19.12.12

Crisis y recortes en El Vaticano

A las 7:13 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : El Vaticano

Son tiempos difíciles para Europa, espiritual y económicamente. Tiempos de contracción, de impuestos salados, de desempleo y de sensación cotidiana de crisis. Una crisis que ya contagió El Vaticano y convenció a sus superiores sobre la urgencia de apretar el cinturón. Por eso ya se trabaja en una serie de recortes a varios niveles, para asegurar el ahorro. Y aunque se evitarán a toda costa los despidos, la reducción de gasto ya alcanzó hasta las medallas pontificias, regalo para invitados ilustres.

Las arcas papales ya acusan pérdidas significativas, los presupuestos están en rojo. Así lo reconoció el secretario de Estado, Tarcisio Bertone, apenas ayer martes 18 de diciembre en un discurso ante los empleados de la Prefectura de los Asuntos Económicos de la Santa Sede.

“Especialmente en las actuales circunstancias históricas, también la Santa Sede debe proceder a una reducción gradual pero efectiva de costos ante el perdurar de una imposibilidad de aumentar lo recaudado, al menos en proporción a las pérdidas que últimamente se están registrando en los balances consolidados”, dijo. Pese al lenguaje típicamente diplomático, el mensaje de Bertone fue claro: las donaciones son las que son, pero los gastos aumentan constantemente. Una situación así resulta insostenible para cualquier gobierno.

De ahí la necesidad de poner manos a la obra. Según el secretario, “en un clima de cordialidad, de diálogo y de confianza recíproca”, se tomarán las decisiones de renovación y de reforma “que resultarán necesarias, a fin de ofrecer un servicio cada vez más adecuado al sucesor de Pedro”. Casi una metáfora la del cardenal, porque en la Curia Romana los recortes nunca son recibidos con “cordialidad”.

Más adelante estableció que “la necesaria transparencia de las actividades económicas y financieras de la Santa Sede exige un empeño cada vez más incisivo y acompañado por la rectitud de parte de las administraciones individuales en la gestión del patrimonio y de las actividades económicas, con puntual solicitud de las necesarias autorizaciones y fiel transmisión de los datos contables a los órganos superiores”.

En estos términos, los administradores de los entes vaticanos permiten los despilfarros o no informan “fielmente” de sus gastos las oficinas centrales. O ambas cosas a la vez. Afirmación que parece chocar con los testimonios de oficiales de mediano nivel en la Curia Romana quienes aseguran que, hoy por hoy, deben pedir autorización prácticamente para todo, incluso hasta para comprar simple material de papelería.

La cosa es que por alguna rendija (o varias) se disipan los recursos. El caso del nacimiento gigante de la Plaza de San Pedro, reportado en este blog, es sólo un ejemplo. Bertone parece dispuesto a sellar algunas de estas fallas. Por eso apuntó: “Es más que necesario que crezca en todos la consciencia que debemos sostener no sólo la misión de la Iglesia y de la Santa Sede, sino también su credibilidad. Esto será posible gracias al trabajo de las varias administraciones llamadas a obrar para que cada patrimonio, cada intercambio económico, cada inversión, cada actividad administrativa tenga como referencia último el señor y su reino”.

Serafines susurran.- Que, como parte de las medidas de “blindaje” puestas en práctica para afrontar la crisis, destaca una reforma profunda al reglamento de la Prefectura de los Asuntos Económicos de la Santa Sede, un organismo que hasta ahora fungía simplemente como una “contaduría central” que sólo se dedicaba a vigilar balances.

Con las nuevas normas esa oficina recuperará su competencia de programación y, además de controlar, establecerá principios rectores para las finanzas pontificias. Esto la dotará de mayor poder para intervenir en los casos en que algunos renglones pesen exageradamente sobre el conjunto de los balances.

Querubines replican.- Que hasta cuatro nombres circulan en la Curia Romana como parte de la consulta informal sobre quien podría ser el próximo secretario de Estado del Vaticano en sustitución de Bertone, el cual cumplió los 78 años el pasado 2 de diciembre. Se trata de dos personajes de la diplomacia pontificia y dos externos.

Esta consulta de pasillo surge del creciente interés porque el Papa sustituya a su principal colaborador. Cosa que, como señalamos en este espacio, resulta inverosímil. Ante todo porque Joseph Ratzinger, con sus 86 años y sus cada vez mayores dificultades físicas, sabe de lo traumático y complicado que sería un cambio de semejante magnitud. Pero, además, existen otros detalles concretos que alejan esa posibilidad. En los últimos meses algunos cardenales solicitaron audiencia a Benedicto XVI e incluyeron, en la lista de sus temas a tratar el asunto Bertone. En todos los casos el pontífice personalmente tachó el particular. Como si no quisiera saber nada con eso.