4.12.13

 

En unas horas en que los argentinos asistimos a una ola de asaltos a comercios en la provincia de Córdoba, declarada en estado de sitio, me resuena insistentemente en la conciencia la indignación que surge cuando se agravia “nuestra casa”, y estableciendo algunas relaciones, me pregunto: ¿qué importancia tienen para los católicos los templos, los lugares sagrados?¿No son acaso también, “nuestras casas”?…

Y así como veíamos con espanto el intento de profanación de las hordas abortistas hace unos días en San Juan, no puedo dejar de preguntarme, con respeto filial, pero también con el derecho que asiste a los hijos sobre la casa de su Padre: ¿sólo se considera profanación si ésta se realiza de manera violenta?

El diccionario de la RAE, sobre el verbo “profanar” (Del lat. profanāre), define: 1. tr. Tratar algo sagrado sin el debido respeto, o aplicarlo a usos profanos.

2. tr. Deslucir, desdorar, deshonrar, prostituir, hacer uso indigno de cosas respetables.

Y me pregunto entonces cuál es el nombre que debe darse a un “Acto” por el 20º Aniversario del Establecimiento de las Relaciones Diplomáticas entre el Estado de Israel y la Santa Sede dentro de … la Catedral de Buenos Aires.

Y bien; así como no puedo comprender por qué en un colegio que hay capilla se decide celebrar las Primeras Comuniones en el salón de actos, no puedo comprender por qué en una ciudad que cuenta con más de un salón, plaza, edificio, estadio, o lo que fuere para celebrar un acto político-diplomático -sin entrar en pormenores sobre el sionismo o sobre las matanzas actuales a cristianos por parte de Israel-, se utiliza un templo, en franca contradicción con lo que se nos presenta como la Ley de la Iglesia, sea en materia de doctrina como en materia jurídica, esto es, el Catecismo y el Código de Derecho Canónico.

Porque a decir verdad, yo creo sinceramente en su validez; creo en su vigencia, y creo en la necesidad de que todo hijo de la Iglesia contribuya a su conocimiento y cumplimiento, en pro del bien común espiritual, precisamente “para que el mundo crea”.

Acudo, entonces, primero al Catecismo, que refiere lo siguiente:

1180 Cuando el ejercicio de la libertad religiosa no es impedido (cf DH 4), los cristianos construyen edificios destinados al culto divino. Estas iglesias visibles no son simples lugares de reunión, sino que significan y manifiestan a la Iglesia que vive en ese lugar, morada de Dios con los hombres reconciliados y unidos en Cristo.

1181 “En la casa de oración se celebra y se reserva la sagrada Eucaristía, se reúnen los fieles y se venera para ayuda y consuelo los fieles la presencia del Hijo de Dios, nuestro Salvador, ofrecido por nosotros en el altar del sacrificio. Esta casa de oración debe ser hermosa y apropiada para la oración y para las celebraciones sagradas” (PO 5; cf SC 122-127). En esta “casa de Dios", la verdad y la armonía de los signos que la constituyen deben manifestar a Cristo que está presente y actúa en este lugar (cf SC 7):

1182 El altar de la Nueva Alianza es la Cruz del Señor (cf Hb 13,10), de la que manan los sacramentos del Misterio pascual…

1183 El tabernáculo debe estar situado “en las iglesias en el lugar más digno y con el máximo honor” (Pablo VI, Carta enc. Mysterium fidei). La nobleza, la disposición y la seguridad del tabernáculo eucarístico (SC 128) deben favorecer la adoración del Señor realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar…

1184 La sede del obispo (cátedra) o del sacerdote “debe significar su oficio de presidente de la asamblea y director de la oración” (cf. Institución general del Misal romano, 271: Misal Romano).

El ambón: “La dignidad de la Palabra de Dios exige que en la iglesia haya un sitio reservado para su anuncio, hacia el que, durante la liturgia de la Palabra, se vuelva espontáneamente la atención de los fieles” (cf. Institución general del Misal romano, 272: Misal Romano).

1185 La reunión del pueblo de Dios comienza por el Bautismo; por tanto, el templo debe tener lugar apropiado para la celebración del Bautismo (baptisterio) y favorecer el recuerdo de las promesas del bautismo (agua bendita).

La renovación de la vida bautismal exige la penitencia. Por tanto, el templo debe estar preparado para que se pueda expresar el arrepentimiento y la recepción del perdón, lo cual exige asimismo un lugar apropiado.

El templo también debe ser un espacio que invite al recogimiento y a la oración silenciosa, que prolonga e interioriza la gran plegaria de la Eucaristía.

1186 Finalmente, el templo tiene una significación escatológica. Para entrar en la casa de Dios ordinariamente se franquea un umbral, símbolo del paso desde el mundo herido por el pecado al mundo de la vida nueva al que todos los hombres son llamados. La Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia la cual el pueblo de Dios está en marcha y donde el Padre “enjugará toda lágrima de sus ojos” (Ap 21,4). Por eso también la Iglesia es la casa de todos los hijos de Dios, ampliamente abierta y acogedora.

1672 Ciertas bendiciones tienen un alcance permanente: su efecto es consagrar personas a Dios y reservar para el uso litúrgico objetos y lugares.(…). Como ejemplo de las que se refieren a objetos, se puede señalar la dedicación o bendición de una iglesia o de un altar, la bendición de los santos óleos…”

Vamos en segundo lugar al Código de Derecho Canónico, que explicita acerca de Los Lugares Sagrados (Cann. 1205 - 1243):

1205 Son lugares sagrados aquellos que se destinan al culto divino o a la sepultura de los fieles mediante la dedicación o bendición prescrita por los libros litúrgicos.

1210 En un lugar sagrado sólo puede admitirse aquello que favorece el ejercicio y el fomento del culto, de la piedad y de la religión, y se prohíbe lo que no esté en consonancia con la santidad del lugar. Sin embargo, el Ordinario puede permitir, en casos concretos, otros usos, siempre que no sean contrarios a la santidad del lugar.

1211 Los lugares sagrados quedan violados cuando, con escándalo de los fieles, se cometen en ellos actos gravemente injuriosos que, a juicio del Ordinario del lugar, revisten tal gravedad y son tan contrarios a la santidad del lugar, que en ellos no se puede ejercer el culto hasta que se repare la injuria por un rito penitencial a tenor de los libros litúrgicos.

1212 Los lugares sagrados pierden su dedicación o bendición si resultan destruidos en gran parte o si son reducidos permanentemente a usos profanos por decreto del Ordinario o de hecho.

1214 Por iglesia se entiende un edificio sagrado destinado al culto divino, al que los fieles tienen derecho a entrar para la celebración, sobre todo pública, del culto divino.

1217 § 1. Concluida la construcción en la forma debida, la nueva iglesia debe dedicarse o al menos bendecirse cuanto antes, según las leyes litúrgicas.

§ 2. Dedíquense con rito solemne las iglesias, sobre todo las catedrales y parroquiales.

1220 § 1. Procuren todos aquellos a quienes corresponde, que en las iglesias haya la limpieza y pulcritud que convienen a la casa de Dios, y evítese en ellas cualquier cosa que no esté en consonancia con la santidad del lugar.

1222 § 1. Si una iglesia no puede emplearse en modo alguno para el culto divino y no hay posibilidad de repararla, puede ser reducida por el Obispo diocesano a un uso profano no sórdido.

§ 2. Cuando otras causas graves aconsejen que una iglesia deje de emplearse para el culto divino, el Obispo diocesano, oído el consejo presbiteral, puede reducirla a un uso profano no sórdido, con el consentimiento de quienes legítimamente mantengan derechos sobre ella, y con tal de que por eso no sufra ningún detrimento el bien de las almas.

Ahora bien: ¿qué tipo de actos son considerados “contrarios a la santidad del lugar”? ¿Solamente cuando se transforma en una suerte de discoteca, como sucedió hace unos meses?… Reiteramos, ¿un acto político-diplomático con personas que no admiten la presencia real de Nuestro Señor en la Eucaristía, ni su Divinidad -en tiempos en que la Iglesia nos une en mirada “expectante” hacia la celebración de su Nacimiento-, no es contrario, o al menos incongruente con tal santidad? ¿Cómo podemos “mirar para otro lado” aunque se trate de actos políticos espinosos, cuando éstos tienen ingerencia directa sobre algo que atañe a la fe, como es el uso de nuestros lugares sagrados, “santos lugares” también, al fin y al cabo?

¿Luego de las reacciones suscitadas por un grupo de fieles ante la reciente conmemoración de la noche de los cristales rotos -que también fue un acto político-, no se ha comprobado suficientemente que tales “usos” de los Lugares sagrados constituyen “escándalo para los fieles”? ¿O las almas de éstos no merecen ninguna consideración, aún cuando no se comparta totalmente el modo de su reacción?

Dirán algunos que se trata sólo de agitadores, de “fundamentalistas” –haciéndose eco de los editores de la Agencia Judía de Noticias-, o incluso minimizarán la reacción, atribuyéndola a sectores afines al lefebvrismo.

Pero resulta que la perplejidad no les es exclusiva, en lo más mínimo. Prueba de ello ha sido la carta que circuló en los días siguientes, escrita por María Luz Mozo Weiss, nada menos que descendiente de víctimas de Auschwitz, católica conversa del judaísmo, y de quien puedo dar al menos testimonio de su “existencia” en Facebook, como una católica de fe sencilla y sincera. De su carta al Arz. Poli extraigo algunos párrafos :

Su Excelencia Reverendísima Monseñor Mario Aurelio Poli.
Su Excelencia, me dirijo a usted consternada por lo acaecido en la Catedral Metropolitana el pasado 12 de noviembre. Primero deseo presentarme, me llamo María Luz Mozo Weisz, como puede usted ver por mí segundo apellido, la familia de mi madre era judía, y murió en Auschwitz.
Yo soy española, nací en Madrid en 1975. Mí padre es español y vivo en España, pero hasta aquí han llegado las tristes noticias de lo acaecido en Buenos Aires, la televisión, las redes sociales se han hecho eco de la noticia y cada día amanezco con algún triste titular que hace referencia a ella, y sinceramente como católica no entiendo, como familiar de víctimas de la Shoa tampoco.
(…) Yo me siento feliz y orgullosa de mi ascendencia, pues llevó en mis venas una gota de la Sangre de Mí Redentor. (…) Pero yo fui educada en el catolicismo conciliar, que es el que me ha tocado vivir, usted que es mayor y tiene más bagaje y experiencia, y también por edad, le tocó conocer también el catolicismo preconciliar, así tiene usted la suerte de tener una visión con perspectiva. (…)
Se preguntara por que le cuento todo esto, pero créame tiene sentido. Y es que no entiendo que están haciendo, porque lo están haciendo y cuál es el verdadero objeto de todo esto.
¿Qué sentido tiene rememorar una circunstancia tan dolorosa como la noche de los cristales rotos cada año? ¿Qué sentido tiene hacerlo en Buenos Aires? ¿Qué sentido tiene hacerlo en una Catedral Católica? ¿Y por qué tanto empeño cada año en celebrar esa desgracia en una Catedral católica cuando hay parte de la feligresía “católica” que se siente ofendida y permítame decírselo CON RAZÓN.?
Como descendiente del judaísmo no lo entiendo, no entiendo tampoco el empeño de los judíos en conmemorar ese acto cada año en una Catedral Católica. Como Católica no entiendo, el empeño de los prelados en realizar actos que nada tienen que ver con el culto en una Catedral, y aunque fuese una ermita tampoco lo entendería. Usted es Arzobispo y sabe de teología, de derecho canónico, de tradición católica, muuucho más que yo.
Lo primero que debo decirle es que una de las organizaciones responsables del encuentro interreligioso que se realizó en la Catedral, es la B’nai Brith de Argentina, que es una organización judeo-masónica nacida en New York en el 1843.
(…) La masonería ha sido condenada por la Iglesia en muchas ocasiones mediante pronunciamientos papales (enumera la carta 23 documentos magisteriales) (…) ¿Y siendo que no es una acto de culto a Dios por que hacerlo dentro de una catedral?
El Código de Derecho Canónico de 1917 señala esa misma condena en los cánones 684, 1349 y 2335. La participación de grupos contrarios a la fe o que promulgan ideas contra la Iglesia o su destrucción dentro de la Iglesia suponen profanación y conforme al canon 1376 del CDC vigente, este acto merece un castigo de pena justa.
Tal acto (el de la conmemoración) pudo haber sido realizado en otro lugar y no en un Templo Católico.
El Código de Derecho Canónico en vigencia apunta a que es prohibitivo el uso de un lugar santo para fines contrarios a la santidad del lugar, canon 1210. A pesar que conforme el canon 1213 se estipula que la Autoridad Eclesiástica ejerce libremente sus poderes y funciones en los lugares sagrados, no es menos cierto que esa libertad no puede estar en contraposición o menoscabo a lo establecido en el canon antes citado.
El canon 1371 dice que debe ser castigado con pena justa quien enseña una doctrina condenada por el Romano Pontífice o por un Concilio Ecuménico o rechaza pertinazmente la doctrina descrita en el c. 752, (…)y, amonestado por la Sede Apostólica o por el Ordinario, no se retracta. Lo cual supondría profanación si quien incumple uno de estos cánones no asiente a nuestra forma de fe con respeto y coherencia. Por lo cual entiendo que sería profanación ya que aquellos que participaron de esa actividad en la Catedral de Buenos Aires no asienten en nuestra fe, sino todo lo contrario, esto en el caso de la B’nai B’rith que se dice pertenecer a la masonería, por lo cual aplica como le dije el canon 1376 que lee así: “Quien profana una cosa sagrada, mueble o inmueble, debe ser castigado con una pena justa.”
Podría seguir citando pero estaría entrando en redundancia.
¿Por qué un Arzobispo Católico y El ahora Papá se empeña año tras año en consentir en actos de esta índole en una Catedral católica? ¿Por qué un Pastor católico permite el insulto y la difamación de su feligresía? ¿ Por qué no es más padre para sus hijos y si es todo cortesía para los extraños? ¿Por qué los católicos del mundo tenemos que contemplar tan triste espectáculo y que se tilde a nuestros hermanos de fundamentalistas católicos?
(…)Mire honestamente confieso que no he asistido para mí desgracia a ninguna Misa Tridentina, pues como le dije crecí en el conciliarismo, pero usted si. ¿Es tan malo? ¿Es malo adorar a Dios como lo ha hecho la Iglesia por casi 2000 años?
¿O quizás alguien se equivocó en los años sesenta?¿Cree sinceramente que salimos ganando con el cambio? ¿No se ha enfriado nuestra fe y nuestro amor? ¿No tiene que ver eso con la desacralización de los sacramentos y nuestros actos de piedad que se tornan cada vez más gélidos?
Y ahora le pregunto :Llama provocadores a los católicos que fueron a desagraviar el agravio, y también los han llamado nazis. Yo sinceramente no se quién es el provocador. Y si ellos son Nazis, ¿lo soy yo, que llevo sangre judía a mucha honra en mis venas?

Mire su excelentísima, los católicos sufrimos constantemente profanaciones en nuestros templos, cuando no nos echan una bomba fétida como recientemente en Paris nos pone una de verdad masacrando a nuestros hermanos, Siria, Irak, Paquistán, Nigeria, China… y un largo y triste etc…¿Cree que es necesario que nos sintamos también abandonados y violentados por los nuestros?

¿Cree que un judío o un musulmán prestarían sus templos para esos eventos? No, no lo harán, ni se les pasaría por la cabeza, porque para ellos su templo es sagrado, ¿y para usted lo es?…”

Más allá de lo representada que me he sentido por algunas expresiones de María, me preocupa, sobre todo, su fe, porque aunque no conozco su rostro, ella es verdaderamente mi hermana por el Bautismo. Y me preocupa la fe de muchos que como ella, han recibido la inmensa gracia de la conversión a nuestra santa fe católica, y efectivamente, sufren escándalo con este tipo de “programas” políticos.

Sabemos bien que los sentimientos no son buenos consejeros, pero resulta que por otra parte se nos habla mucho de cuidar de “no ofender los sentimientos ajenos", y entonces…¿no debemos ser todos custodios de la fe de nuestros hermanos, empezando por casa, y preservando a los más pequeños del escándalo?…Si voy razonando equivocadamente, agradeceré correcciones.

Y si de algo sirviera, finalmente, suplico filial y fervientemente a Mons. Poli, en favor de quienes le hemos sido encomendados: ¿podría realizarse el acto programado fuera del templo, por amor de María Inmaculada?