Benedicto XVI: “Dios es un Padre bueno que no abandona, sino que nos sostiene, ayuda y salva”


 

Durante la audiencia general del último miércoles de enero, día 20, Benedicto XVI prosiguió sus reflexiones sobre el Credo, recordando que en su catequesis anterior se había detenido a considerar las palabras iniciales de la profesión de fe: “Creo en Dios”. Y explicó que el Credo especifica que Dios es el Padre omnipotente, el Creador del cielo y de la tierra, por lo que en esta ocasión, el Papa reflexionó con los miles de fieles reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano sobre la primera y fundamental definición del Creador, que es Padre. Un Padre bueno, que nos ha elegido y bendecido antes de la creación del mundo. Un Padre que no abandona, sino que nos sostiene, ayuda y salva con una fidelidad que sobrepasa infinitamente la de los hombres, para abrirse a dimensiones de eternidad.

En su catequesis general en italiano el Papa explicó que – como revela Jesús – Dios es el Padre que nutre a las aves del cielo sin que ellas deban sembrar y cosechar, y reviste de colores maravillosos a las flores de los campos, con vestidos más bellos que los del rey Salomón (Cfr. Mt 6,26-32; Lc 12, 24-28); y nosotros – añade Jesús – ¡valemos mucho más que las flores y las aves del cielo! Dios es un Padre bueno que acoge y abraza al hijo perdido y arrepentido (Cfr. Lc 15,11ss), da gratuitamente a quienes piden (Cfr. Mt 18,19; Mc 11,24; Jn 16, 23) y ofrece el pan del cielo y el agua viva que hace vivir eternamente (Cfr. Jn 6, 32.51.58).

El amor de Dios Padre jamás decae. Dios no se cansa de nosotros, es amor que dona hasta el extremo, hasta el sacrificio del Hijo. La fe nos da esta certeza, que se convierte en una roca segura en la construcción de nuestra vida.

Nosotros, dijo también Benedicto XVI, podemos afrontar todos los momentos de dificultades y de peligro, la experiencia de la oscuridad de la crisis y del tiempo del dolor, sostenidos por la confianza en que Dios no nos deja solos y está siempre cerca, para salvarnos y conducirnos a la vida.

Al resumir estos conceptos en nuestro idioma, el Santo Padre dijo:

Queridos hermanos y hermanas:

Quisiera hablar hoy sobre la primera y fundamental definición que el Credo nos presenta de Dios: Él es Padre omnipotente.

La revelación bíblica nos ayuda a comprender esta expresión. Dios es Padre porque nos ha elegido y bendecido antes de la creación del mundo; nos ha hecho realmente sus hijos en Jesús; porque acompaña nuestra existencia, dándonos su Palabra, sus enseñanzas, su gracia y su Espíritu, y porque podemos confiar en su perdón cuando nos equivocamos de camino. Él es un Padre bueno, que no abandona, sino que sostiene, ayuda y salva con una fidelidad que sobrepasa infinitamente la de los hombres. Nos ha dado a su Hijo para que seamos hijos suyos y nos ofrece el Espíritu Santo para que podamos llamarle, en verdad, «Abbá, Padre».

Su grandeza como Padre omnipotente se manifiesta plenamente sobre la cruz gloriosa de su Hijo. No es una fuerza arbitraria que cambia los acontecimientos o anula el dolor, sino que se expresa en la misericordia, en el perdón, en la incansable llamada a la conversión y en una actitud de paciencia, mansedumbre y amor.

Saludo a los fieles de lengua española provenientes de España, México, Chile y demás países latinoamericanos. Invito a todos a ser constantes en la fe, dando testimonio de Cristo, y a vivir en plenitud el Credo, abandonándonos confiadamente a Dios Padre y a su misericordia omnipotente, que salva. Muchas gracias.

Como es costumbre, al saludar a los diversos grupos de peregrinos que asistieron a esta audiencia, el Papa dijo que rezar por todas las personas de lengua árabe a quienes deseó que Dios los bendiga.

Al saludar cordialmente a los fieles polacos, Su Santidad recordó que el Año de la fe es una ocasión especial para ser conscientes de que Dios es nuestro Padre. Y manifestó su deseo de que esta verdad nos haga testigos gozosos del Evangelio. A la vez que pidió que nos acordemos de esta verdad también en los momentos de prueba, crisis y sufrimiento de la vida, porque Dios está siempre con nosotros, nos guía y desea nuestro bien.

El Papa también saludó de corazón a los peregrinos eslovacos, de modo especial a los procedentes de Oščadnica, Bánovce nad Bebravou y de la Universidad Komenský de Bratislava. Y tras deseó que la luz del Evangelio ilumine todos los pasos de la vida de estos hermanos y hermanas les impartió su Bendición Apostólica extensiva a todos sus seres queridos en Eslovaquia.

En sus saludos a los peregrinos de lengua italiana, el Obispo de Roma destacó la presencia de los Obispos amigos del Movimiento de los Focolares. Junto a estos Hermanos en el episcopado, el Papa saludó a cuantos participarán en los encuentros organizados en diversas regiones del mundo, a quienes les aseguró su oración, deseando que el carisma de la unidad, que aprecian de modo particular, los sostenga y anime en su ministerio apostólico.

El Santo Padre saludó asimismo a los fieles de la Arquidiócesis de Potenza-Muro Lucano-Marsiconuovo, acompañados por su Pastor, Mons. Agostino Superbo. A estos queridos amigos Benedicto XVI los impulsó a seguir dedicando todos sus esfuerzos para que tanto en las ciudades como en los centros menores se asegure una sólida instrucción religiosa, a fin de que todos estén preparados para recibir con fruto los Sacramentos, indispensable alimento del crecimiento en la fe.

Ante la presencia en este encuentro de las Autoridades civiles de Basilicata, a quienes dirigió un saludo deferente, el Papa expresó su vivo reconocimiento a cuantos se han prodigado en la preparación del sugestivo pesebre colocado en la Plaza de San Pedro que ha sido admirado por numerosos peregrinos, como expresión del arte de la localidad de Luca.

Por último, el Pontífice se dirigió a los jóvenes, enfermos y recién casados presentes en esta audiencia general, a quienes recordó que mañana celebraremos la memoria litúrgica de san Juan Bosco, sacerdote y educador. Por esta razón pidió a los jóvenes que vean a esta figura como un auténtico maestro de vida. Recomendó a los enfermos que aprendan de su experiencia espiritual a confiar en cada circunstancia en Cristo crucificado. Y sugirió a los recién casados que recurran a la intercesión de este santo para vivir con empeño generoso su misión de esposos.

(María Fernanda Bernasconi – RV).