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Servicio diario - 19 de diciembre de 2012

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Urbano V
«Gran pacificador y defensor de la unidad de la Iglesia»

Santa Sede

María miraba en lo profundo, se dejaba interrogar por los acontecimientos para comprender la fe
Durante la catequesis semanal el papa habló del ''Sí'' de la Virgen María

Irak: aceptada la renuncia del cardenal Emanuel III Delly
Patriarca de Babilonia de los Caldeos

IGLESIA EN AMÉRICA

La causa de beatificación de Vasco de Quiroga en breve llegará a Roma
Recuerdo en la Gregoriana del primer obispo de Michoacán, ejemplo de inculturación de la fe

CULTURA Y EDUCACIÓN

Para escribir poesía mística hay que estar enamorados de Dios
Coloquio con Yhamile Narváez, ecuatoriana, ganadora del XXXII Premio Mundial Fernando Rielo de poesía mística (I)

ADVIENTO Y NAVIDAD

Benedicto XVI envía sus saludos a los niños del hospital 'Bambino Gesù'
Concierto de Navidad dona fondos al pediátrico. Dolor por tragedia de Connecticut

Perú: Gratis el Catecismo Menor con el diario 'El Comercio'
Del Arzobispado de Lima, con oración ante el nacimiento, y bendición de la cena de Nochebuena

Pesebre y evangelios
La tradición de animales en los nacimientos bebe en los apócrifos y los profetas

Flash

España: Nace la web de la Fundación Familia y Educación
En la diócesis de Orihuela-Alicante

Documentación

''María es la criatura que de una manera única ha abierto la puerta a su Creador''
Continúa la catequesis semanal del papa por el Año de la Fe


SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Urbano V
«Gran pacificador y defensor de la unidad de la Iglesia»
MADRID, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Tan hondo era su anhelo de alcanzar la santidad que al ser elevado a la suprema Cátedra de Pedro, eligió el nombre que también llevaron otros predecesores porque todos fueron santos.

Por Isabel Orellana Vilches

Vino al mundo hacia el año 1310 en la fortaleza familiar de Grizac perteneciente al actual Lozère (Francia). Sus padres eran creyentes y le inculcaron los principios cristianos. Se formó en Montpellier y en Toulouse. Sus aptitudes y excepcional inteligencia le abrían las puertas de la universidad para impartir Derecho, pero ya había elegido su forma de vida: la monástica. Ingresó en la abadía benedictina de Chirac, con el agrado de sus padres, confiados porque su prior fuese un miembro de la familia, aunque el paso del futuro pontífice por ella fue breve. Partió a Marsella a la abadía de Saint-Victor, y allí emitió sus votos. Después de su ordenación, que se produjo en Chirac, y teniendo el doctorado en Derecho Canónico, impartió clases en Toulouse, Montpellier, París y Avignon. Luego fue vicario general en Clermond en 1349.

Tres años más tarde, el papa Clemente VI le encomendó la abadía de San Germán de Auxerre y en 1357 hizo lo propio con Uzès. Guillaume se mantuvo al frente de esta misión hasta que en 1361 Inocencio VI lo nombró abad de San Víctor. Eso da idea de la confianza y aprecio de los pontífices que habían visto en él sus virtudes y fidelidad a Cristo y a su Iglesia, y también su excelente formación intelectual. A los demás tampoco les había pasado desapercibido que estaban ante un hombre de oración, obediente y humilde, cuyo único afán era ser santo. Tenía la gracia de saber llegar al corazón de la gente; por eso, ricos y pobres le buscaban para recibir sus sabios consejos. En ese momento la situación política no era favorable al papado. Desde principios del siglo XIV la sede del pontífice se hallaba en Avignon donde los sucesivos papas se habían visto obligados a recluirse huyendo de las tropelías que se consumaban en Roma. El futuro beato medió en varias cuestiones difíciles de esta índole por indicación de Clemente VI, y luego a requerimiento de Inocencio VI mostró su capacidad de disuasión y dotes diplomáticas.

Cuando este último papa murió en 1362, Guillaume era Nuncio de Nápoles y fue elegido para sucederle. Tomó el nombre de Urbano V y fue consagrado en Avignon. Llevando consigo el espíritu monástico, desechó lujos y prebendas en su entorno dando ejemplo con su vida de una edificante austeridad a todos los niveles. En 1367 pudo regresar a Roma una vez que el cardenal español Albornoz pudo restaurar la paz en los Estados Pontificios, misión por la que llevaba luchando desde 1353. En los tres años que residió en la Ciudad Eterna actuó con firmeza reformando el clero, cercenando de raíz cualquier ápice de ostentación. Y, por supuesto, él iba a la cabeza de todos viviendo con espíritu monástico: frugalidad en su alimentación, ayunos varias veces por semana, y escaso descanso, entre otros signos. Se ha dicho de él: «Solamente desahogaba su corazón en Dios, solamente tenía sus pensamientos en Dios, y se consagraba por entero a su servicio».

Era un esteta, amante de la belleza en el arte y en la liturgia, fue un gran impulsor de los creadores en amplio espectro. Promotor de la cultura, fundó universidades, puso en marcha centros de estudio con acceso para todos, aunque no tuvieran recursos, disponiendo becas para estos casos. Combatió la simonía, así como distintas corrientes heréticas, defendió la autonomía del papado frente a las injerencias de los monarcas, actuó con mano firme contra la usura, y condujo a la práctica de los sacramentos a millares de personas. Fue un hombre de paz, un gran apóstol que evangelizó gran parte de Europa contando con la ayuda de órdenes mendicantes. Excelente estratega y conciliador logró la conversión del emperador bizantino Juan V Paleólogo. Cuando retornaron los conflictos políticos entre Francia e Inglaterra, vio oportuno abandonar Roma y regresar a Avignon confiando en que podría mediar entre los regentes de ambos países, aparte de que Italia se hallaba a merced de los insurgentes. Santa Brígida vaticinó que esto supondría su muerte. Y así fue. Partió el 5 de septiembre de 1370, y falleció el 19 de diciembre de ese año. Fue beatificado el 10 de marzo de 1870 por Pío IX.

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Santa Sede


María miraba en lo profundo, se dejaba interrogar por los acontecimientos para comprender la fe
Durante la catequesis semanal el papa habló del ''Sí'' de la Virgen María
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org).- En su cita semanal de la Audiencia general con peregrinos y fieles de todos el mundo, entre los que estaban los religiosos de la congregación de los Legionarios de Cristo en su peregrinación anual, el papa Benedicto XVI continuó con la catequesis por el Año de la Fe, durante la cual abordó el tema “La Virgen María: Icono de la fe obediente”, a partir del misterio de la Anunciación.

Recordó el papa el lugar especial que tiene la Madre de Dios en el camino del Adviento, pues ha sido ella quien “de un modo único ha esperado el cumplimiento de las promesas de Dios, acogiendo en la fe y en la carne a Jesús, el Hijo de Dios, en obediencia total a la voluntad divina”.

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc. 1,28)

En un rápido pero profundo recorrido por la escena de la Anunciación narrada por el evangelista san Lucas, el Catequista universal hizo ver que el saludo del ángel a María fue “una invitación a la alegría profunda, (que) anuncia el fin de la tristeza que hay en el mundo frente al final de la vida, al sufrimiento, a la muerte, al mal, a la oscuridad del mal que parece oscurecer la luz de la bondad divina”. Por eso, añadió, “es un saludo que marca el comienzo del Evangelio, la Buena Nueva”.

“¿Pero por qué María es invitada a alegrarse de esta manera?”, se preguntó, para luego hacer referencia a la profecía de Sofonías (cf. 3,14-17), donde se lee una doble promesa hecha a Israel, a la hija de Sión, de que Dios vendrá como un salvador y habitará en medio de su pueblo, en el vientre de la hija de Sión.

Por ello, siguió el papa, “en el diálogo entre el ángel y María se realiza exactamente esta promesa: María se identifica con el pueblo desposado con Dios, es en realidad la hija de Sión en persona; en ella se cumple la espera de la venida definitiva de Dios, en ella habita el Dios vivo”.

En el saludo del ángel, María también es llamada “llena de gracia”. Sobre esto, Benedicto XVI explicó que en griego el término “gracia”, charis, tiene la misma raíz lingüística de la palabra “alegría”, por lo que “en esta expresión se aclara aún más la fuente de la alegría de María: la alegría proviene de la gracia, que viene de la comunión con Dios, de tener una relación tan vital con Él, de ser morada del Espíritu Santo, totalmente modelada por la acción de Dios”, afirmó.

E invitó a ver a María como “la criatura que de una manera única ha abierto la puerta a su Creador, se ha puesto en sus manos, sin límites”.

Hágase en mí según tu palabra” (Lc. 1,38)

Ya María, para el papa, “vive totalmente de la y en la relación con el Señor (..)Y se somete libremente a la palabra recibida, a la voluntad divina en la obediencia de la fe”.

Para los cristianos, la Virgen de Nazareth es modelo, como Abraham de “la apertura del alma a Dios y a su acción en la fe (que) también incluye el elemento de la oscuridad”.

Recordó que María estaba abierto de tal modo a Dios, que “llega a aceptar la voluntad de Dios, aún si es misteriosa, a pesar de que a menudo no corresponda a la propia voluntad”, como lo fue aquella espada que atravesaría su alma, que proféticamente se lo dirá el viejo Simeón en el momento en que Jesús es presentado en el Templo (cf. Lc. 2,35).

Nuevamente, en comparación con el sacrificio de Abraham, el santo padre hizo notar que su plena confianza en la promesas de Dios, fue también misteriosa y difícil, casi imposible de aceptar. Y lo trasladó hasta María, quien por su fe “vive la alegría de la Anunciación, pero también pasa a través de la oscuridad de la crucifixión del Hijo, a fin de llegar hasta la luz de la Resurrección”.

De esto no están exentos los creyentes de hoy, porque “encontramos momentos de luz, pero también encontramos pasajes en los que Dios parece ausente, su silencio pesa sobre nuestro corazón y su voluntad no se corresponde con la nuestra, con aquello que nos gustaría”.

La invitación del papa fue a abrirse a Dios, porque en la medida que se hace, “recibimos el don de la fe, ponemos nuestra confianza en Él por completo --como Abraham y como María--, tanto más Él nos hace capaces, con su presencia, de vivir cada situación de la vida en paz y garantía de su lealtad y de su amor”.

Guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc, 2,19)

Quizás con el ambiente fresco de estos días por la reciente publicación de su libro sobre la Infancia de Jesús, Benedicto XVI se refirió a otro pasaje relevante de la vida de María, cuando con José, llevan a su hijo a Jerusalén, al Templo.

Como es conocido por todos, el niño es perdido y hallado por unos padres preocupados que reciben por toda respuesta de Jesús, que él tenía que estar “en la casa de su Padre”. Ante esto, dijo el papa, María acepta que su hijo debe estar “en la propiedad del Padre, en la casa del Padre, como lo está un hijo”. Y es un momento nuevo en que María “debe renovar la fe profunda con la que dijo "sí" en la Anunciación; debe aceptar que la precedencia la tiene el verdadero Padre de Jesús; debe ser capaz de dejar libre a ese Hijo que ha concebido para que siga con su misión”.

Un "sí", “que se repite a lo largo de toda su vida, hasta el momento más difícil, el de la Cruz”, enseñó.

Aquí, con la atención de todo el auditorio que llegaron para escucharlo, se hizo una nueva pregunta “¿cómo ha podido vivir de esta manera María junto a su Hijo, con una fe tan fuerte, incluso en la oscuridad, sin perder la confianza plena en la acción de Dios?”

Esto significa –añadío-- “que María entra en un diálogo íntimo con la Palabra de Dios que le ha sido anunciada, no la tiene por superficial, sino la profundiza, la deja penetrar en su mente y en su corazón para entender lo que el Señor quiere de ella, el sentido del anuncio”.

María, concluye, “‘unía’ y ‘juntaba’” en su corazón todos los eventos que le iban sucediendo; ponía cada elemento, cada palabra, cada hecho dentro del todo y lo comparaba, los conservaba, reconociendo que todo proviene de la voluntad de Dios”.

Porque para el papa, María no se detiene en una primera comprensión superficial de lo que sucede en su vida, sino que sabe mirar en lo profundo, se deja interrrogar por los acontecimientos, los procesa, los discierne, y adquiere aquella comprensión que solo la fe puede garantizarle”.

Finalmente, invitó a los presentes, ante la pronta solemnidad de la Natividad del Señor “a vivir esta misma humildad y obediencia de la fe (porque) la gloria de Dios se manifiesta en el triunfo y en el poder de un rey, no brilla en una ciudad famosa, en un palacio suntuoso, sino que vive en el vientre de una virgen, se revela en la pobreza de un niño”.

Saludos en español

Ante la presencia de numerosos peregrinos de lengua española, el santo padre dirigió las siguientes palabras:“Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los Legionarios de Cristo que recientemente han sido agregados al Orden Sacerdotal, así como a sus familiares. Saludo a los grupos venidos de España y de los países latinoamericanos.

Que la próxima solemnidad de la Navidad, en la que contemplamos cómo Dios pone su morada en el seno de la Virgen, nos haga crecer en el amor al Señor, acogiendo con humildad su Palabra. Muchas gracias y Feliz Navidad”. (javv)

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Irak: aceptada la renuncia del cardenal Emanuel III Delly
Patriarca de Babilonia de los Caldeos
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org): La Santa Sede aceptó hoy la renuncia al gobierno pastoral de la Iglesia caldea del cardenal Emmanuel III Delly, de 85 años, patriarca de Babilonia de los Caldeos, Irak.

La Santa Sede convocó en Roma, para el 28 de enero de 2013, el sínodo de los obispos de la Iglesia caldea para la elección del sucesor del cardenal Delly, dando el encargo de presidirlo al cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.

Según las normas del derecho, el administrador de la Iglesia caldea hasta la elección del patriarca es monseñor Jacques Ishaq, obispo de curia.

La decisión de presentar su renuncia se debe a la edad y a condiciones de salud del patriarca, que desde por lo menos un año delega en el vicario Shleimun Warduni muchos compromisos oficiales y encuentros eclesiales.

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IGLESIA EN AMÉRICA


La causa de beatificación de Vasco de Quiroga en breve llegará a Roma
Recuerdo en la Gregoriana del primer obispo de Michoacán, ejemplo de inculturación de la fe
Por H. Sergio Mora

ROMA, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Con cuatrocientos años de atraso, pero con paso firme se prepara para llegar a Roma, la causa de beatificación del obispo de la entonces diócesis mexicana de Michoacán, Vasco de Quiroga.

El siervo de Dios, primer obispo de Michoacán, fue un testimonio ejemplar en la transmisión e inculturación de la fe en el Nuevo Mundo. Pudiendo tener los cargos que hubiera deseado en la corona española, eligió por inspiración divina la predicación entre los indígenas, poco antes que la Virgen de Guadalupe se apareciera a Juan Diego.

La figura ejemplar del actual siervo de Dios fue recordada la semana pasada en un acto académico en el aula magna de la Universidad Gregoriana, con las intervenciones del arzobispo de Morelia,

Alberto Suárez Inda; del sacerdote Pablo Arce de la prelatura del Opus Dei; del secretario del Pontificio Consejo para América Latina, Guzmán Carriquiri, y con la presencia de dos cardenales, Giuseppe Bertello y Javier Lozano Barragán, además de embajadores, autoridades y un numeroso público.

Se trata de un abogado humanista del siglo XVI, nacido en Madrigal de las Altas Torres, en la región española de Castilla la Vieja, un letrado que se formó en la Universidad de Salamanca, que de auditor pasó a juez y decidió embarcarse hacia América para ejercer su profesión, seguro de hacer justicia. Ya ejerciendo en América como auditor, el papa Pablo III lo nombra obispo de Michoacán, si bien él era un laico. Una persona que creo muchas instituciones, demostró santidad y que debido a su cercanía con la población local tuvo que enfrentar muchas oposiciones, incluida la de un encomendero local.

“Lo que le pasó por la cabeza y el corazón al abogado Quiroga, laico, apenas conocido su nombramiento como obispo, no lo sabemos, ni tampoco las horas en oración que habrá pasado antes de aceptar”, comentó en la conferencia el profesor Arce.

Sobre el tema, el arzobispo de Morelia Alberto Suárez Inda, concedió a ZENIT después de su exposición en la Gregoriana, la entrevista que proponemos a continuación.

¿Por qué solo hoy se propone la beatificación de este obispo de México?

--Monseñor Suárez Inda: Empezamos a traer el fruto de años de preparación, es una causa histórica que tiene una mole impresionante de documentos, unos veinte mil folios recuperados y sistematizados sobre su pensamiento. Tenemos que recoger lo esencial, pues si no en Roma no terminarán nunca de estudiarlo. Fundamentalmente por la heroicidad de las virtudes, la gran actualidad de su acción pastoral, su estrategia --diríamos- para transmitir el evangelio, sin obligar sino con los lazos del amor. Supo fascinar a aquel pueblo con su palabra y ejemplo.

¿A qué punto está el proceso de canonización?

--Monseñor Suárez Inda: Esperamos clausurar en julio el proceso diocesano. Ya está casi todo listo y estamos firmando actas en los notarios. Tenemos dos estudios de los censores teológicos sobre su pensamiento, y de cómo su figura está en el corazón del pueblo; sobre el sentido de su trabajo y de una fe llevada a la práctica.

¿La inculturación es también un parámetro en la nueva evangelización?

--Monseñor Suárez Inda: Sí, él decía que los indígenas eran como la cera blanca que se puede modelar, no con la fuerza sino con delicadeza. Supo entender la gran capacidad de los indígenas en el arte, la música, la escultura, la organización y el sentido de responsabilidad. Aún hoy en las poblaciones indígenas es un honor tener un encargo en el templo, para las fiestas, en el culto, para renovar las flores, todo esto les llega mucho y son aspectos de la vida social, fruto de una evangelización que no fue un barniz.

¿Era una figura incómoda? Su actitud despertó reacciones?

--Monseñor Suárez Inda: Estaba el encomendero Vasco de Guzmán que era muy cruel. Vasco de Quiroga tuvo la firmeza de denunciarlo y frenarlo. Claro, esto le habrá traído enemistades y calumnias. Al obispo entretanto le favorecía ser del mismo pueblo de la reina Isabel la Católica, de quien era contemporáneo. También sufrió litigios de límites de diócesis con los vecinos, no por poder sino buscando el derecho y el bien de la comunidad, si bien esto es más polémico.

¿Hay alguien que no quiere su canonización?

--Monseñor Suárez Inda: Algunos han considerado que canonizarlo le haría perder su prestigio en el ambiente secular, como que dejaría de ser el benefactor, el defensor de los derechos humanos, pues lo vamos a poner en las nubes. Alguien me dijo lo van a poner en el altar y ya no está al ras de la tierra. Nosotros pensamos en cambio que la santidad humaniza y acerca a la realidad de la gente.

¿A nivel popular su persona es conocida?

--Monseñor Suárez Inda: Por supuesto, especialmente en esta zona, su entonces diócesis de Michoacán que ahora son doce diócesis. Hemos desempolvado y recuperado todos los documentos originales, que confirman la opinión popular, que siempre lo ha considerado un hombre recto. Los indígenas lo llamaban tata Vasco.

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CULTURA Y EDUCACIÓN


Para escribir poesía mística hay que estar enamorados de Dios
Coloquio con Yhamile Narváez, ecuatoriana, ganadora del XXXII Premio Mundial Fernando Rielo de poesía mística (I)
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, miércoles 19 octubre 2012 (ZENIT.org).- Cuando hicimos antesala para entrevistar a Yhamile Narváez Cárdenas, venían a nuestra mente las más diversas imágenes de sus poemas místicos, en los que ha expresado tanto sobre Dios, de sí misma, de ellos dos...

A la vez no la imaginábamos, no queríamos relacionarla con las santas y poetisas místicas de siglos pasados, porque ella es nuestra contemporánea, una mística latinoamericana que también ardía de amor por el Amado al momento de escribir tales poemas, hoy vencedores del XXXII Premio Mundial Fernando Rielo de poesía mística (cf. http://www.zenit.org/article-43863?l=spanish).

Y cuando entró a la sala descubrimos su secreto: una alegría tan natural que parecía dictada por su satisfacción de ser una madre, esposa, creyente y trabajadora que sabe hablarle a Dios en la intimidad y escribir de ello. Entonces, sí, era en definitiva a quien esperábamos: a aquella que cuenta sus coloquios de amor “con quien sabes que te ama y te escucha”, en palabras de santa Teresa de Jesús, su gran inspiradora.

¿Cómo hacer poesía mística en pleno siglo XXI?

--Yhamile Narváez: Uno no puede plantearse la literatura como un oficio material, es decir, como la posibilidad exclusiva de ganarse la vida. Y no puede planteárselo así porque la palabra es trascendente, la palabra es lo que más nos acerca a Dios, y eso es lo que nosotros logramos conservar.

Vemos que tuvo un paso de la literatura infantil a la poesía mística ¿no?

--Yhamile Narváez: Lo que he escrito de literatura infantil ha sido inspirado en la necesidad que yo veo de poner en mis hijos una raíz, de darles un sentido de identidad. Que ellos comprendan que su filiación última no somos nosotros sus padres materiales, sino que es Dios. Y que en esa medida deben reconocerse como hijos de Dios, y deben recordar que a través de todas las cosas que pasan en este mundo Dios le va a hablar y hay que mantenerse abierto a ese espacio.

Entonces la poesía mística la llevó más allá…

--Yhamile Narváez: La poesía mística sale de ese mismo sentir, del saber que hay un Otro que mira a través de toda la gente que tenemos cerca, y que espera por nosotros. Y también que nos ama y nos busca continuamente; es un juego de búsqueda, de un continuo descubrir del Otro. Es como cuando uno se enamora y va descubriendo en el otro cosas que al principio no había visto, y que al descubrirlo lo enamoran a uno más de lo que había estado al principio. Y en la medida que lo vas conociendo, vas descubriendo más razones para amarlo. Ese es mi propio camino.

¿La poesía mística brota siempre de una experiencia de tipo personal?

--Yhamile Narváez: Sí, en definitiva es un diálogo entre dos personas. Entre una que es absolutamente trascendente y otra que es más pequeña, más breve, pero que en la medida que se comunica con ese ser absoluto, de alguna manera también trasciende.

¿Se necesita de ciertas habilidades para cumplir con la métrica y las exigencias del género de la poesía, o es más “espontánea”?

--Yhamile Narváez: Se necesita, y hay que pulirla mucho. Creo que la poesía nunca termina, porque así como el hombre es perfectible, la poesía es perfectible. Pero no tanto desde el artificio, de maquinar la imagen, o la figura retórica de lo que se espera producir como efecto en el público. Porque en la poesía mística el público no existe, el público es ese Otro que nos conoce más de lo que nosotros mismos nos conocemos.

¿Cómo hay que acercarse a la poesía mística?

--Yhamile Narváez: Con ganas de amar a ese Otro. Con ganas de saber cómo amar a ese Otro y con la intención de abrir el corazón a ese que nos ama. Y luego dejarnos amar, y vivir esa experiencia lo más plenamente posible y tratar de hacer vida eso que otros santos y poetas han podido expresar.

¿Cuáles han sido sus poetas místicos inspiradores?

--Yhamile Narváez: A mí me gusta santa Teresa de Ávila. La quiero mucho porque creo que el afecto de santa Teresa por Jesús es un afecto tan vivo, que se va reproduciendo a lo largo de su vida en las cosas pequeñas, en las cosas cotidianas y en una poesía que, aunque no es perfecta --porque literariamente tiene errores de gramática y de concordancia--, sí es una poesía que va mostrando la realidad de una conciencia distinta, de la conciencia del amado, del saberse amado, del no orar en el vacío, del no luchar en el vacío. Y que hay un Alguien que está del otro lado, aunque a veces no sea claramente visible...

Leemos con la autora, uno de los poemas que forman parte del trabajo ganador del XXXII premio Mundial Fernando Rielo de poesía mística, algunos de cuyos versos nos explicará al detalle…

La noche no termina de bostezar

con su largo, larguísimo cansancio apretujado.

Arriba, sobre la luz parásita de la ciudad,

brillan las constelaciones

como un libro de cuentos

que no cierras nunca.

Pero yo tengo que levantarme.

Los primeros gorriones te agradecen

que los preservaras de la helada,

y los mirlos se saludan con chillidos.

Tengo que levantarme.

La madrugada es un animal abrupto

con puntas finísimas de frío

y se estira junto a estos cristales

sin ganas de irse.

Tengo que levantarme

Tú me esperas.

Los colibríes tosen y empiezan su trabajo,

el ruido de las máquinas los ahoga.

Entre el vapor del agua que empieza a hervir

y los panes del desayuno, pienso,

no ha crecido el día lo suficiente

y Tú ya lo tienes todo listo:

el sol que ha de calentarnos,

la sonrisa que nos dará razones de seguir,

la lluvia con su danza de miles de ajorcas de cristal,

el amor nos dará razones de amar,

la aventura de vivir en tu Presencia.

Por eso vengo todavía sin calzarme,

antes de los ruidos del día

para decirte:

Aquí me tienes.

Yo quiero ofrecerte hoy otra vez mi vida

y decirte una y otra vez:

Hágase en mí, según como Tú quieres.

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ADVIENTO Y NAVIDAD


Benedicto XVI envía sus saludos a los niños del hospital 'Bambino Gesù'
Concierto de Navidad dona fondos al pediátrico. Dolor por tragedia de Connecticut
Por H. Sergio Mora

ROMA, miércoles 19 de diciembre de 2012 (ZENIT.org).- El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, realizó ayer una visita al hospital pediátrico Bambino Gesú de Roma para llevar los saludos de Benedicto XVI con motivo de la Navidad.

El Bambino Gesù es un pediátrico de vanguardia con cuarenta especialidades, 550 camas y cada año registra unos veinticinco mil internamientos. Si bien está situado en el monte Janículo de Roma, es territorio vaticano. En octubre de este año el hospital abrió una nueva sede --cercana a la basílica de San Pablo Extramuros- que tomó el nombre de Benedicto XVI, y está dedicada a los consultorios, hospital del día, y a la investigación científica.

El cardenal Bertone, dirigiéndose al personal médico y a los pacientes, recordó que la Navidad es “un repetirse siempre nuevo de un evento de bondad”. Añadió que “para crecer armoniosamente los niños necesitan degustar alegría y seguridad, la cual debe iniciar en el ámbito familiar”. Si bien ellos necesitan saber y entender también el sufrimiento “y esta es una lección de vida que nosotros los adultos tenemos que saber enseñar a los niños y a los jóvenes”.

El purpurado le agradeció a todos los operadores sanitarios por “la laboriosidad y profesionalidad” y les invitó a “superar cada egoísmo, resto del hombre viejo dentro de nosotros, y a vivir en la verdad del tiempo nuevo inaugurado con el nacimiento del Redentor”.

Sobre la tragedia de los niños asesinados en la reciente masacre en Connecticut, Estados Unidos, invitó a que “la angustia por esta tragedia se transforme en oración fervorosa y conmovida, y suscite en todos nosotros y especialmente en quienes tienen el poder, la firme voluntad de establecer medidas eficaces para proteger la vida de los niños”.

Siempre en el ámbito de las fiestas de fin de año, el domingo 16 de diciembre tuvo lugar en el Senado de Italia, Palazzo Madama, un concierto de Navidad. Todo lo recolectado, 42.000 euros --gracias a los billetes de entrada que tuvieron un costo mínimo de 120 euros- fueron destinados en beneficencia para el hospital Bambino Gesú y su proyecto Orphanet Italia, destinado a la investigación y lucha contra las enfermedades raras.

Tocó la Orquesta del Teatro de la Ópera de Roma, dirigido por el maestro italiano Riccardo Muti, director de la Sinfónica de Chicago. Y participaron los jóvenes cantantes del Proyecto Esperando a Verdi, del Festival de la ciudad de Rávena. Todos ellos actuaron gratuitamente.

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Perú: Gratis el Catecismo Menor con el diario 'El Comercio'
Del Arzobispado de Lima, con oración ante el nacimiento, y bendición de la cena de Nochebuena
LIMA, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Este jueves 20 de diciembre los peruanos pueden recibir gratuitamente, con el diario El Comercio, un suplemento especial con el Catecismo Menor del Arzobispado de Lima, que permitirá a los fieles profundizar en los contenidos de la fe católica, especialmente en este tiempo de Navidad y en el marco del Año de la Fe convocado por Benedicto XVI.

El suplemento especial, elaborado en el marco de la Navidad, también incluye una liturgia navideña, para que los fieles puedan rezarla ante el nacimiento; así como la bendición de la cena de Nochebuena.

Como se recuerda, el Catecismo Menor del Arzobispado de Lima es un instrumento muy sencillo y útil para conocer y profundizar en los contenidos de nuestra fe. De esta manera los fieles pueden contribuir en la nueva evangelización de nuestra sociedad, siguiendo las enseñanzas recogidas en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica y el Magisterio de la Iglesia.

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Pesebre y evangelios
La tradición de animales en los nacimientos bebe en los apócrifos y los profetas
Por Javier Velasco-Arias*

BARCELONA, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org).- El «pesebre» o «belén» es una tradición popular muy enraizada en Cataluña, aunque no solo aquí; descubrimos la costumbre del belén navideño por todo el mundo. Podemos encontrar pesebres en muchos países europeos, África, Latinoamérica, Estados Unidos…

Su origen histórico se remonta al siglo XIII. En la Navidad de 1223, Francisco de Asís, en una ermita de Greccio, un pequeño pueblo situado entre Roma y Asís, organizó el primer belén viviente de la historia; incluso consiguió que se celebrase la Eucaristía en el lugar, ante la primera representación viva del Nacimiento de Jesús. La tradición se conservó desde aquel momento y el paso a belenes con figuras fijas no tardó en llegar. La costumbre de pesebres vivientes goza también de una larga historia en nuestras tierras: El Pessebre Vivent de Corbera de Llobregat; el Pessebre de Bàscara; el de les Torres de Fals; el Belén de los oficios olvidados en Sant Guim de la Plana; etc.

Aunque, lógicamente, su inspiración y fundamento son bíblicos, concretamente de los Evangelios, está cimentada en los datos que nos proporcionan prioritariamente los evangelios canónicos, concretamente los de Mateo y Lucas. Ambos conservan los llamados «relatos de la infancia», aunque con acentos distintos.

En el evangelio de Mateo descubrimos la escena de María con el niño; la de los magos o sabios de Oriente guiados por una estrella hasta Belén, el lugar donde ha nacido Jesús, para adorarlo; la figura de Herodes, la matanza de los inocentes y la huida a Egipto (cf. Mt 2,1-23).

Por su parte Lucas sitúa también la escena del nacimiento en Belén, en un establo, donde María, junto con José, ponen al niño en un pesebre (un comedero de animales), «porque no encontraron lugar donde hospedarse»; el anuncio del acontecimiento, por parte de un ángel, a unos pastores que dormían al raso, indicándoles que es una «buena noticia», una gran alegría para todo el pueblo (cf. Lc 2,1-20)

Lo fundamental de nuestros pesebres –igual que en el de Francisco de Asís– está tomado prestado de estos dos relatos. Aunque la tradición popular ha añadido otros elementos, algunos de ellos proporcionados por algunos evangelios apócrifos piadosos, como la tradición del buey y el asno (o la mula). Como seguramente no son tan conocidos como los evangelios canónicos, los citaré literalmente (indudablemente no debemos dejar de leer y meditar las narraciones de Mateo y Lucas):

El tercer día después del nacimiento del Señor, María salió de la gruta, y entró en un establo, y depositó al niño en el pesebre, y el buey y el asno lo adoraron. Entonces se cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías: El buey ha conocido a su dueño y el asno el pesebre de su señor. Y estos mismos animales, que tenían al niño entre ellos, lo adoraban sin cesar. Entonces se cumplió lo que se dijo por boca del profeta Habacuc: Te manifestarás entre dos animales. Y José y María permanecieron en este sitio con el niño durante tres días. (EvPsMt XIV,1-2)

Y había en la cueva un buey, un caballo, un asno y una oveja, y junto al pesebre yacía una gata con sus crías; y también había palomas sobre ellos, y cada animal tenía su compañero, un macho o una hembra. Aconteció, pues, que El nació en medio de los animales, porque vino para liberarlos también a ellos de sus sufrimientos. El vino a liberar a los hombres de su ignorancia y egoísmo, y a manifestarles que son hijos e hijas de Dios. (EvXII 4,4-5)

El primer texto del Evangelio del PseudoMateo (EvPsMt) justifica la presencia del buey y el asno a partir de dos citas proféticas: Is 1,3 y Hab (LXX) 3,2; y la presencia de animales se multiplica en la cita del Evangelio de los Doce (EvXII).

La tradición del pesebre hunde sus raíces más profundas en los datos bíblicos, adornado con alguna otras tradiciones menores de la piedad popular. El pesebre nos habla del verdadero sentido de la Navidad, es una catequesis iconográfica, forma parte de nuestra cultura… Les invito a mantener la buena costumbre de poner el belén en sus casas, centros sociales, en…

El pesebre nos recuerda que Jesús es «Dios con nosotros»; es presencia amorosa en medio de nuestras vidas, nuestras familias, nuestras comunidades, nuestro mundo.

*Biblista. Profesor en el «Institut Superior de Ciències Religioses de Barcelona» y responsable del departamento de «Animación Bíblica de la Pastoral» del «Centre d’Estudis Pastorals de les Diòcesis Catalanes».

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Flash


España: Nace la web de la Fundación Familia y Educación
En la diócesis de Orihuela-Alicante
ALICANTE, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Para promocionar y dar a conocer la Fundación Familia y Educación se ha puesto en marcha la web: www.familiayeducacion.es.

La Fundación Familia y Educación es un órgano diocesano que nace para atender, orientar y apoyar a la familia. Esta tarea la realiza a través de tres organismos: el Instituto de Familia y Educación, los Centros de Orientación Familiar y la Red de Familias.

Como se puede ver en la web, a través de la Fundación se pueden organizar charlas, talleres y escuelas de padres así como recibir orientación personal, familiar y terapia de pareja. 

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Documentación


''María es la criatura que de una manera única ha abierto la puerta a su Creador''
Continúa la catequesis semanal del papa por el Año de la Fe
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 19 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Durante la habitual Audiencia de los miércoles, el santo padre Benedicto XVI siguió desarrollando su catequesis semanal por el Año de la Fe, esta vez dedicada a la Madre de Dios, con el título: “Virgen María: Ícono de la fe obediente”.A continuación el mensaje íntegro para nuestros lectores.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

En el camino del Adviento, la Virgen María tiene un lugar especial, como aquella que de un modo único ha esperado el cumplimiento de las promesas de Dios, acogiendo en la fe y en la carne a Jesús, el Hijo de Dios, en obediencia total a la voluntad divina. Hoy quisiera reflexionar con ustedes brevemente sobre la fe de María a partir del gran misterio de la Anunciación.

Chaîre kecharitomene, ho Kyrios meta sou”,“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc. 1,28). Estas son las palabras --relatadas por el evangelista Lucas--, con las que el arcángel Gabriel saluda a María. A primera vista el término chaîre, “alégrate”, parece un saludo normal, usual en la costumbre griega, pero esta palabra, cuando se lee en el contexto de la tradición bíblica, adquiere un significado mucho más profundo. Este mismo término está presente cuatro veces en la versión griega del Antiguo Testamento y siempre como un anuncio de alegría para la venida del Mesías (cf. Sof. 3,14; Joel 2,21; Zac 9,9; Lam 4,21). El saludo del ángel a María es entonces una invitación a la alegría, a una alegría profunda, anuncia el fin de la tristeza que hay en el mundo frente al final de la vida, al sufrimiento, a la muerte, al mal, a la oscuridad del mal que parece oscurecer la luz de la bondad divina. Es un saludo que marca el comienzo del Evangelio, la Buena Nueva.

¿Pero por qué María es invitada a alegrarse de esta manera? La respuesta está en la segunda parte del saludo: “El Señor está contigo”. También aquí, con el fin de comprender bien el significado de la expresión debemos recurrir al Antiguo Testamento. En el libro de Sofonías encontramos esta expresión“: ¡Grita de alegría, hija de Sión!... El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti… ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso!” (3,14-17). En estas palabras hay una doble promesa hecha a Israel, a la hija de Sión: Dios vendrá como un salvador y habitará en medio de su pueblo, en el vientre de la hija de Sión. En el diálogo entre el ángel y María se realiza exactamente esta promesa: María se identifica con el pueblo desposado con Dios, es en realidad la hija de Sión en persona; en ella se cumple la espera de la venida definitiva de Dios, en ella habita el Dios vivo.

En el saludo del ángel, María es llamada “llena de gracia”; en griego el término “gracia”, charis, tiene la misma raíz lingüística de la palabra “alegría”. Incluso en esta expresión se aclara aún más la fuente de la alegría de María: la alegría proviene de la gracia, que viene de la comunión con Dios, de tener una relación tan vital con Él, de ser morada del Espíritu Santo, totalmente modelada por la acción de Dios. María es la criatura que de una manera única ha abierto la puerta a su Creador, se ha puesto en sus manos, sin límites. Ella vive totalmente de la y en la relación con el Señor; es una actitud de escucha, atenta a reconocer los signos de Dios en el camino de su pueblo; se inserta en una historia de fe y de esperanza en las promesas de Dios, que constituye el tejido de su existencia. Y se somete libremente a la palabra recibida, a la voluntad divina en la obediencia de la fe.

El evangelista Lucas narra la historia de María a través de un buen paralelismo con la historia de Abraham. Así como el gran patriarca fue el padre de los creyentes, que ha respondido al llamado de Dios a salir de la tierra en la que vivía, de su seguridad, para iniciar el viaje hacia una tierra desconocida y poseída solo por la promesa divina, así María confía plenamente en la palabra que le anuncia el mensajero de Dios y se convierte en un modelo y madre de todos los creyentes.

Me gustaría hacer hincapié en otro aspecto importante: la apertura del alma a Dios y a su acción en la fe, también incluye el elemento de la oscuridad. La relación del ser humano con Dios no anula la distancia entre el Creador y la criatura, no elimina lo que el apóstol Pablo dijo ante la profundidad de la sabiduría de Dios, “¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!” (Rm. 11, 33). Pero así aquel –que como María--, está abierto de modo total a Dios, llega a aceptar la voluntad de Dios, aún si es misteriosa, a pesar de que a menudo no corresponde a la propia voluntad y es una espada que atraviesa el alma, como proféticamente lo dirá el viejo Simeón a María, en el momento en que Jesús es presentado en el Templo (cf. Lc. 2,35). El camino de fe de Abraham incluye el momento de la alegría por el don de su hijo Isaac, pero también un momento de oscuridad, cuando tiene que subir al monte Moria para cumplir con un gesto paradójico: Dios le pidió que sacrificara al hijo que le acababa de dar. En el monte el ángel le dice: “No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu único hijo” (Gen. 22,12); la plena confianza de Abraham en el Dios fiel a su promesa existe incluso cuando su palabra es misteriosa y difícil, casi imposible de aceptar. Lo mismo sucede con María, su fe vive la alegría de la Anunciación, pero también pasa a través de la oscuridad de la crucifixión del Hijo, a fin de llegar hasta la luz de la Resurrección.

No es diferente para el camino de fe de cada uno de nosotros: encontramos momentos de luz, pero también encontramos pasajes en los que Dios parece ausente, su silencio pesa sobre nuestro corazón y su voluntad no se corresponde con la nuestra, con aquello que nos gustaría. Pero cuanto más nos abrimos a Dios, recibimos el don de la fe, ponemos nuestra confianza en Él por completo --como Abraham y como María--, tanto más Él nos hace capaces, con su presencia, de vivir cada situación de la vida en paz y garantía de su lealtad y de su amor. Pero esto significa salir de sí mismos y de los propios proyectos, porque la Palabra de Dios es lámpara que guía nuestros pensamientos y nuestras acciones.

Quiero volver a centrarme en un aspecto que surge en las historias sobre la infancia de Jesús narradas por san Lucas. María y José traen a su hijo a Jerusalén, al Templo, para presentarlo y consagrarlo al Señor como es requerido por la ley de Moisés: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor” (Lc. 2, 22-24). Este gesto de la Sagrada Familia adquiere un sentido más profundo si lo leemos a la luz de la ciencia evangélica del Jesús de doce años que, después de tres días de búsqueda, se le encuentra en el templo discutiendo entre los maestros. A las palabras llenas de preocupación de María y José: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”, corresponde la misteriosa respuesta de Jesús: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?” (Lc. 2,48-49). Es decir, en la propiedad del Padre, en la casa del Padre, como lo está un hijo. María debe renovar la fe profunda con la que dijo "sí" en la Anunciación; debe aceptar que la precedencia la tiene el verdadero Padre de Jesús; debe ser capaz de dejar libre a ese Hijo que ha concebido para que siga con su misión. Y el "sí" de María a la voluntad de Dios, en la obediencia de la fe, se repite a lo largo de toda su vida, hasta el momento más difícil, el de la Cruz.

Frente a todo esto, podemos preguntarnos: ¿cómo ha podido vivir de esta manera María junto a su Hijo, con una fe tan fuerte, incluso en la oscuridad, sin perder la confianza plena en la acción de Dios? Hay una actitud de fondo que María asume frente a lo que le está sucediendo en su vida. En la Anunciación, ella se siente turbada al oír las palabras del ángel --es el temor que siente el hombre cuando es tocado por la cercanía de Dios--, pero no es la actitud de quien tiene temor ante lo que Dios puede pedir. María reflexiona, se interroga sobre el significado de tal saludo (cf. Lc. 1,29). La palabra griega que se usa en el Evangelio para definir este “reflexionar”, “dielogizeto”, se refiere a la raíz de la palabra “diálogo”. Esto significa que María entra en un diálogo íntimo con la Palabra de Dios que le ha sido anunciada, no la tiene por superficial, sino la profundiza, la deja penetrar en su mente y en su corazón para entender lo que el Señor quiere de ella, el sentido del anuncio. Otra referencia sobre la actitud interior de María frente a la acción de Dios la encontramos, siempre en el evangelio de san Lucas, en el momento del nacimiento de Jesús, después de la adoración de los pastores. Se dice que María “guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc, 2,19); el término griego es symballon, podríamos decir que Ella “unía”, “juntaba” en su corazón todos los eventos que le iban sucediendo; ponía cada elemento, cada palabra, cada hecho dentro del todo y lo comparaba, los conservaba, reconociendo que todo proviene de la voluntad de Dios. María no se detiene en una primera comprensión superficial de lo que sucede en su vida, sino que sabe mirar en lo profundo, se deja interrrogar por los acontecimientos, los procesa, los discierne, y adquiere aquella comprensión que solo la fe puede garantizarle. Y la humildad profunda de la fe obediente de María, que acoge dentro de sí misma incluso aquello que no comprende de la acción de Dios, dejando que sea Dios quien abra su mente y su corazón. “Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor” (Lc. 1,45), exclama la pariente Isabel. Es por su fe que todas las generaciones la llamarán bienaventurada.

Queridos amigos, la solemnidad de la Natividad del Señor, que pronto celebraremos, nos invita a vivir esta misma humildad y obediencia de la fe. La gloria de Dios se manifiesta en el triunfo y en el poder de un rey, no brilla en una ciudad famosa, en un palacio suntuoso, sino que vive en el vientre de una virgen, se revela en la pobreza de un niño.

La omnipotencia de Dios, también en nuestras vidas, actúa con la fuerza, a menudo silenciosa, de la verdad y del amor. La fe nos dice, por lo tanto, que el poder inerme de aquel Niño, al final gana al ruido de los poderes del mundo.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

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