11.12.13

"Operaciones kilo" improvisadas

A las 8:47 AM, por Jorge
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Esta mañana me han llamado de Cáritas. Una empresa, situada casi en el centro de Madrid, necesita “liberarse” con urgencia de 500 kg. de alimentos recolectados en una operación kilo entre empleados, clientes y amigos. No es la primera vez que me pasa. El año pasado una cosa semejante. En aquella ocasión más de mil kilogramos que también era necesario llevarse como fuera y a todo correr.

Pues he tenido que decir que no. Primeramente porque no es fácil encontrar un transporte a carreras para mover más de 500 kg. de alimentos. Pero es que, además, las operaciones kilo suelen ser pródigas en legumbres, arroz y macarrones, que es justo lo que ahora mismo en el economato tenemos hasta decir basta.

Otra vez fueron juguetes. Alguien tuvo la feliz idea de ser solidario pidiendo juguetes para los niños necesitados en el colegio de sus hijos. En pocos días, una montaña. Esa vez vinieron personalmente a la parroquia para ofrecerlos, entre otras cosas porque ya no se podía ni caminar por el hall del colegio. Buenas, que venimos a traer una camioneta de juguetes, quizá dos. Pues no puedo hacerme cargo. Pues vaya… con la ilusión que habían puesto los niños. ¿Y no sabrá usted dónde llevarlo? Pues no… ¿Y ahora qué hacemos?

Sé que estamos en días especialmente solidarios. No es extraño que en muchos corazones broten deseos de buena voluntad aunque, por lo que vemos luego, con poco más. Así te encuentras con campañas del kilo por doquier y recogidas de juguetes destinados a los más desfavorecidos que se ponen en marcha sin saber para qué, para quién, dónde y cómo. Y vienen las sorpresas.

Por eso en estos días me permito sugerir a tanta gente buena que lo primero no es la campaña, que es siempre lo más sencillo. Lo primero es conocer las necesidades, saber cómo colaborar, y sólo a partir de ahí ponerse en marcha. Me contaban hace años una campaña del kilo para una casa cuna donde se llenaron de arroz y garbanzos pero apenas llegó leche maternizada, por ejemplo.

La solidaridad o es organizada o se convierte en un caos de buena voluntad, pero que incordia. ¿Una campaña del kilo? Perfecto. ¿Para quién? ¿Han hablado con la institución correspondiente? ¿Saben exactamente qué es lo que necesitan? ¿Tienen medios para recoger, almacenar, transportar? ¿Hay voluntarios suficientes? Si no tienen respuesta clara a todo eso es mejor no ponerse en marcha.

Y con los juguetes un cuidado muy especial. Es época en que, ante los reyes, urge limpiar armarios y cuartos. Ya me entienden.