El kerigma de la Iglesia puede y debe alcanzar los titulares de los telediarios

Mons. José Ignacio Munilla: «La falta de comunión interna puede ser probablemente la mayor de las rémoras de cara a la Nueva Evangelización»

 

Es uno de los miembros más jóvenes del episcopado español y uno de los más activos en los medios digitales. El guipuzcoano, Mons. José Ignacio Munilla lleva desde 2009 al frente de la diócesis que le vió nacer, después de tres años en Palencia. Miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (Subcomisión de Juventud) y la Comisión Epicopal de Medios de Comunicación Social.

15/12/13 3:31 PM


(SIC/InfoCatólica) 

Usted lleva casi 28 años de vida sacerdotal y cerca de ocho años como obispo, siendo uno de los más jóvenes en el ministerio episcopal de este país. En estos años ¿Cómo describiría su servicio a la Iglesia?

Si echo la mirada atrás, a primera vista veo fases muy distintas en el servicio prestado en la Iglesia. Aparentemente hay una gran diferencia entre los veinte años como sacerdote en Zumárraga y los años posteriores como obispo de Palencia, o estos últimos años como obispo de San Sebastián… Las circunstancias, ciertamente, son muy diversas; pero cada vez aprecio con más claridad que el hilo conductor es uno: la caridad pastoral, la respuesta a la llamada de Cristo a pastorear a sus ovejas. Cada vez veo las cosas de forma más sencilla, y tiendo a percibir el conjunto de mi vida en una indivisible unidad. ¡¡Confío que el que inició en mí el ministerio pastoral, Él mismo la lleve a término!!

Aparte de ser uno de los obispos más jóvenes de España, usted dirige, junto con Mons. Novell, el Departamento de Pastoral de Juventud en la CEE. Hace unos meses viajaba a Rio de Janeiro con motivo de la JMJ y pudo ver el impacto en los jóvenes de la llamada al compromiso cristiano que realizó el Papa Francisco ¿Cómo describiría a los jóvenes de hoy? Los jóvenes… la sociedad, ¿Qué inquietudes, esperanzas… manifiestan en su vida diaria? Y sobre todo, ¿están realmente más alejados de Dios que antes?

La lectura sobre la realidad de los jóvenes no debemos realizarla desde un falso optimismo, obviando el hecho de la gran emergencia que vivimos en la transmisión de la fe a las generaciones jóvenes. Pero tampoco debemos de caer en la frecuente distorsión del pesimismo, que juzga de forma negativa la juventud actual, en el falso supuesto de que cualquier tiempo pasado fue mejor. El carisma que Juan Pablo II desarrolló con los jóvenes, o lo acontecido con la llegada del Papa Francisco, son una buena muestra de que no debemos dejarnos afectar por las primeras impresiones. Es innegable que en los últimos años se ha producido un proceso aceleradísimo de secularización, especialmente entre los más jóvenes; pero es igualmente cierto que el hambre de Dios sigue intacta en las nuevas generaciones, o tal vez, con más fuerza que hace veinte años. Las consecuencias del vacío existencial son cada vez más acuciantes.

El lema de su escudo episcopal es una llamada a la Esperanza, virtud teologal que centrará este año que entra en la Iglesia. Si nos fijamos en nuestro entorno ¿qué motivos de esperanza encontramos en la Iglesia actual, en los jóvenes, en las familias? ¿Estamos realmente en un ‘tiempo nuevo’ para la Iglesia en Europa?

La conocida jaculatoria dirigida al Corazón de Cristo –«en ti confío»– es un acto de fe en que el Señor ama a su Iglesia más que nosotros, y en que la conduce por sendas que nosotros no controlamos, hacia la meta de la Nueva Evangelización. La Iglesia está tomando conciencia del momento de gracia en el que estamos; en el que el impulso que nos ofrece el Papa Francisco se nos descubre como un plan de Dios para poner a la Iglesia en marcha, fortalecida en su comunión interna. No en vano, la falta de comunión interna puede ser probablemente la mayor de las rémoras de cara a la Nueva Evangelización. Afortunadamente, observamos que los jóvenes católicos practicantes tienen menos problemas en abrazar gozosamente la comunión plena en la Iglesia, que los adultos que fueron marcados por la cultura de la sospecha.

La formación religiosa de los jóvenes es un tema que la Iglesia ve con preocupación. Tanto en los ámbitos escolares como en la enseñanza superior, existe una posición cuanto menos controvertida para la religión católica. Por otra parte, las familias han perdido, en numerosas ocasiones ese humus cristiano en el hogar ¿Cómo suplir esta carencia formativa necesaria para el ejercicio cristiano diario?

El reto es tan grande, que sería ingenuo de nuestra parte pensar que exista un único medio, a modo de receta universal, para abordar la ingente tarea de la formación religiosa. La respuesta tiene que ser múltiple y en todos los frentes: Catequesis familiar, movimientos apostólicos, escuela católica, clases de religión, medios de comunicación tradicionales, nuevas tecnologías, publicaciones con frescura apologética… Y no podemos olvidar que este déficit de formación no es exclusivo del ámbito religioso. Como denunció en repetidas ocasiones nuestro Papa emérito, Benedicto XVI, Europa está inmersa en una «emergencia educativa» muy grave. A esto me atrevería a añadir –como tuve ocasión de señalar en el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil celebrado hace un año en Valencia– que la «emergencia afectiva» influye en igual o mayor medida en esta falta de formación. Por ello, la educación en el amor humano, sirviéndonos de los diversos cursos existentes, me parece algo fundamental.

Guipúzcoa es una diócesis con una importantísima herencia espiritual, cuna de grandes santos, fundadores y misioneros, tanto en la diócesis guipuzcoana como en España ¿cómo recuperar ese espíritu apostólico y vocacional?

El redescubrimiento de nuestra tradición espiritual puede ser, sin duda, un «atajo» valiosísimo en la evangelización. Me atrevo a llamarle «atajo», porque facilita la comprensión de cómo y hasta qué punto el encuentro con Cristo puede llegar a «hacer todas las cosas nuevas». La fe se encarna en la cultura hasta humanizarla.

La herencia de San Ignacio, y en especial sus ejercicios espirituales, son un instrumento privilegiado que yo procuro promocionar personalmente en la medida de mis posibilidades. Tengo que subrayar el proyecto que en nuestra Diócesis conocemos como ‘adOra’. Se trata de la Adoración Perpetua que tiene lugar en un templo parroquial del centro de San Sebastián. En su corto recorrido de vida hemos constatado sus abundantes frutos, que incluyen también los resultados vocacionales.

En esta línea, ¿cómo presentar la santidad y el compromiso cristiano como una llamada propia del bautismo en todos los estados?

Yo pienso que las vocaciones se estimulan unas a otras, en la medida en que cada una de ellas busque sinceramente la santidad. Es decir, el territorio común a todas las vocaciones es la esperanza y el deseo vivo de la santidad. Para que esto sea cierto y no una mera teoría, me parece fundamental profundizar en el ministerio del ‘acompañamiento espiritual’. Dios no ha querido hacernos autosuficientes, sino que nos ha hecho complementarios y necesitados de apoyo para alcanzar el camino de la santidad.

Usted es uno de los obispos más activos en los medios de comunicación social (Facebook, Twitter, su propia web donde recoge intervenciones y entrevistas) aparte de artículos y escritos en diversos medios y es miembro de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación . ¿Cómo califica la importancia e influencia, especialmente entre los más jóvenes, de estos medios sociales?

Me remito al discernimiento de nuestro patrono San Ignacio: «en tanto y cuanto» nos ayuden para buscar la gloria de Dios, nos serviremos de ellos. Por el contrario, «en tanto y cuanto» nos obstaculicen nuestra meta, debemos de tener la templanza necesaria para elegir con libertad. Creo que Twitter, de una forma especial, puede ser utilizado como un instrumento muy válido para despertar la reflexión y el «hambre de conocer la verdad»… Creo que afortunadamente la Iglesia no se ha incorporado con retraso en la era digital. Tengo proyectado participar en el Primer Congreso de Evangelización en las Redes Sociales que organizado por #IMisión tendrá lugar en Madrid a principios de abril (http://congreso.imision.org/).

Siguiendo con el tema de los medios de comunicación, desde hace poco más de un año, preside además la Comisión de Comunicaciones Sociales de los obispos europeos. Hace pocos días hemos celebrado el L Aniversario del Decreto Inter Mirifica sobre los medios de comunicación ¿Piensa que la Iglesia tiene una presencia adecuada en los medios?

La llegada del Papa Francisco, y el inesperado eco alcanzado por sus mensajes en los medios de comunicación, deja al descubierto que teníamos –y todavía seguimos teniendo– un largo recorrido por delante. Pienso que la clave está en conseguir que el Evangelio mismo se abra espacio en la comunicación. El kerigma de la Iglesia puede y debe llegar a alcanzar los titulares de los telediarios, y en ello debemos de volcar nuestros esfuerzos comunicativos: El deseo de felicidad que todos llevamos impreso en lo más hondo, puede llegar a saciarse plenamente… ¡¡en Jesucristo, muerto y resucitado!!…. He aquí la gran noticia.