23.12.13

 

Estás perdido. Como alguien te diga eso de que hay que respetar, ya sabes que lo que en realidad afirma es que hay que respetar lo suyo, y si no se hace todo vale. No falla. Les voy a poner tres ejemplos de esta misma semana:

1. Juanjo Tamayo. El otro día hablaba del asunto y les dejaba un link para que escucharan su intervención en un programa de radio. Interesante. En el minuto 50 acusaba ¿recuerdan? a Juan Pablo II de ser enemigo de Jesús y del evangelio. Pues este mismo señor, exactamente un minuto más tarde, pide “que no haya condenas” y que “se respete” su trabajo. ¿Se dan cuenta? A mí que se me respete y que nadie me condene, pero Juan Pablo II enemigo de Jesús y del evangelio.

2. Hemos sabido que en la madrugada del miércoles al jueves unos desconocidos (incontrolados se decía en tiempos) prendieron fuego a la puerta del santuario de la Misericordia de Reus y además planeaban hacer lo propio con un convento de clarisas, monjas que ya se sabe se caracterizan por su agresividad y su riqueza. Otra de respeto en esta ocasión a las creencias de los demás.

3. Pero es que acabamos de enterarnos de que hace un rato un grupo de feministas, para pedir que se respete su derecho a abortar, ha decidido quedarse con el pecho al aire ante la iglesia de San Manuel y San Benito de Madrid y de paso han derramado pintura roja en el suelo, mientras reivindican la cancelación de la Navidad.

No tengo más que decir. Pero cada vez que alguien me dice que hay que respetar me echo a temblar, porque ya me sé lo que viene a continuación: “tu respetas lo mío por narices, pero cuidadín con llevarme la contraria porque te la juegas”.

Pues no me gusta. Pero nada.