10.12.13

Un amigo de Lolo - Lo básico de ser cristianos

A las 12:38 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Lo básico de ser cristianos

“Sus manos. Acariciaron niños, bendijeron hogares, curaron enfermos, partieron el pan… pero nunca manosearon las monedas, tomaron copas o dieron puñetazos ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (949)

En muchas ocasiones, demasiadas para un tema tan importante como el que esto supone para un discípulo de Cristo, pudiera parecer que ser, eso, discípulos del Hijo de Dios, supone llevar a cabo acciones grandilocuentes o que supongan, casi, unas que lo sean propias de superhéroes.

En realidad es así… pero no en el sentido en el que tales seres, inexistentes pero demasiado versionados, son capaces de llevar a cabo. Nuestra fe también tiene una realidad que, a veces, resulta casi impropia de un ser humano… mundano.

En realidad, el asunto se tramita de forma muy sencilla pues el ejemplo de nuestro Maestro que, además, es Dios mismo, dice todo lo que debemos hacer, todo lo que debemos creer y todo lo que debemos tener por bueno y benéfico para nuestras vidas e, incluso, para la de los demás. Es más, sin este último ingrediente de nuestra fe, nada de lo otro tiene sentido: o se sirve como servidores o Cristo no ha llegado a nuestro corazón y aquello de lavar los pies a sus apóstoles nos ha quedado como una anécdota de puro buenismo.

Por eso, si manifestamos amor hacia el prójimo, buena voluntad para los demás, entrega al necesitado, ayuda a quien busca ser saciado de bienes espirituales y somos artífices de paz, de la verdadera paz de Cristo… entonces habremos hecho como tenemos que hace y nuestro Maestro nos habrá dicho mucho. Entonces, cuando llegue el momento podrá decirnos “Venid porque cuando tuve sed me disteis de beber y cuando tuve hambre, me disteis de comer”, etc.

Pero, ¡Ay!, no siempre actuamos como debemos y, lo que es aún peor, como sabemos que debemos hacerlo.

En más ocasiones de las que deberíamos permitirnos actuamos con excesiva ambición y hacemos prevalecer el tener sobre el ser, nos dejamos llevar por alguna de las tres concupiscencias, y la carne o el mundo nos dominan de tal forma que tal parece no que no seamos hijos de Dios sino que, simplemente, no seamos seres humanos que se rijan por una Ley que, además, ha de ser la divina, la de Dios… la nuestra.

Otras tantas veces nos dominan el ansia de violencia, la terquedad de los de corazón duro, de piedra y, en cuanto podemos, hacemos uso del abuso de poder (que de tantas formas puede manifestarse) porque nos consideramos mejores, más preparados o, al fin y al cabo, aptos para tal o cual cuestión, asunto o misión que cumplir.

Jesús no era así. Es más, el Enviado de Dios sabía que la voluntad de Dios era, es, que no nos comportáramos nunca de la forma arriba expresada y que denota no haberle conocido sino, como mucho, saber que existió y que fue un hombre “bueno” pero, al fin y al cabo, sin influencia real en nosotros.
Amor sin ponzoña, darse sin contraprestación, ser para el otro sin desear, siquiera, que se dé cuenta y ahuyentar de nuestro corazón la rapiña y el egoísmo y primar la compasión, la caricia del hermano que se sabe hermano y, en fin, aquello que nos define como discípulos de Cristo… de verdad.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán