9.01.13

El cesaropapismo anglicano sigue dando que hablar

A las 1:06 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Protestantismo

 

Desde que un rey adúltero, Enrique VIII, decidió fundar en Inglaterra una “iglesia” nacional para poder adulterar a gusto, las cosas no han cambiado mucho. Hoy, como entonces, el monarca inglés (y de paso británico) es la cabeza de la llamada Iglesia de Inglaterra -en realidad no es iglesia, sino comunión eclesial-. Ciertamente los reyes ingleses llevan mucho tiempo sin meterse a fondo en asuntos eclesiásticos, que son cosa del arzobispo de Canterbury. Pero si quisieran intervenir, dudo que nadie se lo pudiera impedir.

Se da también la circunstancia de que Gran Bretaña es el único país europeo donde el gobierno se dedica a firmar los nombramientos de obispos. Y en el resto del mundo, solo la dictadura China hace algo parecido, nombrando obispos de la cismática Iglesia patriótica. La diferencia entre el gobierno británico y el chino estriba en que el primero firma lo que se le pide que firme, y el chino elige de verdad a los que van a ser obispos. Pero formalmente, son la misma cosa.

El actual primer ministro, David Cameron, está dispuesto a modificar la ley que regula la corona británica. Va a eliminar la preferencia masculina en la sucesión al trono y a retirar la imposibilidad de que los reyes se casen con cónyuges católicos. Lo primero le parece bien a todo el mundo. Lo segundo está causando un revuelo importante ya que son varios los obispos anglicanos que han advertido que eso puede llevar a que los hijos de la pareja real sean educados en la fe católica, lo cual les impediría acceder al trono.

De hecho, conviene recordar que la Iglesia Católica admite las bodas entre católicos y protestantes siempre “que la parte católica declare que está dispuesta a evitar cualquier peligro de apartarse de la fe, y prometa sinceramente que hará cuanto le sea posible para que toda la prole se bautice y se eduque en la Iglesia católica” (Código Derecho Canónico art 1125, 1). Y además, la Iglesia pide “que se informe en su momento al otro contrayente sobre las promesas que debe hacer la parte católica, de modo que conste que es verdaderamente consciente de la promesa y de la obligación de la parte católica” (idem art 1125,2). Es decir, el temor de los obispos anglicanos no es infundado.

En cualquier caso, me llama la atención que tanto liberales como progres europeos no pongan el grito en el cielo ante el cesaropapismo presente en Gran Bretaña. Allá hay obispos que están en la Cámara de los Lores por ser obispos. Allá el Rey no puede profesar la religión que quiera. Allá hay todavía leyes que discriminan específicamente a los católicos -eso es lo que quieren cambiar ahora-.

El anglicanismo es, históricamente, una anormalidad político-eclesial sin sentido. Y doctrinalmente es cada vez más pasto del liberalismo teológico (no descartemos ver algún día una arzobispa lesbiana de Canterbury), que no deja rasto de cristianismo allá por donde pasa. Sospecho que lo que empezó en el lecho de un rey, en el lecho de otro rey puede morir.

Luis Fernando Pérez Bustamante