8.01.13

El trompetazo del abad suizo

A las 7:05 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

Con trompetazos como el dado por el abad benedictino de Einsiedeln no se avivan las brasas que existen debajo de las cenizas. Son las cenizas y las brasas las que salen por los aires como si le aplican el soplo de un huracán a más de cien kilómetros por hora. Se va toda la Iglesia a freír espárragos.

Con cincuenta años ahora, el abad benedictino fue elegido muy joven, supongo que debió estudiar la teología en bases y raíces eclesiales, como la hemos estudiado los demás sacerdotes. Por lo tanto, su trompetazo con la serie de contenidos tan infantiles manda a la verdadera Iglesia Católica, fundada por Cristo, a la desaparición, o es que el padre abad debe visitar una casa de reposo mental.

Lo mismo que afirmar que el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Suiza comparte su panfletario documento es un farol propio de alguien que desea salir ante los focos televisivos o está en camino de acudir a que le pongan bien los tornillos mentales.

¿A que se deben estos trompetazos dentro de la propia Iglesia?

Los motivos los enumero para facilitar la lectura.

1.- Estos fenómenos se han dado siempre dentro de la bimilenaria historia de la Iglesia. Han sido momentos en los que uno o un grupo de gente han deseado reformar la Iglesia desde la acera de enfrente tirando piedras contra el tejado de la misma.

2.- En vez de reformar la Iglesia desde dentro, partiendo siempre de la propia reforma o “conversión” del corazón personal y comunitario, consiguiendo que sea una verdadera “metanoia”, un responsable cambio del sentido del caminar por el sendero de la vida.

3.- Porque es la vida vacía ansiosa de estar en las páginas de los medios de comunicación, el único motivo que pincha a estas personas a salir a escena y pegar un trompetazo.

4.- Son los medios de comunicación con su potencia actual los imanes de atracción de estas personas superficiales y amigas del último que llega y del aburrimiento de la responsabilidad que ostentan sin tener ningún grado de madurez.

5.- La madurez para un cargo de abad de un monasterio benedictino debe sobresalir con una seria unión con Cristo y su evangelio, con la Regla de San Benito y su ora et labora, con la fraternidad comunitaria contemplativa y pastoral, con la comunión con el resto de la Iglesia Católica, sin pretender ser original con aventuras infantiles contadas en un panfleto, vendido en la Red y en los correos electrónicos.

6.- Si un abad benedictino pierde la brújula del sentido eclesial para ser y sentir con la Iglesia y para la Iglesia, entonces el camino más honrado es la plena dimisión del cargo y pasar a ser el último miembro de la comunidad sirviendo a todos en el más despreciado de los oficios dentro del monasterio.

Conclusión

Si el padre abad lee, que no creo, este post, o si alguien le envía el enlace al mismo, yo rogaria a su reverencia que se retirara un tiempo del cargo, hiciera una buena tanda de Santos Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, y al terminar optara por una de las dos banderas del fundador de la Compañía de Jesús.

Es mejor vivir y morir en plena fidelidad a la Iglesia de Cristo que vender infantilismos a los medios de comunicación. El Señor nos juzgará por lo primero. Lo segundo no sirve para nada.

Para saber más hagan clic aquí.

Tomás de la Torre Lendínez