ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 07 de diciembre de 2013

La frase del día

“En todos los peligros invoquen a María, y les aseguro que serán librados”. San Juan Bosco (1815 - 1888)

 


El papa Francisco

Francisco: hay un falso modelo de sociedad que descarta a los más débiles
Ante una delegación del Instituto Dignitatis Humanae, el Papa pide redescubrir el verdadero significado de la libertad, la justicia y la dignidad del hombre

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Enfermo
Francisco invita a llevar la esperanza y la sonrisa de Dios a los que sufren

Santa Sede

El Papa recibe a los miembros del Pontificio Consejo para los Laicos
Francisco: 'Es indispensable estar presentes en Internet'. Concluyen los trabajos de la XXVI Asamblea Plenaria de este dicasterio vaticano, con el tema 'Anunciar a Cristo en la era digital'

Francisco de Asís y la reforma de la Iglesia por la vía de la santidad
Texto completo de la primera predicación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap

Iglesia y Religión

España y Latinoamérica celebran hoy la gran vigilia de la Inmaculada
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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Santa María Josefa Rossello
«Esta fundadora fue un apóstol infatigable, una maestra de la misericordia y de la ternura. Luchó por su vocación y venció toda contrariedad. Emprendió grandes obras, entre otras un seminario para fomento de vocaciones al sacerdocio»

Comentario al Evangelio

La Inmaculada, esperanza y garantía de salvación
Comentario al evangelio de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción /A


El papa Francisco


Francisco: hay un falso modelo de sociedad que descarta a los más débiles
Ante una delegación del Instituto Dignitatis Humanae, el Papa pide redescubrir el verdadero significado de la libertad, la justicia y la dignidad del hombre

Por Redacción

MADRID, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco ha encontrado este sábado a una delegación del Instituto Dignitatis Humanae. En su discurso, el Santo Padre ha denunciado que "en nuestra época, rica de tantas conquistas y esperanzas, no faltan poderes y fuerzas que terminan por producir una cultura del descarte, que tiende a convertirse en mentalidad común".

Para el Pontífice, “las victimas de esa cultura son precisamente los seres humanos más débiles y frágiles – los niños por nacer, los más pobres, los viejos enfermos, los inválidos graves… –, que corren el riesgo de ser ‘descartados’, expulsados por un engranaje que debe ser eficiente a todo precio". La causa de "este falso modelo de hombre y de sociedad", ha explicado el Papa, es "un ateísmo práctico" que niega la Palabra de Dios.

En cambio - ha recordado el Santo Padre - si dejamos que la Palabra de Dios “ponga en discusión nuestras formas de pensar y de actuar, los criterios, las prioridades y las elecciones, entonces las cosas pueden cambiar”. “La fuerza de esta Palabra pone límites a quien quiera volverse hegemónico prevaricando los derechos y la dignidad de los otros. Al mismo tiempo, dona esperanza y consolación a quien no es capaz de defenderse, a quien no dispone de medios intelectuales y prácticos para afirmar el valor del propio sufrimiento, de los propios derechos, de la propia vida”, ha subrayado.

Asimismo, el Pontífice ha señalado que en la Doctrina social de la Iglesia “hay un fruto particularmente significativo del largo camino del Pueblo de Dios en la historia moderna y contemporánea: la defensa de la libertad religiosa, de la vida en todas sus fases, del derecho al trabajo y al trabajo decente, de la familia, de la educación”. 

Refiriéndose al propio Instituto Dignitatis Humanae, el Santo Padre ha asegurado que “son bienvenidas” todas las iniciativas que “pretenden ayudar a las personas, a las comunidades y a las instituciones a redescubrir la portada ética y social del principio de la dignidad humana, raíz de libertad y de justicia.

Finalmente, el papa Francisco ha indicado que "es necesaria una obra de sensibilización y de formación, para que los fieles laicos, en cualquier condición, y especialmente aquellos que se comprometen en el campo político, sepan pensar según el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia y actuar coherentemente, dialogando y colaborando con cuantos, con sinceridad y honestidad intelectual, comparten, sino la fe, al menos una visión similar de hombre y de sociedad y sus consecuencias éticas". Y ha concluido diciendo que "no son pocos los no cristianos y los no creyentes convencidos que la persona humana deba ser siempre un fin y jamás un medio”. 

El Instituto Dignitatis Humanae es una iniciativa fundada en 2008 por un pequeño grupo de parlamentarios europeos y altos funcionarios católicos. Su principal impulsor, Benjamin Harnwell, era en aquel tiempo jefe de gabinete de Nirj Deva, un representante británico en el Parlamento europeo, presidente del Comité Internacional sobre Dignidad Humana. Harnwell tuvo la idea del Instituto en 2004 después de que el político italiano Rocco Buttiglione fuese forzado a dimitir de la nominación italiana como candidato a la Vicepresidencia de la Comisión Europea por sus puntos de vista sobre la homosexualidad.

Esta entidad tiene como objetivo sostener la dignidad humana fundamentada en la verdad antropológica de que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y por eso tiene una innata dignidad de valor infinito que debe ser acogida. La promoción de esta perspectiva se lleva a cabo a través del apoyo a los cristianos en la vida pública, asistiéndoles para que presenten respuestas coherentes y efectivas a los crecientes intentos de silenciar su voz en el espacio público.

(RED/IV)

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Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Enfermo
Francisco invita a llevar la esperanza y la sonrisa de Dios a los que sufren

Por Redacción

MADRID, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - La Iglesia reconoce en los enfermos "una presencia especial de Cristo sufriente". Son las palabras del papa Francisco en su mensaje para la XXII Jornada Mundial del Enfermo sobre el tema "La fe y la caridad: también nosotros debemos dar la vida por los hermanos". Cada año, este día se celebra el 11 de febrero, coincidiendo con la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes.

En el texto, difundido hoy por la sala de prensa de la Santa Sede, el Pontífice habla de esperanza, "porque en el plan de amor de Dios, incluso en la noche del dolor se abre la luz de la Pascua ", y de coraje "para hacer frente a cualquier adversidad en su compañía, unidos a Él".

El Santo Padre recuerda también que Jesús tomó sobre sí la enfermedad y el sufrimiento, transformándolos a la luz de "una vida nueva en plenitud" que cambia las experiencias negativas en positivas.

Así, pues, siguiendo el camino de Cristo, que se entregó por amor, también nosotros "podemos amar a los demás como Dios nos ha amado, dando la vida por nuestros hermanos", subraya el Papa. Además, "la fe en Dios bueno - escribe el Pontífice - se convierte en la bondad, la fe en Cristo crucificado se convierte en fuerza de amar hasta el final e incluso a nuestros enemigos”.

Acercándonos con ternura "a aquellos que están necesitados de atención - continúa el Santo Padre - llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en las contradicciones del mundo". Una generosa entrega a los demás que se convierte en el estilo de nuestras acciones.

Y María es el modelo cristiano "para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada”. "La Santísima Virgen, madre de los enfermos y de los que sufren, permanece "al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena", asegura el Papa.

Además, para el Pontífice la Cruz "es la certeza del amor fiel de Dios por nosotros", que "nos invita a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña a mirar siempre a los demás con misericordia y amor, especialmente a los que sufren, a los que necesitan ayuda”.

Por último, el papa Francisco exhorta a vivir esta Jornada Mundial de los Enfermos "en comunión con Jesucristo" apoyando a los que cuidan de los enfermos y los que sufren.

(RED/IV)

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Santa Sede


El Papa recibe a los miembros del Pontificio Consejo para los Laicos
Francisco: 'Es indispensable estar presentes en Internet'. Concluyen los trabajos de la XXVI Asamblea Plenaria de este dicasterio vaticano, con el tema 'Anunciar a Cristo en la era digital'

Por Redacción

MADRID, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco ha señalado hoy que Internet no es suficiente para el anuncio del Evangelio, porque la evangelización precisa del contacto directo y personal con personas reales, "a veces heridos o dolidos", para ofrecerles verdaderas "razones de esperanza". Además, el Pontífice argentino ha calificado la Red como una "realidad difusa, compleja y en continua evolución" que propone "de nuevo" la cuestión siempre actual de la relación entre la fe y la cultura.

En un encuentro con los miembros del Pontificio Consejo para los Laicos, que en los últimos días han celebrado su XXVI Asamblea Plenaria con el tema “Anunciar a Cristo en la era digital”, el Santo Padre ha recordado que "entre las posibilidades que ofrece la comunicación digital, la más importante es la Evangelización". Aun así, ha explicado que "el anuncio se basa en relaciones humanas auténticas y directas para desembocar en un encuentro personal con el Señor".

Pese a esta afirmación, el Papa ha advertido que "no se puede decir que la presencia de la Iglesia en Internet sea inútil". Y ha proseguido destacando como "es indispensable estar presentes, siempre con estilo evangélico, en esto que, sobre todo para los jóvenes, se ha convertido en una especie de forma de vida".

El Pontífice ha apuntado también que los cristianos pueden desilusionarse y toparse con peligros y "monedas falsas" en el Continente Digital, pero les ha asegurado que con ayuda del Espíritu Santo habrá "preciosas posibilidades para guiar a los hombres hacia el rostro luminoso de Jesús".

Por otra parte, el Santo Padre también se ha referido a la "crisis cultural" y ha tratado el papel de la mujer en la sociedad actual. "En la crisis cultural de nuestro tiempo, la mujer se encuentra en la primera línea de batalla para la salvaguardia del ser humano", ha subrayado en alusión al XXIV aniversario de la encíclica Mulieris dignitatem que publicó Juan Pablo II en 1988.

Finalmente, el papa Francisco ha concluido su alocución indicando que la Iglesia siempre está en marcha, a la búsqueda de nuevas vías y nuevos métodos para el anuncio del Evangelio. 

Por su parte, el presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, cardenal Stanisław Ryłko - al comenzar los trabajos el primer día y citando al beato Juan Pablo II- ha recordado que el mundo de Internet "es, por decirlo así, una nueva frontera que se abre al inicio de este nuevo milenio. Como en las nuevas fronteras de otros tiempos, ésta entraña también peligros y promesas [...]. Para la Iglesia, el nuevo mundo del ciberespacio es una llamada a la gran aventura de usar su potencial para proclamar el mensaje evangélico [...] especialmente entre los jóvenes, que se dirigen cada vez más al mundo del ciberespacio como una ventana abierta al mundo".

Continuando con su intervención, el cardenal Ryłko ha afirmado que “al programar nuestros trabajos, hemos querido evitar dos acercamientos extremos que dominan hoy el debate cultural sobre el argumento". "Por un lado - ha explicado - está la tendencia de demonizar la red, que reconoce en ella sólo amenazas y peligros" y "por otro lado - ha añadido - hay una actitud de un aplauso incondicional que ve en las nuevas tecnologías y nuevos lenguajes exclusivamente ventajas, casi como si por sí mismas fueran la garantía de un luminoso futuro para la humanidad".

Para el purpurado, "ambas posiciones se presentan correlacionadas en publicaciones, estudios e investigaciones". "Pero ¿dónde está la verdad?", se ha preguntado. Y el cardenal Ryłko ha concluido: "El dato que emerge del Magisterio es que un cristiano no puede huir del desafío de enfrentarse con la novedad que conlleva el fenómeno".

Por este motivo, los asistentes a la Asamblea Plenaria han considerado “importante” destacar cómo el compromiso en el campo de las comunicaciones “pertenezca a la vocación y misión de los fieles laicos, llamados a la animación y al perfeccionamiento del orden temporal para orientarlo a Dios a través de Cristo”.

En un comunicado, el Pontificio Consejo para los Laicos ha  reconocido también que “sin duda, el ambiente digital está convirtiéndose en uno de los ámbitos más relevantes”. En este sentido, “es urgente que los fieles laicos sean conscientes de los nuevos desafíos que el rápido desarrollo de la tecnología de las comunicaciones pone a la Iglesia”.

Por último, la nota de este dicasterio concluye recordando las indicaciones del último Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización y la reciente exhortación apostólica del papa Francisco Evangelii gaudium, que han puesto “un fuerte acento en la naturaleza misionera de la Iglesia y con ello en la importancia de no descuidar ningún ámbito de la vida del hombre contemporáneo, para que pueda llegar a todos la belleza y la alegría del anuncio del Evangelio”. 

(RED/IV)

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Francisco de Asís y la reforma de la Iglesia por la vía de la santidad
Texto completo de la primera predicación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Ayer, a las nueve de la mañana, el papa Francisco asistió, junto a la Curia Romana, a la primera predicación de Adviento en la Capilla Redemptoris Mater del Vaticano. Como en otras ocasiones, el sermón fue pronunciado por el predicador de la Casa Pontificia, padre Raniero Cantalamessa. El fraile capuchino tituló su reflexión de adviento en preparación a la Navidad: “Francisco de Asís y la reforma de la Iglesia por la vía de la santidad”. A continuación les presentamos la traducción del texto completo de la predicación.

*****

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

Primera Predicación de Adviento 

FRANCISCO DE ASÍS Y LA REFORMA DE LA IGLESIA POR LA VÍA DE LA SANTIDAD

La intención de estas tres meditaciones de Adviento es prepararnos para la Navidad en compañía de Francisco de Asís. De él, en esta primera predicación, quisiera destacar la naturaleza de su vuelta al Evangelio. El teólogo Yves Congar, en su estudio sobre la "Verdadera y falsa reforma en la Iglesia” ve en Francisco el ejemplo más claro de reforma de la Iglesia por medio de la santidad[1]. Nos gustaría entender en qué ha consistido su reforma por medio de la santidad y qué comporta su ejemplo en cada época de la Iglesia, incluida la nuestra.

1. La conversión de Francesco

Para entender algo de la aventura de Francisco es necesario entender su conversión. De tal evento existen, en las fuentes, distintas descripciones con notables diferencias entre ellas. Por suerte tenemos una fuente fiable que nos permite prescindir de tener que elegir entre las distintas versiones. Tenemos el testimonio del mismo Francisco en su testamento,  su ipsissima vox, como se dice de las palabras que seguramente fueron pronunciadas por Jesús en el Evangelio. Dice:

“El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia; en efecto, como estaba en pecados, me parecía  muy amargo ver leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y, al separarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura de alma y de cuerpo; y, después de esto, permanecí un poco de tiempo y salí del siglo”

Y sobre este texto justamente se basan los historiadores, pero con un límite para ellos intransitable. Los históricos, aun los que tienen las mejores intenciones y los más respetuosos con la peculiaridad de la historia de Francisco, como ha sido, entre los italianos Raoul Manselli, no consiguen entender el porqué último de su cambio radical. Se quedan - y justamente por respeto a su método - en el umbral, hablando de un "secreto de Francisco", destinado a quedar así para siempre.

Lo que se consigue constatar históricamente es la decisión de Francisco de cambiar su estado social. De pertenecer a la clase alta, que contaba en la ciudad para la nobleza o riqueza, él eligió colocarse en el extremo opuesto, compartiendo la vida de los últimos, que no contaban nada, los llamados "menores", afligidos por cualquier tipo de pobreza.

Los historiadores insisten justamente sobre el hecho que Francisco, al inicio, no ha elegido la pobreza y menos aún el pauperismo; ¡ha elegido a los pobres! El cambio está motivado más por el mandamiento; "Ama a tu prójimo como a ti mismo!, que no por el consejo: "Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, luego ven y sígueme". Era la compasión por la gente pobre, más que la búsqueda de la propia perfección la que lo movía, la caridad más que la pobreza.

Todo esto es verdad, pero no toca todavía el fondo del problema. Es el efecto del cambio, no la causa. La elección verdadera es mucho más radical: no se trató de elegir entre riqueza y pobreza, ni entre ricos y pobres, entre la pertenencia a un clase en vez de a otra, sino de elegir entre sí mismo y Dios, entre salvar la propia vida o perderla por el Evangelio.

Ha habido algunos (por ejemplo, en tiempos cercanos a nosotros, Simone Weil) que han llegado a Cristo partiendo del amor por los pobres y ha habido otros que han llegado a los pobres partiendo del amor por Cristo. Francisco pertenece a estos segundos. El motivo profundo de su conversión no es de naturaleza social, sino evangélica.  Jesús había formulado la ley una vez por todas con una de las frases más solemnes y seguramente más auténticas del Evangelio: ”Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 16, 24-25)

Francisco, besando al leproso, ha renegado de sí mismo en lo que era más "amargo" y repugnante para su naturaleza. Se ha hecho violencia a sí mismo. El detalle no se le ha escapado a su primer biógrafo que describe así el episodio: “Un día se paró delante de él un leproso: se hizo violencia a sí mismo, se acercó y le besó. Desde eso momento decidió despreciarse cada vez más, hasta que por la misericordia del Redentor obtuvo plena victoria”[2].

Francisco no se fue por voluntad propia hacia los leprosos, movido por una compasión humana y religiosa. "El Señor, escribe, me condujo entre ellos". Y sobre este pequeño detalle que los historiadores no saben - ni podrían - dar un juicio, sin embargo, está al origen de todo. Jesús había preparado su corazón de forma que su libertad, en el momento justo, respondiera a la gracia. Para esto sirvieron el sueño de Spoleto y la pregunta sobre si prefería servir al siervo o al patrón, la enfermedad, el encarcelamiento en Perugia y esa inquietud extraña que ya no le permitía encontrar alegría en las diversiones y le hacía buscar lugares solitarios.

Aún sin pensar que se tratara de Jesús en persona bajo la apariencia de un leproso (como harán otros más tarde, influenciados por el caso análogo que se lee en la vida de san Martín de Tours[3]), en ese momento el leproso para Francisco representaba a todos los efectos a Jesús. ¿No había dicho él: “A mí me lo hicisteis? En ese momento ha elegido entre sí y Jesús. La conversión de Francisco es de la misma naturaleza que la de Pablo. Para Pablo, a un cierto punto, lo que primero había sido una "ganancia" cambió de signo y se convirtió en una "pérdida", "a causa de Cristo" (Fil 3, 5 ss); para Francisco lo que había sido amargo se convirtió en dulzura, también aquí "a causa de Cristo". Después de este momento, ambos pueden decir: "Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí".

Todo esto nos obliga a corregir una cierta imagen de Francisco hecha popular por la literatura posterior y acogida por Dante en la Divina Comedia. La famosa metáfora de las bodas de Francisco con la señora Pobreza que ha dejado huellas profundas en el arte y en la poesía franciscanas puede ser engañosa. No se enamora de una virtud, aunque sea la pobreza; se enamora de una persona. Las bodas de Francisco han sido, como las de otros místicos, un desposorio con Cristo.

A los compañeros que le preguntaban si pensaba casarse, viéndolo una tarde extrañamente ausente y luminoso, el joven Francisco respondió: "Tomaré la esposa más noble y bella que hayáis visto". Esta respuesta normalmente es mal interpretada. Por el contexto parece claro que la esposa no es la pobreza, sino el tesoro escondido y la perla preciosa, es decir Cristo. "Esposa, comenta el Celano que habla del episodio, es la verdadera religión que él abrazó; y el reino de los cielos es el tesoro escondido que él buscó”[4].

Francisco no se casó con la pobreza ni con los pobres; se casó con Cristo y fue por su amor que se casó, por así decir "en segundas nupcias", con la señora Pobreza. Así será siempre en la santidad cristiana. A la base del amor por la pobreza y por los pobres, o hay amor por Cristo, o lo pobres serán en un modo u otro instrumentalizados y la pobreza se convertirá fácilmente en un hecho polémico contra la Iglesia o una ostentación de mayor perfección respecto a otros en la Iglesia, como sucedió, lamentablemente, también a algunos seguidores del Pobrecillo. En uno y otro caso, se hace de la pobreza la peor forma de riqueza, la de la propia justicia.

2. Francisco y la reforma  de la Iglesia

¿Cómo ocurrió que de un acontecimiento tan íntimo y personal como fue la conversión del joven Francisco, comience un movimiento que cambió en su tiempo el rostro de la Iglesia y ha influido tan fuertemente en la historia, hasta  nuestros días?

Es necesario mirar la situación de aquel tiempo. En la época de Francisco la reforma de la Iglesia era una exigencia advertida más o menos conscientemente por todos. El cuerpo de la Iglesia vivía tensiones y laceraciones profundas. Por una parte estaba la Iglesia institucional - papa, obispos, alto clero - desgastada por sus continuos conflictos y por su demasiado estrechas alianzas con el imperio. Una Iglesia percibida como lejana, comprometida en asuntos demasiado más allá de los intereses de la gente. Estaban además las grandes órdenes religiosas, a menudo prósperas por cultura y espiritualidad después de las varias reformas del siglo XI, entre estas la Cisterciense, pero inevitablemente identificadas con grandes propietarios de terrenos, los feudales del tiempo, cercanos y al mismo tiempo lejanos, por problemas y niveles de vida, del pueblo común.

Había también fuertes tensiones que cada uno buscaba aprovechar para sus propias ventajas. La jerarquía buscaba responder a estas tensiones mejorando la propia organización y reprimiendo los abusos, tanto en su interior (lucha contra la simonía y el concubinato de los sacerdotes) como en el exterior, en la sociedad. Los grupos hostiles intentaban sin embargo hacer explotar las tensiones, radicalizando el contraste con la jerarquía dando origen a movimientos más o menos cismáticos. Todos izaban contra la Iglesia el ideal de la pobreza y sencillez evangélica haciendo de esto un arma polémica, más que un ideal espiritual para vivir en la humildad, llegando a poner en discusión también el ministerio ordenado de la Iglesia, el sacerdocio y el papado.

Nosotros estamos acostumbrados a ver a Francisco como el hombre providencial que capta estas demandas populares de renovación, las libera de cualquier carga polémica y las pone en práctica en la Iglesia en profunda comunión y sometida a esta. Francisco por tanto como una especie de mediador entre los heréticos rebeldes y la Iglesia institucional. En un conocido manual de historia de la Iglesia así se presenta su misión:

“Dado que la riqueza y el poder de la Iglesia aparecían con frecuencia como una fuente de males graves y los herejes de la época aprovechaban este argumento como una de las principales acusaciones contra ella, en algunas almas piadosas  se despertó el noble deseo de restaurar la vida pobre de Jesús y de la Iglesia primitiva, para poder así influir de manera más efectiva en el pueblo con la palabra y con el ejemplo” [5].

Entre estas almas es colocada naturalmente en primer lugar, junto con santo Domingo, Francisco de Asís. El historiador protestante Paul Sabatier, si bien tan meritorio sobre los estudios franciscanos, ha vuelto casi canónica entre los historiadores y no solamente entre aquellos laicos y protestantes, la tesis según la cual el cardenal Ugolino (el futuro Gregorio IX) habría querido capturar a Francisco para la Curia, neutralizando la carga crítica y revolucionaria de su movimiento. En práctica el intento de hacer de Francisco, un precursor de Lutero, o sea un reformador por la vía de la crítica y no por la vía de la santidad.

No se si esta intención se pueda atribuir a alguien de los grandes protectores y amigos de Francisco. Me parece difícil atribuirla al cardenal Ugolino y aún menos a Inocencio III, del que es conocida la acción reformadora y el apoyo dado a las diversas formas nuevas de vida espiritual que nacieron en su tiempo, incluidos los frailes menores, los dominicos, los humillados milaneses. Una cosa de todos modos es absolutamente segura: aquella intención nunca había rozado la mente de Francisco. Él no pensó nunca de haber sido llamado a reformar la Iglesia

Hay que tener cuidado de no sacar conclusiones equivocadas de las famosas palabras del Crucifico de San Damián. “Ve Francisco y repara mi Iglesia, que como ves se está cayendo a pedazos”. Las fuentes mismas nos aseguran que él entendía estas palabras en el sentido modesto de tener que reparar materialmente la iglesita de San Damián. Fueron los discípulos y biógrafos que interpretaron - y es necesario decirlo, de manera correcta- estas palabras como referidas a la Iglesia institución y no sólo a la iglesia edificio. Él se quedó siempre en la interpretación literaria y de hecho siguió reparando otras iglesitas de los alrededores de Asís que estaban en ruinas.

También el sueño en el cual Inocencio III habría visto al Pobrecillo  sostener con su hombro la iglesia tambaleante del Laterano no agrega nada nuevo. Suponiendo que el hecho sea histórico (un episodio análogo se narra también sobre santo Domingo), el sueño fue del papa y no de Francisco. Él nunca se vio como lo vemos nosotros hoy en el fresco del Giotto. Esto significa ser reformador por la vía de la santidad, serlo sin saberlo.

3. Francisco y el retorno al evangelio

¿Si no quiso ser un reformador entonces qué quiso ser Francisco? También sobre esto contamos con la suerte de tener un testimonio directo del Santo en su Testamento:

“Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor papa me lo confirmó”.

Alude al momento en el cual, durante una misa, escuchó la frase del Evangelio donde Jesús envía a sus discípulos: “Les mando anunciar el reino de Dios y a curar a los enfermos. Y le dijo: “No lleves nada para el viaje: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, y no tengáis una túnica de recambio”.  (Lc 9, 2-3)[6].

Fue una revelación fulgurante de esas que orienta toda una vida. Desde aquel día fue clara su misión: un regreso simple y radical al evangelio real, el que vivió y predicó Jesús. Recuperar en el mundo la forma y estilo de vida de Jesús y de los apóstoles descrito en los evangelios. Escribiendo la regla para sus hermanos iniciará así:

“La regla y la vida de los frailes menores es esta, o sea observar el santo Evangelio del Señor nuestro Jesucristo”. Francisco teorizó este descubrimiento suyo, haciendo el programa para la reforma de la iglesia. Él realizó en sí la reforma y con ello indicó tácitamente a la iglesia la única vía para salir de la crisis: acercarse nuevamente al evangelio y a los hombres, en particular, a los pobres y humildes.

Este retorno al evangelio se refleja sobre todo en la predicación de Francisco. Es sorprendente pero todos lo han notado: el Pobrecillo habla casi siempre de “hacer penitencia”. A partir de entonces, narra el Celano, con gran fervor y exultación comenzó a predicar la penitencia, edificando a todos con la simplicidad de su palabra y la magnificencia de su corazón. Adonde iba, Francisco decía, recomendaba, suplicaba que hicieran penitencia.

¿Qué quería decir Francisco con esta palabra que amaba tanto? Sobre esto hemos caído (al menos yo he caído por mucho tiempo) en un error. Hemos reducido el mensaje de Francisco a una simple exhortación moral, a un golpearse el pecho, a afligirse y mortificarse para expiar los pecados, mientras esto es mucho mas profundo y tiene toda la novedad del Evangelio de Cristo. Francisco no exhortaba a hacer “penitencias”, sino a hacer “penitencia” (¡en singular!) que, como veremos, es otra cosa.

El Pobrecillo, salvo los pocos casos que conocemos, escribía en latín. Y qué encontramos en el texto latino de su Testamento, cuando escribe: “El Señor me dio, de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia”. Encontramos la expresión “poenitentiam agere”. A él se sabe, le gustaba expresarse con las mismas palabras de Jesús. Y aquella palabra -hacer penitencia- es la palabra con la cual Jesús inició a predicar y que repetía en cada ciudad y pueblo al que iba.

“Después que Juan fue puesto en la prisión Jesús fue a Galilea, predicando el evangelio de Dios y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca , convertíos y creed en el evangelio” (Mc 1,15).

La palabra que hoy se traduce por “convertíos” o “arrepentíos”, en el texto de la Vulgata usado por el Pobrecillo, sonaba “poenitemini” y en Actos 2, 37 aún más literalmente “poenitentiam agite”, hagan penitencia. Francisco no hizo otra cosa que relanzar la gran llamada a la conversación con la cual se abre la predicación de Jesús en el Evangelio y la de los apóstoles en el día de Pentecostés. Lo que él quería decir con "conversión" no necesitaba que se lo explique: su vida entera lo mostraba.

Francisco hizo en su momento aquello que en la época del concilio Vaticano II se entendía con la frase “abatir los bastiones”: Romper el aislamiento de la iglesia, llevarla nuevamente al contacto con la gente. Uno de los factores de oscurecimiento del Evangelio era la transformación de la autoridad entendida como servicio y la autoridad entendida como poder, lo que había producido infinitos conflictos dentro y fuera de la Iglesia. Francisco por su parte resuelve el problema en sentido evangélico. En su orden los superiores se llamarán ministros o sea siervos, y todos los otros frailes, o sea hermanos.

Otro muro de separación entre la Iglesia y el pueblo era la ciencia y la cultura de la cual el clero y los monjes tenían en práctica el monopolio.  Francisco lo sabe y por lo tanto toma la drástica posición que sabemos sobre este punto. El no es contra la ciencia-conocimiento, sino contra la ciencia-poder, aquella que privilegia a quién sabe leer sobre quien no sabe leer y le permite mandar con alteridad al hermano: “¡Traedme el breviario!”. Durante el famoso capítulo de las esteras, en el cual algunos de sus hermanos querían empujarlo a adecuarse a la actitud de las órdenes cultas del tiempo responde con palabras de fuego que dejan a los frailes llenos de temor:

“Hermanos, hermanos míos, Dios me ha llamado a caminar en la vía de la simplicidad y me la ha mostrado. No quiero por lo tanto que me nombren otras reglas, ni la de San Agustín, ni la de San Bernardo o de San Benedicto. El señor me ha revelado cuál es su querer,  que sea un loco en el mundo: esta es la ciencia a la cual Dios quiere que nos dediquemos. Él les confundirá por medio de vuestra misma ciencia”.[7]

Siempre la misma actitud coherente. Él quiere para sí y para sus hermanos la pobreza más rígida, pero en la Regla escribe: “Amonesto y exhorto a todos ellos a que no desprecien ni juzguen a quienes ven que se visten de prendas muelles y de colores y que toman manjares y bebidas exquisitos; al contrario, cada uno júzguese y despréciese a sí mismo”.[8] 

Elige ser un iletrado, pero no condena la ciencia. Una vez que se ha asegurado de que la ciencia no extingue “el espíritu de la santa oración y devoción”, será él mismo el que permita a Fray Antonio (el futuro santo Antonio de Padua) que se dedique a la enseñanza de la teología y san Buenaventura no creerá que traiciona el espíritu del fundador, abriendo la orden a los estudios en las grandes universidades.

Yves Congar ve en esto una de las condiciones esenciales para la “verdadera reforma” en la Iglesia,  la reforma, es decir, que se mantiene como tal y no se transforma en cisma: a saber la capacidad de no absolutizar la propia intuición, sino permanecer solidariamente con el todo que es la Iglesia.[9] La convicción, dice el papa Francisco, en su reciente exhortación apostólica Evangelii gaudium,  que “el todo es superior a la parte”.

4. Cómo imitar a Francisco

¿Qué nos dice hoy la experiencia de Francisco? ¿Qué podemos imitar, de él, todos y enseguida? Sea aquellos a quien Dios llama a reformar la iglesia por la vía de la santidad, sea a aquellos que se sienten llamados a renovarla por la vía de la crítica, sea a aquellos que él mismo llama a reformarla por la vía del encargo que cubren.  Lo mismo de donde ha comenzado la aventura espiritual de Francisco: su conversión a Dios, la renuncia a sí mismo. Es así que nacen los verdaderos reformadores, aquellos que cambian verdaderamente algo en la Iglesia.  Los que mueren a sí mismo, o mejor aquellos que deciden seriamente de morir así mismos, porque se trata de una empresa que dura toda la vida y va aún más allá ella si, como decía bromeando Santa Teresa de Ávila, nuestro amor propio muere veinte minutos después que nosotros.

Decía un santo monje ortodoxo, Silvano del Monte Athos: “Para ser verdaderamente libre, es necesario comenzar a atarse a sí mismos”. Hombres como estos son libres de la libertad del Espíritu; nada los detiene y nada les asusta.  Se vuelven reformadores por la vía de la santidad y no solamente debido a su cargo.

¿Pero qué significa la propuesta de Jesús de negarse a sí mismo, ésta se pude aún proponer a un mundo que habla solamente de autorrealización y autoafirmación? La negación no es un fin en sí mismo, ni un ideal en sí mismo. Lo cosa más importante es la positiva: “Si alguno quiere venir en pos de mí”; es seguir a Cristo, tener a Cristo. Decir no a sí mismo es el medio, decir sí a Cristo es el fin. Pablo lo presenta como una especie de ley del espíritu: "Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Rom 8,13). Esto, como se puede ver, es un morir para vivir, es lo opuesto a la visión filosófica según la cual la vida humana es "un vivir para morir" (Heidegger).

Se trata de saber que fundamento queremos dar a nuestra existencia: si nuestro “yo” o “Cristo”; en el lenguaje de Pablo, si queremos vivir “para nosotros mismos” o “para el Señor” (cf. 2 Cor 5,15; Rom 14, 7-8). Vivir “para uno mismo” significa vivir para la propia comodidad, la propia gloria, el propio progreso; vivir “para el Señor” significa colocar siempre en el primer lugar, en nuestras intenciones, la gloria de Cristo, los intereses del Reino y de la Iglesia. Cada “no”, pequeño o grande, dicho a uno mismo por amor, es un sí dicho a Cristo.

Sólo hay que evitar hacerse ilusiones. No se trata de saber todo sobre la negación cristiana, su belleza y necesidad; se trata de pasar a la acción, de practicarla. Un gran maestro de espiritualidad de la antigüedad decía: “Es posible quebrar diez veces la propia voluntad en un tiempo brevísimo; y os digo cómo. Uno está paseando y ve algo; su pensamiento le dice: “Mira allí”, pero el responde a su pensamiento: “No, no miro”, y así quiebra su propia voluntad. Después se encuentra con otros que están hablando (lee, hablando mal de alguien) y su pensamiento le dice: “Di tú también lo que sabes”, y quiebra su voluntad callando”[10].

Este antiguo Padre, como puede apreciarse, toma todos sus ejemplos de la vida monástica. Pero estos se pueden actualizar y adaptar fácilmente a la vida de cada uno, clérigos y laicos. Encuentras, si no a un leproso como Francisco, a un pobre que sabes que te pedirá algo; tu hombre viejo te empuja a cambiar de acera, y sin embargo tú te violentas y vas a su encuentro, quizás regalándole sólo un saludo y una sonrisa, si no puedes nada más. Tienes la oportunidad de una ganancia ilícita: dices que no y te has negado a ti mismo. Has sido contradicho en una idea tuya; picado en el orgullo, quisieras argumentar enérgicamente, callas y esperas: has quebrado tu yo. Crees haber recibido un agravio, un trato, o un destino inadecuado a tus méritos: quisieras hacerlo saber a todos, encerrándote en un silencio lleno de reproche. Dices que no, rompes el silencio, sonríes y retomas el diálogo. Te has negado a ti mismo y has salvado la caridad. Y así sucesivamente. 

Un signo de que se está en un buen punto en la lucha contra el propio yo, es la capacidad o al menos el esfuerzo de alegrarse por el bien hecho o la promoción recibida por otro, como si se tratara de uno mismo: “Dichoso aquel siervo –escribe Francisco en una de sus Admoniciones- que no se enaltece más por el bien que el Señor dice y obra por su medio, que por el que dice y obra por medio de otro”.

Una meta difícil (desde luego, ¡no hablo como alguien que lo ha logrado!), pero la vida de Francisco, nos ha mostrado lo que puede nacer de una negación de uno mismo hecha como respuesta a la gracia. La meta final es poder decir con Pablo y con él: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”. Y será la alegría y la paz plenas, ya en esta tierra. Santo Francisco con su "perfecta alegría", es un testimonio vivo de la "alegría que viene del Evangelio,"   (Evangelii Gaudium) de qué nos ha hablado papa Francisco. 

____________________________________

[1] Y.Congar, Vera e falsa riforma nella Chiesa, Milano Jaka Book, 1972, p. 194.

[2] Celano, Vita Prima, VII, 17 (FF 348).

[3] Cf. Celano, Vita Seconda, V, 9 (FF 592).

[4] Cf. Celano, Vita prima, III, 7 (FF, 331).

[5] Bihhmeyer – Tuckle, II, p. 239.

[6] Leyenda de los tres compañeros, VIII.

[7] Leyenda Perusina 114.

[8] Segunda Regla, cap. II.

[9] Congar, op. cit. pp. 177 ss.

[10] Doroteo de Gaza, Obras espirituales, I,20 (SCh 92, p.177).
 

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Iglesia y Religión


España y Latinoamérica celebran hoy la gran vigilia de la Inmaculada
El papa por primera vez en su pontificado realiza este domingo el homenaje a la Virgen en la romana Plaza de España

Por Iván de Vargas

MADRID, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - Hoy se celebra la Gran Vigilia de la Inmaculada en todas las diócesis de España y en diversos países de América Latina, como viene siendo tradicional desde 1947. La jornada de este año tiene por lema "Hágase en mí según tu palabra", y contará con la participación de cientos de miles de fieles de habla hispana, que acudirán un año más a sus parroquias, templos y catedrales.

Esta importante celebración mariana fue impulsada por el jesuita Tomás Morales, actualmente en proceso de canonización, quien forjó la idea de movilizar a los laicos para que asumieran una verdadera misión evangelizadora. 

Para que estas Vigilias sigan dando frutos espirituales, su comisión organizadora ha pedido las oraciones y sacrificios de unos 700 conventos de clausura de toda España. Además, esta noche se hará público el esperado mensaje que ha enviado el papa Francisco para la ocasión.

Por otra parte, y con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Santo Padre renovará mañana el tradicional homenaje a la Virgen ante el monumento dedicado a la ‘llena de gracia’ que se encuentra en la Plaza de España en Roma. Como todos los años, desde hace más de medio siglo, el Pontífice dirigirá sus pasos desde el Vaticano al conocido lugar turístico. La llegada del papa Francisco está prevista sobre las cuatro de la tarde.

Con la escalinata que sube hasta la iglesia de Trinità dei Monti, la barroca Fontana della Barcaccia y las conocidas calles de via Condotti y via del Babuino como escenario urbano, se yergue en medio de la plaza una columna de mármol de Corinto rematada por una bella imagen de la Virgen en bronce. Ahí, a los pies de María, el Pontífice depositará junto a un hermoso ramo de rosas blancas, su amor tierno y filial a la Madre de Dios, sus preocupaciones por toda la Iglesia, y sus ardientes deseos de solidaridad y paz verdadera. 

Cuando el 8 de diciembre de 1854 su santidad Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, se pensó que no había un lugar más apropiado para levantar este monumento conmemorativo que la Plaza de España, frente a la embajada de la nación en la que esta devoción se encontraba tan profundamente arraigada. 

Y es que, ya han pasado más de 250 años desde que el papa Clemente proclamara a la Inmaculada Concepción de María como patrona de España a petición de las Cortes Generales y del rey Carlos III. 

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Ratzinger está bien y recibe visitas
Monseñor Gaenswein habla sobre el papa emérito en la presentación de la nueva app para la Biblia

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - "El Papa emérito está bien. Recibe visitas, también de carácter ‘humano’”. Lo ha confirmado el secretario personal de Benedicto XVI, monseñor Georg Gaenswein, prefecto de la casa pontificia, durante la presentación el pasado jueves de BibleWorld, una nueva app sobre la Biblia de ediciones San Pablo.

“Benedicto XVI es un hombre mayor pero tiene la mente muy clara, muy lúcida y aguda", dijo don Georg respondiendo a los periodistas al finalizar el encuentro. Asimismo, confirmó que prontro llegará el hermano del Papa emérito, monseñor Georg Ratzinger, al monasterio Mater Ecclesiae, actual residencia de Benedicto XVI.

Los periodistas también quisieron saber si se puede o no confirmar la asistecia del Papa emérito a la plaza de San Pedro, el próximo 27 de abril para la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II. “No lo sé. Hay muchos que lo esperan: pero no sé cual será la voluntad del Papa emérito, no puedo responder por él”, señaló su secretario personal.

Por otro lado, contó una pequeña anécdota, “hay una vieja ‘regla’ entre el papa Benedicto XVI y yo: cuando le hago ver algo sobre la pantalla del Ipad, haciendo pasar las informaciones con el dedo, en él se despierta el interés de cuando en cuando por estas nuevas tecnologías, no cree que sean cosas excluidas para las personas mayores”. Así, concluyó afirmando que “Benedicto XVI no tiene el instrumento técnico – dijo mostrando su Ipad – pero está agradecido de estar informado y de poder compartir esta nueva experiecia”.

El grupo editorial San Pablo ha buscado siempre hacer llegar la Biblia a cualquier persona, con todos los medios. Y es por eso que, con ocasión de los cincuenta años del decreto conciliar Inter Mirifica, ha creado una nueva App para Ipad: BibleWorld. 

Los 73 libros del Antiguo y del Nuevo Testamento aparecen en un índice animado con introducción y portadas ilustradas. El texto gira como si fuera un rollo continuo en 3D y el lector puede elegir si consulta la versión ilustrada o la que está dividida en versículos individuales. Además, la App ofrece la posibilidad de compartir los versículos a través de Facebook, Twitter o e-mail.

Por su parte, monseñor Ganswein describió esta iniciativa “no como un instrumento para leer la Biblia”, sino como un instrumento para “entrar en la Biblia. Encontrarse con el mundo de la Biblia, ser contemporáneo de un tiempo que ha pasado, de una historia que es de otros y que ahora hago plenamente mia. Tiempo y espacio son anulados y yo estoy allí, la Biblia es el presente en el cuál vivo y que me hace vivir y está dentro de mi tiempo, en este tiempo, en diálogo con las mujeres y los hombre de hoy”.

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La consagración al Inmaculado corazón de María. 50 preguntas y respuestas (Segunda parte)
La consagración personal. Las fórmulas personales y más usadas. La recomendación de la Iglesia

Por Otets Aleksandr Burgos

MOSCú, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - La consagración al Corazón Inmaculado Corazón de María es uno de los actos de culto a la Santísima Virgen que más se han desarrollado en el último siglo, especialmente a raíz de las Apariciones de Fátima. Estas 50 preguntas y respuestas te ayudarán a conocer mucho sobre esta actualísima devoción: en el año 2013 los Patriarcas y Obispos respectivos han consagrado al Corazón Inmaculado de María Irlanda, Filipinas, Líbano y Siria. Además servirán para recordarnos la especial unión que esta devoción tiene con Rusia pues una consagración al Corazón Inmaculado ha cambiado su historia.

II.- LA CONSAGRACIÓN PERSONAL

12.- Qué es una consagración personal mariana? El Papa Pío XII, en un famoso discurso a las Congregaciones Marianas de 21 de Enero de 1945 les explicaba en que consistía la Consagración que el mismo había hecho hace ya tantos años: “La consagración a la Madre de Dios (...) es un don completo de sí, para toda la vida y la eternidad; no es un don puramente formal o de sentimiento, sino efectivo, realizado en la intensidad de la vida cristiana y mariana, en la vida apostólica, en la cual ese don hace del Congregante (del consagrado) el ministro de María y, por así decirlo, sus manos invisibles sobre la tierra, con el espontáneo derramarse de una vida interior sobreabundante, que se extiende a todas las obras externas de la devoción sólida, del culto, de la caridad, del celo”

13.- El Santo Padre habla de entregarse por entero? No es demasiado entregarse por entero a alguien que no es Dios? No, no es demasiado entregarse por entero a alguien que no es Dios, si Dios mismo a situado a esa persona con una preeminencia de totalidad sobre todo lo creado, como Reina y Señora del Universo. Hay que tener en cuenta además que esta entrega total a María ni es obligatoria ni es exclusiva, sino complementaria y auxiliar de la entrega total de nosotros mismos que obligatoriamente debemos hacer a Dios.

14.- Cuáles son los tipos de consagraciones personales a María más conocidos? Los tipos de consagración mariana más conocidos son tres. La consagración filial a María como nuestra Madre, como por ejemplo amaban realizar San Juan Eudes y San Antonio María Claret. La consagración de esclavitud a María como nuestra Reina como por ejemplo hacían las cofradías españolas del siglo XVII o San Luis María Grignion de Monfort. La consagración de vasallaje a María como Nuestra Señora como por ejemplo hacen los caballeros de la Inmaculada de San Maximiliano María Kolbe.

15- Hay algún requisito para hacer bien la consagración a María? Para hacer bien la consagración personal a María hay un sólo requisito: hay que entregarse a María totalmente, sin reservarse nada. Para asegurar esa totalidad en la entrega conviene prepararse durante algunos días meditando sobre lo que nos disponemos a hacer.

16.- Hay alguna fórmula recomendable para hacer la consagración? Hay muchas fórmulas recomendables para hacer la Consagración. Si se quiere hacer la Consagración al Inmaculado Corazón en el espíritu de Fátima puede ser útil la siguiente oración,escrita por Fr. McGlynn OP, el escultor de la Imagen del Corazón de María que está en la fachada del Santuario de Fátima, que tantas veces habló con Sor Lucia: “Virgen María, poderosa madre de Misericordia, Reina del cielo y la tierra, de acuerdo con tus deseos dados a conocer en Fátima, yo me consagro hoy a tu Inmaculado Corazón. A ti te entrego todo lo que tengo, todo lo que soy. Reina sobre mi, querídisima Madre, para que yo pueda ser tuyo en la prosperidad y en la adversidad, en la alegría y el sufrimiento, en la salud y en la enfermedad en la vida y en la muerte.

Siempre compasivo Corazón de María, Reina de las Vírgenes, dirige tu Mirada sobre mi entendimiento y mi corazón y presérvame de toda esa impureza de la que tú te has lamentado tan fuertemente en Fátima. Quiero ser puro como tú. Quiero reparar por los muchos pecados cometidos contra Jesús y contra ti. Quiero atraer hacia mi país y hacia todo el mundo la paz de Dios en la justicia y el amor.

Consciente del significado de esta consagración, prometo esforzarme por imitarte en la práctica de las virutude cristianas sin dejarme llevar por los respetos humanos. He decidido recibir la Sagrada Comunión en el primer sábado de cada mes cuando sea posible, y ofrecer cada día los cinco misterios del rosario, junto con mis sacrificios en espíritu de penitencia y reparación. Amén.

17.- Hay alguna otra fórmula recomendada por el Magisterio? Hay muchas fórmulas recomendadas por el Magisterio, entre ellas el acto de consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María que hizo Pío XII el 31 de Octubre de 1942, que podemos utilizar nombrando explícitamente a Rusia. Además está la oración de consagración que recomendaba Juan Pablo II porque es la que él rezaba cada día: la de San Luis María Grignion de Monfort. El santo recomienda realizarla en un día de fiesta mariana y prepararse durante 33 días para hacerlo. El texto de la preparación puede encontrarse con facilidad en Internet, el de la consagración es el siguiente:

“Te saludo, pues, ¡oh María inmaculada!, tabernáculo viviente de la divinidad, en donde la Sabiduría eterna, escondida, quiere ser adorada por ángeles y hombres.

Te saludo, ¡oh Reina del Cielo y de la tierra! A tu imperio está sometido cuanto hay debajo de Dios.

Te saludo, ¡oh Refugio seguro de los pecadores!; todos experimentan tu gran misericordia. Atiende mis deseos de alcanzar la divina Sabiduría, y recibe para ello los votos y ofrendas que en mi bajeza te vengo a presentar.

Yo, N.N., pecador infiel, renuevo y ratifico hoy en tus manos los votos de mi bautismo; renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me consagro totalmente a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento todos los días de mi vida y a fin de serle más fiel de lo que he sido hasta ahora.

Te escojo hoy, en presencia de toda la corte celestial, por mi Madre y Señora; Te entrego y consagro, en calidad de esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y hasta el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras.

Dispón de mí y de cuanto me pertenece, sin excepción, según tu voluntad, para la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.

Recibe, ¡oh Virgen benignísima!, esta humilde ofrenda de mi esclavitud; en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría eterna ha querido tener para con tu maternidad; en honor del poder que ambos tenéis sobre este gusanillo y miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con los que la Santísima Trinidad ha querido favorecerte.

Protesto que de hoy en adelante quiero, como verdadero esclavo tuyo, buscar tu honor y obedecerte en todo”.

18.- Cuál es la fórmula de consagración más usada? Probablemente la fórmula de consagración más usada es el Oh Señora mía. Esta fórmula la difundió y propagó el Padre Zucchi en el siglo XVII, aunque parece que proviene del siglo XII: “¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, Me ofrezco del todo a vos y en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón y todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra”. Esta fórmula puede usarse para ofrecerse a la Virgen todos los días, repitiéndola después de levantarse.

19.- Hay todavía fómulas más breves? Sí, una preciosa fórmula compuesta por la misma Sor Lucia de Fátima para hacer la renovación diaria de la Consagración: “¡Oh Corazón de María! A Ti consagro mi corazón y mi vida. Guárdame en el tiempo y guía mis pasos a la eternidad feliz.” O también esta del Monfort: "Totus tuus ego sum, et omnia mea tua sunt. Accipio te in mea omnia. Praebe mihi cor tuum, Maria." Todo tuyo soy María y todo lo mio es tuyo. En todo lo mio te acojo, Tú dame tu corazón”.

20.- La Iglesia recomienda que nos consagremos personalmente al Corazón Inmaculado de María? Sí, la Iglesia recomienda consagrarse personalmente al Corazón Inmaculado de María. Todos los Papas de los últimos tiempos han estado consagrados personalmente a María. Juan Pablo II llevaba en su escudo pontificio las palabras Totus Tuus para recordar precisamente esa consagración y nos lo ha recomendado en la Redemptoris Mater 38. Y Pablo VI, en la exhortación apostólica “Signum Magnum” de 13 de Mayo de 1967 decía: “exhortamos a todos los hijos de la Iglesia a que renueven personalmente la propia consagración al Corazón Inmaculado de la Madre de la Iglesia, y a que vivan este nobilísimo acto de culto con una vida cada vez más conforme a la Divina Voluntad, con espíritu de filial servicio y de devota imitación de su celestial Reina”.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Santa Marí­a Josefa Rossello
«Esta fundadora fue un apóstol infatigable, una maestra de la misericordia y de la ternura. Luchó por su vocación y venció toda contrariedad. Emprendió grandes obras, entre otras un seminario para fomento de vocaciones al sacerdocio»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) -  La vida santa muestra a cada paso que la llamada a la vocación es una invitación divina cuya respuesta tiene carácter irreversible, a pesar de los contratiempos y dificultades que se presenten. El amor, tanto el humano como el divino, cuando está fuertemente afianzado no hay quien lo derroque. María Josefa, que no tuvo una fácil existencia, perseveró en su religioso empeño alimentando sin descanso su más alto ideal: alcanzar la unión plena con la Santísima Trinidad. Dócil a la voluntad divina, a su tiempo halló el camino que debía seguir.

Era la cuarta de diez hermanos, y nació en la localidad italiana de Albisola Marina, Savona, el 27 de mayo de 1811. Sus padres, humildes alfareros, no disponían de recursos económicos y fueron sacando adelante a sus hijos en medio de múltiples carencias, sin descuidar la fe. Benita, nombre que dieron a la futura santa, era una niña despierta, con empuje, buena trabajadora. De ahí que la madre se apoyase en ella para cuidar al resto de los hijos que iban llegando. Cristo y la Virgen María eran el sostén de la muchacha que ya en su juventud se afilió a la Orden Terciaria Franciscana. En ese tiempo, el anhelo de ser santa latía en lo más íntimo de su ser, pensaba consagrar su vida, pero la escasez económica de la familia le imponía la responsabilidad de ayudarles.

Durante siete años sirvió en el hogar de los Monleone, una acomodada familia de Savona, atendiendo a un paralítico con tanta delicadeza y abnegación que se ganó el cariño y la confianza de todos. Al enviudar la señora Monleone le abrió su corazón haciéndole saber que si permanecía junto a ella heredaría su fortuna. Pero como Benita tenía otras inquietudes, rehusó la oferta y acudió al Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de las Nieves con la idea de compartir su vida con ellas, ya que tenían como carisma la atención a los pobres por los que sentía dilación. Pero no poseía la dote requerida y la rechazaron. Fue una respuesta dolorosa para ella, que anhelaba la oración y el silencio, aunque su confesor, que conocía su creatividad y dotes de iniciativa, consideraba que su futuro debía ser otro.

En años sucesivos se añadieron nuevos sufrimientos a su vida: perdió a sus padres, a un hermano y a una hermana. Con estas circunstancias, el sostenimiento de su familia fue mucho más acuciante para ella superando con creces la preocupación que tuvo por este motivo en vida de sus progenitores. Sus proyectos quedaron maniatados hasta los 27 años. A esta edad supo que la intención del prelado Mons. Agustín de Marí era impulsar una acción apostólica para ayudar a jóvenes pobres librándolas de una vida disoluta, y se ofreció para ayudarle. Junto a tres de ellas dispuestas a vincularse a esta labor en la casa que les proporcionó el obispo, en 1837 fundó la Congregación de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, que también tenía entre sus prioridades la asistencia a los enfermos. Uno de los dictámenes que estableció fue erradicar la dote como requisito para ingresar en ella.

Profesó en octubre de ese año y tomó el nombre de María Josefa. Desempeñó las misiones de maestra de novicias, vicaria y ecónoma. En 1839 fue elegida superiora general de forma unánime, cargo que ostentó cerca de cuarenta años, un periodo de gran fecundidad para el Instituto que comenzó a expandirse. En 1856 añadió a sus fines el rescate de esclavos africanos, y con la ayuda de dos sacerdotes, que compraban o «robaban» a muchachas negras, pudieron auxiliar a muchas de las que habían llevado vida descarriada, educándolas e insertándolas en la sociedad. En 1869 abordó una delicada misión creando un seminario para fomento de vocaciones al sacerdocio, dedicado a aspirantes pobres, fundación que le acarreó numerosos sinsabores. Fue pionera en el establecimiento de escuelas populares gratuitas. Otra de las obras que forjó, y que se materializó tras su muerte, fue la Casa de las Penitentes para jóvenes que habían caído en las redes de la prostitución. En 1875 envió un nutrido grupo de religiosas a fundar Argentina. Mientras, seguía abriendo casas en Italia.

El lema que transmitió a sus hijas, fue: «Tu corazón a Dios y tus manos al trabajo». Tenía claro que la santidad se alcanza realizando «exactamente» los «deberes diarios». Y en ella, estos «deberes», además de atender su alta misión, fueron las tareas domésticas: lavar, barrer, etc., y cuidar enfermos atendiendo especialmente a los que padecían enfermedades desagradables. Siempre confió en la Providencia y encomendó lo que hacía a la Virgen María y a san José. Con inquebrantable fe encaró las dificultades económicas solventadas con la copiosa herencia que le dejó al morir la señora Monleone, legado que le permitió abrir otras nuevas fundaciones. Los últimos años de su vida, llena de enfermedades, se enfrentó a los escrúpulos que le sobrevinieron infundiéndole el temor de su condena. Se dijo: «Amemos a Jesús. Lo más importante es amar a Dios y salvar el alma». Murió el 7 de diciembre de 1880. Pío XII la canonizó el 12 de junio de 1949.

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Comentario al Evangelio


La Inmaculada, esperanza y garantía de salvación
Comentario al evangelio de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción /A

Por Jesús Álvarez SSP

SANTIAGO DE CHILE, 07 de diciembre de 2013 (Zenit.org) -  «Llegó el ángel Gabriel hasta María y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás”. María entonces dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen? Contestó el ángel: ”El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios”» (Lc. 1, 26-38).

La solemnidad de la Inmaculada forma parte del misterio del Adviento: por María Inmaculada viene al mundo el Salvador Inmaculado. María es la primicia de la humanidad redimida y el fruto más espléndido de la obra redentora de Cristo, su Hijo.

María Inmaculada es el signo de la meta a la que Dios nos llama: la victoria total sobre el pecado, sobre el mal y la muerte, convertida ésta por la Cruz de Cristo en puerta de la resurrección y de la gloria eterna que Dios tiene preparada para quienes lo aman.

¿Quién puede no desear compartir eternamente con nuestra Madre real (más Madre que nuestra madre humana) su ternura, su alegría, su sonrisa, su belleza, su majestad, su gloria? La Inmaculada nos da la esperanza de que al fin seremos semejantes a ella, con un cuerpo glorioso como el de Cristo y como el suyo.

La devoción a la Virgen María consiste sobre todo en imitarla en su vocación y misión: acoger a Cristo en el corazón y en la vida, vivir su presencia en nosotros, para así poder darlo a los otros con el ejemplo, la oración, las obras, el sufrimiento ofrecido, la palabra, la alegría, el amor, la fe y la esperanza.

Entonces produciremos frutos de salvación para los otros y para nosotros, porque “quien está unido a mí, produce mucho fruto” (Jn 15, 5), nos asegura el mismo Jesús. María fue la criatura más unida a Cristo, y por eso es la que produjo el máximo fruto de salvación para la humanidad y para cada uno de nosotros; y ese fruto es el mismo Salvador, “el fruto bendito de su vientre”. Si tenemos a Cristo, podemos hacer que también otros lo tengan.

La inmensa variedad de calamidades y sufrimientos que padece la mayoría de la humanidad, se irán venciendo “a fuerza de bien”, en unión con Cristo y con María Inmaculada, que tienen en su mano la victoria segura sobre todo mal y sobre la misma muerte.

La presencia de Jesús resucitado victorioso, -formado también en nosotros por el Espíritu Santo- y la presencia maternal de María en nuestras vidas, las tenemos garantizadas por la misma palabra infalible de Jesús: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” Mt 28, 20). Donde está Jesús, allí también está María, Madre suya y nuestra.

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