neo y conservator, conservatoris)
Actitud eclesial reprobable que reside, lo digo en forma tentativa, en materia dogmática en un apego al oficialismo eclesial por encima de las fuentes de la Revelación, en un maximalismo teológico consistente en exorbitar el magisterio hodierno al cual no se jerarquiza, en una justificación a priori de las actitudes prudenciales de la Jerarquía, y en la suposición gratuita de que la asistencia del Espíritu Santo es aceptada en forma automática por los Pastores, por lo que no cabe a un católico más que la adhesión necesaria, externa y sobre todo interna a todas las decisiones que toma la jerarquía, sin posibilidad de crítica o razonamiento alguno, a la luz de la fe.

Una definición bastante sincera, porque no se molesta en ocultar que el término

NEOCON: Definición aforística
Es aquel que antepone el prestigio de la Iglesia a la moral, la moral al dogma, el dogma a la liturgia.

Un lector de mi blog me ha compartido que entiende por “neocon”

NEOCON (Definición de un lector).
El termino neo-conservador, como yo lo comprendo, no es el que implica algo liberal, sino alguien que mantiene el oficialismo como el máximo valor a conservar. A saber: que actos como Asis son perfectos e intachables, cuando hubo un ritual pagano de invocación en suelo sagrado (eso tiene un nombre). El neo-conservador buscara defender a capa y espada ese acto por sobre todo, en aras de defender lo oficial bajo la premisa de que es bueno porque esta el Papa (alguien me decía que seguramente el yoruba no creía en brujería por ser filosofo, y que lo veía como algo netamente cultural; que le diga eso a un profesor que tuve, filosofo y practicante convencido de ciertas practicas de brujería, eso si, sin mala intención) sin un análisis sincero.

Características de un “neocon”

Basándonos en esta y otras fuentes, podemos resumir las características que un tradicionalista atribuye a un “neocon":

1.- Un “neocon” es alguien que acepta íntegramente el Concilio Vaticano II de acuerdo a la interpretación autorizada del Magisterio de la Iglesia docente

Catecismo y Documentos del Concilio Vaticano II

En el artículo ya citado, se dan varias notas que van en el mismo sentido respecto a los “neocones":

“Aceptarán el diálogo interreligioso, el ecumenismo de Nostrae Aetate, la libertad religiosa de Dignitatis Humanae según los designios de las más altas jerarquías de la Iglesia, ganadas por el modernismo. Jamás criticaran nada, defenderán el acto ecuménico de Asís. Serán promotores del dialogo con el judaísmo y los musulmanes, por supuesto diálogos sin el logos, o sea sin verdad.”

Se observa ya un elemento o característica que un tradicionalista atribuye al “neocon”: Acepta íntegramente el Concilio Vaticano II.

Particularmente no veo problema que se acepte íntegramente un Concilio Ecuménico, sea el Concilio Vaticano II o cualquier otro. Tampoco veo problema en entender el Concilio según la interpretación del Magisterio docente, o “…según los designios de las más altas jerarquías de la Iglesia” . Sabemos –y esto no es una novedad postconciliar- que Cristo instituyó una Iglesia jerárquica, gobernada por el Papa (como cabeza visible y vicario de Cristo) y los obispos. Sabemos que ejercen auténticamente el Magisterio de la Iglesia y por tanto son quienes pueden enseñar de manera autorizada a los fieles católicos la recta interpretación tanto de la Escritura como de la Tradición. La alternativa sería interpretar los textos conciliares por medio del propio “juicio privado”, como lo hacen los protestantes con la Biblia. Particularmente no me parece un sabio curso de acción.

2.- Un “neocon” es alguien que no entiende y no acepta que las altas jerarquías de la Iglesia (el Papa incluido) están ganadas por el modernismo

Lo decía el mismo comentario cuando aludía a “…las más altas jerarquías de la Iglesia, ganadas por el modernismo” .

No es un secreto que en los círculos afectos al tradicionalismo lefebvriano y afines se da como un hecho que el Papa y las altas jerarquías eclesiásticas están infectadas por el modernismo. Algunos lanzan la acusación de manera velada, otros lo harán más directamente. Ejemplos de esto lo vemos frecuentemente, comenzando por los representantes autorizados de la FSSPX. Mons. Fellay, por ejemplo, afirmó recientemente:

«Hoy se nos habla de continuidad. ¿Pero dónde está? ¿En Asís? ¿En el beso al Corán? ¿En la supresión de los Estados católicos? (…) … «las apariciones bellas, magníficas, de Notre-Dame de la Salette, de Nuestra Señora de Fátima, anuncian esta época, dolorosa, terrible. Roma vendrá a ser la sede del Anti-Cristo, Roma perderá la fe… se dice en La Salette. La Iglesia se verá eclipsada. Y no son palabras sin importancia. Dan la impresión de que es lo que ahora se está viviendo»
(Predicación de Mons. Fellay, 11-11-2012)

Pero si la voz más moderada dentro del lefebvrismo insinúa que Roma ha perdido la fe y se ha convertido en la Sede del Anticristo, no ha de extrañar que los más radicales como Mons. Richard Williamson lo afirmen sin insinuaciones:

“En breve, la Nueva Iglesia de Benedicto XVI incluye a la vez elementos Católicos y no Católicos. Pero lo que no es Católico en parte, no es Católico como un todo. Por consiguiente la Nueva Iglesia Ecuménica de Benedicto no es, como tal, la Iglesia Católica.”
(Mons. Williamson, Comentarios Eleison CCLI)

En lo personal, esta visión de la Iglesia (que me parece más parecida a una mezcla de Martín Lutero y Dawn Brown), no se adecua a la realidad. El Papa Benedicto XVI me parece un pontífice que no le falta firmeza para decir las cosas, y no ceder ni ante los excesos ni de los modernistas ni de los tradicionalistas.

3.- Un “neocon” es voluntarista

Un voluntarista es quien obstinadamente y por medio de su voluntad se aferra a algo que considera cierto, aunque la evidencia le indique lo contrario. La mayoría de los tradicionalistas afines al lefebvrismo opinan que es evidente e indiscutible que el Concilio Vaticano II ha contradicho doctrinalmente al Magisterio preconciliar en puntos sustanciales e importantes, y que esto es tan obvio que quien no esté de acuerdo niega la realidad.

No importa cuántas veces el Papa explique que el Concilio Vaticano II ha mantenido íntegra la doctrina de la Iglesia, porque el que esté de acuerdo será voluntarista. Si el Papa reafirma la hermenéutica de la continuidad, es porque o también es voluntarista, o en el mejor de los casos, porque es demasiado “prudente", “hipócrita” o “pusilánime“.

Un error que encuentro en este tipo de razonamiento, es que traslada las propias limitaciones intelectuales al resto de las personas. Que un tradicionalista no pueda ver continuidad entre el CVII y el Magisterio preconciliar, no quiere decir que a) no exista o b) otros no puedan verla.

Por otro lado, debido a que somos humanos y falibles, debemos admitir que podemos tener puntos ciegos y que la Iglesia, como madre y maestra puede ver cosas que nosotros no alcanzamos a ver. No era voluntarista por ejemplo, San Ignacio de Loyola, cuando en sus reglas para sentir con la Iglesia decía: «Debemos siempre tener, para en todo acertar -es decir, para no equivocarse- que lo blanco que yo veo, creer que es negro si la Iglesia jerárquica así lo determina».

Pienso que la acusación de “voluntarismo” en manos de estos tradicionalistas es generalmente injusta y calumniosa. Ya sea porque se nieguen a aceptar que el prójimo ve algo que ellos no, o por ver que como defecto que otro tenga la suficiente humildad para dar su obsequio religioso a las enseñanzas de la Iglesia. Es una actitud de cuidado porque puede ser una forma inconsciente de justificar su propia desobediencia, expresada al acusar a otros de ser “demasiado obedientes", “ciego-obedientes", etc.

El problema no es por supuesto tener puntos ciegos. Tampoco tendría de malo solicitar explicaciones al Magisterio para disiparlos. El problema de este tipo de tradicionalismo radical, es que no importa cuantas explicaciones se den, no tienen intención de aceptar la enseñanza de la Iglesia. En una carta del 20 de julio de 1983 el Cardenal Ratzinguer, prefecto para la Congregación para la doctrina de la fe, escribía a Mons. Lefebvre:

No puede usted afirmar, sin embargo, la incompatibilidad de los textos conciliares, que son textos magisteriales, con el Magisterio y la Tradición. Puede decir que, personalmente, no ve esa compatibilidad y pedir, por lo tanto, a la Sede Apostólica que la explique. En cambio, si, por el contrario, usted afirma la imposibilidad de dicha explicación, se opone profundamente a la estructura fundamental de la fe católica, a la obediencia y humildad de la fe eclesial que afirma profesar cuando, al final de su carta, recuerda la fe que le fue enseñada a lo largo de su infancia y en la Ciudad Eterna.”

Y la situación no ha cambiado mucho en los últimos 50 años. El mejor ejemplo es el preámbulo doctrinal que la Santa Sede ha exigido a la FSSPX para que lo firme, pues ya casi parece una pelota de ping pong.

4.- El “neocon” vive en un permanente estado de optimismo injustificado, y no se percata de que todos los males de la Iglesia son causa del Concilio Vaticano II

Jóvenes católicos

Lo expresa el autor del artículo mencionado de la siguiente manera:

“Viven en un estado permanente de Jornada mundial de la juventud y en una alegría constante. Lo cual no es malo como ya dijimos y repetimos, pero es casi idiota cuando la realidad nos pasa por encima

Bajo la visión de estos católicos tradicionalistas, un “neocon” es alguien que no se percata que todos los problemas de la Iglesia (o por lo menos los más graves) son causados por el Concilio Vaticano II. Si hay un descenso en las vocaciones sacerdotales, es por culpa del Concilio. Si en la Iglesia hay muchos herejes, es por culpa del Concilio. Gracias a Dios que los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años, porque si no también sería culpa del Concilio.

Pienso que no se trata ni de negar que en el presente la Iglesia tiene problemas (crisis graves han habido en no pocos momentos de la historia) ni de hacer un análisis simplista de la realidad eligiendo un Concilio ecuménico como chivo expiatorio. Estoy de acuerdo con la opinión del Papa, en aquel entonces prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe en que el problema no es “ni el Vaticano II ni sus documentos sino en todo caso muchas de las interpretaciones que se han dado de aquellos documentos, interpretaciones que habrían conducido a ciertos frutos de la época posconciliar”.

A este respecto continuaba:

“… en sus expresiones oficiales, en sus documentos auténticos, el Vaticano II no puede considerarse responsable de una evolución que —muy al contrario— contradice radicalmente tanto la letra como el espíritu de los Padres conciliares… Estoy convencido de que los males que hemos experimentado en estos veinte años no se deben al Concilio «verdadero», sino al hecho de haberse desatado en el interior de la Iglesia ocultas fuerzas agresivas, centrífugas, irresponsables o simplemente ingenuas, de un optimismo fácil, de un énfasis en la modernidad, que ha confundido el progreso técnico actual con un progreso auténtico e integral. Y, en el exterior, al choque con una revolución cultural: la afirmación en Occidente del estamento medio-superior, de la nueva «burguesía del terciario», con su ideología radicalmente liberal de sello individualista, racionalista y hedonista»..”
Cardenal Ratzinger, Informe sobre la fe

5.- El “neocon” es “papólatra”

Joven abrazando al Papa

Otra elemento que los tradicionalistas atribuyen al “neocon” es el de ser un “papólatra” o de caer en “papolatría". Así lo dice el tradicionalista citado:

“Que nosotros no repitamos que Juan Pablo II es magno, es el mejor Papa de la historia después de San Pedro, no significa que no amemos al Vicario de Cristo; significa que no somos papolatras, otra nota característica de los neoconservadores. Todo lo que dice y hace el Santo Padre es infalible, dogmático y magisterial. Si cae el comunismo, es porque lo venció Juan Pablo II, si ocurre algún escándalo, como los ocurridos con algunos de estos fundadores, es mentira o fueron otros que encubrieron la verdad al Santo Padre.”

No niego que muchos católicos puedan caer en algunos excesos considerando que todo lo que dice o hace el Papa es infalible, pero me parece que habría aquí también que hilar fino, porque en mi experiencia, la mayoría de las veces que los tradicionalistas hacen una acusación de este tipo, suele ser injusta, calumniosa y hasta infundada.

Evidentemente es cierto, los Papas solo son infalibles cuando hablan ex-cátedra. Puede equivocarse y de hecho los Papas se han equivocado no pocas veces en la historia. La mayoría de las personas que he visto son acusadas de papolatría entienden esto perfectamente bien. Y por supuesto, no se trata de considerar al Papa un monárca absoluto dueño de la Tradición y que puede crear dogmas a su antojo. Tampoco se trata de irle al equipo de Football del Papa o a cualquiera de sus opiniones no magisteriales, pero tampoco quiere decir que se es papólatra por estar generalmente de acuerdo con él.

San Ignacio de Loyola recomendaba para evitar caer en juicio temerario que: «todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve» (San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 22).

Por tanto, si alguien está generalmente de acuerdo con el Papa, puede ser por muchas otras razones aparte de considerarle infalible en todo. Puede ser también porque:

- Porque tiene más medios para asesorarse bien.

- Porque incluso como doctor privado podemos considerar su opinión más confiable que la propia.

- Porque el Papa, aun en el caso de que no pretendiese enseñar nada como definitivo, tiene la misión de interpretar con autoridad la revelación.

- Porque cada uno de nosotros no somos el Papa. Quizá sea necesario, en algún caso, que el Papa reconsidere una decisión, que se asegure de que lo que dice no procede sólo de su autoridad, sino de la Verdad - de la que su autoridad deriva -.

Pero un católico que, en un caso de duda, remite al Papa no es en absoluto un ignorante. Es, más bien, una persona sensata, humilde y con sentido de fe. Incluso sólo por razones humanas apelamos al médico, si se trata de una cuestión de su competencia y nosotros no somos médicos. Si apelamos al Papa, ponemos las cosas en su justo punto.

6.- El “neocon” es “oficialista” por sobre la verdad

El lector que compartía su definición de “neocon” decía que para ellos el máximo valor a conservar es oficialismo. Alguien que buscara defender a capa y espada y justificar todo, en aras de defender lo oficial bajo la premisa de que es bueno porque esta el Papa.

A esto mis objeciones son similares a las del punto anterior. Pretender saber por qué una persona defiende una determinada posición, se expone a caer en juicio temerario. Ningún tradicionalista puede estar seguro si alguien sostiene determinado punto de vista a sabiendas de que es contrario a la verdad.

Ni siquiera del propio Lutero, uno de los heresiarcas más grandes de la historia, solemos pensar que defendía su herejía a sabiendas de que estaba en el error. Podemos considerar que estaba ciego, en un estado de ignorancia o soberbia tal que le dificultaba aceptar que estaba equivocado, pero nadie puede asegurar que lo hacía a sabiendas de que enseñaba contra la verdad. Mucho mas ruin es pensar eso de otros hermanos católicos.

Conclusión

En lo personal me parece una tontería el andar por allí etiquetando a otros católicos de “neocones", sobre todo si su significado (depurado de juicios temerarios y falacias) termina siendo equivalente a “católico", “obediente", “capaz de sentir con el Magisterio y asentir a él", “que estima profundamente al Papa y a la Iglesia", “humilde", etc.. No creo que logren otra cosa sino identificarse a sí mismos con ciertas tendencias tradicionalistas.

Alguno dirá que el término “filo-lefebvriano” es también una etiqueta, pero como lo señalé en mi post anterior, éste no pretende ser peyorativo, sino que surge por la necesidad de no meter a todos los tradicionalistas en el mismo saco. Puede perfectamente prescindirse de él por medio de otros sinómimos (ultratradicionalista, tradicionalista radical, etc.). El término neocon en cambio, tal como suelen reconocer los propios tradicionalistas, es peyorativo, por tanto quien lo usa declara manifestamente su intención de ofender y denigrar. Una actitud por supuesto, completamente ajena al verdadero espíritu cristiano.

Ver también:

Definiciones: “Tradicionalista", “Ultra-tradicionalista", “Neocon” (I)

Definiciones: “Tradicionalista", “Ultra-tradicionalista", “Neocon” (II)